Capítulo 32: Explosión

Habían pasado un par de semanas después de la conversación que mis hermanas y yo habíamos tenido con nuestra madre, en la cual me sentí realmente orgullosa de ellas por enfrentar a doña Alaska finalmente.

La verdad es que ni yo sabía que ellas querían dedicar sus vidas a las profesiones que mencionaron, motivo por el cual me pareció muy valiente que lo confesaran. Sin embargo, desde ese día había algo que me estaba atormentando: Kenya...

Su reacción fue muy extraña y preocupante. Era obvio que ella no estaba feliz con su carrera como modelo, pero algo me decía que ese asunto no era lo único que la perturbaba, pero estaba segura de que no me revelaría el verdadero motivo.

Desde niña Kenya siempre aparentaba alegría y tranquilidad. Incluso cuando las cosas iban mal, ella se esforzaba por fingir que todo estaría bien para que sus hermanas pequeñas estuvieran calmadas, pero al parecer Kenya se perdió en ese mundo de apariencias y ahora es incapaz de salir...

—¿Bel, estás bien? —preguntó Austria, quien iba manejando el auto mientras yo miraba distraídamente los árboles.

—Sí... —musité, regresando mi atención al interior del vehículo.

—Algo te preocupa, ¿cierto? —prosiguió.

—No es nada... —mentí.

—Sé que no soy Paris, pero puedes hablar conmigo... —se ofreció, pero me mantuve en silencio—. Supongo que no estás así por mamá —comentó—. Te dejó salir con tenis y jeans de la temporada pasada. Eso es un gran avance —bromeó.

—Pues sí... —admití con una sonrisa—. Jamás pensé que sucedería.

—Mamá ha hecho un gran esfuerzo en los últimos días —reconoció y yo asentí, puesto que tenía toda la razón.

Sabía que para ella era difícil aceptar algo ajeno a su mundo, pero lo importante era que lo estaba intentando.

—¿Ya no está preocupada por el hecho de que te van a desfigurar en el ring? —me burlé—. Lo mejor será que estaremos en primera fila para verlo.

—Yo seré la que desfigure rostros, chica lista —replicó—. Y probablemente el tuyo sea el primero...

—No a la violencia —emití pacíficamente y Austria esbozó una sonrisa de suficiencia.

—Ahora en serio... ¿Qué te pasa? —insistió en saber—. Estabas ansiosa por venir a la fiesta de cumpleaños de la mamá de Will. ¿Qué pasó?

—Estoy preocupada por Ken... —confesé finalmente y su expresión se tornó seria.

—Yo también... —admitió, lo cual provocó que la mirara, expectante.

—¿Te ha contado algo? —indagué.

—No... Ese es el gran problema de Kenya. Siempre se traga sus sentimientos para que los otros estén felices. Se sacrifica por el bienestar de los demás... —opinó, ceñuda.

—¿Entonces por qué estás preocupada concretamente? —pregunté.

—¿Recuerdas que la semana pasada fuimos a comprar su vestido de novia?

—Sí, claro. Fue memorable el hecho de que mamá no me forzara a ir —comenté con cierto sarcasmo.

—Pues... Ken no se veía muy bien... Se supone que para una mujer que está planeando su casamiento el momento de probarse su vestido de novia debe ser feliz, pero ella no lo estaba...

—¿Crees que se está casando con Évett para complacer a mamá? —aventuré con melancolía.

—Creo que lo está haciendo para complacer al mundo entero. Kenya ha vivido con la presión de ser famosa desde que era una niña. Los demás esperan algo de ella todo el tiempo. Yo respeto, amo y admiro a Ken, pero siempre critiqué su falta de valor para enfrentar al mundo.

—Kenya siempre fue una excelente hermana mayor. Nos cuidaba cuando estábamos enfermas, nos animaba cuando nos sentíamos tristes, nos daba consejos sobre amor, nos prestaba su ropa, nos apoyaba en todo momento... Siempre mostraba una dulce sonrisa sin importar cuán difíciles fueran las circunstancias y nos daba la esperanza de que todo estaría bien... —rememoré—. Supongo que ahora ella necesita de nosotras... —concluí.

—Tenemos que hablar con Kenya —emitió Austria, determinada.

—No vendrá a la fiesta, ¿cierto? —dije cuando aparcamos justo en frente de la hermosa mansión Harrington.

