Zona Gris




Maruta y Mitzuko mantenían una discusión acalorada, las cosas llevaban tensas entre ambas cuando menos unos meses. Todo a raíz de que Mitzuko decidiera recobrar algunas de sus responsabilidades dentro de la compañía.

—Debes entender que no se trata sólo del tiempo que pasamos juntas. Mitzu, estás jugando con fuego. Una cosa es querer ayudar a Harumi, pero ocultarle tus intenciones y el que con ello podrás tomar decisiones en lo que antes sólo le correspondía a la familia Aihara, simplemente creo que deberías poner a tu hermana al día.

—Mira, en teoría no se lo estoy ocultando, si ella fuera un poco más diligente con su trabajo ya se habría enterado. —Mitsuko no dejaba de dar vueltas por la habitación.

—Sabes que está pasando por demasiado, y tiene fe ciega en ti como para ponerse a leer las cláusulas de letras pequeñas, lo último que ella esperaría es una traición de tu parte.

La ansiedad que corría por la sangre de Mitsuko provocaba que sus nervios se hallasen al borde del colapso. Y sentir que ya no contaba con el apoyo de su amada la llevaba a frustrase todavía más.

— ¡No la estoy traicionando!— luego de azotar sus manos contra la mesa y ver el miedo en el rostro de Maruta, Mitsuko haría el intento por suavizar su actitud—. Escucha amor, tengo que proteger a mi hermana, en especial ahora que es madre. Y si para eso debo apoderarme del equipo de seguridad que solía pertenecerle al señor Aihara, no habrá nada que me haga cambiar de parecer, ¿comprendes?

Ese movimiento administrativo le resultaría exitoso a Mitsuko, en menos de una semana aquellos que eran conocidos como "los hombres del señor Aihara", le respondían solo a ella. Y sería cuestión de un par de meses para que el equipo de seguridad organizado originalmente por Miaki Taniguchi, se fusionara a la perfección con dicho grupo. Creando así una seguridad privada de calidad internacional.


De esa forma, no era de sorprender que Mitsuko fuera alertada enseguida cuando una señal de radio espía había sido detectada en las inmediaciones de su departamento.

— ¿Y acaso saben de dónde provino esa frecuencia?

—"No estamos seguros, pero un vehículo estaba estacionado cerca y hace no mucho que se fue."

— ¿Un vehículo? Vamos, ustedes pueden hacer algo mejor que eso. Averigüen las placas y encuentren de quien se trata. Si no dan con esa persona ahora mismo, mejor vayan buscando un trabajo nuevo. —Mitsuko colgó el teléfono sin darle la oportunidad a su empleado de dar una réplica. Y mientras miraba a Udagawa fijamente le preguntó—; ¿estás seguro de que nadie te siguió?

—Por supuesto que lo estoy, ni siquiera tu hermana sabía cuándo nos reuniríamos. La única forma en que alguien pudiera seguirme, es sí sabía con antelación que te vería aquí y llegará antes que yo.

Mitsuko intentaba averiguar como una frecuencia de radio habría podido escuchar su conversación sin un transmisor dentro de la habitación.

— ¿Acaso has dejado solo tu celular en algún momento?

Udagawa estaba por responder que no lo había soltado ni un segundo, cuando recordó que unos días atrás este se le había caído y Yuzu le había ayudado a levantarlo.

Pero antes de que él pudiera decir algo, el teléfono de Mitsuko sonó de nuevo.

—"Señora lo conseguimos, se trata del auto de Aihara Yuzu. La tenemos ubicada, ¿cómo quiere que procedamos?"

—Vayan por ella y tráiganla aquí.

—"Pero... ¿está segura?"— la lealtad que el hombre le tenía a la familia Aihara, lo hacía dudar sobre la orden de su nueva jefa.

—Por supuesto que estoy segura. Más les vale que no pierdan el tiempo.

Al cabo de una hora, Yuzu sería escoltada hasta el departamento. Y afortunadamente para Mitsuko, su esposa seguía dormida o de otra forma tendría un gran problema entre manos.

— ¿Es algo bajo no crees?, enviar a los gorilas del señor Aihara. —Yuzu trataba de permanecer apacible, pero era obvio que la situación la tenía enfadada.

—Para aclarar, ahora trabajan para mí. Pero no sé si te encuentres en posición de ejercer algún juicio, especialmente cuando andas por ahí jugando a la espía.

Ambas permanecieron mirándose fijamente, hasta que Yuzu rompió el silencio.

—Ya dilo Mitsuko, ¿qué es lo que quieres?

—Que dejes a mi hermana y a tu esposa fuera de todo esto.

—Sabes que eso sería un grave error. Mitsuko, todo lo que hemos vivido nos ha enseñado que cuando le ocultamos cosas a nuestra familia nada resulta bien.

