Capítulo 34: Recomenzar
Siempre he pensado que el amor tiene muchas formas de decepcionarnos. De hecho, cuando conocí a Caleb pensé que sería el típico chico que es incapaz de amar a una sola persona; pero el tiempo me demostró que estaba equivocada y que lo juzgué mal... hasta que descubrí su secreto...
Habían pasado varios días y yo continuaba sin comprender sus razones. Desde ese entonces no había vuelto a hablar con él. Cuando nos veíamos en los pasillos de la escuela él simplemente bajaba la cabeza mientras una expresión de culpa y vergüenza teñía su rostro. Incluso daba la impresión de que estaba muy arrepentido, pero no emitía palabra alguna al verme, simplemente se alejó... tal y como le pedí...
—¿Por qué crees que lo habrá hecho, Pickles? —indagué, observando a mi amigo, el cual se encontraba acostado a mi lado con su cabeza apoyada sobre sus patas delanteras—. Cuando pienso que ya he descifrado por completo a ese chico siempre ocurre algo que me sorprende... —comenté, mirando el techo.
—¿Qué sucedió? —interrumpió mi monólogo Paris, entrando a mi habitación sin previo aviso.
—Existe algo que se llama "tocar la puerta", ¿sabías? —repliqué mientras ella avanzaba en mi dirección.
—Y existe algo que se llama "contarme de una puta vez por qué terminaste con Caleb" —refutó, tomando asiento frente a mí—. Hace poco estaban tan bien, ¿qué fue lo que pasó?
—Yo... descubrí algo sobre él que me decepcionó mucho... —respondí en voz baja.
—Eso ya me lo habías dicho... pero, ¿qué fue concretamente lo que descubriste? —insistió en saber, pero me mantuve en silencio—. ¡No me digas que lo pillaste con otra! —exclamó—. ¡Le rebanaré los testículos! —agregó, poniéndose en pie, encolerizada.
—No, Paris, no fue eso... —aclaré rápidamente.
—¿Entonces? —se mostró confundida, tomando asiento nuevamente—. ¿Qué podría ser tan grave como para que terminaran así? ¿Descubriste algo turbio de su pasado? —indagó, preocupada.
—Sí... —murmuré—. ¿Recuerdas aquel día en que quedamos para vernos en una cafetería y un chico en patineta robó mi celular?
—Sí, claro que lo recuerdo. Me contaste que por poco pierdes el hígado persiguiendo al hijo de su madre —respondió.
—¿Y también recuerdas que ese mismo día por la noche salimos a un club y me retaste a pedirle el número a un desconocido? —rememoré.
—Sí, la idea era que le pidieras el número; pero claramente te emocionaste con él... Mi mandíbula rodó cuando vi a lo lejos que se estaban besando y rodó aun más cuando vi que te fuiste con él a un lugar más privado... Supuse que el chico te había gustado mucho... —contestó.
—¿Entonces supongo que también recordarás que cuando llegué aquí a la mañana siguiente te conté que ese chico había robado mi ropa? —proseguí.
—Sí, recuerdo todo eso... pero, Bel, no entiendo a dónde quieres llegar —replicó, confundida.
—Bueno, ese chico todo el tiempo fue Caleb —le informé.
—¡¿Qué?! —chilló, golpeando la cama de la sorpresa mientras abría exageradamente sus oscuros ojos perfectamente maquillados.
—Lo sé, así quedé también —comenté con cierta expresión de indeferencia.
—Pero, pero, pero... —balbuceó, estupefacta—. Pero, ¿por qué?
—Eso es lo que no logro entender —emití.
—Caleb no tiene ninguna necesidad de robar. Su familia es millonaria —analizó.
—Exacto —dije.
—Claramente no te robó por necesidad. ¿Acaso le dará placer robar? —aventuró, pensativa—. ¿O tal vez disfruta hacer ese tipo de bromas pesadas? —continuó.
—No lo sé... ya a estas alturas no sé qué creer... —respondí.
—¿Cómo descubriste todo eso? ¿Él lo confesó? —preguntó mi prima.
—El día que fui con Will al centro de ayuda en el que Venecia es voluntaria un chico llegó para donar algunas cosas —expliqué—. En la caja que donó estaba mi vestido y mi celular. Luego fui tras él y comprobé que era Caleb.
—Todo es muy raro —opinó Paris—. ¿Eso quiere decir que roba para ayudar a otros?
—Ya medité esa opción... —emití—, pero creo que no es el caso, o sea, sus padres tienen mucho dinero y perfectamente podrían donarlo para ayudar a las personas necesitadas —señalé.
—Nada de esto tiene sentido... —dijo Paris—, pero, ¿sabes qué creo, Bel?
