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Hola, Sun Hee:
Sé que puedo llegar a ser muy insistente pero al parecer decidiste ir. Así que algo solo no te preocupes por los detalles del viaje, ya lo tengo cubierto. Te envié los boletos de avión en este correo, con todos los detalles del evento y también reservé un hotel cerca del lugar para que estés cómoda.
De verdad, me haría muy feliz verte ahí. He leído que Nueva York es espectacular en esta época del año.
Avísame cualquier cosa. Espero que no cambies de opinión a último minuto, nos vemos pronto (¿quizá?).
Yoongi
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La noche del evento finalmente llegó. No hubo complicaciones en mi viaje. Nueva York estaba resplandeciente, y el salón donde se llevaba a cabo la fiesta era un despliegue de lujo y misterio. Apenas crucé las puertas, me sentí completamente fuera de lugar. La temática de máscaras era evidente: todos los invitados llevaban antifaces intrincados, llenos de brillos y diseños únicos, mientras yo era la única que iba con el rostro descubierto.
Volví a leer el correo de Yoongi, noté que la foto de su invitación que me había enviado se veía algo borrosa pero decía algo de un codigo de vestimenta en la parte de abajo en letras minúsculas.
-Demonios... -me guardé el teléfono en mi pequeño bolso.
Mi vestido, el mismo que usé en mi graduación de preparatoria, me parecía más sencillo que nunca. Mientras caminaba entre mujeres con vestidos deslumbrantes y hombres en trajes impecables, no pude evitar sentirme como un bicho raro en un mundo al que no pertenecía.
Mis ojos vagaron por el lugar, tratando de buscar un rincón discreto donde pudiera refugiarme, pero entonces lo vi.
Min Yoongi.
Estaba junto a la barra, luciendo un traje negro perfectamente ajustado y un antifaz decorado con brillos y listones negros en los costados. La tez blanca de su piel hacia resaltar más la oscuridad del lugar. Incluso con la máscara, su presencia era inconfundible. Cuando nuestras miradas se cruzaron, inclinó ligeramente la cabeza y me dedicó una leve sonrisa.
Mi corazón dio un vuelco. Traté de responderle con una sonrisa nerviosa, sintiendo mis mejillas arder mientras él se acercaba con esa tranquilidad que siempre lo había caracterizado.
-Hola, Sun-Hee -dijo, su voz baja y serena.
Para mí sorpresa extendió su mano y la besó con delicadeza. Todo un caballero.
-Hola -logré responder, aunque mi voz sonó más tímida de lo que esperaba.
-Me alegra que vinieras -continuó, haciendo un gesto hacia la barra. -¿Te puedo invitar algo?
Asentí rápidamente, agradecida de que hubiera tomado la iniciativa. Yoongi pidió dos copas de champán y me entregó una.
-Salud -dijo, levantando su copa con elegancia.
-Salud -respondí, dándole un sorbo pequeño a mi bebida mientras mis ojos seguían recorriendo el lugar, tratando de evitar el peso de su mirada.
Por un momento, pensé que la conversación podría fluir, pero entonces él revisó su reloj y frunció el ceño.
-Disculpa, tengo que atender algo. Pero espero que disfrutes de la noche. Nos vemos después, ¿de acuerdo?
No tuve tiempo de decir nada antes de que se marchara, desapareciendo entre la multitud enmascarada. Me quedé sola junto a la barra, jugando con la copa en mis manos mientras trataba de ignorar la sensación de abandono que me invadía.
Fue entonces cuando lo sentí. Una extraña sensación, como si alguien me estuviera observando. Giré lentamente hacia mi costado derecho, y ahí estaba.
Jung Hoseok.
Llevaba un abrigo largo, negro de terciopelo y bajo de este un traje gris que parecía hecho a medida, sus manos cubiertas con guantes rojos de piel para el frío, pero lo que realmente captó mi atención fue su antifaz rojo brillante. Su mirada intensa se clavó en mí, tan penetrante que me sentí incapaz de sostenerla. No había ni rastro de una sonrisa en su rostro, y eso me descolocó aún más.
