Capítulo VIII

     Al tenerlo de frente; ambos se miraron entre sí, él admirando su belleza de pies a cabeza; mientras que ella solo detallaba su traje azul oscuro, seguro de gran marca, reloj de oro reluciendo en la habitación la luz era tenue a un nivel suave; pero no dejaba de verse todo muy bien.

Cuando soltó el humo de su puro, le sonrió esa mirada dejaba ver lo egocentrista, machista, frívolo y asesino no por algo; hacia sus juegos de fuego y homicidios, para obtener dinero, con más poder en sus clubes que posee en cinco países distintos; incluyendo en el que está siendo su casa de concentración para hacer sus planes sucios, ella lo mirada con seriedad esperando su siguiente paso; porque si no lo hace ella no le temblará el pulso, para solo cortar su garganta y después tomar a su mano derecha, buscando pelear para así obtener su arma matándolo con la misma; pensaba en todo, al siempre ver a sus lados sin dejar de lado a su objetivo.

Al pasar un minuto, de espera de la inspección de este hombre de cuarenta años, barba creciente, cabello negro con algunas canas disfrasadas y cuerpo en forma notando que se cuida mucho, fue lo que detallo Isla; pero en el momento que ella iba a hablar; el susodicho habla rompiendo el silencio.


— (Tu nombre preciosa) — Le hablo nuevamente en francés, pero ella no entendió, mintiendo.


— No hablo mucho el francés. — Respondió en español, algo que el otro comprendió para continuar.


— Entonces hablemos su idioma; dama de rojo, le vuelvo a preguntar ¿Cuál es su nombre? — Dijo nuevamente, al poner su puro a un lado, sin tocarlo aún estando a mitad de acabarse.

Se mantuvo tranquila; pero no mucho para que no sospechen nada, le respondió.


— Daniela Tovar, señor...

Quedó a mitad, dando a entender que no lo conocía.


— Dígame Gous; no necesita saber más; ahora a lo que voy, me gusta ser directo señorita Tovar; quiero follarte en mis sillones que ves allá. — Informo, señalando dichos sillones, que ella vio antes.

Respiró suave, conteniendo la rabia por no matarlo, debe esperar un poco; pero odiaba que hombres de esa índole creen, que pueden comprar o tener todo, sin dar ni siquiera batalla, así que al tener su silencio prosiguió.


— Después de pasar nuestro momento; me acompañará esta noche hasta que termine, luego mis escoltas la llevarán a su casa. — Termino de hablar, que volvió a consumir su puro yendo a su escritorio y sentarse sin dejar de inspeccionarla.

La mirada de ella, no perdía contacto con la de él, aún sabiendo que el muy imbécil odia que lo miren tanto, pero fue extraño que no se lo dijo; al parecer le gusta, así que decidió hablar por fin.


— Me sorprende todo esto; yo soy una mujer común que vino a divertirse no esperaba recibir tal proposición y más de usted señor Gous. — sus palabras suaves, hicieron reír al hombre por la ingenuidad de la mujer.


— ¡Vamos preciosa!; te dije lo que quiero; ahora cumple no busco sentimientos, solo un simple acostón y compañía por está noche. ¡Es sencillo! — Dijo con fastidio, al soltar el humo y colocar lo que quedaba del puro en su cenicero.


Su mirada se puso sería, viendo que sólo sería su prostituta solo por una noche, muy común en tipos de su calaña, pero si quería jugar le daría el gusto; solo hasta donde ella quiera, fue su pensar que se fue acercando hacia su escritorio; pero el hombre palmeo su muslo derecho invitándola a sentarse, cosa que obedeció dejando ganar terreno con el hombre.

Al mismo tiempo; que pudo sentarse con suavidad en su muslo el hombre no perdió tiempo en acercarla más con su brazo sobre su cintura, que tocó gustoso, de ver lo que ella posee; además de apretar su labio inferior, mostrando su deseo de acostarse con ella.


— ¿Cómo debo de dirigirme a usted señor? — pregunto, al colocar uno de sus brazos, detrás de su cuello tocando sus hombros suavemente.


