49

PARTE 2

━━━━━━━━・☼・━━━━━━━━

Julio comenzó con incertidumbre, y esa incertidumbre me envolvía cada mañana. Los días se estiraban ante mí, cargados de preguntas sin respuestas, mientras esperaba los resultados de los exámenes de admisión a la universidad que había hecho hace meses, incluso mucho antes de todo lo ocurrido.

No sabía qué me depararía el futuro, pero algo en mí, por primera vez en mucho tiempo, se sentía aliviada de estar ocupada. Conseguí un trabajo de tiempo completo en un pequeño café coreano ubicado en el barrio chino de la ciudad, un lugar que rápidamente se convirtió en mi refugio. El trabajo no solo me mantenía alejada de los recuerdos dolorosos, sino que también me absorbía tanto que el tiempo parecía desvanecerse entre las horas, dejando apenas un rastro de mí misma al final del día.

El café era pequeño pero acogedor, con decoración minimalista: paredes blancas, detalles en madera y una barra de hierro que daba la sensación de un lugar donde todo estaba pensado para la tranquilidad. Los aromas de café y pastelitos de matcha me envolvían y cada vez que una nueva fragancia se colaba entre mis sentidos, me recordaba a mi abuela Kim Mi-Sue y a las cenas que solíamos compartir en casa.

Las jornadas comenzaban temprano y terminaban tarde, y pronto la rutina me absorbió por completo a mitad de mes. Conocía a los clientes habituales que venían buscando no solo café, sino también un pedazo de su hogar. Los jóvenes coreanos que hablaban en su lengua materna, las madres que charlaban en un tono bajo mientras sus hijos se entretenían jugueteando por el lugar, y los hombres de negocios que se tomaban su café con un respeto casi reverencial hacia el ritual. La razón por la que me contrataron era simple: al ser coreana y hablar el idioma, podía conectar mejor con la clientela habitual, lo que me dio una especie de poder silencioso sobre el lugar.

Al principio, Lina era solo una clienta más. Entraba al café con su habitual energía, pidiendo su café con leche y, a veces, un pastelito de matcha. Me sorprendió al principio lo mucho que le gustaba el ambiente, cómo se sentaba por horas con su libro y no parecía importarle el bullicio del lugar. Sin embargo, pronto me di cuenta de que su interés iba más allá de solo disfrutar de la comida y las bebidas. Comenzó a preguntarme más sobre el idioma y la cultura coreana. Se mostraba fascinada por todo lo relacionado con mi país.

Un día, mientras yo atendía a otro cliente, Lina se acercó tímidamente a la barra y me pidió un favor.

-Sun-Hee, ¿crees que podrías hablar con tu jefe para que me contraten aquí? -preguntó con una mezcla de nerviosismo y esperanza.

La sorpresa fue inmediata. Yo la había visto muchas veces en el café, pero no sabía que quería trabajar allí. Y aunque desde el inicio me trató con demasiada confianza no habíamos entablado una amistad de forma abierta. Por eso me vi sorprendida por su petición.

-¿Pero por qué aquí? -le pregunté, confundida.

-Bueno... sabes que me encanta todo lo que tiene que ver con Corea, y he estado pensando que sería genial trabajar aquí contigo. Aunque... -dudó, mirando el menú en la pared-, no hablo coreano muy bien. Solo sé saludar y decir algunas palabras.

La risa salió de mi boca sin poder evitarlo. No sabía si sentirme sorprendida o admirada por su valentía.

-No te preocupes, Lina. Voy a hablar con el jefe. Estoy segura de que podremos encontrar una solución.

Al día siguiente, hablé con el dueño, un hombre mayor y amable que no se sorprendió de la petición de Lina. Después de una breve charla, me dio el visto bueno para que comenzara a trabajar como mesera, aunque tuviera conocimientos limitados del idioma. A partir de ese momento, Lina comenzó a trabajar en el café, y su presencia se hizo parte de la rutina. Aunque al principio las interacciones con los clientes eran difíciles para ella debido a la barrera del idioma, siempre había algo en su actitud que desarmaba cualquier tensión. Su entusiasmo por aprender era tan grande que, aunque no hablara mucho coreano, su disposición hizo que los clientes la aceptaran rápidamente.

