Capítulo 17: Vínculo roto

CALEB.

Ya había llegado el lunes, motivo por el cual me estaba preparando para ir al instituto. Aún estaba preocupado por el hecho de que Bélgica había escuchado una parte de mi conversación con Phoebe, pero, afortunadamente, solo escuchó el final.

Solo sabía que "estoy enfermo".

Por suerte, no sabía a qué se refería Phoebe y nunca se lo contaría tampoco.

Bélgica no merece conocer esa parte podrida de mí.

Desde que la conocí me transmitió tanta alegría y autenticidad que me había prometido mostrarle solo la mejor versión de mí, esa que brota cuando estoy con ella.

—Estás atrasado, Caleb —me reclamó mi padre cuando bajé las escaleras mientras se acomodaba su corbata, mirándose en el espejo.

—Sé que no quieres ver mi cara, así que ya me voy —escupí, colocando mi mochila en mi espalda con toda la disposición de marcharme, pues yo tampoco estaba de ánimo para verlo. De hecho, hace mucho que prefiero no interactuar con mis padres, ya que la convivencia se ha vuelto horrible.

—No es eso, hijo. Solo quiero que mantengas la disciplina que me prometiste que tendrías —aclaró con un tono más afable.

—No te preocupes, papá. La decisión que tú y mi madre tomaron con respecto a mí hace 2 años no fue en vano —emití con sarcasmo.

—Sé que fue difícil para ti, pero sabes perfectamente por qué nos vimos obligados a hacerlo —me recordó.

—Créeme, yo mejor que nadie lo sé —gruñí—. A nadie le duele más que a mí todo lo que pasó... y el hecho de que ustedes se pasen la vida reclamándome no me ayuda a sentirme mejor ni a superarlo —dije, dolido y a la vez culpable.

—Lo siento, hijo... Tu madre y yo solo queremos tu bien.

—¿Mi bien? —repetí, escéptico—. ¿Ustedes quieren mi bien? Tú te pasas el día entero trabajando y mi madre solo sabe tomar pastillas para la ansiedad y derrochar el dinero comprando ropa. Parece que ni siquiera recuerdan que existo —me quejé, ceñudo.

—Cada quien enfrenta lo que sucedió como puede... —se justificó—. Me ayuda mantener la mente ocupada y a tu madre la ayudan sus pastillas... —explicó pausadamente.

—Para mí fue extremadamente difícil enfrentar lo que pasó —repliqué—. Especialmente porque fue mi culpa...

—Caleb, no digas eso...

—Sé que eso es lo que tú y mi madre piensan... —rebatí—. Y no los juzgo porque sé que es la verdad. Merezco los pésimos padres que tengo.

—Nosotros te amamos, hijo —refutó con suavidad—, pero... aún estamos aprendiendo a sobrellevar esta situación...

—Sé que es difícil enfrentarlo, para mí también lo es, pero al menos yo no lastimo a las personas que son importantes para mí —emití y, por alguna razón, a mi mente vino la imagen de Bélgica.

—Hijo... —musitó.

—Ya me voy. Estoy atrasado... —mascullé, harto de esta conversación.

—Caleb —llamó mi atención cuando estaba a punto de abrir la puerta—. Tu madre me pidió que te dijera que invitaras a Megan Meyer a cenar.

—¿Por qué? —pregunté, indiferente.

—Ella y su familia nos ayudaron mucho en ese momento tan difícil... Megan te hizo mucho bien —argumentó.

—Megan no me trae buenos recuerdos... —dejé en claro—. Prefiero que no venga a esta casa. Si ya acabaste, me iré porque estoy atrasado —agregué con sarcasmo.

))(())((

Durante las clases de la mañana en las que coincidí con Bélgica ella ni siquiera me habló. Seguramente estaba enojada por mi comportamiento del sábado. En ese momento no me puse en su lugar. Probablemente estaba muy preocupada por mi estado de salud y yo la evadí de una forma bastante grosera, pero solo quería protegerla... de mí...

