Capítulo 9: Desilusión


Al día siguiente, para compensar el hecho de haberme dejado encerrada en el baño con Caleb, Paris me ayudó a deshacerme de mi familia con el objetivo de no ser molestada a la hora de realizar mi trabajo.

Esa es tu excusa barata para estar sola en casa con Caleb. ¿En serio crees que Paris quiere tu perdón? ¡Ella quiere salseo!

¡¿De qué lado estás?!

Del lado del mal... Muajajajajajajaja.

Quise ser una buena anfitriona (por una vez en esta vida), así que bajé hasta el vestíbulo para recibir a mi compañero de equipo.

—Buenos días, señorita Bélgica —me saludó Benjamin, el portero perfectamente uniformado de unos 35 años, sin moverse de su posición—. ¿Saldrá hoy?

—Buenos días, Benjamin, y ya te he dicho que no me llames "señorita" —hice comillas con los dedos—, suena ridículo cuando te refieres a mí.

—Lo siento, señorita —se disculpó, sonriente—. Todos en el edificio prefieren que los empleados se dirijan a ellos con respeto.

—Pues yo no soy "todos" —me defendí.

—De acuerdo. —Sonrió—. ¿Espera a alguien?

—Sí, a un amigo. —Ante mi respuesta Benjamin arqueó una ceja—. No es lo que estás pensando —me apresuré a decir.

—No estoy pensando nada —aseguró con una sonrisilla, mirando al frente.

—No te creo —emití con ojos entrecerrados.

—No puedo hacer nada con respecto a eso —replicó, manteniéndose inamovible.

—Pero sí puedes ser discreto. Mi familia no sabe que este chico vendrá hoy...

—Entiendo... —habló en voz baja con esa maldita sonrisilla.

—¡Que no es nada de eso! ¡No tendré sexo con Caleb! —chillé.

—Eso dices ahora... —escuché una voz burlona a mis espaldas.

¡Mierda!

—Caleb —me volteé—, ¿llevas mucho tiempo ahí? —pregunté con una sonrisa forzada, viendo por el rabillo del ojo cómo Benjamin contenía la risa.

—El suficiente —contestó—. ¿No nos vas a presentar? —indagó mirando a Benjamin, quien se mantenía muy quieto en su posición de profesional.

—Claro... Caleb, él es Benjamin, el portero del edificio y mi amigo. —El susodicho hizo un asentimiento con la cabeza como forma de saludo—. Benjamin, él es...

—El chico con el que Bel no tendrá sexo hoy —me interrumpió Caleb—. Encantado —dijo, estrechando la mano del portero, quien esbozó un atisbo de sonrisa.

Maldición, parece que le cayó bien.

A ti es a quien único no le cae bien.

Después de las presentaciones Caleb y yo nos dirigimos al ascensor.

—¿Viniste caminando? Tu casa está un poco lejos —indagué mientras esperábamos el ascensor.

—Vine en patineta —contestó.

—Oh, no sabía que te gustaba montar patineta —comenté, observando que, efectivamente, traía enganchada detrás de su mochila una patineta negra, la cual no había percibido hasta el momento.

—Hay mucho de mí que te falta por saber... —dejó suspendida la frase y, al pensarlo, me di cuenta de que tenía razón.

Yo no sabía nada sobre Caleb.

—¿Subimos? —me sacó de mi ensimismamiento cuando llegó el ascensor.

—Claro —murmuré al verlo dentro y subí, posicionándome a su lado.

—Nunca me dijiste que vives en el Silver Domain —comentó, impresionado, mientras yo marcaba el último piso.

—No había necesidad. No es un dato importante —respondí, encogiéndome de hombros.

—Es el edificio más alto y lujoso de toda la ciudad —replicó.

—Sí, ¿y qué? —contesté, indiferente ante el tema.

—Pues... Tienes razón, olvídalo. Lo menos interesante de ti es tu casa —cambió el tono a uno juguetón—. Deberíamos aprovechar que estamos solos... en un ascensor —dio un paso hacia mí—, a lo mejor nuestra electricidad lo cortocircuita.

—Caleb, no empieces —lo regañé.

—De acuerdo —cedió, sonriente—. He oído que Alaska Monserrat vive aquí, ¿la conoces?

—Un poco —fue mi respuesta.

—Joder, qué mujer tan espectacular —opinó, recostándose mientras miraba hacia arriba, soñador—. Mis primeras pajas fueron con ella —confesó con perversión.

—¿Te pajeabas con mi madre...? Genial, gracias por ese dato que no necesitaba saber.

—¡¿Ella es tu madre?! —chilló, escandalizado.

—¿Tantas pajas te dejaron sordo? —refuté, sarcástica y con los brazos cruzados.

