43
La noche estaba helada, y el viento se colaba entre las costuras del vestido blanco que llevaba, erizándome la piel. Por un momento, mientras bajaba las escaleras del edificio, pensé que alguno de ellos me detendría. Pero no lo hicieron. Respetaron mi decisión de salir, aunque sabía que probablemente quedarían enfrascados en su propio conflicto dentro de la casa.
Al cruzar la puerta, me di cuenta de que había dejado el abrigo de Hoseok atrás. Una parte de mí quiso regresar por él, pero mi orgullo no me permitió hacerlo. Regresar significaría volver a enfrentar esas miradas cargadas de reproches, y ahora mismo no podía con eso. Necesitaba tiempo, necesitaba pensar.
¿Me estaban pidiendo que eligiera? La pregunta retumbaba en mi cabeza mientras caminaba por la calle casi desierta. Las luces de los faroles parpadeaban débilmente, proyectando sombras en las aceras que no inspiraban confianza. Mi ritmo de caminata se aceleró instintivamente.
¿Por qué me haces esto, Hoseok? Pensé, como si mi mente pudiera dirigir la pregunta directamente a él. Habíamos estado bien, o al menos eso creía. Pero esta noche de reencuentro se había desmoronado de formas que nunca imaginé.
El frío se intensificó, y mis pasos me llevaron hasta una pequeña pizzería, una de esas que aún mantenían sus luces encendidas a altas horas de la noche. El olor a queso derretido y masa horneada me hizo darme cuenta de que, además de necesitar calor, también necesitaba comer algo.
Abrí la puerta, y una campanilla sonó al hacerlo. Dentro, el ambiente era cálido y acogedor. Un par de clientes ocupaban las mesas más alejadas, y la señora detrás del mostrador me recibió con una sonrisa cansada.
-¿Puedo ayudarte con algo? -preguntó, limpiando sus manos en un delantal.
-Sí... ¿puedo quedarme aquí un rato? -respondí, mi voz casi un susurro.
-Claro, adelante querida. ¿Te gustaría una porción?
Asentí y me senté cerca de una ventana. Desde allí podía ver la calle, todavía vacía y solitaria. Mis pensamientos volvieron a la escena en el departamento, a las miradas intensas de Hoseok y Yoongi, a las palabras que no podía borrar de mi mente.
Cuando llegó la porción de pizza y una botella de agua, la mujer del mostrador me dejó tranquila. Agradecí ese gesto. Tomé un mordisco y dejé que el calor de la comida me reconfortara. ¿Qué estaba haciendo? ¿Cómo había llegado a este punto?
De pronto, la puerta del local se abrió de golpe, haciendo sonar la campanilla con fuerza. Alcé la mirada, y mi corazón dio un vuelco. Allí, de pie en la entrada, estaba Hoseok. Llevaba su camisa blanca desabotonada y su cabello algo despeinado por el viento.
Me miró fijamente, como si hubiera recorrido medio Nueva York para encontrarme. Sus ojos tenían ese brillo entre furia y preocupación que ya conocía demasiado bien.
-¿En serio creíste que iba a dejarte caminar sola por esta ciudad a estas horas? -dijo, acercándose a mi mesa.
Me quedé sin palabras, incapaz de decidir si quería abrazarlo o pedirle que se fuera.
-Lo siento, yo solo... -mi voz se quebró al intentar hablar. Bajé la mirada hacia el pedazo de pizza frente a mí, y antes de poder contenerlo, sentí cómo las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas. Era un llanto silencioso, pero imparable.
Hoseok se quedó de pie frente a mí, observándome. Lo vi moverse en mi visión periférica mientras retiraba una silla y se sentaba frente a mí. No dijo nada de inmediato, y eso lo hizo peor. Su silencio me hacía sentir expuesta, como si estuviera desnuda frente a alguien que lo veía todo, mis miedos, mi confusión, mi dolor.
