36
El hospital estaba envuelto en un aire de urgencia, con luces parpadeando y voces mezcladas en un caos controlado. Me quedé sentada en la sala de espera, incapaz de moverme, incapaz de pensar en otra cosa que no fuera Jung Hoseok. El frío del lugar contrastaba con la calidez desesperada de mi corazón, que latía con un ritmo desbocado.
El señor Lee caminaba de un lado a otro, lanzando miradas al reloj en la pared como si pudiera obligar al tiempo a moverse más rápido. Cada segundo que pasaba era un recordatorio cruel de lo delicado de la situación.
De repente, la puerta se abrió, y una doctora salió con una expresión grave, pero no derrotada. Me levanté de golpe, ignorando el dolor en mi pierna y las costillas. La ansiedad me atenazaba.
-¿Cómo está? -pregunté, mi voz casi ahogada.
La doctora suspiró antes de hablar. -Logramos estabilizarlo. La hemorragia por el roce de la bala fue grave, pero llegó justo a tiempo. Sin embargo, necesitará cirugía para reparar el leve daño interno. Será una operación delicada, pero hay esperanzas.
Mis piernas flaquearon, y el señor Lee me sostuvo antes de que pudiera caer. Las palabras de la doctora eran un pequeño rayo de luz en la tormenta que me envolvía.
-¿Puedo verlo? -insistí, sin poder contenerme.
La doctora dudó un momento antes de asentir. -Unos minutos. Está en cuidados intensivos y necesita descansar.
El señor Lee me acompañó hasta la habitación. Al entrar, lo vi: Hoseok estaba pálido, conectado a máquinas que monitoreaban cada uno de sus signos vitales. Su pecho subía y bajaba lentamente, como si el simple acto de respirar fuera una batalla. Me acerqué a su lado y tomé su mano con cuidado.
-Estoy aquí, mi amor. -Mi voz temblaba, pero las palabras eran firmes. -Siempre estaré aquí.
El señor Lee se quedó cerca de la puerta, dándonos un poco de privacidad. Cerré los ojos y apoyé mi frente contra la mano de Hoseok, dejando que las lágrimas que había estado reteniendo finalmente cayeran. Cada gota era un recordatorio de lo mucho que me importaba, de lo mucho que significaba para mí.
A mi mente vino el sueño de hace varias noches atrás. Mis manos bañadas de líquido carmesí, su cuerpo inerte tirado en la nieve blanca...
-Tienes que luchar, ¿me oyes? -susurré, aunque sabía que no podía responderme. -No puedes dejarme sola otra vez. No puedes rendirte ¿Qué le diré a tu familia? ¿A los chicos? ¿A Army?
La máquina que marcaba su ritmo cardíaco siguió su cadencia constante, como si me respondiera en su lugar. Estaba luchando. Lo sabía.
De repente, sentí una mano sobre mi hombro. Era el señor Lee.
-Sun-Hee, necesitas descansar. No le servirás de nada si te desplomas aquí. Vamos, yo te acompañaré.
Quise protestar, pero sabía que tenía razón. Dejé que me guiara fuera de la habitación, echando una última mirada a Hoseok antes de que la puerta se cerrara tras de mí.
-¿Cree que estará bien? -pregunté en un susurro, más para mí misma que para él.
El señor Lee me miró con una mezcla de confianza y compasión. -Es un luchador, como tú. Saldrá de esta, lo sé.
Me aferré a esas palabras como si fueran una tabla en medio de un océano. Porque, al final del día, la esperanza era lo único que tenía.
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Mientras me sentaba en la sala de espera del hospital, los engranajes de mi mente comenzaron a girar rápidamente. Había algo profundamente inquietante en cómo todo había sucedido. Mi abuela, siempre tan cuidadosa, jamás habría terminado en una situación como esa por accidente. Lola, Kim Ha-Eun, había tejido una red perfecta, y ahora todas las piezas comenzaban a encajar.
Apreté mis puños mientras recordaba las palabras que el señor Lee me había susurrado antes de que Hoseok fuera llevado al quirófano. "Lola estaba detrás de esto. La policía ya está tras ella, pero es peligrosa. Necesitamos estar un paso adelante."
Mi abuela, Kim Mi-Sue, había confiado en el amor que sentía por mí, en su instinto protector, y Lola lo había usado en su contra. Según el informe que Lee me había mostrado, había intentado forzarla a firmar un documento falso, que esencialmente me declaraba incompetente. Eso no solo me habría dejado indefensa, sino que también habría permitido que Lola tuviera acceso total al control de los bienes y decisiones de mi padre.
El propósito de Lola estaba claro: aniquilar cualquier posibilidad de que yo pudiera tomar represalias. Quería destruirme, no solo físicamente, sino también emocionalmente, despojándome de mi autonomía y mi identidad.
Me levanté de mi asiento, ignorando el dolor que aún palpitaba en mi pierna. Tenía que hacer algo. No podía quedarme ahí, esperando a que ella hiciera su próximo movimiento. Sentí los ojos del señor Lee sobre mí mientras me dirigía hacia la salida.
-¿A dónde va? -preguntó, alcanzándome rápidamente.
-A buscar respuestas. -Mi voz estaba cargada de determinación. -No voy a permitir que Lola siga lastimando a las personas que amo.
-Sun-Hee, necesitas pensar con claridad. Esto no es algo que puedas enfrentar sola. -Su tono era severo, pero también había una nota de preocupación en sus palabras.
Me detuve y lo miré fijamente. -¿Y qué sugiere? ¿Que me siente aquí y espere a que ella vuelva a atacar? Porque eso no va a pasar, señor Lee. No otra vez.