Lina tenía el cabello oscuro, largo y lacio, su piel morena clara y unos ojos almendrados que brillaban con una energía inconfundible. Su personalidad era igual de vibrante: extrovertida, espontánea, siempre buscando la diversión y el aprendizaje en cada rincón. Era el tipo de persona que llenaba cualquier habitación con su presencia, y aunque a mí me costaba ser tan abierta, su curiosidad y su forma de ser me hicieron sentir cómoda en su compañía.

Fue durante una de esas charlas, mientras me servía un té verde, cuando Lina me preguntó si iba a entrar a la universidad.

-¿Vas a entrar a la universidad? -me preguntó con una curiosidad genuina mientras tomaba un sorbo de su matcha latte.

Sin pensarlo demasiado, respondí.

-Sí, ya fui aceptada. Voy a estudiar en la Universidad de California.

Lina, que siempre estaba llena de energía, se quedó en silencio por un momento, procesando la información. Luego, su rostro se iluminó con una sonrisa amplia y su voz se volvió aún más animada.

-¡No me lo puedo creer! -exclamó, casi dejando caer su matcha latte-. ¡Es la misma universidad a la que yo también voy a ir!

Me quedé sorprendida por un instante, sin poder creer lo que estaba oyendo. Lina, con esa energía tan característica, continuó explicando.

-Mi papá me sugirió UCLA porque tiene una excelente reputación y, además, tienen un convenio de intercambio con una universidad de Corea del Sur. ¡Es como si todo estuviera conectado!

Mientras Lina hablaba con entusiasmo, yo solo asentí, sin la misma emoción que ella. Mi decisión de estudiar en UCLA no tenía tanto que ver con el intercambio o con Corea del Sur. Para mí, era más una cuestión práctica. UCLA ofrecía la carrera que quería estudiar, y allí podía continuar tomando clases de coreano. Eso era lo que más me importaba. No sentía una fuerte necesidad de ir a Corea, ni de vivir la experiencia de intercambio como lo hacía Lina. Para mí, simplemente era una opción lógica, algo que me permitiría acercarme más a mi futuro profesional.

Lina, por otro lado, seguía hablando con esa chispa en los ojos. Su voz estaba llena de emoción, casi ansiosa.

-¡Es una oportunidad increíble! -exclamó-. Siempre he soñado con vivir en Corea, experimentar todo de primera mano, aprender la cultura... ¡Es como un sueño hecho realidad!

Su entusiasmo era contagioso, y aunque no compartía su nivel de emoción, no pude evitar sentir una pequeña chispa de gratitud por tener a alguien tan apasionado por compartir esa experiencia. Aunque mi razón para ir a UCLA no era exactamente la misma que la de Lina, me di cuenta de que nuestras vidas se estaban cruzando de una forma extraña pero significativa.

Con el pasar de los días, nuestra amistad creció, y Lina, con su ansia de conocer Corea, se convirtió en un contraste perfecto para mi carácter más reservado. Mientras ella ansiaba vivir en ese país, yo solo quería encontrar una forma de mantenerme conectada a él de una manera más discreta. A pesar de nuestras diferencias, esa amistad comenzó a sentirse como un puente entre dos mundos que se tocaban en la distancia.

━━━━━━━━・☼・━━━━━━━━

Era una tarde común en el café. El ruido de la máquina de café y el bullicio del lugar me envolvían mientras limpiaba la barra. Lina, como siempre, estaba animada al atender a los clientes, sonriendo y charlando con ellos mientras servía su café con leche y pastelitos de matcha. Yo, por mi parte, estaba tan concentrada en la rutina que ni siquiera noté el tiempo pasando.