— Solo Gous preciosa, ahora debemos tener privacidad. — Hablo, mirando con seriedad a su mano derecha, que entendió buscando la puerta y saliendo por ella.


— Le agradezco Gous, por déjanos estar en privado. — expreso de forma coqueta, acercándose para darle un beso en la mejilla izquierda.


— Por nada mi Daniela. — sonrió de forma burlesca, buscando intimidarla algo que ella notó.


— ¿Qué desea, que haga para relajarlo? — hace otra pregunta, dónde el hombre, puso su mano libre sobre su mentón, ideando iniciar con el placer.


— Baila para mí; como lo hiciste afuera, pero está vez; sin ese vestido muéstrame más piel. — dio la orden, que ella asumió le gustó su baile casi erótico.


— Con gusto Gous. — Respondió devuelta, para ponerse de pie buscando estar en el centro de la habitación lo cual ya estaba en ese punto.


— Falta la música preciosa; quiero que me excites no suelo ser fácil me cuesta; así que nubla mi mente, para así follarte duró como quiero. — confesó, para solo asentir comprendiendo el mensaje.


La música la puso el hombre llamado Gous, con uno de sus controles remotos que estaban de forma ordenada en su gavetero, al encenderlo pudo llenarse la habitación de un sonido clásico; pero llamando a la sensualidad, algo que ella pudo detallar, tenía estilo él muy idiota; solo se puso en su papel de arma sexual, buscando el momento perfecto para terminar con su vida.

Su cuerpo se movió, de aquí para allá no dejando de mover sus caderas y bajar por momentos abriendo sus piernas, con solo segundos para luego juntarlas, y volver a colocarse en su posición e ir bajando el cierre que estaba detrás de su espalda, revelando un poco su sostén sin tiras de color negro, siguió su ritmo bajando poco a poco su vestido; hasta llegar al esperado suelo, mostrando por completo su cuerpo.

— (Magnífica amor). — Dijo con voz grave, tomando otro sorbo de su whisky caro.

Era inevitable no verla, su cuerpo era perfecto piel blanca, con tonalidades de bronceo sobre ella, que la hacían exótica, su cola alta que le provoca jalar al empujar su miembro, sobre su vagina al tenerla en cuatro, eso lo puso duro; vaya su baile estaba surtiendo efecto sobre su persona.


— ¿Le gusta lo que ve?; señor Gous. — Su pregunta la dijo, con inocencia actuada.


— Demasiado...ahora date la vuelta y menea ese trasero para mí. — mandó, cosa que ella lo hizo, siguiendo el compas de las canciones que pasaban, era un álbum completo pensó para sí.


Se dio la vuelta, con ligereza rodando los ojos por hacer esto, pero debía sacar provecho de lo que vendrá, hizo un sonido con sus labios, como dando besos en el aire al tocar su trasero; que era compuesto por una panty de encaje negro; poniendo al susodicho más cachondo por así decirlo. Aunque; siguió el ritmo, el micrófono que estaba sobre su tobillo como una segunda piel, no era notado por sus tacones plata, que hacían juego con su atuendo antes visto.

El juego de seducción no paraba; pero en segundos el hombre estaba detrás de ella, lo supo al voltearse un poco sobre su hombro, detallando que él coloco ambas manos sobre su cintura, con tal posesión dándole asco, ya que ella no deja que nadie toque, a menos que lo permita.


— Me gusta este tatuaje; genera poder y deseo de morder esta zona. — Sugirió, con notable excitación en su voz.


Eso hizo que ella sonriera de lado, recordando hace ya cinco años cuando se hizo el tatuaje de su costilla izquierda; después de cumplir una vigilancia de un objetivo en Hungría, que estaba en el perímetro para ser aniquilado, era su primera misión; donde pudo conocer a su compañero Nohán, que le cuidaba la espalda igual que ella a él; después de pasar horas lograron tener al objetivo y ser llevado a aniquilación por su líder, que pidió su cabeza. Es cuando tuvieron; sus horas nocturnas en descanso y ella aprovecho de ir a un sitio pidió su permiso, para llegar a una vereda, que ella conoció con el tiempo y se quedó en su parada que la dejo el taxi, estaba sola siguió su caminar logrando llegar a una tienda en color blanco y negro, leyendo el letrero con lo que ella buscaba que no dudo en ingresar.