Mi corazón dio un salto inesperado, como si algo dentro de mí despertara de golpe. Fue un reflejo, pero no pude evitar sonreír, aunque mi sonrisa era nerviosa, casi forzada, como si no supiera qué más hacer.
-Hoseok... -susurré, apenas capaz de pronunciar su nombre.
Él no respondió de inmediato. Simplemente me miró, como si intentara leer cada emoción en mi rostro. Finalmente, rompió el silencio.
-No esperaba encontrarte aquí.
Sus palabras me golpearon con una fuerza suave pero certera. Mi mente se llenó de recuerdos y emociones que creía haber dejado atrás.
La espina se clavó en mi pecho.
-Yo tampoco... -dije, mi voz temblorosa mientras luchaba por mantenerme firme.
Su mirada seguía fija en mí, cargada de algo que no lograba descifrar: ¿era tristeza, nostalgia, resentimiento? No lo sabía, pero la intensidad de sus ojos me dejaba sin aliento. La vibra del lugar giraba en torno a él. Si pudiera pudiera hacer que todos se inclinaran ante él si se lo propusiera.
-Así que... ¿Yoongi te invitó? -preguntó finalmente, con un tono neutral que no lograba ocultar del todo cierta curiosidad.
-Sí -admití, desviando la mirada hacia mi copa. -Pero no sabía que tú también estarías aquí.
-Bueno, las coincidencias son extrañas, ¿no? -respondió, con una sonrisa apenas perceptible que no alcanzaba a suavizar la tensión en el aire.
Quise decir algo más, pero las palabras se atascaban en mi garganta. Sentía que el tiempo se había detenido, que todo el ruido de la fiesta se desvanecía, dejando solo a nosotros dos en un espacio donde el pasado y el presente se enfrentaban.
Hoseok me observó por un momento más antes de dar un paso atrás. Su antifaz rojo brilló bajo las luces mientras me dedicaba una última mirada.
-Espero que disfrutes la noche, Sun-Hee -dijo, su voz calmada pero cargada de algo que no podía identificar.
Y entonces se fue, desapareciendo entre la multitud, dejándome sola con un torbellino de emociones que no sabía cómo manejar.
Me quedé inmóvil junto a la barra, con las manos temblorosas y el corazón latiendo con fuerza. Era como si su presencia hubiera despertado algo en mí, algo que había estado dormido durante todas estas semanas. Por primera vez en días, sentí que algo dentro de mí volvía a vivir, aunque no sabía si eso era bueno o malo.
Decidí que no podía quedarme quieta. ¿Y qué fue eso de "espero que disfrutes la noche, Sun-Hee"? ¿Pretendía ignorarme como si jamás hubiera existido en su vida? No. No esta vez. Algo en mí se rebeló contra la idea de simplemente quedarme parada junto a la barra, acatando su indiferencia.
Volvía a ser Jack. Eso no había duda. Era el mismo chico que al principio me hacía ponerme alterada y confundida.
Respiré hondo, dejé la copa sobre la barra y, con pasos firmes, me dirigí hacia donde lo había visto desaparecer. La multitud seguía moviéndose al ritmo de la música, sus máscaras brillando bajo las luces, pero yo apenas las notaba. Mi único objetivo era encontrarlo.
No fue difícil dar con él. Lo vi de espaldas, cruzando hacia uno de los balcones que daban al gran patio exterior. Me apresuré a seguirlo, ignorando la mirada curiosa de algunos invitados mientras pasaba entre ellos.
Cuando finalmente salí al balcón, el aire frío de la noche me golpeó, haciéndome estremecer. Entonces lo vi, parado junto a la barandilla, con las manos en los bolsillos de su abrigo. Estaba mirando hacia el cielo, donde pequeños copos de nieve comenzaban a caer lentamente.
Por un momento, dudé. No sabía qué iba a decirle ni cómo iba a enfrentarlo, pero ya no podía retroceder. Di un paso adelante, y el sonido de mis tacones sobre el suelo llamó su atención.