De repente, mi teléfono celular vibró en el bolsillo del delantal. Miré la pantalla con algo de desconcierto, ya que el número que aparecía era desconocido. Al principio dudé en contestar. Había cambiado de número con mi primera paga para alejarme de todo mi pasado, incluso del contacto con personas que conocí antes de volver a América. Solo conservaba los números de mi abuela, del tío BenJen (que se había ido de vacaciones al caribe), de Lina y de mi jefe. Todos esos eran los únicos números que tenía en mi nuevo teléfono.

Con una mezcla de curiosidad y nerviosismo, decidí contestar.

-¿Hola? -mi voz sonó algo distante, como si estuviera preparándome para escuchar una mala noticia.

Al otro lado de la línea, escuché una voz que me hizo detenerme por un segundo. Era una voz que, aunque había intentado borrar de mi vida, reconocí al instante.

-Kim Sun-Hee... -dijo con suavidad, y la calidez de su tono me hizo sentir una extraña mezcla de calma y dolor-. ¿Cómo estás?

El reconocimiento de su voz me dejó sin palabras por un momento. No sabía qué hacer o decir. Jung Hoseok, ¿por qué ahora? Después de todo lo que había pasado, ¿por qué me llamaba ahora?

-¿Jung Hoseok? -respondí finalmente, casi en un susurro.

-Sí, soy yo... -dijo, y se sintió la vulnerabilidad en su voz. Como si también estuviera intentando encontrar las palabras adecuadas-. He estado pensando mucho en ti, y... no pude evitar llamarte. Quería saber cómo estás.

Mis manos temblaban ligeramente mientras sostenía el teléfono. ¿Cómo podía decirle que no estaba bien, que todo había sido más difícil de lo que había imaginado? En ese instante, la distancia que habíamos creado durante todo este tiempo parecía desvanecerse. Pero no estaba lista para hablar de todo lo que había dejado atrás.

-Estoy bien -respondí, tratando de sonar tranquila, aunque la mentira me pesaba-. He estado ocupada. El trabajo, los estudios.. manteniéndome ocupada, ya sabes.

Hubo una pequeña pausa del otro lado de la línea. Sabía que él, al igual que yo, estaba buscando cómo abordar la situación sin caer en el peso de lo que habíamos vivido.

-¿Te gustaría que habláramos? -su voz era más suave ahora, más cautelosa, y una parte de mí se sintió aliviada de que él también estuviera dispuesto a dar el primer paso.

Mi mente corrió rápidamente por los recuerdos y las emociones que había tratado de esconder. A pesar de lo que había pasado, sentí que algo dentro de mí quería enfrentarlo, aunque me costara mucho más de lo que quería admitir.

La sensación de su voz en el teléfono me dejó un poco aturdida. A pesar de la distancia, era como si un pedazo de mí, uno que había guardado en lo más profundo, estuviera comenzando a revivir. Pero algo me detuvo. No quería abrir viejas heridas sin entender completamente por qué me estaba llamando después de tanto tiempo. Al final él había decidido definitivamente darle un cierre a toda nuestra historia.

-¿Por qué me llamas ahora? -pregunté, mi voz algo firme pero cargada de confusión. Quería entender su razón, saber si todo lo que había pasado entre nosotros realmente había valido la pena.

Mientras esperaba su respuesta, sentí la mirada de Lina desde el otro lado del café. Al principio no pensé mucho en eso, pero cuando la vi girarse hacia mí, algo en su postura me hizo pensar que había escuchado algo. Ella se quedó mirando hacia mi dirección con una ligera inclinación de cabeza, como si tratara de entender lo que estaba ocurriendo. Aunque estaba a varios metros de distancia, sentí su curiosidad claramente. Sin embargo, ella no dijo nada, solo volvió a sus quehaceres, como si todo estuviera bien.

Intenté disimular mi incomodidad. Me aclaré la garganta y volví a hablarle a Jung Hoseok, haciendo un esfuerzo por no darle demasiada importancia al hecho de que Lina pudiera estar observándome.

-Ya no tenemos nada que decirnos, ¿verdad? -murmuré en el teléfono, aunque no estaba completamente segura de lo que quería. Parte de mí aún anhelaba las respuestas, pero otra parte deseaba que todo se quedara en el pasado.