Ya dentro, pudo detallar su decoración con estilo de tatuajes y obras de artes por ellos mismo; se acercó para hacer su cita, que fue tomada la hicieron pasar a otra habitación, dónde la esperaba un hombre de color lleno de puros tatuajes en los brazos, como parte de su cuello y más en todo su cuerpo, dentro de la ropa que llevaba puesta la invitó a sentarse sobre una silla cómoda reclinable de color blanco, ella lo hizo colocándose cómoda, para así oír lo que el hombre llamado José le indicaba hacer.


— ¿Qué deseas hacerte chica? — pregunto, y ella le indico alzando su camisa militar arriba; mostrando la cicatriz que el mismo hombre se quedó impactado por eso.


— Camuflagear está horrible cicatriz, por algo que me dé poder y seducción, no se preocupe por el dinero, le pagaré en efectivo; pero me indicaron que es el mejor tatuador de Hungría. — termino de aclarar, cosa que él hombre asintió a su reto de arte sobre ese costado.


— ¡Bien! Asumo el reto señorita; pero déjeme usar un dibujo nuevo que hice hoy, pero nunca ha sido tatuado en ninguna persona, usted tendrá el honor de portarlo...


— Y seré la única señor José; por eso quiero ver su arte y créame que al verlo en otra persona, mi pistola será activada en su cráneo al darle una visita inesperada. — amenazó con su mirada fría, algo que el hombre se quedó mirando su proceder, que terminó asintiendo, dando su palabra de no hacerlo.


— Es una promesa; ahora vea el diseño. — informo, sacando una carpeta de color amarillo, que estaba cerca de su mesa de trabajo, la obtuvo y saco dentro el dibujo, que le mostró esperando su respuesta.

Cuando vio el diseño, sonrió de forma frívola con ganas de matar más a su enemigo, que pronto tendría la bala con el apellido de su familia, como señal de venganza, cerrando su ciclo y con ello también a los cuatro hombres, que le siguieron el juego de porquería, alejo sus pensamientos para dar su veredicto.


— ¡Hágalo! Pero que el tamaño abarque todo mi costado, sin quedar rastros de la cicatriz, que portó. — fue su orden, viendo cómo comenzó su labor sin dar marcha atrás.


El rumbo de sus pensamientos, fue detenido con el beso húmedo sobre su cuello; aún teniendo al hombre francés detrás de su espalda.


— Te me fuiste preciosa.


— Me disculpó señor... pero está música me gusta. — desvío, para darse la vuelta encarándolo.


— La aceptó, pero ya basta de baile ¡Quiero follarte! — demandó seriamente, cosa que ella sintió, como la elevo para que colocará sus piernas sobre sus caderas sin pensarlo lo hizo.


Sacando una sonrisa de triunfó por parte de él, se movió sintiendo su bulto sobre su vientre, lo tenía dónde lo quería; pero la boca del hombre la proclamó y ella no tuvo más remedio, que seguirlo para deleitarse más, intento quitar su saco, al igual que su camisa dejándolo solo en su pantalón; ya estaban sobre los sillones de animal prim, logro sentarse con la mujer ahorcajadas moviendo su cuerpo y alzando sus brazos al aire, sin dejar de excitarlo, su pantalón estaba por estallar.

Dos minutos de seducción; y la voz del hombre se hizo notar tocando su pecho voluminoso con total gustó; mientras ella trataba de mirar a todos lados y ponerse cohibida sin llamar la atención.


— Vamos quiero tu coño; mi pantalón va a reventar. Has logrado la meta preciosa y eso es nuevo; nunca una prostituta lo hecho. — Dijo frustrado, apretando con su mano derecha su caderas y la otras apretar un poco más sus senos, que iba a bajar su copa.

Al ver la intención del hombre, por bajar la copa de su brasier puso su mano con rapidez alejando su proceder, algo que susodicho se quejo gruñendo y mordiendo sus labios.