No me gustaba la barrera que se creaba entre nosotros cuando ella se distanciaba por una mala actitud mía, así que decidí que a la hora del almuerzo le explicaría exclusivamente lo que debía saber para comprenderme, pero no le contaría toda la verdad. Era mejor que no la supiera, ya que incluso mis propios padres me odiaban por lo que había hecho.

Justo antes de que terminara el turno de Biología le dejé una nota, la cual observó con curiosidad y esbozó una pequeña y casi imperceptible sonrisa al leer: "Te veré en la biblioteca".

Cuando concluyó el turno de clases y comenzó el horario del almuerzo fui más rápido que el correcaminos hacia la biblioteca, ya que era un lugar tranquilo y podríamos conversar sin interrupciones.

Durante mi período de espera me entretuve hojeando un libro hasta que escuché pasos, motivo por el cual me volteé automáticamente en busca de Bélgica, pero me decepcioné al ver que no era ella, sino Megan.

¿Qué hacía aquí?

—Hola, Caleb —saludó al verme.

—Hola, Meg. ¿Qué haces aquí? —intenté sonar casual para que no se percatara de que su presencia era inoportuna. Megan era muy astuta y perspicaz.

La verdad era que ella me agradaba a pesar de ciertos defectos que tenía, pero me recordaba una parte de mi vida que prefería olvidar.

—Tu madre me invitó a cenar en tu casa —comentó, caminando serenamente hasta llegar a una estantería para tomar un libro y hojearlo.

Mi madre siempre hace lo que le da la gana, incluso cuando sus deseos van en contra de la voluntad de los demás (en este caso de la mía). Lo que más me jodía era que debía entenderla porque debido al trauma que dejó marcada a mi familia ella sufría ansiedad, así que mi padre intentaba complacerla al máximo y siempre me pedía comprensión, pero, ¿a mí quién me entendía?

—Me había comentado al respecto... —emití, casual.

—Dijo que fue tu idea —añadió, inclinando la cabeza en un gesto sutilmente coqueta.

—¿Eso te dijo? —pregunté, tratando de disimular lo absurda que me parecía la idea siquiera.

A mi madre siempre le agradó Megan porque es bonita, inteligente, de buena familia y, lo más importante, ella y sus padres estuvieron presentes en un momento delicado de mi adolescencia, lo cual generó que mi madre depositara cierto cariño en ella.

—¿Acaso mintió? —inquirió, suspicaz.

—¿Tú qué crees? —respondí, desganado. Estaba harto de los intentos de mi madre por juntarnos a Megan y a mí, ya que en los últimos dos años no era la primera vez que lo hacía.

—Entiendo... —contestó, depositando la mirada en el suelo, decepcionada.

—Mi madre te adora y quiere que te mantengas presente en nuestra vida —agregué para que no se sintiera mal.

—Está agradecida con mis padres por haberte ayudado —concluyó, cruzándose de brazos.

—Tus padres son buenas personas —opiné.

—Mis padres solo querían contribuir a ese lugar debido a su imagen como políticos... Simplemente fue un proyecto de caridad —replicó con cierta frialdad, protegiendo cualquier tipo de vulnerabilidad con su habitual coraza de suficiencia.

—Aun así. Hay tantas causas a las que pudieron contribuir con su dinero, pero eligieron ayudarme a mí y al resto... —expliqué, rememorando todo lo que pudieron comprarnos gracias a ese dinero—. Fue ahí dentro donde reconecté con la música. Fue eso lo que me ayudó a mantenerme centrado y con esperanza —dije, nostálgico.

—Lo recuerdo... —murmuró, pensativa—. Cuando te vi tocar y cantar... quedé cautivada... —confesó—. Y le pedí a mis padres que me llevaran con mayor frecuencia... Quería verte —admitió, enfocándome con su intensa mirada verde turquesa.

—No sabía eso... —respondí sin saber muy bien qué debía decir.

Desde la primera vez que vi a Megan me pareció una chica extremadamente hermosa (de hecho todos los chicos que estábamos en aquel lugar lo pensamos). Era elegante, educada, tenía un color de ojos exótico que le daba una aire peligroso y sensual y su oscuro cabello azabache adornado por esos dos mechones rojos hacían resaltar su pálida y tersa piel; pero solo era eso: una chica hermosa. Jamás me planteé algo más con ella, especialmente por la inmensa gratitud que le tenía.