De nuevo, una pequeña pausa del otro lado. Su respiración se oyó levemente, como si estuviera pensándolo. Cuando finalmente habló, su voz estaba más suave, casi como si no quisiera romper el momento.

-No lo sé... Solo sentí que debía hablar contigo. He estado... pensando mucho en todo lo que pasó.

Miré a Lina, que ahora estaba sirviendo una bebida a un cliente y parecía no prestar mucha atención a lo que sucedía entre mi conversación y yo. Sin embargo, algo en su postura me decía que no estaba tan distraída como intentaba parecer. Quizás, solo quizás, había oído algo más de lo que yo creía. Pero decidí que no era el momento de parecer alterada por la llamada. No quería que me escuchada mencionar a J-Hope.

-Bueno... -dije, buscando una salida de la conversación sin que se sintiera abrupta-. Estoy ocupada ahora, no puedo hablar mucho más. Es mejor que lo dejemos aquí.

Lina me lanzó una mirada fugaz, como si estuviera esperando algo más, pero rápidamente volvió a su trabajo sin decir nada. Yo colgué el teléfono sin esperar una respuesta más. El peso de la llamada quedó suspendido en el aire, mientras los murmullos del café seguían de fondo.

━━━━━━━━・☼・━━━━━━━━

La tarde continuó con normalidad, pero mi mente no podía dejar de regresar a la llamada. J-Hope seguía marcando insistentemente, una y otra vez, como si estuviera intentando encontrar una rendija por donde colarse en mi vida de nuevo. Cada vez que mi teléfono vibraba, sentía una mezcla de incomodidad y ansiedad, y me encontraba mirando la pantalla sin saber qué hacer, si contestar o dejarlo pasar. Los mensajes comenzaron a llegar en lugar de las llamadas, pero eran casi tan desbordantes como sus intentos de contacto. Me sentía atrapada, pero no podía dejar que eso se notara.

La tarde pasó lentamente mientras me concentraba en el trabajo, pero había algo en mi interior que me hacía sentir cada vez más tensa. Al final, cuando ya casi no quedaba nada por hacer en el café y Lina y yo comenzábamos a limpiar las mesas y acomodar las sillas, el teléfono de nuevo vibró. Esta vez, la vibración fue más fuerte, y me hizo pensar que estaba a punto de explotar de tanta insistencia. Estaba agotada y solo quería terminar mi jornada para poder irme a casa.

Lina me miró en silencio mientras barría, y entonces, de repente, se detuvo. Miró mi teléfono que seguía vibrando sobre la barra y frunció el ceño. Sabía que algo estaba pasando.

-¿Es algún ex acosador? -preguntó, sin dejar de barrer, pero su tono fue curioso.

Mi risa salió nerviosa, casi forzada, y me sonrojé ligeramente al darme cuenta de lo que había dicho. No quería entrar en detalles con Lina sobre mi pasado, no quería contarle nada sobre J-Hope ni sobre todo lo que había dejado atrás. Estaba demasiado acostumbrada a mantener esas partes de mi vida bien guardadas. La verdad era que Lina apenas conocía fragmentos de mi historia, y no quería que ella supiera lo complicado que había sido.

-¡No! -respondí rápidamente, sin poder evitar un nerviosismo evidente. -Solo... es un antiguo amigo, no pasa nada. No te preocupes por eso.

Lina me observó durante un largo momento, pero no insistió. Había algo en sus ojos, una chispa de duda, pero no dijo nada más. Continuó con su tarea de limpiar como si nada hubiera sucedido, pero podía sentir que aún me estaba observando de reojo, tratando de leerme.

Yo solo traté de mantener la calma, sonriendo de manera forzada mientras mi teléfono seguía vibrando. Mis dedos casi se iban a arrugar al ver los mensajes de J-Hope sin poder hacer nada al respecto. Sin embargo, no podía decirle la verdad a Lina, ni hablar de los recuerdos que aún me atormentaban. Tenía la sensación de que cada mensaje de J-Hope solo me estaba arrastrando de vuelta a algo que había decidido dejar atrás, y me sentía impotente al no poder cortar ese lazo de una vez por todas.