—Pero ahora yo estoy a cargo. Además, no quiero la opinión de quien ha ocasionado todo este embrollo. Nunca me imaginé que mi madre tendría razón en no aprobar tu cercanía con Harumi. No te bastó con romperle el corazón a mi hermana, sino que tuviste que arrastrarla a ese drama tuyo con Mei, que es justo lo que nos ha puesto en este embrollo.

Eso último había tocado fibras sensibles en Yuzu.

— ¡Yo nunca he querido hacerle daño a tu hermana! ¡Además no puedes culparme como si yo hubiera secuestrado a Matsuri!

— ¡Claro que puedo! De no ser por ti, mi hermana no hubiera hecho nada por impedir que Udagawa y Mei se casaran. Todos viviríamos más tranquilos si Harumi no hubiera cumplido tu capricho con tal de ganarse un poco de tu afecto.

Udagawa tuvo que interponerse entre ambas antes de que comenzaran a golpearse.

—Escucha Taniguchi, no ganarás nada con buscar culpables. Además, Yuzu no fue la única en sacar provecho del plan de Harumi. Todos nos vimos beneficiados de algún modo, incluso tu madre, que era la más renuente. Y que por cierto, comienzo a creer que justamente fue por lo que ella sospechaba que la mataron... —Udagawa hizo una pausa para voltear a ver Yuzu— y justo por ello creo que es mejor si nadie más sabe sobre lo que está ocurriendo, de otra forma a quien se lo digamos correría tanto peligro como en el que ahora nos encontramos.

Las palabras de Udagawa servirían para apaciguar a Mitsuko y para que Yuzu aceptara guardar silencio.


Los tres volverían a reunirse en cuanto fuera propicio para no levantar sospechas. Pero mientras tanto, Yuzu llegaría a casa por completo desolada y sin una explicación coherente que darle a su esposa.

—Por dios Yuzu, son las 4 de la mañana ¿y no podías molestarte en siquiera llamar para avisar? Estaba preocupada por ti.

Yuzu se sentía tan culpable por no decirle la verdad, que simplemente agachó la cabeza y se disculpó, dirigiéndose enseguida a darse una ducha.

Mei intentó ir tras ella, pero su esposa había puesto el seguro a la puerta del baño.

—Yuzu, por favor habla conmigo —Mei comenzó a golpear la puerta, pero al no obtener nada—... entiendo, entonces será mejor que me vaya si lo que necesitas es estar a solas.

Mei se había dirigido a la alcoba para llevarse algunas cosas, cuando Yuzu salió del baño tan aprisa que no se molestó en tomar una toalla y debido al agua escurriendo de su cabello casi resbalaba al alcanzar a su esposa.

—No, te lo imploro, no vayas a ninguna parte.

Yuzu comenzó a besarla por la fuerza y aunque Mei trató de resistirse, era obvio que también necesitaba esa cercanía con su esposa.

En un instante Mei pasó a tener el control de la situación. Mientras sus manos recorrían el cuerpo húmedo de su esposa, esta jadeaba debajo de ella. Sin aviso, Mei adentró con fuerza su mano en lo más hondo de la intimidad de Yuzu. Y al mismo tiempo que mordía en un agarre férreo su cuello comenzó a embestirla sin contemplaciones.

Yuzu vio limitados los movimientos de su cuerpo, pues en cada espasmo el dolor en su cuello incrementaba.

En el momento que ambas sensaciones comenzaban a ser placenteras Mei soltó su cuello para preguntar;

—¿En dónde estabas?

Yuzu apenas y pudo responder;

—No puedo decirte... lo siento.

Mei aguardo a que Yuzu estuviera por tener un orgasmo y antes de que lo consiguiera se apartó de ella abruptamente, tomó sus cosas y salió de la habitación.

Con sus piernas temblando y su aliento entrecortado Yuzu apenas consiguió alcanzar a Mei antes de que saliera de la casa.

—Amor... por favor espera, ¿por qué hiciste eso?

—Para que con quien fuera que estuviste, sepa que eres mía.

Mei no era capaz de controlar sus emociones, estaba realmente fúrica.

Yuzu finalmente cayó en la cuenta de en donde residía el enfado de su esposa.

—Mei escucha, el que llegara tarde no es por nada de lo que te imaginas. No puedo decirte más ahora, pero te prometo que en cuanto lo solucione voy a contarte todo.

—En ese caso, avísame cuando lo tengas solucionado. No pienso quedarme aquí a esperar.

Luego del estruendo al azotarse la puerta, Yuzu permaneció inmóvil hasta que finalmente se desplomó en un doloroso llanto.




Mitsuko no esperaría mucho para citar a Yuzu, al día siguiente se encontrarían en el parque que estaba cerca de la casa de Harumi.

—¿Por qué elegiste vernos en este sitio?

