39

Aquel fue el último día que ví a J-Hope, Yoongi, Ji-Woo, Bang PD. A todos en general. Ni siquiera me llegué a despedir de los demás.

Después de salir del hospital, amablemente Yoongi me había ofrecido que el señor Lee me llevara a su casa dónde Jimin me recibiría con los brazos abiertos y cuidaría de nosotras pero me negué. Solo quería saber dónde había ido mi abuela a refugiarse. El señor Lee me llevó a su departamento, dónde de forma segura había mantenido a mi abuela de todo el desastre después de rescatarla.

El sonido de la puerta cerrándose tras de mí me hizo soltar el aire contenido. El señor Lee me miró brevemente antes de dejar sus llaves y dirigirnos a la sala de estar. Mi mente aún estaba atrapada en todo lo que había sucedido, pero algo dentro de mí también buscaba paz, un respiro después de tanto caos.

-Tu abuela está bien -dijo el señor Lee mientras caminábamos hacia la cocina. -Está en la habitación de huéspedes, descansando. Te está esperando.

Al escuchar eso, un peso pareció levantarse de mis hombros. Mi abuela. La persona que había estado ahí para mí, sin importar las dificultades. La única constante que tenía en mi vida. Mi corazón latía más rápido, y aunque mi mente aún estaba llena de confusión, todo lo que quería en ese momento era verla, abrazarla y asegurarme de que realmente estaba a salvo.

El señor Lee me condujo a la habitación, donde una luz tenue se filtraba desde adentro. La puerta estaba entreabierta, y al asomarme, la vi allí, sentada en la cama, sus ojos cansados pero aún llenos de esa sabiduría tranquila que siempre me había dado consuelo. De lejos parecía estar bien, no se veía herida o cansada. Parecía haberse despertado hace poco.

-Abuela... -susurré, mi voz quebrándose un poco.

Ella levantó la vista al oír mi voz, y en sus ojos vi una mezcla de alivio y tristeza. Se levantó lentamente de la cama y caminó hacia mí, con una agilidad que, a pesar de los años, aún mantenía.

-Mi niña... -dijo con voz suave, pero firme, abrazándome con esa calidez que siempre me había dado. -Estás bien. No sabes lo preocupada que estaba por no saber de ti. Solo te vi unos instantes en ese departamento del demonio. Todo estará bien ahora, ¿verdad?

La abracé con fuerza, como si al hacerlo pudiera borrar todo el dolor que había sentido. Mi abuela siempre había sido mi refugio, y ahora, después de todo lo que había sucedido, no había nada más que deseara que su presencia constante.

-Sí, abuela... -respondí, con lágrimas acumulándose en mis ojos. -Todo está bien. Ya nada nos va a hacer daño.

Me separé ligeramente para mirarla, sabiendo que aún quedaban algunas cosas por resolver de forma inmediata, pero también entendiendo que por fin estábamos a salvo. Ella sonrió, ese tipo de sonrisa que solo alguien con su sabiduría podía tener.

-Te vi irte con esos chicos... con Yoongi, J-Hope... y Bang PD. -Hizo una pausa, y su mirada se volvió seria. -Sé que no ha sido fácil, y que has tenido que tomar decisiones difíciles. Pero tienes que entender algo, Sun-Hee. La vida no siempre es tan sencilla como pensamos. No siempre podemos seguir lo que creemos que es correcto, y a veces tenemos que dejar ir lo que más amamos para seguir adelante.

Su voz me alcanzó profundamente, como si las palabras que me decía fueran un recordatorio de todo lo que había vivido. ¿Lo que más amaba? La amaba a ella, ahora estaba en mis brazos, pero también amaba a... J-Hope. Yoongi. Las personas que, a su manera, me habían dado momentos de felicidad, pero que también me habían arrastrado a una tormenta de caos.

-Sé que lo que hice fue lo mejor para los dos, para J-Hope y para mí... -murmuré, con la voz aún temblorosa. -Pero, a veces, me pregunto si tomé la decisión correcta.