—No... Mamá y papá vendrán más tarde con las gemelas, pero me dijeron que Ken no vendría —me informó cuando salimos del auto, rumbo a la entrada del lugar.

—Y fue justo por eso que me trajiste tú —comenté—. Por cierto, ¿por qué no vinimos con Owen? —pregunté con perversas intenciones.

—Yo sé conducir. No necesito que él me escolte a todas partes —escupió, ceñuda.

Claramente la simple mención de Owen lograba sacarla de sus casillas.

—¿Discutieron? —indagué.

—No —respondió ríspidamente.

—¿Tiene a otra?

—No lo sé y tampoco me importa. Owen y yo no somos nada —contestó, tajante, avanzando con firmes zancadas para dejarme atrás.

—Austria... —murmuré, quedándome quieta en el lugar.

—¿Qué, Bélgica? —emitió, desganada, girándose sin demasiado ánimo para encararme.

—El día que hablamos con mamá pensé que le confesarías que te gusta Owen —dije, avanzando hacia ella.

—Yo no...

—Es inútil que mientas —la interrumpí—. Ya te lo había dicho. Sé que se gustan.

—Yo también te lo dije, Bélgica... Mamá jamás aceptaría esa relación —opinó con la mirada en el suelo—. Para ella fue difícil el hecho de aceptar que quiero dedicarme al boxeo. Si le digo que estoy enamorada de nuestro chofer, seguramente se infarta.

—Quieres que Ken sea valiente, ¿no? Tú debes serlo también —le aconsejé, colocando mi mano en su hombro.

—Bel, Austria, qué placer recibirlas... —nos interrumpió la anfitriona al abrir repentinamente la puerta—. Pasen, por favor —añadió, haciendo un ademán para que entráramos.

—El placer es nuestro, Evie. Feliz cumpleaños —dijo mi hermana mientras avanzábamos hacia la sala de estar.

—Feliz cumpleaños, Evie. No soy muy buena envolviendo regalos, pero lo hice con mucho cariño —emití, ofreciéndole la bolsa con su obsequio.

—Bel, cariño, no tenías que molestarte.

—No fue molestia —aseguré.

—Muchas gracias, mi niña —respondió, aceptando el regalo con una gran sonrisa que iluminó sus ojos azul celeste.

Will había heredado sus ojos verdes de su padre, pero realmente se parecía muchísimo más a su madre, ya que ambos tenían un exótico cabello rojo. Además, mi mejor amigo tenía facciones finas y una belleza angelical como la de su madre. Por otra parte, era igual de sensible y altruista que ella.

—Por cierto, ¿dónde está Will? —pregunté, curiosa.

—La última vez que lo vi estaba con Dallas —respondió, pensativa.

Will y Dallas juntos...

Will me había dicho que se había rendido con respecto a su amor por mi primo, pero yo albergaba la esperanza de que ese amor algún día floreciera.

—Este año no tienes muchos invitados, Evie —comentó Austria, caminando por la sala de estar como si fuera su casa.

Mi querida hermana a veces era un poco irreverente, pero a Evie no le importaba en lo más mínimo, ya que nos había visto nacer y, además, era amiga de mi madre hace muchísimo tiempo.

—Este año preferí hacer algo más tranquilo —explicó, tomando asiento en el sofá—. Normalmente es Alaska la que insiste en hacer una gran fiesta. Dice que debo tener "una fiesta a mi altura" —explicó.

—Por supuesto que sí. Mi mejor amiga se merece la mejor de las fiestas —opinó mi madre, haciendo su entrada triunfal junto a mi familia cuando les abrí la puerta.

—Alaska, viniste... —emitió Evie, poniéndose en pie para abrazar a mi madre.

—Aunque la fiesta sea más calmada, jamás dejaría de celebrar tu cumpleaños. Después de todo, no todos los años se cumplen... —se detuvo, reflexionando acerca de la edad que ambas cumplían este año—. Bueno, mejor no decirlo... —bromeó, haciendo reír a la cumpleañera.

—Aunque envejezcas, nunca pierdes tu buen humor, Alaska —dijo Evie.

—No digas eso —le pidió con dramatismo—. ¿Envejecer? Qué palabra tan fea. Deberíamos quitarla del diccionario —prosiguió con teatralidad.

Poco tiempo después de que mis padres y las gemelas saludaron y felicitaron a la anfitriona comenzaron a llegar el resto de los invitados, entre los cuales estaban la familia de Paris, la de Caleb (incluidos Zack y Pheebs), la de la novia de Dallas y algunos otros a los que no conocía demasiado.