-¿Sigues disfrutando la noche, Sun-Hee? -preguntó sin volverse, su tono seco pero con un matiz que no lograba descifrar.
-No sé si llamaría a esto disfrutar -respondí, cruzando los brazos sobre mi pecho para protegerme del frío.
Hoseok giró lentamente hacia mí. Su antifaz rojo seguía puesto, pero incluso detrás de él podía sentir la intensidad de su mirada.
Había una llama que permanecía quieta en sus ojos y que en cualquier mínima oportunidad de saltar esa chispa todo iba a encenderse y arder con intensidad.
-Entonces, ¿por qué estás aquí? -preguntó, con esa calma fría que siempre lograba desarmarme.
-¿De verdad quieres saberlo? -repliqué, dando un paso más cerca. -Porque me parece que fuiste tú quien decidió irse sin decir nada más.
Él soltó una risa breve, sin rastro de alegría.
-¿Y qué esperabas? ¿Que me quedara y fingiera que todo estaba bien?
Sus palabras me golpearon con fuerza, pero no iba a dejar que eso me detuviera.
-No esperaba nada de ti, Hoseok. Pero si vas a hablarme como si no fuera más que una extraña, al menos ten el valor de mirarme a la cara mientras lo haces.
Su expresión cambió ligeramente, aunque seguía siendo difícil leerlo completamente detrás del antifaz. Dio un paso hacia mí, lo suficiente para que apenas nos separara un par de metros.
-¿Eso es lo que quieres? ¿Que te diga la verdad? -preguntó, su voz bajando hasta convertirse en un murmullo.
-Sí. Quiero la verdad -tragué saliva. No sabía exactamente a qué se refería con eso de la verdad pero me hacía poner cada instante de su silencio más y más nerviosa.
-Muy bien. -Hoseok se quitó el antifaz con un movimiento rápido, revelando su rostro. Sus ojos, cargados de emociones que había intentado ocultar, se clavaron en los míos. -La verdad es que no sé qué hacer contigo, Sun-Hee. Me prometí a mí mismo que había cerrado este capítulo, que ya no me importabas después de como rompiste conmigo definitivamente en el hospital... Pero aquí estás, y de alguna manera, todavía logras hacer que todo lo que creía estable en mi vida se tambalee.
Sus palabras me dejaron sin aliento. No sabía si sentir alivio, rabia o tristeza.
-Yo no pedí que me invitaran aquí, Hoseok -repliqué, mi voz quebrándose un poco. -Y no vine para desestabilizarte. Pero tampoco voy a disculparme por existir en un lugar donde, aparentemente, tú también existes.
Hoseok soltó un suspiro, llevándose una mano al cabello mientras desviaba la mirada hacia la nieve que seguía cayendo.
-No se trata de eso... Es solo que verte aquí me hizo darme cuenta de que hay cosas que no he podido dejar atrás, por mucho que lo intente. -Volvió a mirarme, y esta vez había algo más suave en su expresión. -Y tú tampoco, ¿verdad?
No respondí de inmediato. Sentía un nudo en la garganta, una mezcla de emociones que apenas podía controlar. Finalmente, sacudí la cabeza.
-No, no he podido.
Nos quedamos en silencio por un momento, con la nieve cayendo a nuestro alrededor y la música de la fiesta apenas audible a lo lejos. Era como si estuviéramos en nuestro propio mundo, aislados de todo lo demás.
-Entonces, ¿qué hacemos ahora? -preguntó él finalmente, con una vulnerabilidad que rara vez había visto en él y que a la vez me resultaba familiar.
No tenía la respuesta. No sabía qué significaba todo esto ni qué rumbo tomaría nuestra historia a partir de ese momento. Pero lo único que tenía claro era que no quería que terminara así.
-Supongo que podemos empezar por no huir esta vez -dije, mirándolo directamente a los ojos.