— Espera... solo déjame quitarme la prenda yo misma. — le hizo entender con un puchero adorable, dejando al hombre aliviado.


— Entonces... ¡Hazlo! Quítalo, quiero probar esos senos, que se ven exquisitos, vaya... se me hace agua a la boca. — Fue su respuesta, dónde ella paro de moverse sobre sus piernas, dejándolo respirar.


La aludida no perdió tiempo, y fue a su broche de atrás, para quitarlo bajando lo que cubría sus senos dejándolos a su vista, el hombre que antes estaba al borde del éxtasis, rompió más al gruñir mirando como su areola era rosadita, como una preciada fresa qué desea comer, moder e incluso chupar hasta saciarse, que no dudo en jalarla hacía él, algo que ella le permitió era su plan.


— ¡Mi Daniela! — fue lo último que dijo, al meter su boca sobre su seno derecho probándolo, mientras ella se movía, con sensualidad volviéndolo loco.


El momento era perfecto para él hombre, disfruto probar y chupar, logrando ser adicto a esa mujer, que al identificar pudo ver era latina algo, que ansiaba probar estaba cansado de las mujeres de su país, teniendo como resultado que después de hacerla suya, volverá por ella aunque se rehúse hacerlo la traerá a la fuerza, no por algo era temido en su territorio, a pesar de que los turcos, estaban a la cabeza por ahora.

Fue el rumbo que dio el pensamiento del hombre; que seguía disfrutando de cada pezón de su diosa; cuando sin verlo venir recibe un picor detrás de su cuello en su nuca, que lo dejo paralizado y sin hablar solo estaba con sus ojos abiertos, en sorpresa viendo cómo la mujer que disfrutaba se alejaba de su cuerpo, colocándose de pie para vestirse.


☠️☠️☠️

Le tomo fue solo dos minutos, colocarse su ropa, quedando como si no lo hubiera hecho; se puso delante del objetivo, que estaba algo jorobado hacia delante, con su mirada hacia ella con su expresión seria y tranquila algo que ella sonrió; mostrando sus dientes relucientes cruzada de brazos, la música seguía de fondo la dejo como su distracción viendo al escritorio que estaba detrás, la hora digital siendo ya casi las 3:00 AM; jamás pensó que el tiempo pasara rápido.

Lo inspeccionó, dando solo ruidos internos; que no podían salir de su garganta se acercó más, tocando su barbilla riendo de su parálisis que ella misma usó a su favor.


— Señor Gous o debería decir (Dupont); pensó que se escondería de liquidarlo, pues aquí tiene el resultado de su estupidez. — hablo con arrogancia y mirada en alto recibiendo un sonido raro de su garganta, seguro estando sorprendido.


Camino por todo el lugar, yendo a su escritorio de madera reviso algunos documentos que estaban dispersados, obvio lo que no le interesaba, para encontrar en su cajón final, un sobre en color negro que decía confidencial en francés; enarco una ceja abriendo el contenido detallando rutas, mapas y hasta expedientes de personas, que ella no conocía; hasta que vio uno, que la dejo sin aliento, la foto de ese pelirrojo de ojos verdes; llamado Hasan Orhon, uno de los violadores y asesinos que estuvieron en ese día, que ella murió junto a su familia. Por inercia, apretó los papeles que estaban en sus manos, llenándose de irá pura, pero un golpe en la puerta la hizo volver en sí, que guardo los papeles rápidos y los coloco en el minibar para irse después con ellos, era una evidencia importante para ella y la ejecución de uno de sus enemigos.

Volvió a oír la puerta con insistencia; que sólo se movió rápido colocándose en la puerta, para así oír voces de alguien, pero fue extraño no sentir ningún ruido o voces, eso la alerto fue directo a una cabina cercana; donde saco un arma de calibre 15, que detallo antes bailando para el narcotraficante, la activo volviendo a la puerta, que esta vez fue abriéndose no dudo en estar alerta para dar su paso; pero cuando estaba por atacar se llevó la sorpresa, que era su compañero con algunas manchas de sangre en su saco elegante evidencia que estuvo entretenido, enarco una ceja para bajar el arma por el momento.