—Ya debes estar harta de verme —dijo Caleb a modo de saludo cuando me vio.

—Claro que no. No seas tonto. Fui yo quien te pidió que vinieras —repliqué con una sonrisa.

—Me ves en la escuela, en tu casa, en las fiestas de tu familia... —parloteó—. Solo falta que me veas en tu cama... —añadió con una sonrisa torcida, arqueando una ceja.

—Caleb —lo regañé, sonrojada.

—¿Ahora te sonrojas? ¿Después de que vi prácticamente todo aquel día? —señaló, divertido.

—¿Sabes qué? Tienes razón. Ya estoy harta de ver tu cara —refuté, cruzándome de brazos, fingidamente molesta.

—Si quieres, te enseño otra cosa... —me ofreció, juguetón.

—Caleb, no seas cochino —lo regañó Pheebs al llegar a nuestro lado junto a Zack, pellizcando al chico de ojos azules.

—¡Pheebs! —chilló Caleb—. Me arrancaste el brazo —se quejó.

—No seas exagerado. Fue una pequeña caricia —rebatió ella, inocente—. Bel, una vez más... mil gracias por invitarnos. Desde que te conocimos hemos logrado ver en persona a un montón de artistas que admiramos —prosiguió con entusiasmo.

—Me gusta que ustedes estén aquí, Pheebs, y me alegra mucho que estés feliz de haber venido.

—Evie Harrington es la mejor bailarina de todos los tiempos. Desde pequeña amaba verla bailar, aunque esta vez yo no soy la única que está emocionada, ¿no es cierto, Zack? —preguntó, desviando la atención hacia el susodicho.

—¿De qué hablas? —emitió, desganado (como siempre).

—Zack es un gran admirador de Ryan Harrington. Siempre fue su referente para tocar el piano.

Ryan Harrington, el padre de Will, fue uno de los pianistas más reconocidos desde el comienzo de su carrera y llegó a alcanzar una gran fama tanto a nivel nacional como internacional.

—Pheebs, no tienes que decir eso... —masculló él, avergonzado.

—¿Tienes la oportunidad de conocer a tu ídolo y te vas a quedar en un rincón?

—Si quieres, yo puedo presentártelo —ofrecí.

—No hace falta —declinó mi oferta.

—Sí, hazlo —respondió Pheebs, ignorándolo.

—Phoebe, creo que mejor no... —murmuró Zack.

—Me lo agradecerás algún día —aseguró ella.

—Esto será divertido —comentó Caleb por lo bajo.

Como Phoebe era la jefa hice lo que me pidió. Fui en busca de Will y su padre, quienes estaban con Venecia y los tres me siguieron para conversar con Reformers.

—Ryan, él es mi novio, Caleb —emití.

—Es un placer, muchacho —dijo, estrechando su mano—. Te vi cuando llegaste con tu familia, aunque ya Alaska y Will me habían hablado de ti.

Chismosos.

—El placer es mío, señor.

—¿Y ellos quiénes son? ¿Tu hermano y su novia? —preguntó Ryan.

—Ellos son mis amigos, Zack y Phoebe —los presentó Caleb.

—Mucho gusto —habló Phoebe—. Y no, él y yo no somos novios —aclaró, incómoda.

—Oh, lo lamento, aunque harían una hermosa pareja —opinó el famoso pianista, dejando a Pheebs y a Zack un poco inquietos y... pensativos...—. Es un placer conocerte a ti también, muchacho. —Estrechó la mano de Zack—. Tú y el novio de Bel se parecen mucho, aunque no sean familia —comentó.

—En realidad, sí lo somos —lo corrigió Caleb—. No tenemos la misma sangre, pero sí somos familia... —añadió, haciendo sonreír a Ryan, quien anteponía el amor y la familia por encima de cualquier otra cosa.

—Por cierto, Ryan —intervine—, Zack es muy bueno tocando el piano —le informé, provocando que el susodicho abriera los ojos como platos.

—¿Ah, sí? —se mostró interesado.

—Yo también lo creo —intercedió Venecia—. Lo vi tocar una vez en un bar.

—Bueno, bueno —canturreó—. Si mi alumna más prometedora lo dice, debes ser realmente talentoso, muchacho.