Mi abuela me miró fijamente, y por un momento, no dijo nada. Solo tomó mi mano, como si en ese gesto estuviera intentando transmitirme todo el amor y la sabiduría que tenía para dar. Sabía que no me entendía del todo.

-Solo tú sabes lo que es mejor para ti, Sun-Hee. Y aunque la vida no siempre es justa, debes ser fiel a lo que sientes. No te castigues por lo que decidiste hacer. Todo tiene un propósito, aunque no siempre lo entendamos en el momento.

Al escuchar sus palabras, sentí que algo dentro de mí empezaba a calmarse. Tal vez, por fin, podía comenzar a dejar ir parte del dolor. Tal vez, podía empezar a sanar. Tal vez...

-Te quiero mucho, abuela. -Le susurré, abrazándola nuevamente.

-Yo también te quiero, mi niña. Y siempre estaré aquí, para lo que necesites.

Con esas palabras, algo dentro de mí se rompió, pero también se reconstruyó. Sabía que el camino por delante no iba a ser fácil, pero al menos no estaría sola.

Después de asegurarme de que mi abuela estaba bien, la preocupación por todo lo sucedido seguía rondando mi mente. Lo que más me inquietaba era lo que le había dicho Lola, o mejor dicho, qué conversación había tenido con ella que la había convencido de ir hasta su departamento. Mi abuela, con su sabiduría y fortaleza, no era alguien fácil de manipular, pero la manera en que Lola logró influirla me hacía preguntarme si realmente había alguna explicación detrás de su decisión.

¿Le habría inventado algo sobre mí? ¿Había dicho algo que lograra crear una duda en su mente, algo que la hiciera sentir que debía ir con ella por su propio bien? Sabía que Lola era astuta, pero también sabía que mi abuela nunca tomaría decisiones precipitadas sin antes escuchar y reflexionar. Sin embargo, lo que más me atormentaba era la posibilidad de que Lola hubiera actuado con tal astucia que mi abuela, sin darse cuenta, hubiera caído en su trampa.

Otra idea que rondaba mi cabeza era la posibilidad de que Lola no hubiera convencido a mi abuela con palabras, sino que simplemente la había interceptado en el aeropuerto, llevándola contra su voluntad, sin darle tiempo para reaccionar. No era algo que me gustara pensar, pero dada la naturaleza de Lola y todo lo que había hecho hasta ahora, no podía descartar esa posibilidad.

Miré a mi abuela, que seguía descansando tranquila en la orilla de la cama, ajena a todo lo que había pasado. ¿Por qué se había dejado llevar? ¿Qué le había dicho Lola para hacerla ceder? Mi mente seguía dando vueltas, buscando respuestas que no llegaban.

Lo que más me preocupaba era que, aunque mi abuela estuviera a salvo ahora, aún había muchas piezas del rompecabezas que no encajaban. Sabía que debía investigar más a fondo, descubrir qué había sucedido realmente entre ellas, porque solo entonces podría entender lo que había pasado y, quizás, evitar que algo similar volviera a ocurrir en el futuro.

-¿Por qué no te subiste al avión abuela? ¿Qué te dijo Lola para que fueras a su departamento?

Ella me prestó atención y sonrió. Tardó un momento en contestarme.

-Esa mujer manipula muy bien, solo me dijo que te habías puesto enferma y que querías verme con urgencia. En el fondo sabía que era mentira. Pero aún así fui porque no sabía si estabas bien.

-Sabes si Lola contestó una llamada diciendo algo cómo "Me alegro que hayas aceptado la propuesta" ¿Sabes algo al respecto? ¿Escuchaste algo más sobre eso?

Mi abuela me miró extrañada pero se concentró en recordar.

-Cuando llegué a su departamento supe que no estabas ahí, así que le dije que qué pretendía al llevarme con engaños. A lo que ella respondió que tenía que SÍ o SÍ firmar lo de la herencia. Me dió unos minutos para pensar. Minutos en los cuales se fue a la cocina y la escuché llamarle a alguien. Así que me levanté y fui a escucharla. No recuerdo del todo la conversación pero con la primera persona le hacía entender que me tenía secuestrada y que si no le daba una parte de sus acciones a ella, lo haría responsable de todo lo que me pasara. Que tenía los minutos contados. Me asusté obviamente pero continúe escuchando. E hizo otra llamada casi seguida de esa primera. En la segunda llamada y con voz mas delicada le decía a la persona que si no la hacía CEO de la compañía, iba a revelar documentos y videos...