-Sun-Hee... -murmuró suavemente, inclinándose hacia adelante con los codos sobre la mesa. Su voz tenía un tono que nunca había escuchado antes, uno lleno de preocupación y algo más que no podía descifrar.
Sacudí la cabeza, intentando detener el torrente de lágrimas.
-No quería que esto pasara. No quería... no quería lastimarte, Hoseok. Ni a Yoongi. -Mi voz temblaba con cada palabra, pero seguí hablando. Necesitaba sacarlo todo de una vez.
Hoseok suspiró, pasando una mano por su cabello desordenado. Se quedó en silencio por un momento antes de responder.
-No eres tú quien está lastimando, Sun-Hee. Somos nosotros. Yo... Yo debí manejar esto mejor. -Se quedó mirando la mesa por un momento antes de continuar-. Pero tienes que entender algo. No puedo simplemente... apagar lo que siento por ti. No puedo simplemente olvidarte y dejarte ir así de mi vida.
Levanté la vista, y nuestros ojos se encontraron. Había algo tan sincero en su mirada que me dejó sin aliento. Pero también había algo que dolía, porque sabía que Yoongi había tenido esa misma intensidad en sus ojos.
-No sé qué hacer, Hoseok. No sé cómo manejar esto. -Me cubrí el rostro con las manos, intentando calmarme.
Hoseok se levantó de su silla y, para mi sorpresa, caminó hacia mi lado de la mesa. Sin decir una palabra, se agachó a mi altura y, con ambas manos, tomó mi rostro con una suavidad que me desarmó.
-Sun-Hee... -susurró, mientras me miraba fijamente a los ojos, como si estuviera buscando respuestas más allá de lo que podía decirle-. ¿Sientes algo por Min Yoongi?
Tragué saliva. Su pregunta era directa, sin rodeos, y me dejó sin aire. No respondí de inmediato, y él no desvió la mirada ni por un segundo.
-¿Lo amas como a mí? -añadió, con un tono más bajo, más íntimo.
Mi mente se llenó de caos. La intensidad de su mirada, la cercanía de sus manos en mi rostro, el peso de sus palabras... Todo me envolvía, y no sabía qué hacer.
-Hoseok, yo... -intenté hablar, pero mi voz tembló, traicionándome.
-No te estoy pidiendo una respuesta inmediata. -Me interrumpió, su voz más suave ahora, pero aún firme-. Solo quiero que seas honesta conmigo, Sun-Hee. No puedo seguir peleando por ti si tu corazón ya le pertenece a él. Aunque eso me parezca casi imposible.
Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas nuevamente, y él lo notó. Bajó las manos de mi rostro, pero no se alejó, manteniendo una proximidad que me hacía sentir atrapada entre la culpa y la confusión.
-No sé qué siento. -Las palabras salieron antes de que pudiera detenerlas. Cerré los ojos, incapaz de enfrentar su reacción-. Todo esto es demasiado, Hoseok. Yoongi siempre ha sido amable conmigo, pero tú... Tú fuiste todo para mí. Y ahora...
-¿Y ahora qué? -me presionó, su voz sonando un poco más tensa.
Abrí los ojos y lo miré.
-Y ahora no sé cómo seguir adelante sin lastimarlos a los dos.
Hoseok suspiró profundamente, levantándose finalmente y alejándose un poco. Pasó una mano por su cabello, claramente frustrado, pero cuando volvió a mirarme, su expresión no era de enojo, sino de una tristeza contenida.
-Sun-Hee, no quiero ser una carga para ti. Pero tampoco voy a renunciar a lo que siento... al menos no hasta que tú me lo pidas.
Su honestidad me dejó sin palabras. Se quedó allí, mirándome, esperando que dijera algo, pero yo no podía. El peso de todo lo que estaba sucediendo era demasiado.
-Termina tu pizza. Te llevaré a casa cuando estés lista. -Dijo finalmente, dándome espacio.