—No, en realidad yo... —balbuceó Zack, rascando su nuca con nerviosismo.

—¿Qué te parece si tocamos una pieza juntos? —le propuso Ryan, dejándolo sin palabras.

—¿Yo? ¿Con usted? —preguntó entre balbuceos.

—Sería un placer para mí —aseguró el padre de Will.

Zack se quedó atónito unos segundos y luego enfocó a Pheebs, quien le mostró una alentadora sonrisa y un pequeño asentimiento para darle ánimos.

—En realidad... el placer sería todo mío... —confesó Zack, aceptando la invitación y provocando que el padre de Will sonriera, satisfecho.

Mientras Ryan iba a buscar sus partituras, Zack tomó asiento en el piano y sus amigos y mi hermana Venecia fueron a apoyarlo, ya que estaba un poco nervioso.

—¿Zack va a tocar el piano? —me preguntó una curiosa e interesada Paris.

—Tocará con el padre de Will —le expliqué—. Es su admirador.

—Ryan es genial. A pesar de tener tanta fama, nunca dejó de ser humilde —opinó ella—. Aunque bueno... Zack es un gran músico —agregó, contemplándolo desde la distancia.

—Paris... —dije a modo de advertencia.

—No, no... No lo digo con malas intenciones. Ya lo superé —se apresuró a decir.

—¿Estás segura? —insistí.

—Tú tenías razón, Bel... Estaba encaprichada con él... —reconoció, avergonzada—. No soporté la idea de perder ante alguien más... No me enojé con Phoebe porque quisiera a Zack, sino porque mi orgullo estaba herido...

—Me alegra que finalmente te dieras cuenta...

—El primer paso para enmendar un error es aceptarlo —emitió.

—No te preocupes, Paris. Estoy segura de que pronto encontrarás a tu chico ideal —la animé.

—No sé si sea mi chico ideal... pero pronto tendré un cita con Leo —me informó con una sonrisa pícara.

—¿Con Leo? —repetí, incrédula—. ¿Leo, el amigo de Caleb? ¿El chico que conocimos aquella noche en el bar? ¿Ese Leo? —la bombardeé a preguntas.

—Sí, Bel, ese Leo —respondió entre risas debido a mi cara de sorpresa.

—¿Pero cómo pasó eso? ¿Cuándo? ¿Dónde? —continué dramáticamente.

—Lo vi hace unas semanas y me invitó a salir —respondió con simpleza.

—Bueno, cuando lo conocimos quedó bastante claro que tú le interesabas, pero pensé que él no te agradaba —puntualicé.

—De hecho, no me agradaba... En realidad, ya lo había visto antes...

—¡¿Y no me dijiste?! —chillé, ávida de chisme.

—Solo lo vi una vez y... hubo un pequeño malentendido entre ambos...

—Supongo que ya lo aclararon y por eso aceptaste su invitación —deduje.

—Exactamente.

—Paris... —murmuré—, sé que no lo conocemos bien, pero no juegues con sus sentimientos —le pedí y ella se quedó observándome; no ofendida, sino interesada—. Algo me dice que ese chico ha sufrido mucho a lo largo de su vida —intuí, pensando en Caleb.

—Tranquila, Bel. No lastimaré a Leo —me prometió y yo asentí, depositando mi fe en ella—. Hablando de chicos ideales... —cambió el tema—, Dallas está muy raro hoy, ¿no crees? —comentó, enfocando a su hermano, quien estaba solo en un rincón.

—Parece angustiado... —opiné, ceñuda.

—Ni siquiera está con Aiko —señaló—. Desde que llegué lo noto extraño... preocupado...

—Tal vez discutió con su novia —aventuré.

—No lo creo... Su problema es otro...

—¿Qué quieres decir? —me mostré confundida.

—Tal vez sea cierto pelirrojo... —canturreó.

—¿Tú lo sabes? —indagué, sorprendida.

—Por supuesto que sí. ¿Por qué crees que desde un inicio nunca apoyé tu enamoramiento hacia Will? Sabía que tú no eras precisamente de su interés... Además, también noté quién era el verdadero foco de su atención...

—Es una pena que no estén juntos —lamenté.

—Dallas jamás tendría el valor de enfrentar lo que implica aceptar sus sentimientos... Por otra parte, está Aiko. Ella es maravillosa, pero estoy segura de que mi hermano no la ama. Además, mi padre, bajo ningún concepto, aceptaría que su hijo... —se quedó en silencio.