—Pero... Joder, cómo no lo pensé antes... —murmuró—. Los nombres de países... En su familia tienen esa tradición —analizó—. Lo siento, Bel. Es que ustedes dos...

—No nos parecemos —completé la frase—. No te preocupes. Estoy acostumbrada a que nadie me reconozca y eso me gusta. Ser la oveja negra de la familia no está mal.

—No digas eso, musa —me pidió con voz suave.

—Es la verdad —dije sin más.

—Muchas veces los hijos no se parecen a sus padres —explicó con la mirada perdida—. Incluso pueden sentir que son una carga o una decepción para ellos, que sus padres hubiesen preferido que su hijo fuera de otra forma o que simplemente no existiera.

—No me ayudas —repliqué, aunque tenía la sensación de que no estaba hablando de mí, sino de él.

Tal vez la escena que vi ayer en su casa era una pequeña muestra de su ambiente familiar. Tal vez sus padres no estaban orgullosos de él, puede que incluso no lo quisieran.

—Mi punto es... a quién le importa —prosiguió—. Somos nosotros, no nuestros padres. No somos sus clones. Tenemos derecho a crear nuestro propio legado, a hacer sentir nuestro nombre haciendo lo que nos gusta... y si ellos no son capaces de entenderlo deberían replantearse lo que es ser padres.

—Tienes razón —murmuré con una sonrisa, mirando el suelo, recostada.

—Además —añadió, posicionándose frente a mí—, eres mi musa. No cualquiera se gana eso —se jactó.

—Tengo la impresión de que eso no es cierto.

—Cualquier otra no pasa de una simple mortal —aseguró—. Mi musa inspiradora eres tú.

—Caleb, deja de llamarme "musa" —le pedí, ceñuda.

—¿Cómo prefieres que te llame? ¿Emperatriz? ¿Faraona? ¿Ninfa? ¿Diosa? —me ofreció.

—¿Qué te parece... "Bélgica"? —sugerí con sarcasmo.

—Todos te llaman así, yo quiero ser diferente. Quiero que en mis palabras se note lo especial que eres para mí —explicó, dando un paso hacia mí para arrinconarme.

La diversión usual de su expresión había desaparecido. Ahora se veía intenso y seductor, lo cual me hizo tragar con fuerza, nerviosa, mientras él colocaba sus manos a ambos lados de mi rostro, dejándome totalmente acorralada contra la esquina del ascensor.

—No bromees con eso, Caleb —le pedí, desviando la mirada, mientras sentía su respiración en mi cuello.

—¿Y si te dijera que esta vez no estoy bromeando...? —susurró en mi oído, erizando mi piel.

De pronto el sonido del ascensor al llegar al último piso resonó en el lugar, interrumpiéndonos. Caleb se apartó con una sonrisa ladina y yo me quedé estática, observándolo con atención.

—¿Entramos? —sugirió con voz inocente y finalmente me moví de la esquina para entrar a la sala del penthouse.

—Ponte cómodo —emití.

—Wow, tu casa es genial —comentó, mirando el techo mientras caminaba por la sala de estar después de arrojar su mochila en uno de los asientos—. Este sofá se ve muy cómodo... Aquí podríamos hacer un par de cosas —aventuró con una sonrisa pervertida.

—Caleb —gruñí, agarrando un paraguas que estaba en la entrada—, si sigues con eso, te voy a meter esto por el...

—¿Y si mejor metemos otra cosa en otro lugar...? —sugirió, avanzando en mi dirección.

—¿Qué tal un cerebro en tu cabeza? —contraataqué, sarcástica.

—Dios, si sigues así me voy a enamorar y eso arruinaría mi reputación —se escandalizó, colocando su mano en el pecho en un gesto dramático.

—Idiota —sentencié, sonriente.

—En serio, detente. No me hago responsable de lo que te haré si sigues hablándome de esa forma —advirtió pervertidamente.

—Caleb, mejor cállate, ¿quieres? Empecemos con el... ¡Caleb, ¿qué haces?! —chillé cuando me agarró para colocarme en su hombro, quedando suspendida con la cabeza orientada hacia su espalda y las piernas hacia la región anterior de su tronco. Luego me tiró en uno de los tres sofás.

—Te dije que me excitaba tu lenguaje, musa —habló, colocándose a horcajadas sobre mí mientras apoyaba sus manos a ambos lados de mi cabeza—, pero no escuchaste mi advertencia —agregó divertido, pero con perversión.

—En serio, no estás bien de la cabeza —opiné, riéndome de su expresión perversa—. Déjame ir, ¿quieres?