—¿En serio me dirás que han pasado 2 años y nunca lo notaste? —indagó, escéptica, mientras avanzaba en mi dirección.

—Meg... —balbuceé. No quería hablar de esto, no quería tener que decirle algo que pudiera lastimarla.

—Te gusta Bélgica, ¿cierto? —soltó de repente, deteniéndose justo a un paso de mí.

—¿Qué? —musité, confundido—. ¿Por qué me preguntas eso? —evadí la interrogante.

—Solo responde —dictaminó.

—Bélgica es... —me detuve sin saber exactamente qué decir, lo cual me hizo cuestionarme: ¿qué significaba Bélgica para mí?

Disfrutaba de su compañía, eso lo tenía claro. Me parecía tentadoramente hermosa y sentía una inexplicable necesidad de protegerla.

—Espero tu respuesta —insistió.

—No lo sé, Meg —respondí con sinceridad, rascándome la nuca—. Bel es... diferente... Es muy especial para mí. Quiero tenerla cerca todo el tiempo y verla reír. Me gusta hacerla feliz.

Megan simplemente asintió ante mi respuesta.

—Pensaba que teníamos un vínculo, pero ya veo que es insignificante para ti —replicó, recostándose de la mesa más cercana.

—No es eso. Fuiste, eres y serás importante en mi vida. Jamás dudes de eso —afirmé, acunando su rostro, ante lo cual ella me miró profundamente y luego, sin previo aviso, agarró mi camisa y plantó un beso en mis labios, acción que me dejó sorprendido, ya que este tipo de imprudencias e impulsos no eran propios de ella.

—Megan —hablé, tomándola por los hombros para separarla de mí.

—Entendí... —articuló, poniéndose en pie, retomando su expresión orgullosa—. Ya veo que es ella quien te gusta —concluyó y no la contradije—. Claramente es a ella a quien quieres a tu lado en el futuro y yo simplemente soy parte del pasado que quieres enterrar.

—Meg... —musité, viendo cómo me rodeaba para luego avanzar hacia la salida, pero justo antes de desparecer, sin voltearse siquiera, dijo:

—Por mucho que te guste Bélgica y que tú le gustes a ella, no sabe quién eres en realidad. ¿Crees que seguirá viéndote de la misma forma cuando descubra todo lo que le ocultas? —dejó suspendida la frase, haciéndome tragar saliva con fuerza. Ese era un miedo que había surgido en mí desde que me comencé a encariñar con Bel—. Tu silencio lo dice todo —añadió, girándose—, pero quiero que recuerdes, Caleb, que a pesar de todo... yo sí estuve incondicionalmente para ti —recalcó y luego se marchó silenciosamente, haciéndome sentir culpable.

Ella había hecho mucho por mí, así que no debía ni quería herirla; pero no podía ir en contra de lo que sentía. Nadie puede juzgarnos por no corresponderle los sentimientos, pero es totalmente condenable jugar con ellos.

Al ver que los minutos continuaban pasando, tomé asiento para esperar mientras leía un libro, pero por mucho que el tiempo transcurrió Bélgica nunca llegó.

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Bueeeenas :D
Cómo andan?
Qué les pareció el cap?
Leo comentarios :)
Fue un poco corto, pero nos sirvió para conocer un poquito más de la vida de Caleb.
Qué creen que oculta? :)
Cuál será ese secreto de su pasado?
Más adelante lo sabremos.
Por cierto, esta es la primera historia mía que leen? :D
De ser así, los invito a leer mis otras dos historias. Se llaman "Todo lo que siento" y "Relación Mortal".
Ambas están completas. Son MUY diferentes a Bélgica, pero tal vez les gusten :)
Bueno, sin más que añadir, espero que les haya gustado este cap.
Hasta el próximo :D
Chauuu.
Dato random: Siempre me ha gustado más narrar desde la perspectiva del prota masculino que de la prota :)
IG: daia_marlin

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