—Lo sé. El tío Cheng es muy conservador...

—Parece que ya van a comenzar a tocar —comentó cuando Ryan se sentó junto a Zack frente al piano—. Creo que iré a hablar con Dallas —me avisó, marchándose en cuestión de segundos.

Poco tiempo después la sala de estar fue inundada por el armonioso sonido del piano. Zack se veía concentrado, pero a la vez había un brillo de felicidad en su mirada. Supongo que se sentía realmente honrado de compartir con su ídolo. El resto de los invitados los observaban con fascinación, totalmente admirados, pero había uno de ellos que estaba ajeno a la situación: Will.

En completo silencio, me escabullí entre los espectadores hacia el rincón en el que se encontraba mi mejor amigo para hablar con él.

—¿No te está gustando? —indagué en voz baja.

—¿Qué? —balbuceó, confundido.

—La música —respondí con obviedad.

—Ah, sí... claro...

—No parece —repliqué—. ¿Qué te pasa, Will? Evidentemente estás preocupado por algo...

—No tiene caso mentirte, ¿cierto? —contestó con una tímida sonrisa.

—Sabes que no... Por algo soy tu mejor amiga —rebatí con suavidad.

—Es Dallas... —confesó con la mirada baja.

—¿Pasó algo entre ustedes? —indagué y él se quedó en silencio, dándome a entender que sí; pero, a juzgar por su expresión, no era un motivo de celebración.

—Yo... —habló finalmente—, creo que lo arruiné... —añadió, dejándome confundida; pero no tuve tiempo de pedirle un explicación, ya que los aplausos estallaron sin previo aviso mientras los invitados iban a felicitar a Zack por su extraordinario talento.

—Will, ¿qué pasó? —musité, temerosa y con un pésimo presentimiento que se agudizó cuando contemplé su verde mirada llena de lágrimas.

Efectivamente, algo malo estaba a punto de pasar...

De repente la atención de todos fue acaparada por el sonido de una copa, el cual estaba siendo provocado por Azumi, la hermana menor de Aiko, quien tenía una perversa sonrisa extendida en su cínico rostro.

¿Qué estará tramando esa pequeña bruja?

—Su atención, por favor —emitió—. Definitivamente no me hubiese gustado interrumpir este maravilloso momento, pero hay algo muy importante que debo comunicarles...

Ante sus palabras Will se tensó notablemente, lo cual me hizo hundir el entrecejo debido a la preocupación.

¿Acaso lo que Azumi estaba a punto de decir era sobre él?

—¿Hija? —habló su madre, confundida.

—¿Qué pretendes, niña? —escupió Paris, totalmente a la defensiva. Parecía una bestia a punto de embestir.

—Por tu expresión, creo que ya lo sabes... —canturreó la chica de cabello negro y facciones asiáticas bajo la atenta mirada de todos los invitados.

—No te atrevas —masculló mi prima, iracunda.

—Tú lo sabes, yo lo sé... Creo que todos aquí merecen saberlo... —prosiguió provocando a Paris—. Especialmente mi hermana...

—¿Qué es lo que no sé? —indagó Aiko, temerosa.

—Que has vivido engañada, hermanita —respondió Azumi, enfocando fijamente a Dallas, el cual era la encarnación del miedo en estos momentos.

Oh, no...

Lo que Azumi estaba a punto de decir era...

—Tu novio, Dallas... no es quien piensas...

—¿Qué quieres decir? —preguntó Aiko.

—No te atrevas a continuar —gruñó Paris.

—Dallas te engaña, hermanita —soltó de repente, dejando a todos sorprendidos.

—¿Qué? —musitó Aiko con ojos vidriosos—. ¿Es verdad eso, Dallas? —se dirigió a él, pero mi primo se limitó a bajar la mirada con una expresión culpable.

—Claro que es verdad —aseguró Azumi—. Y eso no es lo peor... —agregó, venenosa.

—No... —murmuró Will a mi lado mientras las lágrimas surcaban sus mejillas.

—Lo peor es que no te engaña con otra chica, sino con ese de ahí —reveló, señalando a mi mejor amigo y provocando que toda la atención se desviara hacia él.