-Entonces...

Me levanté de golpe de la cama. Corrí a buscar al señor Lee, estaba justo en la pequeña cocina, preparando unos bocadillos para todos.

-Señor Lee, Lola chantajeó al Señor Bang PD y a J-Hope...

El señor Lee me miró de reojo, por su expresión parecía que ya lo sabía.

-Me lo acaban de confirmar mis fuentes. Sabes que es lo peor... Que ahora estamos en riesgo y no por Lola si no por...

-Bang PD. -concluí.

-¿Y qué nos recomienda hacer señor?

Mi abuela entró a la cocina y se situó a mi lado. Tomándome de la mano con fuerza.

-Ya les reservé unos boletos de avión, el primer vuelo que esté disponible para llevarlas hasta América.

-¿Llevarnos?

-Así es Sun-Hee, no puedo permitirme dejarlas irse solas a América. No sabemos quién ahora las quiera interceparar si los conocidos de Lola o los allegados del señor Bang Si-hyuk. Ambos estan detrás de las dos.

-¿Pero como justificara su trabajo? ¿No sospecharan que no estará por muchas horas?

-No se preocupe por eso. Lo tengo resuelto. Así que les pediré que después de comer esto, hagan sus maletas. Y también me entreguén sus teléfonos, les cambiaré el tarjeta SIM para que no sean rastreadas o molestadas con amenazas de ahora en adelante.

-Pero mis malestas están en la casa de Hoseok y las de mi abuela...

Le extendí mi teléfono y mi abuela hizo lo mismo.

-Estan de camino a América lo más seguro mi niña, no tuve tiempo de bajarlas porque fueron documentadas.

-¿Quiere ir a la casa de los Jung por ellas o las mando a traer, Señorita? -me preguntó el señor Lee.

Me mordí los labios, una parte de mi quería despedirse bien de los señores Jung pero otra parte de mí sabía que quizás a estas horas tal vez me aborrecían por lo que le había hecho a su hijo.

-Mandelas traer señor Lee.

Él asintió y salió de la cocina para hacer las llamadas necesarias.

━━━━━━━━・☼・━━━━━━━━

El vuelo fue silencioso, con una calma que parecía demasiado perfecta para todo lo que había sucedido. Mi abuela estaba sentada a mi lado, dormida casi todo el tiempo, su rostro relajado en el asiento, como si pudiera ya estar tranquila por nuestras vidas y era verdad. Aunque yo estaba a muchos pies de altura mi corazón y pensamientos estaban en otro lugar. Y no podía dejar de pensar. Pensar en lo que había dejado atrás, en lo que estaba por venir, y en lo que aún me atormentaba: las personas a las que había lastimado, las decisiones que había tomado, y lo que más me dolía: Jung Hoseok.

Sentí un nudo en el estómago cada vez que pensaba en él. Me preguntaba si habría entendido lo que hice, si alguna parte de él me odiaba, si alguna vez me perdonaría. Los recuerdos de su mirada confundida, sus palabras, y esa promesa rota seguían atormentándome. Pero también sabía que había hecho lo correcto, que había tenido que dejarlo ir para salvarnos a los dos. Aun así, el dolor seguía ahí, como un eco constante en mi mente.

El vuelo avanzaba, y el sonido suave de los motores me adormeció. Cerré los ojos por un momento, solo para abrirlos después de un rato, sorprendida de que el tiempo había pasado tan rápido. Fuimos de una escala a otra, momentos en los cuales ni me percaté lo que hacía, donde estábamos o que día o hora era. Me consumí en un ensueño en un intento por olvidar mi corazón roto.

La luz del sol comenzaba a colarse por la ventana, iluminando el interior del avión con un resplandor tenue y cálido. Vi que mi abuela despertaba, sus ojos se entreabrían lentamente, y me miró con una sonrisa suave.