—¿Qué? —musité, expectante.
—Que aún falta una pieza por descubrir en este rompecabezas...
—No tengo forma de descubrir nada... Ya terminé con Caleb... —rebatí.
—Pero está más que claro que aún te gusta —refutó ella con una sonrisa.
—Eso no es lo importante —repliqué, sonrojada—. Él traicionó mi confianza.
—Bueno, sí... —me dio la razón—, pero aun así creo que mereces saber toda la verdad.
—Mejor hablemos de otra cosa —desvié la conversación—. Mejor cuéntame cómo fue tu cita con Leo —pregunté, entusiasmada.
—Fue mejor de lo que pensé —reconoció con una sonrisa.
—No me digas que ya tuviste sexo con él —rebatí, ceñuda.
—No, no —aseguró—. Esta vez prometí que me tomaría las cosas con calma —explicó y la miré con ojos entrecerrados —. Lo digo en serio —insistió.
—Bueno, ¿a dónde fueron? —indagué como la chismosa que soy.
—Bueno, conocí a su madre y a su hermana —contestó.
—Wow, creo que es la primera vez que conoces a tu "suegra" —me burlé.
—Muy graciosa —refutó, sacándome la lengua.
Un gesto muy maduro de su parte.
—¿Te agradó?
—Sí, es una mujer muy dulce —respondió—. Y su hermana es mi fan —añadió.
—Genial, tu cuñada puede dirigir tu club de fans ahora —proseguí burlándome.
—No me presentó como su novia, solo hemos salido una vez —aclaró.
—¿Y quieres que esa salida se repita? —pregunté, curiosa al ver cierta chispa de ilusión en su mirada.
—Pues... sí —confesó, sonrojada—. Leo es... diferente...
—Awww, mi pequeña Paris se enamoró —la molesté.
—¡Cállate, yo no me enamoro! —contradijo, ceñuda y avergonzada a la vez.
—Un alma indomable también se puede enamorar, Paris... —opiné, dejándola pensativa.
—¿Bel? —escuché la voz de Silvia al otro lado de la puerta de mi habitación—. Tienes visita.
—Está bien, Silvia. ¡Ahora bajo! —le informé—. ¿Quién será? —emití, extrañada, levantándome de la cama.
—Te esperaré aquí con Pickles —dijo Paris, acariciando a mi amigo, y luego salí de mi habitación rumbo a la sala de estar, pero cuando estaba bajando las escaleras me quedé muy sorprendida al ver a la chica de cabello naranja que me estaba esperando.
—¿Phoebe? —articulé.
—Hola, Bel —saludó, afable—. Supongo que soy la última persona a la que esperabas... —agregó mientras me aproximaba a ella.
—La verdad es que estoy sorprendida con tu visita... Supongo que Caleb te habrá contado que terminamos...
—Que Caleb y tú ya no sean pareja no quiere decir que me alejaré de ti, Bel. Eres mi amiga también —aclaró, dejándome conmovida.
—Yo también te considero una amiga, Pheebs —admití con voz suave—. Sin embargo, pensé que estarías del lado de Caleb, ya que lo conoces de toda la vida.
—De hecho, estoy aquí por él... por ti... por ustedes... —explicó.
—¿Qué quieres decir? —indagué, confundida.
—Yo sé cuál fue el motivo por el que ustedes terminaron, Bel. De hecho, desde el inicio supe que tú eras la chica que Caleb había conocido en el club.
—¿Por qué no dijiste nada? —repliqué con el entrecejo hundido.
—No me correspondía a mí decirte —rebatió con suavidad.
—Bueno, eso da igual ahora... Ya sé toda la verdad —gruñí.
—No, Bel. No sabes todo... —emitió—. Solo sabes que Caleb y el chico que te robó son la misma persona... —dijo y luego hizo una pausa, extendiendo su brazo para mostrarme una pulsera negra que traía—. ¿Ves esto?
—Sí... ¿Fue un regalo de Caleb? —indagué, intentando entender cuál era su punto mostrándome su accesorio de repente.
—No... Caleb me lo robó... —murmuró con la mirada triste.
—¿Qué? —musité—. ¿De qué hablas, Phoebe? —balbuceé.
—Caleb padece de cleptomanía, Bel —habló finalmente.
—¿Qué? Caleb es... ¿cleptómano? —repetí con un hilo de voz, estupefacta, y Phoebe asintió, entristecida.
—Sus episodios son esporádicos, pero... suceden... —comentó—. ¿Recuerdas el día de la fiesta en la piscina en la casa de Paris?
—Recuerdo que estabas hablando con Caleb sobre su "enfermedad"... Él nunca quiso contarme qué era lo que tenía... Así que era cleptomanía...
