[Capítulo 13.] Si la luna hablara (1/2)
El azul oscuro del cielo de la madrugada estaba empapado de pequeñas y deslumbrantes gotitas de estrellas. Como si hubieran sacudido un pincel de éstas, y mancharan la penumbra del cielo, dándole belleza a la par que vida.
Y Sidon estaba despierto para admirarlas.
Esa noche apenas había dormido gracias a lo distraída que tenía la mente. Desearía poder haberse quedado a dormir con Link, mas se arriesgaba a que alguien le tuviera controlado como príncipe que era.
Aún no podía creerse que lo que había pasado era real. Había descubierto nuevas emociones. Además también descubrió que ciertas funciones del cuerpo podían despertarse por tan sólo pensar en aquello.
Desde pequeño solo había conocido el amor familiar. Tanto hacia su hermana, como a su padre. Les tenía un amor enorme, pues, eran los únicos que le querían como verdaderamente era. Los que le educaron, los que les prestaba atención. Son su familia.
Luego conoció a Rivan, el guerrero zora. Poco a poco se fueron cayendo bien, y juntos iniciaron una amistad que, a pesar de no verse diariamente, Sidon la valoraba por todo lo alto.
Y ahora llegó Link. Un chico de una raza distinta; los hylianos, aquellos que reinan las tierras de Hyrule. Y éste le trataba de manera distinta al resto, le trataba como a un igual. Y eso hacía tiempo que Sidon no lo veía. Además, despertó su curiosidad al ver a un hyliano. Rara vez había tenido la oportunidad de estar con alguno de ellos, y quería saberlo todo de éstos. Por eso miraba con gran atención cada movimiento de Link. Le fascinaba su rapidez sobre la tierra, la maña que tenía al trepar, y por raro que sea, le gustaba ver su pecho y torso subir y bajar al respirar.
Cada vez que comía junto a él, o cuando nadaban, le encantaba ver sus expresiones. Su cara, sus labios rosados y su nariz respingona. Esos orbes de un azul cristalino. Tenía una belleza que jamás podría igualar a la de un zora.
Al principio Sidon se había dado cuenta de que no todo estaba marchando igual que con Rivan lo fue. Esta vez era algo distinto. Él pensaba que era por el hecho de no conocerse bien aún, o porque el chico era un Hyliano.
Sin embargo, al tiempo comprendió que no tenía que ver, era algo más. Algo a lo que hoy en día tampoco le sabría poner un nombre que lo describa, pues, no es algo exacto.
Y esto le ha ayudado a sentirse bien, completo, en las nubes.
Echaba de menos sentirse querido. Sentir afecto. Una sonrisa de parte de alguien que te admire, sabiendo cómo eres. Que demuestre cariño. Y eso, quería mantenerlo siempre consigo.
Ya dadas las siete de la mañana, Sidon se levantó de la barandilla de uno de los corredores de la región, y fue a los aposentos de Link a despertarle.
Por el camino se encontró a su conocido grupo de admiradoras que tenía, las cuáles les dieron los buenos días encantadas. También se encontró al escultor, Redo. Y por último, al guardia al que le tocaba proteger el trono; Rivan. Hubo un momento en el que el príncipe se había detenido en frente suya, a punto de decir algo, pero sintió que no debía. Así que, tan solo asintió en forma de saludo.
Una vez en frente de la puerta, se sintió extrañamente nervioso. ¿Cómo debería comenzar una conversación ahora? ¿Debería actuar igual que siempre, o demostrar más afecto? Link también quería sentirlo, ¿verdad?
Entonces se dejaría llevar por el momento. Le haría feliz cada segundo.
Cogió la llave que Link esconde para él y abrió la puerta, entrando a su vez.
Caminó con cuidado de no hacer ruido hacia su habitación, y una vez dentro, se sorprendió al ver que no había nadie.
Miró en las tres habitaciones que tenía el apartamento, pero no se encontraba allí.
Eso le puso un poco nervioso.
Salió del lugar cerrando a su espalda, y bajó al centro de la región, suponiendo que si estaba despierto, habría ido a desayunar a aquella cafetería.
Y allí estaba.
En una de las sillas que daba a un cristal enorme que te permitía ver todo lo que había de región en ese ángulo.
—Bienvenido, su alteza.-Le saludó la camarera del recinto. Y Link la había escuchado, con lo que dirigió la mirada hacia el príncipe, que también le estaba mirando.
Sidon le sonrió a la camarera y comenzó su camino hacia el hyliano.
-Bu.. buenos días Sidon.- Balbuceó el rubio, ofreciendo el asiento de adelante.
—Link, ¿cuándo te levantaste?- Preguntó el príncipe separando la silla restante de la mesa y sentándose en ella.
—Alrededor de las tres de la mañana.- Respondió tomando un sorbo de su café.- Tuve un sueño y no pude volver a dormirme.
Sidon le miró con obvia preocupación.- Pero... ¿qué soñaste que te mantuvo toda la noche en vela?
-Verás, no es un...- El hyliano intentó contestar, pero Sidon le volvió a interrumpir.
—¿Y por qué no fuiste esta mañana a despertarme si ya estabas despierto?- Preguntó el príncipe algo molesto.