-¿Ya estamos llegando? -me preguntó con voz dormida, como si no hubiera pasado nada en el mundo que pudiera alterar su serenidad.

Asentí, sintiéndome ligeramente más tranquila al ver que ella, al menos, parecía en paz. La idea de estar a su lado me ofrecía consuelo.

Al mirar por la ventana, vi las primeras señales de la tierra firme que se acercaba. Montañas lejanas, costas que se asomaban a lo lejos, y el vasto océano de debajo. Todo parecía tan inmenso, tan lejano, como si estuviéramos dejando atrás un mundo entero para comenzar algo nuevo.

El sonido de los anuncios del piloto nos despertó de nuestro silencio compartido.

-Atención, pasajeros, nos acercamos al aeropuerto. Por favor, asegúrense de que sus cinturones estén abrochados y sus pertenencias guardadas, ya que nos preparamos para aterrizar.

El avión tocó tierra con una suavidad que me hizo soltar un suspiro de alivio. Miré a mi abuela, quien ya estaba de pie, recogiendo sus pertenencias con una calma que no dejaba de asombrarme.

-Es hora de empezar de nuevo, Sun-Hee. -dijo, sin mirarme, pero con una seguridad que solo ella podía transmitir.

Asentí, sabiendo que no había marcha atrás. Lo que quedaba por delante solo dependía de nosotros.

Nos dirigimos a la salida del avión con pasos tranquilos, pero firmes, como si el hecho de estar en otro continente, lejos de todo lo que habíamos dejado atrás, fuera nuestra forma de renacer. Como si poniendo tierra de por medio me haría olvidarlo, me haría dejar de amarlo.

━━━━━━━━・☼・━━━━━━━━

Los días seguían su curso, pero yo me sentía atrapada en una espiral de emociones de la que no podía escapar. Las palabras de mi abuela, aunque sabias, no lograban calar en mi corazón roto. Comía lo justo para no preocuparla, pero el vacío en mi interior no podía llenarse con comida, ni con las distracciones que intentaba forzarme a tener.

Por las noches, los sueños seguían atormentándome. En ellos, él me sonreía, me hablaba con esa calidez que siempre había tenido, y me hacía sentir como si todo estuviera bien otra vez. Pero al despertar, la cruda realidad me golpeaba como un balde de agua fría. Ya no estaba en Corea. Ya no estaba con él. Y nunca más lo estaría.

Una mañana, mientras estaba sentada frente a la ventana de la sala, mi abuela se acercó con una taza de té caliente. La dejó sobre la mesa y se sentó a mi lado, en silencio. Ella siempre sabía cuándo hablar y cuándo simplemente estar ahí.

-Sun-Hee -comenzó después de un rato-, sé que tu corazón está roto. Y sé que sientes que nunca sanará, pero tienes que confiar en que, con el tiempo, las cosas mejorarán.

Me quedé mirando por la ventana, observando cómo las hojas de los árboles se movían con el viento. Quería creerle, pero en ese momento, parecía imposible.

-No lo sé, abuela... -murmuré, bajando la vista. -Siento que una parte de mí se quedó allá, con él. Y sin esa parte, no sé cómo seguir adelante.

Ella tomó mi mano entre las suyas, su piel cálida y suave, como siempre lo había sido.

-A veces, cuando dejamos algo atrás, sentimos que nos quedamos incompletos. Pero la verdad es que lo que realmente importa siempre está contigo, aquí. -Tocó suavemente mi pecho, justo sobre mi corazón. -Jung Hoseok será una parte de ti, siempre. Pero no necesitas quedarte atrapada en el dolor. Puedes recordarlo con amor, no con tristeza.

Quise responder, pero las palabras no salieron. En cambio, un nudo se formó en mi garganta y las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas. Mi abuela simplemente me abrazó, dejando que llorara en su hombro.

Después de ese día, intenté seguir sus consejos. Salía a caminar por las mañanas, intentando distraerme con el mundo a mi alrededor. Miraba los parques llenos de niños jugando, las parejas caminando de la mano, y las familias disfrutando de sus días. Pero nada lograba llenar el vacío.