Lo vi volver a sentarse en su silla, tomando un sorbo de agua mientras miraba por la ventana. Por un momento, todo se sintió más tranquilo, pero sabía que la verdadera tormenta aún no había terminado.
Terminé mi pizza lentamente, incluso llegué a pensar en pedir otra para así alargar el tiempo de pensar. Pero ya sabía la repuesta antes de salir de la pizzería.
-¿Podemos ir a central Park? Pregunté con suavidad. Como si Hoseok en cualquier momento fuera a explotar con cualquier palabra mía.
Hoseok no dijo nada al escuchar mi petición de ir a Central Park, simplemente sacó su teléfono y pidió un taxi. Su silencio me inquietaba, pero no sabía qué más decir. Mientras esperábamos afuera de la pizzería, el aire helado de la noche se colaba por la delgada tela de mi vestido, haciendo que me estremeciera.
Él notó mi reacción y, sin decir una palabra, me envolvió en sus brazos. Su calidez era reconfortante, un contraste absoluto con el frío que nos rodeaba. No era un abrazo posesivo ni cargado de expectativas, solo parecía querer protegerme del frío.
-No quiero que te congeles -murmuró cerca de mi oído, con una voz suave que casi me hizo olvidar lo complicado de la situación.
Apoyé mi cabeza en su hombro por un momento, dejando que ese instante de calma me envolviera. Por primera vez en toda la noche, no me sentí abrumada ni confundida, solo agradecida por su presencia.
El taxi llegó poco después, y Hoseok me ayudó a subir antes de cerrar la puerta tras de mí. Se acomodó a mi lado, indicando al conductor que nos llevara a Central Park. El trayecto fue silencioso, pero no incómodo. Ambos parecíamos estar sumidos en nuestros propios pensamientos, procesando todo lo que había ocurrido esa noche.
Cuando llegamos, bajamos juntos. El parque estaba tranquilo, con solo unas pocas personas paseando por los senderos iluminados por los faroles. El aire estaba aún más frío aquí, y aunque Hoseok no llevaba abrigo tampoco, se mantuvo cerca de mí, como si su cercanía pudiera ofrecerme algo de calor.
-¿Por qué querías venir aquí? -preguntó finalmente, rompiendo el silencio.
-Necesitaba un lugar para pensar -respondí, mirando hacia el lago parcialmente congelado frente a nosotros.
Él asintió, pero no insistió en obtener más respuestas. Simplemente caminó a mi lado, dejando que el sonido de nuestros pasos sobre la nieve llenara el vacío.
-Tengo una duda -dijo Hoseok después de varios minutos de silencio, deteniéndose en medio del sendero.
Yo me detuve también, girándome hacia él. -Adelante -respondí, mordiéndome los labios resecos, nerviosa por lo que fuera a decir.
-¿Por qué llevas varias ocasiones rompiendo conmigo? -su voz era seria, pero había un deje de tristeza en ella. Sus ojos buscaron los míos, como si intentara leer algo que yo aún no estaba lista para confesar. -¿Siempre fue por Yoongi?
Sentí cómo el aire helado se hacía más pesado a mi alrededor. Abrí la boca para responder, pero no encontré las palabras. Hoseok me miraba con una mezcla de dolor y esperanza, y yo no sabía cómo enfrentar esa mirada.
-No es tan simple, Hoseok -murmuré al fin, desviando la mirada hacia el lago.
-Explícamelo, entonces. Porque, sinceramente, estoy perdido, Sun-Hee. Te amo, pero siento que cada vez que intentamos estar juntos, algo nos separa. ¿Es Yoongi ese algo?
Tomé aire, sintiendo cómo mis dedos temblaban por el frío y la tensión. -No es Yoongi -dije finalmente, girándome hacia él. -Él no es la razón, al menos no directamente.
-¿Qué significa eso? -preguntó con un tono más apremiante, dando un paso hacia mí.