—¡¿Qué?! —estalló la voz de mi tío—. ¡Eso es mentira! ¡Mi hijo no es una aberración! —rugió, dando firmes zancadas hacia Dallas, el cual estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para no derrumbarse—. Tú no puedes ser... eso... ¿no es cierto, Dallas? —emitió, colocando sus manos en los hombros de su hijo—. ¡¿No es cierto?! —insistió—. Mírame a los ojos y dime que todo eso es mentira —le ordenó, pero mi primo se quedó en silencio—. Es verdad... —concluyó el tío Cheng—. ¡Eres una de esas aberraciones! —explotó, iracundo, propinándole un fuerte puñetazo directamente en la mejilla a su hijo, el cual cayó al suelo, completamente indefenso.

—¡Papá, no! —exclamó Paris, viendo cómo su padre le pegaba a su hermano—. ¡Basta, por favor!

—¡Papá, detente! ¡Es tu hijo! —intercedió Shang, sujetando a su padre desde atrás para evitar que continuara golpeando a Dallas.

—¡Ese desviado no es mi hijo! —gritó, liberándose del agarre de Shang para volver a abalanzarse sobre Dallas, quien había logrado ponerse de pie; pero justo antes de que el tío Cheng lo alcanzara alguien se puso delante de mi primo para protegerlo.

—No te atrevas a tocar a mi hijo de nuevo —dictaminó tía Grecia, pronunciando firmemente cada palabra.

—Tu hijo merece un castigo por lo que hizo —replicó él; encolerizado, pero quieto en su sitio.

—Si lo golpeas de nuevo, te juro que no respondo, Cheng —aseguró ella. Nunca antes la había visto así. Parecía una fiera salvaje protegiendo a su cría.

—La culpa de todo esto es tuya... Si no lo hubieses mimado tanto... Si lo hubiese educado yo, no sería un invertido...

—¡¡¡Cállate!!! —bramó ella, dándole una fuerte bofetada que resonó en toda la habitación—. ¡No vuelvas a hablar así de mi hijo!

—Es bueno que la tengas a ella... —se dirigió a Dallas, hablando pausadamente mientras colocaba su mano en su mejilla golpeada, estupefacto ante el acto de su esposa—, porque a partir de hoy puedes olvidarte de que tienes padre —zanjó para luego marcharse dando firmes zancadas.

—Tranquilo, hijo... Mamá está aquí... —dijo tía Grecia, abrazando cariñosamente a Dallas, quien lloraba desconsolado.

En medio del caos, Aiko, la cual se había quedado como espectadora en un rincón, salió corriendo mientras lloraba y, pocos segundos después, mi primo se repuso para ir tras ella.

—¿Will? —musité al ver cómo se quedó mirando a mi primo.

—Lo perdí para siempre... —concluyó con la mirada en el suelo y yo lo abracé para darle consuelo.

—Lo lamento tanto, Will... Esta no era la manera en la que todos debían enterarse... Ustedes no merecían esto...

—William —lo llamó su padre—, tenemos que hablar contigo —dictaminó con la mandíbula tensa.

—Te esperaremos en el despacho —dijo su madre y luego ambos dieron media vuelta.

—Definitivamente mi vida se acabó —opinó Will, derrotado.

—No, Will... —refuté—. Sé que este comienzo fue difícil... pero lo que estuviste viviendo hasta ahora no era real. A partir de hoy es que comienzas a vivir de verdad... Siempre habrá personas que te juzguen, que no te entiendan; pero es amor... No te avergüences por ello. Ve ahora y enfrenta a tus padres, que sepan finalmente quién eres...

—Soy un fraude... —rebatió con un hilo de voz.

—No, solo eres un chico que desea amar y ser amado... —aclaré.

—Gracias, Bel —emitió con una débil sonrisa—. Gracias por estar siempre para mí...

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Holiwis :D
Cómo va todo?
Qué les pareció el cap?
Los leo!
Quedó un poco largo :")
Se me fue de las manos el drama :")
Primeramente tenemos personajes nuevos: los padres de Will.
Por lo poco que pudieron leer de ellos, qué opinan? :D
Y todos se enteraron de Will y Dallas de la peor manera posible :"(
Mis pobres niños :"(
Azumi es mala :/
Más adelante sabremos cómo concluye la historia del asiático y el pelirrojo :D
De hecho, he pensado en hacer un libro aparte de ellos dos :)
Pero bueno, eso será más adelante :")
Espero que el cap les haya gustado.
Hasta el siguiente.
Bye!
Dato random: AMO el amor gay. Me parecen tan lindos :")
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