Una tarde, mientras revisaba mi correo electrónico, encontré algo que me dejó paralizada. Era un mensaje de Yoongi. Mi corazón comenzó a latir con fuerza mientras hacía clic para abrirlo.

"Sun-Hee,

No sé si este mensaje llegará a ti, pero tenía que intentarlo. Encontré tu correo electrónico gracias a qué le insistí demasiado al señor Lee. Al parecer ya te haz ido de Corea. No dejo de pensar en los acontecimientos que te alejaron de aquí y también en mi hermano, J-Hope. Hoseok no ha sido el mismo desde que te fuiste. Ha estado distante, callado, y no deja de preguntar por ti. Si no fuera por su trabajo creo que jamás saldría de su habitación. Se la pasa la mayor parte del tiempo en su casa y se rehúsa a venir a la oficina.

Sé que tomaste una decisión llendote de aquí, y no quiero cuestionarte, pero quería que supieras que él todavía te extraña. Todos lo hacemos.

Sin más que decir, cuídate.

M.Y."

Leí el mensaje una y otra vez, mis manos temblando mientras sostenían el mouse. Sentí una mezcla de emociones: tristeza, alivio, culpa, y algo más que no podía describir. Saber que él también sufría me desgarraba, pero al mismo tiempo, una pequeña parte de mí se sentía menos sola en mi dolor.

Respiré hondo, cerré el correo y apagué la computadora. No podía permitirme responder, no ahora. Tenía que encontrar la forma de reconstruirme antes de enfrentar cualquier cosa que viniera de Corea. Mi corazón aún estaba demasiado frágil.

Mi abuela entró en la habitación en ese momento, notando mi expresión.

-¿Todo bien, querida?

-Sí, abuela... -mentí, aunque mi voz me traicionó. -Todo está bien.

Ella me miró con esa mirada que lo veía todo, pero decidió no insistir.

Y así, un día más pasaba, llevándome un paso más cerca de sanar, aunque el camino todavía parecía interminable.

Y ese fue el último intercambio que hice con alguno de los chicos. Lo único que sabía de ellos era por mi abuela, que prácticamente se la pasaba al pendiente del grupo y de la empresa por medio de la prensa o las mismas fans. Cosa que antes hubiera sido demasiado extraño y tema de conversación para rato.

Yo evité todo ese mundo, incluso entrar a mi habitación no era fácil. Tenía planeado juntar dinero en algún trabajo de medio tiempo antes de entrar a clases para así poder remodelar mi habitación. Quitar pósters, peluches y todo lo relacionado con BTS. Cuando entraba en mi habitación normalmente veía sin mirar. Sabía que las cosas y su rostro estaba ahí pegado en algún poster, solo entraba y salía en el día y en las noches apagaba las luces, me cubría con las cobijas e ignoraba todo eso. No era sencillo pero era lo que podía hacer por el momento.

Los días transcurrían lentamente, pero con cada uno de ellos parecía más evidente que aún llevaba un peso enorme en mi corazón. Intentaba concentrarme en las tareas diarias, en ayudar a mi abuela en su pequeño huerto y en buscar algún empleo de medio tiempo para comenzar a juntar dinero. Mi plan de remodelar mi habitación era una forma de empezar de nuevo, de borrar un capítulo de mi vida que, aunque lleno de buenos momentos, ahora dolía demasiado.

Había encontrado algunos lugares que buscaban empleados, pero ninguno parecía adecuado. Sin embargo, no iba a rendirme. Necesitaba ocupar mi tiempo, mantener mi mente lejos de todo lo que había dejado en Corea. Más que nada, necesitaba probarme que podía seguir adelante, aunque todavía sentía que una parte de mí estaba atrapada allá.

Una tarde, mientras limpiaba la sala, mi abuela apareció con su expresión serena pero firme, como si hubiera estado reflexionando algo importante.

-Sun-Hee -dijo, sentándose en el sillón-. No quiero presionarte, pero creo que sería bueno que enfrentaras lo que has dejado atrás.