— Tranquila... me encargue de todo, no hay guardaespaldas a la vista. — hablo de forma sutil, viendo cómo caminaba hacia el objetivo.


— Eso me alegra; pero ahora debemos eliminar al último pez gordo. — Informo con autoridad, algo que su compañero activó su glop 9 mm, lista para ser disparada.


— ¡Oye! ¿Cómo hiciste, para que estuviera quieto? — Hizo su pregunta, llegando a su lado de forma prudente.


— Ya lo verás. — Dijo curvando una sonrisa, acercándose al hombre que seguía igual, sin siquiera pestañar.

Lo que mostró ante su compañero, lo dejo sorprendido por como ella se colocó detrás de él, sacando una especie de aguja, detrás de su nervio que le impedía moverse; notando como el hombre pudo respirar con más profundidad, dándole movimiento a su cuerpo que estaba entumecido, pero al apenas ver la reacción del hombre, proceder a atacar se puso delante del objetivo ganando terreno.


— ¡Quieto! Estás acorralado Dupont. — puntualizó, mientras que el hombre estaba colérico y más al ver a la mujer, que fue causante de su parálisis.


— Caí en una trampa... supongo que soy el objetivo, que buscaban en la vereda de la torre Eiffel. — Dijo serio, viendo a todos lados buscando a su mano derecha.


— Algo así; y si buscas a tu gorila sumiso, está inactivo. — Afirmó la mujer sonriendo con maldad, al lado derecho de su compañero, que no dejaba de apuntarle.


— ¡Maldita perra! Te subestime, supongo que eres una sicaria o peor una espía asquerosa. — la ofendió, cosa que no le dio ni el mínimo de importancia a sus ofensas.

Se paseo por el lugar, con su elegancia característica de ella detallando que el objetivo la mirada con asco y ganas de matarla, eso no la asustó, hubo una vez que la hubiese afectado y de eso, paso mucho tiempo; solo dejando en su mente o cuerpo ser la maldad pura, para todos sus enemigos.


— Saben les puedo pagar mucho más, que esas organizaciones con límites en sus leyes. ¿no les aburre? Ser máquina o piezas que serán reemplazadas algún día. — Indico sutilmente, teniendo las manos en sus bolsillos riendo en el proceso.


Ambos se miraron entre sí, detallando que era un imbécil por decir algo; que como tal lo hacen los tipos, que están al borde de la cuerda floja para su muerte. Por consiguiente, ella se fue acercando a su compañero para abrazarlo desde atrás, algo que el mismo se mantuvo quieto y confuso por su proceder, donde los labios de ellas se acercaron a su oído derecho, dando una orden absoluta.


Dispara en su ojo y corazón, quiero irme. — fueron las palabras, que dio, acto seguido su mirada llegó al hombre que se alarmó nervioso, pero sus disparos fueron directo al enemigo.

El cuerpo cayó, como lo que es una basura para la humanidad de este país el trabajo fue hecho; se alejo de su compañero, que estaba viendo el cuerpo inerte del tipo. De pronto; ella fue al bar tomando los documentos que antes vio, algo que él no dudo en comentar.


— ¿Y eso?


— Evidencia sólida, no preguntes más; ahora vamos me quiero ir. — Dijo ya aburrida de hablar, cosa que su compañero rodó los ojos para seguirla.

En el momento, que iban de salida sale el tipo fornido a su encuentro; donde Isla no le tembló el pulso de alzar su arma y le disparó justo en su cráneo y luego otro en su corazón; haciendo que escupa sangre en su boca, para verlo en el piso pulido manchando todo, su compañero llegó a su lado negando a su proceder.


— Tienes que aprender Cuadrante 2; los cabos sueltos no te benefician. ¡Te harán ser hombre muerto! — Le aclaró, con su mirada seria, sin mostrar nada de sentimientos.


Solo noto que frunció el ceño; disgustado por sus palabras frías no le dio importancia requerida yendo directo a la salida, dejando que la siga como lo que es... la líder de su misión y la pesadilla de muchos que pronto la conocerán.


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