La noche continuó entre risas y conversaciones ligeras, pero mientras limpiábamos, sentía la creciente presión de la pantalla de mi celular, esperando una respuesta de él.

━━━━━━━━・☼・━━━━━━━━

Al llegar a casa, la familiaridad del lugar me dio una sensación de alivio. La noche ya había caído, y el silencio me envolvió mientras cerraba la puerta detrás de mí. El olor a comida casera se colaba por el aire, y me sentí reconfortada al ver a mi abuela, Kim Mi-Sue, trabajando en la cocina, preparando la cena. Había algo en su presencia que siempre me calmaba, como si el simple hecho de estar cerca de ella hiciera que todas las tensiones del día desaparecieran.

Me quité los zapatos y me dirigí hacia la mesa del comedor, donde ella ya había puesto la comida. La cena estaba lista, y aunque la rutina diaria de trabajo me había agotado, la idea de compartir una comida tranquila con ella me llenaba de paz. Sentarme a la mesa con mi abuela era uno de los pocos momentos en que podía olvidarme de todo lo demás.

-¿Cómo estuvo tu día, Sun-Hee? -me preguntó mi abuela mientras servía el arroz en mi plato, su voz suave pero llena de cariño.

Me senté frente a ella, sonriendo mientras aceptaba el tazón de arroz.

-Lo mismo de siempre, abuela. El café estaba tranquilo. Lina sigue preguntándome sobre todo lo relacionado con Corea. Hoy me preguntó si también iba a estudiar en UCLA. -dije mientras comenzaba a comer, tratando de que mi voz sonara relajada. No quería que mi abuela notara que algo estaba pasando sobre mí.

Mi abuela asintió sin decir mucho, con esa calma habitual que la caracterizaba, pero sus ojos brillaban con una atención silenciosa. Terminó de servir los platillos y se sentó frente a mí, mirándome con esa mezcla de amor y sabiduría que solo una abuela puede tener.

Comenzamos a cenar en paz, el sonido de los utensilios chocando contra los platos llenaron el aire, mientras la conversación se mantenía ligera. Pero, de repente, en medio de una de las preguntas más triviales sobre si ya me habían dado alguna lista de cosas para la universidad, el sonido de mi teléfono interrumpió el momento. Vibró en la mesa, y mi abuela miró hacia él, su rostro aún tranquilo, pero con una leve curiosidad.

-¿Quién es? -preguntó, sin dejar de mirarme, aunque no con una expresión acusadora, sino simplemente inquisitiva.

El teléfono, con la pantalla iluminada, mostraba una notificación de una llamada perdida, seguida de un mensaje más. No tenía dudas de que era él. La palabra "Desconocido" brillaba en la pantalla, y una pequeña sensación de incomodidad me recorrió al verla nuevamente, especialmente frente a mi abuela.

Intenté mantener mi rostro impasible, pero el nerviosismo hizo que mi respuesta fuera más rápida de lo que quería.

-Es... nadie importante, abuela. Solo alguien del trabajo. -respondí mientras alcanzaba el teléfono para apagar la vibración.

Mi abuela me observó un momento, como si estuviera evaluando mis palabras, y luego simplemente asintió, volviendo a su plato sin preguntar más. Sin embargo, sentí su mirada fija en mí mientras tomaba un bocado. Sabía que mi abuela podía leerme como un libro abierto, incluso cuando no decía nada.

A pesar de la respuesta que le di, mi mente seguía distraída por la insistencia de la llamada. Jung Hoseok. Ese nombre estaba volviendo a aparecer en mi vida de maneras que no había planeado, y mientras trataba de ignorarlo, algo en mi interior me decía que no iba a poder evitarlo por mucho más tiempo.

La cena continuó en silencio, pero por dentro, todo parecía estar en suspenso. La llamada de J-Hope era solo un recordatorio de que mi pasado seguía ahí, siempre presente, siempre esperando una oportunidad para volver.