Dejé de aspirar la alfombra y me quedé mirándola. Sabía a lo que se refería, pero no estaba lista para esa conversación.

-Abuela, estoy haciendo lo mejor que puedo -respondí, tratando de sonar segura.

Ella suspiró y me miró con esa paciencia infinita que siempre parecía tener.

-Lo sé, mi niña. Pero ignorar las cosas no las hará desaparecer. Esa habitación, esos recuerdos... son parte de ti. Puedes intentar esconderte de ellos, pero seguirán ahí hasta que los enfrentes. ¿Crees que no me doy cuenta que tienes a tu habitación en el olvido? ¿Crees que no me doy cuenta como evades hablar de él? ¿De ellos? Ni siquiera puedes entrar a una habitación con la televisión encendida porque sales despavorida.

Sus palabras me golpearon como un balde de agua fría. Sabía que tenía razón, pero también sabía que no sería fácil. Decidí no responderle y volví a concentrarme en la limpieza, aunque las palabras de mi abuela se quedaron dando vueltas en mi cabeza.

Esa noche, mientras intentaba dormir, me encontré mirando fijamente el techo. La luz tenue de la luna se colaba por las cortinas, iluminando los bordes de los pósters en la pared. No quería levantarme ni mirar, pero sentía su presencia constante, como un recordatorio de todo lo que intentaba olvidar.

Finalmente, suspiré y me senté en la cama. Encendí la lámpara de noche y dejé que mis ojos recorrieran la habitación. Era la primera vez que realmente miraba los pósters desde que había regresado. Sus rostros estaban ahí, sonriendo, felices, congelados en un momento que parecía tan distante ahora. En su realidad de idols.

Me levanté y caminé hacia la pared donde estaba el póster de Hoseok. Mi mano tembló al levantarla, pero finalmente la apoyé sobre su rostro. Sentí un nudo en la garganta, y antes de que pudiera detenerme, las lágrimas comenzaron a caer.

-Lo siento... -susurré, aunque sabía que él no podía oírme.

No sabía cuánto tiempo pasé ahí, pero cuando finalmente me calmé, algo dentro de mí cambió. Esa noche, mientras intentaba dormir, tomé la decisión. No quería deshacerme de mis cosas, no estaba lista para ese paso, pero podía cambiar mi entorno. Al día siguiente, comenzaría a mudarme a la habitación de invitados.

━━━━━━━━・☼・━━━━━━━━

A la mañana siguiente, después de tomar una taza de té con mi abuela, subí a mi habitación con una maleta vacía. La sensación de cruzar esa puerta era extraña, como si estuviera entrando en un lugar que ya no me pertenecía.

Abrí el armario y comencé a sacar mi ropa. Cada prenda que metía en la maleta parecía pesar más que la anterior, cargada de recuerdos y emociones. No miré los pósters ni los peluches; no estaba lista para enfrentarlos. Simplemente me concentré en lo que podía mover: mi ropa, mis libros, mis cosas personales.

Cuando terminé, la habitación de invitados estaba llena de mis pertenencias. No era tan acogedora como mi antigua habitación, pero al menos me sentía más ligera. Cerré la puerta de mi antigua habitación con llave y me quedé un momento frente a ella, mirando la puerta como si fuera una barrera entre mi pasado y mi presente.

-Por ahora, esto es lo mejor -me dije en voz baja, intentando convencerme de que estaba tomando la decisión correcta.

Mi abuela pasó por el pasillo y me encontró allí, de pie, con las llaves en la mano.

-Hiciste bien, Sun-Hee -dijo con una sonrisa tranquila. -No tienes que forzarte a enfrentar todo de golpe. Todo a su tiempo.

Asentí y guardé las llaves en un cajón de la nueva habitación. Me prometí que no entraría a mi antigua habitación hasta que estuviera lista. Quizás tomaría semanas, meses, o tal vez años. No lo sabía, pero al menos había dado un paso hacia adelante.

Esa noche, al acostarme en la cama nueva, sentí una extraña mezcla de nostalgia y alivio. Aunque la habitación estaba fría y poco familiar, por primera vez en mucho tiempo, sentí que podía respirar.