—Necesitaba inspirarme un poco. ¿Sabías que Matsuri tenía por costumbre esconderse tras esos árboles para observar a mi hermana?

Yuzu contempló aquel sitio que sin duda le traía recuerdos de aquella pequeña pelirosa locamente enamorada de su mejor amiga.

—Claro que lo sabía. Matsuri a veces no conocía los límites, pero es porque ella realmente ama a tu hermana.

—Yo también lo creo, por eso esperaba que algún día reconsiderara su decisión de marcharse. Y cuando no tuve noticias de ella llegué a pensar que... Pero ahora que sé lo que realmente le ocurrió...

La voz entrecortada de Mitsuko, esas lagrimas que corrían por sus mejillas y su labio inferior temblando, le decían a Yuzu que ella realmente apreciaba a Matsuri, quizá con un cariño muy similar al que tenía por su hermana.

—Sabes, tal vez si Harumi...

Yuzu ni siquiera sería capaz de terminar la frase, pues la mayor de las Taniguchi la interrumpiría enseguida.

—No y más te vale que no vuelvas a sugerirlo.

—De acuerdo, no le diré nada a tu hermana. Pero explícame ¿por qué no puedo decírselo a mi esposa?

Luego de dirigirle una mirada de incredulidad, Mitsuko respondió;

—Se trata de tu esposa y de tu mejor amiga, esperaría que las conocieras un poco más. Esas dos tienen una amistad muy fuerte. Y si le sumas el hecho de que son socias en la empresa, el resultado es que siempre se mantienen al tanto de todo. Si se lo cuentas a Mei, no va a dejar afuera a Harumi por ningún motivo.

—Eso puedes apostarlo. —Mie apareció sorprendiendo a ambas y provocando que Mitsuko se sobresaltara enseguida.

—¡¿Cómo te atreviste?! ¡Se supone que no le dirías nada! —Mitsuko estaba por arremeter contra Yuzu, pero Mei se interpuso enseguida.

—Ella no me dijo nada y es justo por eso estoy aquí. No voy a quedarme de brazos cruzados al ver que mi esposa no puede confiar en decirme lo que le ocurre. Así que, ¿qué es lo que nos están ocultando?

Yuzu se limitó a permanecer callada, pero en cuanto a Mitsuko...

—Nada que necesites saber.

—Bien, entonces ¿qué te parece si averiguamos lo que opina tu hermana al respecto?

Mei estaba por dirigirse a la casa de Harumi cuando Mitsuko se lanzó para derribarla y, en el instante que levantó el puño para golpear su rostro Yuzu se lo impidió. Luego de que rodaran por el pasto sería la rubia quien asentaría los golpes.

—¡Nadie toca a mi esposa! —los nudillos de Yuzu estaban ensangrentados al momento en que comenzó a sacudir a Mitsuko contra el suelo —¡Si le pones un dedo encima de nuevo!...

­—Yuzu, tranquilízate déjala ya. —Mei tuvo que apartar a su esposa de Mitsuko—. Debemos llevarla con Harumi.

La rubia se había abrazado fuertemente a Mei para intentar controlarse, ni si quiera había reparado en el hecho de que Mitsuko estaba inconsciente. Por lo que le tomó un par de minutos volver en sí y ayudar cargarla.

A pesar del llamado desesperado del timbre, Harumi tardó en atender la puerta.

—Ya voy, ya voy... ¿Mei, Yuzu?... carajo, ¿qué le pasó a mi hermana?

Luego de dejar a Mitsuko sobre el sofá, Yuzu y Mei se hicieron a un lado para que Harumi pudiera atenderla con un botiquín.

Una vez que terminó, la menor de las Taniguchi dio la vuelta y estaba por preguntar lo que había ocurrido, cuando las manos de su mejor amiga atrajeron su atención.

—Entonces fuiste tú, —pronunció Harumi al sostener las manos de Yuzu y observar sus nudillos ensangrentados.

—Harumin, en verdad lo siento, es sólo que perdí el control.

—Descuida, seguramente se lo merecía. Además, deberías estar orgullosa eres la primera que consigue golpearla en lugar de resultar golpeada.

Mei continuaba desconcertada luego de ver a su esposa agredir violentamente a Mitsuko, pero al darse cuenta que Lian no estaba en ningún lado despertó de su trance.

—Taniguchi, ¿en dónde se encuentra Lian?

—Lo dejé con mi padre, creo que es lo mejor considerando las circunstancias. —Haru esperó unos segundos para ver sus reacciones y, en cuanto los rostros de Yuzu y Mei se tornaron sorprendidos, ella continuó—. Maruta me puso al tanto de todo a primera hora del día, fingió no darse cuenta de nada pues sabía que mi hermana haría hasta lo imposible por mantenerme al margen. Pero ahora, me parece que lo correcto es que le demos los pormenores a Mei, ¿No lo crees, Yuzu?



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