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Dudar de la capacidad de planeación de J-hope era algo que no se debía de hacer. Mucho menos cuando en lugar de venir él personalmente a llevarme de regreso a su casa, manda a un guardia de seguridad de su padre.

RM y Suga se extrañaron cuando lo vieron entrar al bar pero él solo les informó que había sido mandado por el señor Jung, quién me esperaba en su camioneta afuera, junto con mi abuela.

-¿Cómo supo que estaba ella aquí? -pregunta RM al guardia de seguridad. No se fía de aquella historia. El hombre se encoje de hombros y la mirada de los tres recae en mí.

-Ah pues, -muestro el teléfono- le mandé mi ubicación a...

He abierto mi bocota demasiado rápido como para pensar en la mentira correctamente. Suga despega sus ojos del cóctel que bebe y me pone mucho cuidado.

-Bueno, eso ya no interesa -RM se levanta de su asiento- ya podrá ir con su familia. La acompaño hasta afuera.

-¡No! -grito apresurada- No, descuide ya hizo mucho por mí.

RM parpadea tratando de comprender mi comportamiento pero se rinde y se despide, Suga no comenta nada más y vuelve a beber su bebida y a girarse.

Me encamino a la salida con el guardia guiando, doy un último vistazo a los dos Hyungs. Los veo reír en aquel lugar misterioso y mágico. Espero que no sea la última vez que lo visite.

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-Tú no eres el señor Jung...

Su aspecto me sigue sorprendiendo pero su actitud no, su cambio de humor conmigo a solas aún me sigue tomando por sorpresa. Da una palmada a su lado pero me niego a moverme del lugar que he elegido para sentarme. Él suspira y viene a sentarse a mi lado.

-¿Qué hacías ahí? -me toma del mentón con delicadeza, haciéndome girar mi cara. Cierro los ojos, no quiero que me arruine el momento, no de nuevo.

-No te interesa.

Se aleja un poco y oprime el botón de un control remoto y escucho como una cortinilla de metal comienza a subir para darnos privacidad en la parte de atrás de su automóvil. El chófer y el guardia de seguridad han quedado incomunicados con nosotros.

-Solo quiero saber por qué estabas con mis amigos, ahí adentro -vuelve a tocarme el mentón. Lo miro al fin.

-RM me iba ayudar a buscar un taxi para ir a tu casa pero no quería decirle que me estaba quedando ahí, -me observa la boca y los ojos mientras le cuento todo- así que comenzó a llover y él me llevó ahí para que no tuviera que esperar un autobús en la lluvia. No sabía que también estaría Suga, así que eso me pareció buen motivo para también no decir nada.

Asiente.

-Haz hecho bien en no decirles que estás hospedada en la casa. Se hubiera hecho un escándalo con eso. Ni hablar de Bang PD si se enterara.

-¿Cómo está mi abuela? ¿Se preocupó mucho por mí? -pregunto con curiosidad.

Él se lleva un dedo a su mentón, pensando en algo.

-Nadie sabe que estuviste desaparecida- dice con un una mueca y el sarcasmo en su voz.

-Pero tu dijiste que mi abuela...

-Mentí -confiesa, encojiendose de hombros.

-¿Cómo conseguiste el número de mi teléfono?

Él me observa aún con la sonrisa en la cara. Le gusta esto. Lo noto. Le gusta joderme el día. O al menos lo divierto.

-Lo hice cuando estabas adentro de mi armario la otra noche -me coloca un mechón de cabello detrás de la oreja- Cuando aún te estabas controlando por mi asalto.

El roce de su dedo me provoca un leve sonrojo que pasa a segundo plano cuando lo escucho terminar decir aquello.

-¡¿Qué tú qué?! -me alejo de él y poco me importó quién era, lo comienzo a golpear con mi bolso.- ¿No les enseñaron en tu casa a respetar las cosas ajenas? ¿Ah?

Él se cubre con sus brazos. Es rápido y agarra mi bolso y la arroja a la parte de atrás. Bien, usaré las manos.

Estoy a punto de comenzar de nuevo mi ataque cuando me toma de las manos, forcejeamos un par de veces y ahora me tiene recostada contra los dos asientos de su automóvil.

Me sujeta las muñecas por arriba de mi cabeza y me inmoviliza las piernas entre las de él. El pecho me sube y baja por los movimientos bruscos de nuestra silenciosa pelea. Acerca su rostro lentamente a mi oído.