Esa noche, el sonido de mi teléfono seguía retumbando en mi mente. No importaba lo que hiciera, mi atención siempre volvía al brillo de la pantalla que había dejado sobre la mesa de la cocina. Después de una cena tranquila con mi abuela, me dirigí al baño para prepararme para dormir. La rutina era automática, el agua caliente cayendo sobre mi piel mientras me lavaba la cara y trataba de despejar mi mente de todo lo que me había ocurrido durante el día.

Pero no pude evitarlo. Mientras me secaba el rostro frente al espejo, me sentí impulsada a mirar finalmente los mensajes de J-Hope. Había evitado hacerlo todo el día, pero en ese instante, la curiosidad me ganó. El brillo del teléfono, que había permanecido apagado a mi lado durante horas, ahora parecía atraerme como un imán. Lo tomé en mis manos y desbloqueé la pantalla, encontrándome con una serie de mensajes de él que no había visto antes.

Al principio, los mensajes parecían normales. Un par de palabras, tal vez algo emocionadas o apresuradas, pero luego algo cambió. Me detuve en el primer mensaje:

"¿Por qué me dejaste hablar contigo? No puedo dejar de pensar en ti, Sun-Hee."

No me sorprendió, pero sí me hizo sentir una punzada en el pecho. La forma en que lo decía me parecía demasiado... urgente, como si fuera una de esas veces en que las palabras salían sin filtro. Aún así, seguí deslizando hacia abajo.

"Lo siento, de verdad. Estoy tan borracho. Pero necesito saber si todo está bien. ¿Dónde estás? ¿Por qué no contestas?"

Mi ceja se alzó al leer el siguiente. J-Hope, borracho. De nuevo, no era algo que no hubiera esperado, pero esa sensación de impotencia me invadió. La manera en que sus palabras salían desordenadas, entrecortadas, dejaba en claro que no estaba en su mejor estado. Su mensaje siguiente era casi incoherente:

"Estaba pensando en todo, y... no sé qué hacer con todo esto. ¿Me perdonas? No sé... soy un desastre."

Lo miré fijamente, mi mente corriendo a toda velocidad. J-Hope nunca había sido alguien con quien quisiera lidiar de esta manera. La forma en que sus palabras se entrelazaban entre sí era un claro indicio de que no había tenido el control total de sus emociones. El sentimiento de culpa y arrepentimiento parecían salir a través de su teléfono, pero para mí, eran solo más que palabras vacías.

Lo último que me escribió fue:

"Creo que ya no sé qué hacer. No sé por qué me importa esto tanto."

Suspiré con pesadez, dejando el teléfono en el borde del lavamanos. Miré mi reflejo en el espejo, intentando no dejar que su mensaje me afectara demasiado. Había una parte de mí que quería ignorarlo, pero otra que me preguntaba si tal vez, si no fuera por todo lo que ocurrió, las cosas podrían haber sido diferentes.

Pero no. No podía pensar en eso. No podía dejarme arrastrar de nuevo por esas emociones que ya había enterrado tan profundo.

Me lavé las manos, intentando ahogar las preguntas que se agolpaban en mi cabeza. No importaba cuánto me esforzara por olvidarlo, había algo en esos mensajes, en su tono, que me decía que él no estaba realmente buscando una respuesta, sino una disculpa todo lo que habíamos tenido en el pasado.

Finalmente, me alejé del espejo, decidida a no dejar que esa confusión volviera a invadir mis pensamientos antes de dormir. Apagué la luz del baño, dejando el silencio ocupar nuevamente el espacio, como una pequeña burbuja de paz. A pesar de todo lo que había pasado en el día, todo parecía calmarse en la quietud de la noche.

━━━━━━━━・☼・━━━━━━━━

"Incluso las conversaciones simples las haces por teléfono
Y luego te ríes como si tuvieras sentido del humor
No me hace gracia, te vi después de meses
¿Por qué actúas como si fueras el hombre más popular?" -Can you turn off your phone?, BTS.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top