—De hecho sí que fui.- Sidon se sorprendió.- Pero no estabas en tus aposentos, así que, me fui a caminar por ahí.
La verdad es que Sidon había salido de su hogar realmente temprano, prácticamente a las cinco. Así que, tenía sentido que no estuviera presente cuando Link le fue a buscar.
—Lo siento, me había olvidado de que yo estuve fuera más temprano.
A Link se le subieron las orejas para prestar atención, como si de un animal salvaje se tratase. Bajó la tacita de café que bebía, y miró a Sidon.
—¿Y tú porqué te despertaste tan temprano?- Preguntó, pensando en un millón de cosas.
-Bueno... hehe...- Sidon agarró su cola de tiburón y la pasó por delante del hombro, comenzando a acariciarla nerviosamente.- Me distraje pensando en... ya sabes... anoche.
A Link se le oscureció la cara.- ¿Pasó algo después de que vinieras a visitarme y hablásemos?
—Link, ya sabes a lo que me estoy refiriendo. Por favor, no me hagas decirlo en alto.- Susurró Sidon aún más confundido.
-Disculpa, voy al baño, me... está doliendo la cabeza.- El rubio se levantó de su asiento y se retiró, dejando a Sidon completamente confundido.
Cerró la puerta del lavabo de hombres y se situó frente al espejo que hay en frente de los WC.
—Link, concéntrate. Se supone que después de hablar, te quedaste dormido durante el abrazo, ¿verdad? Y después... tuviste ese sueño extraño.- Se miró su reflejo en el espejo, y llevó un dedo a sus labios, rozándolos.- Pero... se había sentido tan real...- Casi al momento los retiró y sacudió su cabeza.- Eso no pudo haber pasado de verdad. A mí no me pasan cosas tan buenas. Además, si realmente hubiera pasado... Es mejor no pensarlo.
El rubio abrió el grifo y se lavó la cara con agua fría, intentando relajarse y despejar la mente. No paró de echarse agua hasta que notó que una gran fuerza le había agarrado de su cintura.
—¿Eh?...
Levantó la mirada y pudo ver a Sidon completamente serio, con la mirada clavada en él. Sin embargo, tuvo poco tiempo para reconocerle, puesto que al momento lo había levantado del suelo y apoyado en la pared que tenían al lado.
-Sidon, ¿qué demonios estás haciendo?- Preguntó Link con la respiración agitada y confundido. No se acostumbraba a verlo tan serio, y mucho menos tan cerca.
El príncipe al darse cuenta de su brusquedad, corrigió su acto bajándole al suelo con cuidado. Le acarició las ahora húmedas mejillas al rubio con cuidado, clavando su mirada en los ojos del otro.
—Lo siento. No pensaba en lo que hacía. ¿Te encuentras bien?- Preguntó preocupado. Aunque supiera que Link era una de las personas más fuertes que había conocido, tuvo que hacer presión en su cintura para poder levantarlo, y, herirle era lo último que quería hacerle.
Link asintió al momento.- ¿Y tú estás bien? ¿A qué venía eso?- Preguntó mientras posaba sus manos encima de las de Sidon, el cual, aún estaban en sus mejillas.
Sidon tragó saliva duro, sin saber qué responder. Quizás Link haya interpretado lo que pasó como un sueño, tal y como había dicho esa mañana. ¿Y si estaba mejor pensando de esta forma? ¿Estaría más feliz creyendo aquello? Él solo quería que el rubio fuera feliz.
-No es nada, tranquilo. Me mareé mucho esta mañana, hice ejercicio sin haber comido nada.- Deslizó su mano derecha con suavidad a la frente del muchacho y la acarició, relajando al contrario.- ¿Desayunamos juntos?
[...]
—Y entonces me atrapó con una mano gigante.- Contaba Link animado mientras caminaba junto a Sidon.
—Espera, ¿Me estás diciendo que con sus cabellos podía recrear la imagen de una mano?
El ojiazul asintió con entusiasmo.- Te lo prometo, es una habilidad muy extraña. Nunca he visto a nadie de su misma raza, me pregunto si hay más como ella.- Link levantó la mirada y clavó la vista en una enorme nube negra que cubría el cielo.- Quizás nos toque volver a entrenar mojados.- Suspiró.
— ¿Es un problema para ti?- sonrió el Zora intentando dejarse llevar por la conversación.- La otra vez parecía que incluso te gustaba.
Link hizo un puchero. La última vez que entrenaron bajo la lluvia, pensó que se había cargado al príncipe de la región. A veces sólo parecía que el zora confiaba demasiado en él, y eso le asustaba.
—No te preocupes.
—¿Eh?- Se sorprendió Link al instante. ¿Le leyó la mente?
—Esta vez no pondré a peligrar mi vida.- Sonrió éste.- Así que no deberás preocuparte tanto.
El rubio bufó acompañado de una risilla, a su vez, empujando levemente a Sidon con su brazo derecho.
Aunque fuera un idiota, le hacía feliz su compañía.
Y así, junto al buen ambiente que se había creado, se dispusieron a entrenar.
Aunque el corazón del mayor esté en un pozo de confusión.
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