-Quedate quieta -me ordena con su voz oscura, ronca y mi cuerpo cae, obedece. Un solo parpadeo bastó para tener sus labios en mi cuello.

¡¿Demonios, qué hace?!

El suave roce de sus labios me hace cerrar mis ojos y volverme vulnerable entre sus manos. Esto no puede estar pasando. No. Pero... Se siente demasiado bien. La sangre se comienza a juntar en el centro de mi abdomen y amenaza con explotar por todo mi cuerpo.

-Perdoname por esto, pequeña Sun-Hee -eso me hace despertar un poco de entre sus manos pero mi cerebro aún no lo procesa bien cuando siento como pega sus labios a mi cuello y comienza a succionar mi piel.

Me comienzo a mover de nuevo cuando sé lo que está haciendo. Me está dejando un chupetón en el cuello. Pero, pero ¿Quién se cree para hacerme algo así?

-Basta, J-hope -me revuelvo bajo de él- Basta, por favor.

Me escucha y se detiene poco a poco. Me observa desde arriba, sus ojos son medias lunas oscuras y sin pensarlo se quita la camiseta y acerca su cuello a mi cara.

La clavícula de J-hope es... es... una obra de arte, fácil podía pasar por el cuello de una escultura de la antigua grecia. Es demasiada belleza concentrada en un solo hueso. Me pica la lengua por pasar por ahí.

-Hazlo, Señorita Sun-Hee. Márcame también.

Abro los ojos ante su petición. Me vuelvo a remover y él me vuelve a someter bajo él. Su mirada es una súplica silenciosa. Sus ojitos dicen tantas cosas que no soy capaz de negarme al momento.

Así que tímidamente acerco mi nariz y lo huelo. Menta, mora azul y frescura y un toque de su sudor. Le doy un beso y lo escucho reaccionar con ese toque y me gusta lo que escucho. Así que doy otro beso y otro más.

Estoy a punto de succionar su cuello de la misma manera que él a mí cuando el vehículo se detiene y se escuchan las puertas abrirse.

Me muevo deprisa, lo empujo lejos de mí y el suspira resignado. Se coloca la camiseta de nuevo y se acomoda alejado de mí. Yo me enderezo, incorporandome para sentarme bien. Los dos nos vemos por última vez, sus ojos brillan al igual que la sonrisa que no puede dejar de ocultar y luego ya no soy capaz y valiente de mirarlo y me enfoco mejor en solo ver mis manos que tiemblan por lo ocurrido.

El guardia de seguridad abre la puerta y soy la primera en saltar y salir corriendo de ahí. Me cubro el cuello por si acaso ya se ve la marca que me dejó J-hope. Voy en todo el trayecto del patio a la casa preguntándome qué acaba de suceder en la parte trasera de ese automóvil.

Estoy confundida a mil y la sangre me corre a dos mil kilómetros por hora.

-¿Dónde andaban, hija? -mi abuela me recibe a la entrada de la casa, junto con la señora Jung- Nos tenían preocupados.

Le sonrío y le doy un fuerte abrazo. Observo por el rabillo del ojo que la señora Jung se queda viendo el lugar donde tengo el chupetón y de inmediato me separo de mi abuela y me froto el cuello. No respondo su pregunta, estoy esperando a que llegue J-hope y diga su versión.

Pero él en lugar de detenerse y aclarar las cosas nos pasa de largo y desaparece adentro de la mansión.

¡Cobarde!

-Pues, el joven Jung me llevó a comer algo. Luego tomé una pequeña siesta porque estaba cansada. Se me fue la tarde en eso abuela.

La señora Jung no decía nada, mi abuela estaba intentando creerse lo que le decía y yo le pedía a los dioses que ahora me dieran suerte para que me dejaran ir al baño y así poder revisar los estragos que había dejado el huracán llamado J-hope.

-Eso es arriesgado, Señorita Kim -la señora Jung me advierte mientras me ve aún la mano en mi cuello- le sugiero que a la próxima mejor avise que saldrá con mi hijo, así mandamos una escolta.

Quería negar que salí con su hijo pero ya lo había dicho. Sería mejor resignarme a aceptar este mal entendido.

-Sí, señora Jung. Una disculpa. -me inclino brevemente- Abuela, iré a ducharme ¿Me esperas para la cena?

Ella asiente. Dejo a las dos con sus rostros preocupados y de seguro preguntándose si debían de creerme la historia. Yo esperaba que de verdad se creyeran todo aquello que dije.