—Caleb se avergüenza profundamente de eso... ¿Logras imaginar la expresión con la que me devolvió esta pulsera después de robarla? Era la encarnación de la culpa...
—¿Por qué no busca ayuda? —indagué.
—Lo hizo... Caleb debutó con esa condición hace muy pocos años y buscó ayuda profesional porque sabía que podría traer problemas legales a su familia, pero después de un tiempo dejó de ir a sus consultas.
—¿Después de la muerte de Clara? —pregunté.
—Sí... Después de eso no le importaba nada... No le importaba si iba preso porque lo atraparan robando ni lo que otros pensaran de él. Sin embargo, después de reencontrarse con Zack y conmigo decidió atenderse nuevamente, ya que no quería vernos sufrir por su culpa. Meses después dijo que se sentía mejor, argumentando que llevaba mucho tiempo sin recaer, por lo que no quiso tratarse más.
—Fue por eso que estabas discutiendo con él ese día. Querías que volviera a seguir su tratamiento... —concluí.
—Exactamente.
—¿Por qué no me lo dijo? —pregunté, pero era más una interrogante para mí misma que para ella.
—Creo que eso deberías preguntárselo a él, Bel.
—Eso haré —emití, decidida.
/'\/'\/'\
—¿Bel? —musitó Caleb al verme cuando abrió la puerta de su casa.
—¿Puedo entrar? —indagué.
—Sí, claro —se apresuró a responder, apartándose para dejarme pasar—. Es solo que... pensé que no querías estar cerca de mí nunca más.
—¿Por qué no me contaste que sufres de cleptomanía? —exigí saber, cruzándome de brazos.
—¿Quién te dijo eso? —balbuceó con la voz teñida de sorpresa, miedo y nervios.
—¿Acaso importa? —fue mi respuesta.
—Fue Phoebe, ¿cierto? —supuso.
—Eso es irrelevante ahora... —repliqué—. ¿Por qué no me contaste? —repetí la pregunta, pero con un tono más suave esta vez.
—Porque... porque me avergüenza... —confesó, tomando asiento en el sofá mientras cubría su rostro con sus manos—. He cometido tantos errores en mi vida... Ya conocías tantos matices oscuros de mí, ya te había decepcionado tanto... Me avergonzaba demasiado contarte, especialmente porque te perjudiqué a causa de eso...
—Yo jamás te habría juzgado, Caleb... —aseguré, sentándome a su lado.
—Vivir con esta adicción ha sido difícil para mí, Bel —comenzó a desahogarse con la mirada fija en el suelo—. Le he robado a mis padres, a mis amigos, a ti... Lo peor es que no puedo controlarlo... —prosiguió—. Afortunadamente no es algo que pasa con frecuencia, pero cuando sucede me siento terrible... La culpa y la vergüenza me carcomen... Es por eso que no te conté...
—Caleb... —musité al ver su expresión de aflicción, acariciando el dorso de su mano en un gesto de apoyo.
—Aún recuerdo aquel día, ¿sabes? —dijo de repente—. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que tuve un episodio de cleptomanía... hasta que te vi y... esa maldita sensación me invadió de pronto... Yo no planeé robar tu móvil, simplemente... lo hice... De hecho, nunca antes había robado en público. Siempre fue a escondidas, pero no sé por qué no pude contenerme en ese momento... —explicó, avergonzado mientras lo escuchaba con atención, pero sin juzgarlo, ya que sabía que era muy difícil para él abrirse de esa manera—. Después de lo que hice me sentí muy mal, así que guardé ese celular en mi habitación.
—El baúl... —supuse.
—Es ahí donde... guardo los objetos... —admitió, rojo de la vergüenza—. Ese mismo día durante la noche... cuando me hablaste en el club... por un segundo pensé que me habías reconocido, pensé que me denunciarías... Entré en pánico y... te besé... No me preguntes por qué, simplemente lo hice... Pensé que eso tal vez podría despistarte...
—De hecho, sí me resultaste un poco familiar, pero cuando me besaste... mi mente se desvió hacia otra parte... —confesé con las mejillas encendidas.
—Pues... cuando vi que no reaccionaste mal supuse que no me habías reconocido y que mi secreto estaba a salvo, pero cuando nos besamos después en ese lugar... tú comenzaste a desvestirte... y luego te quedaste dormida porque habías bebido demasiado... No te conocía y sabía que no tenías móvil, así que no supe a quién debía llamar o a dónde llevarte. Finalmente decidí que sería mejor que te quedaras allí, ya que era un lugar seguro y conocido para ti. Antes de irme te cubrí con el mantel de la mesa, pero cuando me estaba marchando deposité la mirada en tu vestido y...