-Significa que... -mi voz se quebró, y me forcé a continuar- significa que a veces siento que no soy suficiente para ti. Que no puedo darte lo que mereces. Y cada vez que intento acercarme más a ti, me siento como si estuviera arrastrándote a mis propios problemas.
Hoseok negó con la cabeza, su expresión mezcla de incredulidad y frustración. -Eso no tiene sentido, Sun-Hee. Si estoy aquí contigo, es porque quiero estarlo. ¿Por qué no me lo dejas decidir a mí?
-Porque te amo demasiado como para arriesgarme a perderte completamente si las cosas no funcionan -confesé, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos.
Hoseok se quedó en silencio por un momento, procesando mis palabras. Luego, con un suspiro, dio un paso más hacia mí y tomó mis manos entre las suyas.
-Sun-Hee, lo único que realmente me duele es que no confíes en que podemos superar cualquier cosa juntos. Y no puedo evitar sentir que hay algo más que no me estás diciendo.
Su cercanía, sus palabras, su mirada... todo me abrumaba. Sentía como si estuviera en el borde de un precipicio, y no sabía si debía saltar o retroceder. -No es Yoongi, Hoseok -repetí en un susurro, tratando de convencerlo y convencerme a mí misma. -Pero eso no significa que sea fácil para mí.
Él asintió lentamente, apretando mis manos. -Entonces déjame ayudarte, Sun-Hee. Déjame demostrarte que no tienes que enfrentarlo todo sola. El peligro de Lola ya fue. Lo demás es sencillo.
Me quedé en silencio, dejando que sus palabras llenaran el espacio entre nosotros.
-Nuestro amor es prohibido, no podemos estar juntos porque eso implicaría que todos se vieran afectados, mi familia, tu familia, los chicos, la compañía...
Espere a una respuesta de él. El vapor de mi respiración al hablar había hecho una nube frente a nosotros.
Hoseok me miró con una mezcla de incredulidad y algo que parecía romperse dentro de él. Su pecho subió y bajó en un suspiro largo y profundo mientras el frío de la noche parecía intensificarse a nuestro alrededor.
-¿Y crees que eso me importa? -dijo finalmente, con voz firme, pero temblorosa, como si estuviera conteniendo una avalancha de emociones.
-Claro que importa, Hoseok -respondí, sintiendo un nudo formarse en mi garganta. -No podemos ser egoístas. Si estamos juntos, no solo nos afectamos a nosotros, sino a todos los que nos rodean.
Él soltó mis manos, pero no se alejó. Se pasó una mano por el cabello y rió, una risa amarga que hizo eco en la quietud de la noche.
-¿Sabes qué es egoísta, Sun-Hee? Fingir que podemos seguir viviendo nuestras vidas separados cuando ambos sabemos que nos estamos rompiendo por dentro.
-No lo entiendes -dije, casi en un susurro, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con salir. -Si las cosas salen mal... Si no podemos con la presión, perderemos todo. No solo perderías tu carrera, sino también a las personas que amamos.
Hoseok dio un paso hacia mí, acortando la distancia entre nosotros, y tomó mi rostro entre sus manos con una delicadeza que contrastaba con la intensidad de su mirada.
-Lo único que no puedo soportar perder eres tú. ¿Entiendes? No me importa la compañía, no me importa el qué dirán, no me importa el resto del mundo si tú no estás en él.
El vapor de nuestras respiraciones se mezcló en el aire frío mientras yo buscaba las palabras adecuadas. Pero no las había. Todo lo que tenía era el peso de la verdad que él acababa de decirme y el miedo que seguía anclado a mi pecho.
-Pero yo sí te importo, Hoseok -dije, al borde de las lágrimas. -Y por eso no puedo arriesgarme a destruir lo que has construido.
-¿Y tú? -preguntó, su voz quebrándose. -¿Qué pasa con lo que tú quieres?