Entro al baño de la habitación que comparto con mi abuela y voy directo al espejo. Reviso mi cuello pero aparte de un pequeño círculo rojo que parece más la picadura de un mosquito, no hay ninguna marca visible.

Exhalo aliviada pero molesta con J-hope, me había utilizado para su diversión y lo único que consiguió es que pareciera una loca inventando historias para taparle sus jueguitos mentales conmigo.

En definitiva me tengo que mantener alejada de él o esto iba a ser un desastre. Así voy pensando todo aquello mientras me ducho.

Salgo del baño más decidida que nunca a no verle la cara a aquel idol por esta noche y si era posible mañana también.

Pero mis planes se vinienen abajo cuando descubro que mi maleta no está en la habitación.

Me pongo presurosa una bata de baño y salgo a buscar a Cece para preguntarle por mi ropa seca. Para mí mala fortuna solo encuentro a mi abuela en la cocina (nuevamente), cortando unas verduras.

-Abuela ¿Haz visto a Cece? -ella no levanta la vista de lo que corta.

-Acaba de salir con la señora Jung, fueron a comprar algunas cosas que faltaban para la cena ¿Por qué? -levanta su mirada al fin y me ve en bata de baño.

-¿¡Sun-Hee que haces vestida así en casa ajena!? ¡Ve a cambiarte ahora mismo! -se limpia las manos en el delantal que trae y me empuja fuera de la cocina a toda prisa para que nadie me vea en aquellas condiciones.

-Ese es el problema, Cece me prometió mi ropa seca y no la encuentro en la habitación. -le trato de explicar, entonces ella toda ignorante de lo que sucedía conmigo y J-hope se le ocurre la brillante idea de decirme:

-Pues ve a la habitación donde estabas anoche, de seguro allá la puso Cece.

No... No de nuevo. Hice un berrinche mental.

Entonces mi abuela como no era de esas abuelas que insisten mucho en algo, vuelve a la cocina, dejándome a mitad del pasillo.

Me resigno y con paso seguro pero a la vez dudoso subo los escalones a la segunda planta.

No se escucha ningún sonido. Tal vez él no estaba cercas. Tal vez se fue de nuevo.

Ese pensamiento me da el valor suficiente para abrir la puerta de su habitación de manera silenciosa. La cierro a mis espaldas siendo muy silenciosa. Perfecto, no hay nadie.

Voy de puntitas al armario de la otra noche y me encuentro con un desorden de prendas por el suelo. Al final de la montaña de ropa encuentro mi maleta intacta en un rinconcito detrás de la puerta. La tomo y reviso si todo está en orden y no falta nada.

Ya me estoy por salir, cuando escucho el sonido de la regadera cerrarse.

Me quedo petrificada en mi lugar sin que las piernas me respondan. Todo pasa muy deprisa porque no hay un sonido entre la llave cerrarse y el abrir de la puerta. No.

Tan sencillo como es ver la puerta del baño abrirse de golpe y ver salir a su vez el vapor disparado en mi dirección. Pero eso no es lo que me deja con la mandíbula en el suelo. No.

Es él.

Él. Sin nada más que lo cubra, sale como si nada, completamente desnudo de pies a cabeza. Es como la alucinación de un Adonis bajando del monte Olimpo.

Lo veo embelesada secarse el cabello con una esponjosa toalla blanca y no se percata de mi presencia porque va tarareando una canción.

Al segundo siguiente guarda silencio, abre los ojos y se sobre salta.

Yo sigo con la boca sin saber cómo respirar. Trato de verlo a la cara pero ya le he visto todo así que el rubor de mis mejillas me delata al instante.

-Puedo explicarlo -comienzo a retroceder cuando lo veo acercarse. Ha vuelto el chico que me confunde.- solo estaba buscando mi ropa y... -señalo con una mano su cuerpo y mis ojos traicioneros lo vuelven a ver- no pensé que no usabas una toalla para cubrirte.

Él levanta una ceja y se pone las manos a las caderas. Camina despacio como si estuviera a punto de cazar y atrapar a su presa. Abro la puerta de inmediato y trato de correr pero a él no le importa salir al pasillo desnudo y detenerme y volverme arrastrar a su habitación. Cierra la puerta cuando me tiene en sus manos.

Dios, soy yo de nuevo.

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"Como un viento que me acaricia suavemente,
Como un polvo que flota suavemente en el aire,
Estás ahí, pero, por alguna razón, no puedo alcanzarte,
Detente,
Eres como un sueño, eres como una mariposa para mí." -J-hope, Butterfly.

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