—No, no quiero. —Me agarró de las muñecas—. No hay nadie aquí, ¿cierto? No dejarías que tu familia me viera. Me gusta... Prohibido es más excitante... —aventuró, distraído y malicioso.

Aprovechando su momento de fantasías eróticas e imposibles, en un movimiento ninja logré hacer que nuestros cuerpos giraran, quedando yo encima de él.

—¡Ja! Te gané —me jacté, señalándolo con el dedo como si tuviera 5 años, ya que tuve muchas peleas con mis hermanas cuando éramos niñas y este fue un truco que me otorgó la victoria muchas veces.

—A veces perder es ganar, musa —opinó, colocando sus manos bajo su cabeza mientras recorría mi cuerpo con la mirada—. No sabía que te gustaba estar arriba...

Oh, yeah, baby.

Nuestra escena sexual absurda e inexistente fue interrumpida cuando oí un murmullo procedente del piso superior, lo cual me hizo abalanzarme sobre Caleb para poner mi cara frente a la suya, quedando nuestros torsos totalmente unidos.

—Dominante... Me gusta —emitió, sujetando mi cintura.

—Shh, cállate. —Cubrí su boca con mi mano, siendo esta el límite entre nuestros labios.

—¿Qué pasa, Bel? —susurró cuando retiré mi mano y pude sentir su fresco aliento sobre mis labios.

—Escuché la voz de una mujer —le informé, ceñuda, ignorando los nervios que me producía el hecho de estar en esta posición con él.

—... Me encantó lo de hoy —escuché decir a una voz femenina.

A juzgar por el sonido de sus tacones y la lejanía de la voz, estaba bajando las escaleras. Desde nuestra posición oculta en el sofá ella no podía vernos y nosotros tampoco a ella. Al parecer, estaba hablando por teléfono o estaba acompañada.

—Me alegra —respondió un hombre.

Era la voz de... mi papá.

¿Por qué estaba solo con una mujer en las habitaciones cuando no había nadie en casa?

—Estoy feliz de haber sido escogida para esto... —emitió ella con voz aterciopelada.

—Yo también. Se te da fenomenal —reconoció él—, pero nadie debe enterarse. Mi mujer no puede ni sospechar lo que ocurrió hoy aquí.

Pero, ¿qué...?

—Mis labios están sellados —aseguró ella.

—Recibirás un extra por esto, Stephanie.

—Por eso amo trabajar para usted, señor Knoller —canturreó la tal Stephanie.

—Ya debemos irnos. Mis hijas deben estar a punto de llegar y no pueden verte aquí —dijo mi padre y segundos después escuché el sonido del ascensor que indicaba que se habían marchado.

—Bel, ¿estás bien...? —preguntó Caleb mientras me levantaba para quedar sentada sobre él.

—Es... lo que estoy pensando, ¿cierto? —murmuré mientras él me enfocaba, apoyado sobre sus codos, aún acostado.

—No saques conclusiones precipitadas, Bel. Podría ser un malentendido. Debes investigar antes —me aconsejó, mirándome con preocupación.

—Mi padre... —dije con la voz entrecortada—, a quien siempre he admirado... El único que me entendía y apoyaba. Lo consideraba el más enamorado de los hombres y resulta que... está engañando a mi madre... —concluí con ojos vidriosos.

Ante mi evidente estado de tristeza y perturbación, Caleb rodeó mi cuerpo para fundirnos en un reconfortante abrazo.

—Pase lo que pase estaré contigo, Bel. No permitiré que sufras porque me duele demasiado ver cómo la alegría de mi vida se apaga... Diré todas las tonterías que hagan falta para tener de regreso a la chica gruñona que adoro —aseguró, aún estando yo sentada a horcajadas sobre él.

Jamás pensé que Caleb y yo estaríamos en una posición tan íntima mientras él me sustentaba en un momento de tan enorme desilusión.

Tal vez tiene más sensibilidad de la que aparenta...

Tal vez tiene más cualidades de las que pensé...

—Gracias, Caleb —murmuré con la cabeza hundida en su cuello, inhalando su exquisito olor.

Tal vez Caleb podría llegar a ser algo más para mí...

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Jelou, Jelou :D
Cómo andan? :D
Qué les pareció el cap?
Los leo!!
Qué opinan sobre las escenas que nuestros niños compartieron hoy?
Y el engaño del padre de Bélgica, será verdad? :0
Espero que el cap les haya gustado. El siguiente cap lo publicaré el sábado de la próxima semana.
Los exámenes de la uni me van a matar :")
Hasta entonces (si sigo viva :v)
Bai, bai (^.^)/
Dato random: Hoy no les daré un dato random, les haré una pregunta random. Si tuvieran que llamarse como un país, como se llamarían? :D
Ig: daia_marlin

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