No supe qué responder. Su pregunta se quedó suspendida entre nosotros, flotando como la bruma de nuestras respiraciones. Por un momento, solo el sonido del tráfico distante y nuestros propios corazones llenaron el silencio.
-No lo sé -admití finalmente, dejando que una lágrima rodara por mi mejilla. -No sé qué quiero.
Hoseok bajó las manos de mi rostro, pero no se alejó. Su expresión cambió, como si finalmente entendiera algo que yo aún no podía aceptar del todo.
-Entonces, averígualo, Sun-Hee -dijo con suavidad. -Porque yo ya sé lo que quiero. Siempre has sido tú.
Se apartó lentamente, dejando que el frío llenara el espacio entre nosotros. Sacó su teléfono del bolsillo y revisó la pantalla.
-El taxi dió una vuelta y ya viene de regreso. Vamos.
Asentí en silencio, sintiéndome más perdida que nunca.
-Ahora creo prudente que cuando lleguemos, hables con Yoongi, él también necesita respuestas. No te preocupes yo iré a un bar cercano, el que estaba a un lado de la pizzería.
Asentí en silencio, aunque una parte de mí quería gritarle que no era necesario, que no tenía por qué alejarse. Pero Hoseok tenía razón. Había algo que debía enfrentar, aunque mi mente y mi corazón estuvieran en completo caos.
-Gracias, Hoseok -dije, apenas logrando que mi voz sonara entrecortada.
Él me miró con una sonrisa suave, aunque sus ojos delataban el cansancio y el dolor que estaba cargando.
-No me agradezcas. Solo haz lo que tengas que hacer, Sun-Hee. Aunque eso signifique que no sea yo quien te acompañe al final.
Esas palabras me golpearon más fuerte de lo que esperaba, como si fueran un recordatorio de todo lo que estaba en juego. Hoseok se apartó ligeramente y levantó la mano cuando vio al taxi acercarse.
El vehículo se detuvo frente a nosotros, y él abrió la puerta para que subiera.
-Anda, sube.
Obedecí sin protestar, sintiendo el peso de sus palabras mientras él rodeaba el coche para sentarse a mi lado. El trayecto fue silencioso, solo el murmullo del motor y las luces intermitentes de la ciudad acompañaron el momento.
Cuando llegamos al edificio, Hoseok pagó al conductor sin esperar que yo dijera nada.
-Ve tranquila -me dijo mientras bajábamos. Su tono era calmado, pero sus ojos aún cargaban esa mezcla de emociones que no podía descifrar. -Yo estaré cerca. Si necesitas algo, sabes dónde encontrarme.
-¿Estarás bien? -le pregunté, casi temerosa de su respuesta.
Él sonrió, esa sonrisa que siempre lograba calmarme y a la vez desarmarme.
-Eso no importa ahora. Tú eres la que necesita respuestas.
Lo observé mientras se giraba y caminaba hacia el bar que habíamos visto junto a la pizzería. No miró hacia atrás, y yo tampoco lo hice. Sabía que, si lo hacía, no sería capaz de seguir adelante.
Tomé aire y subí las escaleras del edificio, sintiendo cómo cada paso me acercaba más a la conversación que tanto había temido. Al llegar a la puerta del departamento, dudé por un instante, pero finalmente levanté la mano y toqué.
━━━━━━━━・☼・━━━━━━━━
"Tampoco los recuerdos tenían sentido,
Desapareciste de mí,
Incluso ahora, no puedo,
Dejarte ir, dejarte ir,
¿Es eso todo lo que tienes que decir?
Si dejas solo una palabra,
Y te arrepientes,
¿No me lo dirás? ¿Me lo dirás?
Sí, voy a ser honesto,
Quiero decirlo todo,
Cada día, con quien estás, dónde estás,
A menudo pienso en ti, en lo que estás haciendo,
Estoy perdido sin ti, cariño." -Love me Again, V.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top