Una tarde, mientras estaba sentada en la pequeña mesa del comedor con mi abuela, revisando algunos documentos de la universidad, llegó un correo inesperado. Era de Yoongi. Mi corazón dio un vuelco al ver su nombre en la bandeja de entrada.

Tomé aire y abrí el mensaje, intentando mantener la calma.

"De: Min Yoongi

Para: Sun-Hee

Asunto: Nos vemos pronto...

Hola, Sun-Hee,

Espero que este correo te encuentre bien. No sé si realmente leiste mi único correo que te envié hace días, y respeto el espacio que has tomado. No ha sido fácil para ninguno de nosotros, y quiero que sepas que no estoy aquí para presionarte ni para remover heridas que aún no han sanado.

Sin embargo, hay algo que quiero proponerte. En unos días, viajaré a América como invitado de honor de una marca reconocida. Habrá una fiesta de presentación en Nueva York, y aunque sé que quizás no sea lo que esperabas escuchar de mí, me encantaría que vinieras.

No tienes que decidir de inmediato ni sentirte obligada. Solo pensé que, estando en el mismo continente, sería una buena oportunidad para verte, aunque sea para hablar y ponernos al día.

La invitación está abierta, y si decides venir, por favor avísame. Te enviaré los detalles de la fiesta y te ayudaré con lo que necesites.

Cuídate mucho,

Yoongi."

El correo era breve pero directo, lleno de esa tranquilidad que siempre había caracterizado a Yoongi. Mi mente comenzó a divagar. ¿Debería ir? La idea de verlo me emocionaba y aterraba al mismo tiempo. Parte de mí sentía curiosidad, pero otra parte aún no estaba segura de si estaba lista para enfrentar cualquier cosa que pudiera salir de ese encuentro.

Mi abuela notó mi expresión y, con su característico tacto, preguntó:

-¿Algo interesante?

-Es Yoongi -admití con un suspiro, girando la pantalla para mostrarle el correo.

Ella lo leyó en silencio, y cuando terminó, me miró con una sonrisa suave.

-Quizás deberías considerarlo. No parece tener malas intenciones, Sun-Hee. Además podrías distraerte un momento y divertirte.

Me quedé pensando en sus palabras. Tal vez tenía razón. Después de todo solo era ponerse al día. Quizás eso era lo que necesitaba para tranquilizar a mi corazón.

Me levanté de la mesa y fui a mi habitación. Tomé mi laptop y comencé a escribir una respuesta.

"De: Sun-Hee

Para: Min Yoongi

Asunto: Re: Nos vemos pronto

Hola, Yoongi,

Gracias por tu correo y por la invitación. Honestamente, me tomó por sorpresa este y el primer correo (el cual si leí pero estaba algo ocupada y se me olvidó responder).

No te voy a mentir, he pensado mucho en todo lo que sucedió, y aunque no ha sido fácil, creo que sería bueno verte. Si aún tienes los detalles de la fiesta, mándamelos. Haré mi mejor esfuerzo por ir.

Gracias por ser tan considerado. Espero que podamos hablar pronto.

Cuídate,

Sun-Hee."

Presioné "enviar" antes de que pudiera arrepentirme. La sensación de haber tomado una decisión era extraña, pero al mismo tiempo, liberadora. Lo único que quedaba ahora era esperar su respuesta y decidir cómo manejar lo que estaba por venir.

━━━━━━━━・☼・━━━━━━━━

"Todo se detuvo, parecemos un semáforo en rojo, detente,
Las palabras se acabaron, las lágrimas y los puntos finales,
No estoy bien, repito esta negación,
Si pudiera recitar mi corazón,
Esto es una rabieta y una brisa,
Mi amor interminable y una persona,
Tú.

El amor es doloroso y doloroso, sí,
La separación es dolorosa y aún más dolorosa, parece,
Si no estás, siento que no puedo seguir adelante,
Ámame, ámame
Vuelve a mis brazos..." -J-hope, Outro: Love Is Not Over.

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