Hoseok asintió lentamente, como si estuviera considerando mis palabras. Luego dio un paso más cerca, su proximidad enviando un calor inesperado a través de mi cuerpo, a pesar del frío de la noche.
-Entonces, no huiré -dijo, su voz firme pero suave.
Y por primera vez en mucho tiempo, sentí que el pasado y el presente podían coexistir sin destruirnos.
El silencio entre nosotros era tan denso como el aire frío que nos rodeaba. Hoseok seguía ahí, con la nieve cayendo suavemente sobre su cabello oscuro, y algo en su mirada me hizo sentir que el tiempo realmente se había detenido.
-Y yo tampoco voy a huir -dije finalmente, mi voz firme aunque mi corazón latía con fuerza.
Él me miró durante un segundo, como si estuviera procesando mis palabras, antes de hablar.
-Está helado... -murmuró, dando un paso más cerca. -Te ves hermosa con ese vestido blanco, y tu cabello... ha crecido mucho.
Bajé la mirada, nerviosa, mientras jugaba con un mechón de mi cabello que se había ondulado de pronto en las puntas.
-Igual que el tuyo -respondí, tratando de mantener el control de mi voz. -¿Te lo estás dejando crecer?
Hoseok dejó escapar una pequeña risa, ese sonido cálido y familiar que tanto había extrañado.
-¿Te gusta? -preguntó, inclinando ligeramente la cabeza, como si realmente necesitara mi aprobación.
Lo miré fijamente por un momento antes de asentir. Su cabello estaba más largo y algunos mechones rebeldes se habían colocado con delicadeza en su frente. Quice acercarme y peinarlos con mi mano pero me contuve.
-Creo que sí...
Él sonrió, una sonrisa suave pero llena de algo que no lograba descifrar. Luego miró hacia el salón detrás de nosotros, como si estuviera recordando dónde estábamos.
-Deberíamos ir adentro. Está demasiado frío aquí fuera.
No respondí de inmediato. Mi cuerpo quería moverse, seguirlo, pero mi mente estaba atrapada en sus palabras anteriores, en la manera en que me había mirado, como si todavía quedara algo entre nosotros.
-¿Aún te gusto, Sun-Hee? -preguntó de repente, su tono bajo pero directo.
El peso de su pregunta me golpeó como una ráfaga de viento helado. Lo miré, incapaz de responder de inmediato, pero mis ojos lo traicionaron. No podía mentirle, no después de todo lo que había sucedido entre nosotros, no después de la forma en que mi corazón había reaccionado al verlo esta noche.
En cuanto lo ví, volví a vivir. Su luz cálida entró de nuevo a mi corazón estático y frío.
-Hoseok... -comencé, mi voz temblorosa.
-No respondas si no quieres -interrumpió suavemente, alzando una mano como si quisiera tocar mi rostro -Solo quería saber si... si todavía queda algo.
La nieve seguía cayendo, acumulándose lentamente en el balcón y en nuestras cabezas, pero ni siquiera lo sentía. Todo lo que podía percibir era a él, parado frente a mí, esperando una respuesta que ni yo misma sabía si era capaz de dar.
Finalmente, respiré hondo y lo miré directamente a los ojos.
-Vamos adentro, Hoseok. Hace frío aquí.
Él asintió, aunque pude ver una pequeña sombra de decepción cruzar su rostro. Me ofreció su brazo, y esta vez, no dudé en tomarlo. Mientras caminábamos de regreso al salón, con la música y las luces volviendo a envolvernos, supe que esta conversación estaba lejos de terminar. Había demasiado que aún teníamos que decirnos, demasiadas heridas que aún necesitaban cerrarse.
Y aunque no sabía cómo terminaría todo, una cosa era segura: esta vez, no íbamos a huir.
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"Profundo,
Sí, creo que estoy yendo más profundo,
Sigo perdiendo la concentración,
Por favor, déjame ir,
Prefiero irme por mi propio camino,
Saltaré a ello,
Hacia lo más profundo que hay en mí
Me encontré a mí mismo." -J-Hope, Black Swan.
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