—Entiendo... —murmuré.
—Lo lamento mucho, Bel... Fue más fuerte que yo, no puedo controlar ese impulso enfermo... Te juro que estaba muy arrepentido... Cuando llegué a casa la culpa me estaba carcomiendo, así que llamé a un conocido que trabajaba allí y le pedí que cuidara de ti...
—Supongo que fue el chico que me ofreció un uniforme femenino cuando desperté... —rememoré.
—A los pocos días cuando nos reencontramos te reconocí de inmediato, pero claramente tú no te acordabas de mí...
—Estaba demasiado ebria esa noche... —puntualicé.
—Cuando comencé a conocerte me agradaste al instante, pero también me sentía en deuda contigo... Me sentía culpable por lo que te había hecho, pero, por otra parte, no podía disculparme porque no sabía cuál sería tu reacción; así que decidí estar cerca de ti para compensarte de alguna forma, pero terminé enamorándome de ti... y ya no tuve valor para contarte la verdad...
—¿Normalmente donas las cosas que robas? —pregunté.
—A veces las devuelvo, otras las guardo o simplemente las dono... —respondió, mirando su regazo y luego me quedé en silencio, pensativa—. ¿No dirás nada más? —emitió, nervioso—. Supongo que esto es imperdonable... —concluyó.
—Me hubiese gustado que confiaras en mí, Caleb... —admití—, pero a la vez estoy consciente de que no tengo derecho a juzgarte y tampoco pretendo hacerlo —proseguí bajo su atenta mirada.
—Entonces, ¿me perdonas...? —preguntó con un hilo de voz.
—Lo haré con una condición... —respondí y él me miró, expectante—. Que retomes tu tratamiento, Caleb... Solo eso pido a cambio... Yo quiero que estés bien, que vivas feliz... sin importar si estoy a tu lado o no...
—Yo quiero que sigas a mi lado, Bel... Para siempre... —admitió.
—Entonces vuelve a tratarte... Te pediría que lo hicieras por mí, pero en realidad quiero que lo hagas por ti... Y si no es suficiente, hazlo por las personas que te aman.
—Bel, tú sabes que lo que tengo... no es curable, ¿verdad? —dijo de pronto.
—Lo sé... —respondí en voz baja.
—¿Aun así quieres seguir a mi lado? —preguntó.
—Aun así... —aseguré.
—¿Aun sabiendo que en cualquier momento yo puedo...? —dejó suspendida la frase.
—Aun así... —contesté.
—¿Aun sabiendo que tendré que ir a psicoterapia o puede que incluso tenga que tomar pastillas para atenuar mis síntomas? —insistió en saber.
—Aun así... —Asentí, poniéndome en pie para luego agacharme frente a él, sosteniendo su mirada.
—¿Aun sabiendo que incluso podría empeorar?
—Aun así... —Sonreí, tomando sus manos.
—No te merezco, ¿sabías? —emitió, aliviado y con una pequeña sonrisa en su hermoso rostro, poniéndose en pie y alzándome para luego tomarme de la cintura.
—Aun así quiero estar a tu lado, Caleb... Tú no escogiste ser así... pero yo sí puedo escoger estar contigo a pesar de ello. No te daré la espalda cuando más me necesitas. Te ayudaré y continuaré junto a ti sin importar lo que pase —prometí, rodeando su cuello con mis brazos.
—Eres lo mejor que me ha pasado, musa...
—Lo sé, lo sé... —bromeé con diversión.
—Puede que aquel día yo robara tus cosas, pero tú robaste mi corazón —dijo, enfocándome.
—Creo que yo tuve un golpe de suerte —opiné, devolviéndole la mirada.
—¿Lo nuestro fue un robo o un golpe de suerte? —emitió, pensativo y divertido a la vez.
—Fue amor... —concluí, provocando que por su rostro conmovido se extendiera una sonrisa. Luego él depositó sobre mis labios un suave y romántico beso que selló el reinicio de nuestra relación.
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Buenas, buenas :D
Qué tal todo?
Qué les pareció el cap?
Los leo!
Fue un capítulo bastante revelador.
Caleb es un personaje bastante lleno de secretos, pero esto era el último que nos quedaba por saber de él.
Ese fue el motivo por el que hizo lo que hizo :(
Pero Bel decidió perdonarlo y volver a empezar con él :D
Ya la historia está llegando a su fin :")
Espero que les haya gustado el cap.
Hasta el siguiente.
Chauuu :D
Dato random: Me gusta mucho cuando llega la parte de la historia que le da sentido al título, bueno, en este caso, a la frase de la portada: "¿Un robo o un golpe de suerte?".
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