Él suspiró, claramente debatiéndose entre detenerme o apoyarme. Finalmente, asintió. -De acuerdo, pero iremos juntos. Tengo contactos que podrían ayudarnos a rastrear a Lola. Si quieres enfrentarte a ella, lo harás, pero bajo mis términos.
Asentí, sabiendo que no tenía tiempo para discutir. -Está bien, pero tenemos que empezar ahora. Cada minuto que pasa, ella podría estar planeando su siguiente jugada.
Mientras nos dirigíamos hacia el auto del señor Lee, no podía evitar pensar en todo lo que había perdido por culpa de Lola. Mi familia estaba rota, Hoseok estaba luchando por su vida, y mi abuela había sufrido una experiencia que probablemente dejaría cicatrices tanto físicas como emocionales.
Pero algo dentro de mí ardía con una intensidad renovada. Esto no era solo acerca de protegerme a mí misma. Era por mi abuela, por Hoseok, por la familia de Hoseok, por mi padre. Era hora de tomar el control y ponerle fin a la pesadilla que Lola había desatado.
Subí al auto, mi mente ya trabajando en lo que vendría después. Podía sentir el peso de la mirada del señor Lee mientras arrancaba el motor.
-Sun-Hee, pase lo que pase, no olvides esto: no estás sola. Vamos a detenerla, juntos.
Por primera vez en mucho tiempo, sentí una chispa de esperanza en medio de la oscuridad. Lola podía ser astuta, peligrosa y despiadada, pero yo también tenía algo que ella no tenía: un propósito por el cual luchar. Y no pensaba rendirme hasta que todo estuviera en su lugar otra vez.
-¿Y ahora? -preguntó, su voz grave y cargada de preocupación. -Lola sabe que la enfrentasmo pero logró escapar en cuanto le abrimos fuego para rescatar a tu abuela. Ella citó al joven Jung con alguna clase de chantaje, algún tipo de moneda de cambio, era tu abuela por hoseok. Si ya no está en el departamento, ¿a dónde crees que pudo haber ido?
Su pregunta me atravesó como un rayo. Había asumido que el peligro inmediato había pasado, pero me enfrentaba a una verdad aún más cruda: Lola no iba a detenerse. Si no lograba lo que quería esta vez, volvería a intentarlo, y la próxima vez podría ser peor.
Pensé en el departamento, en sus conexiones, en lo meticulosa que era para cubrir sus rastros. Pocos lugares posibles cruzaron por mi mente, no tenía el conocimiento de donde estaban los demás lugares o inclusive propiedades de mi padre. El supuesto notario que fue al departamento de Lola había mencionado ranchos y propiedades esparcidas en el país y en el extranjero pero jamás específicó su ubicación exacta... pero de pronto uno resaltó con más fuerza que los demás.
-Tiene que haber ido a uno de sus refugios -murmuré, intentando ordenar mis pensamientos. - El departamento era demasiado expuesto. Necesita un lugar donde pueda reagruparse y planear su próximo movimiento.
El señor Lee asintió lentamente, procesando mis palabras.
-¿Sabes de algún lugar donde podría esconderse? -preguntó.
Cerré los ojos por un instante, buscando en mi memoria. Lola era astuta, siempre moviéndose para evitar ser localizada.
-Mencionaron propiedades dentro del país y un tipo rancho a las afueras de Seúl. Pero es todo lo que tengo.
Entonces, otro pensamiento cruzó por mi mente. El bar. Ese lugar lúgubre donde me había dejado aquella noche, un lugar que había sido testigo de como Hoseok y yo escapamos de las garras de Lola. Tal vez, después de todo lo ocurrido, habría regresado allí para reagruparse o quizás para esconderse por algún tiempo, no lo creía posible pero no perdiamos nada con intentarlo.
-Ese bar... donde me dejó la última vez. Era más que un simple escondite. Podría ser su base -murmuré, y el señor Lee frunció el ceño, reflexionando.
-Si es tan importante para ella, podría estar ahí ahora. Pero no podemos ir sin estar preparados. No estará sola ni desprotegida. La última vez que estuvimos ahí y peinamos el lugar al parecer no había ya nada más que buscar. Pero podría ser, pudo haber regresado...
El miedo se entremezclaba con mi determinación. Sabía que enfrentarla en ese lugar significaba entrar directamente en su terreno.
-Si está ahí, esta es nuestra oportunidad de acabar con esto de una vez por todas -dije, mi voz más segura de lo que me sentía. -Pero necesitamos un plan.
El señor Lee asintió, sacando su teléfono y haciendo una llamada rápida. Al colgar, su expresión se endureció.
-He contactado a algunos hombres de confianza, son ajenos a la compañía pero nos brindarán protección y estarán ahí ocultos por cualquier cosa. Nos encontraremos cerca del lugar. Pero, Sun-Hee... si ella está ahí, esta podría ser nuestra única oportunidad para atraparla. Tienes que estar segura de que estás lista para esto.
Mis pensamientos volvieron a Hoseok, a mi abuela, a todo lo que estaba en juego. Tragué saliva, dejando que la determinación reemplazara al miedo.
-Estoy lista. No importa lo que pase, voy a detenerla.
Mientras seguía al señor Lee hacia la salida, otro pensamiento me golpeó como un rayo: Hybe. Si Lola necesitaba un lugar con recursos y aliados, donde pudiera manipular la narrativa a su favor, no había mejor opción. Mi pecho se apretó al recordar algo más: los videos.
-... Los vídeos... -susurré para mí.
Aquellas grabaciones de Hoseok y yo, pruebas de un momento privado que jamás debieron caer en sus manos. Podrían ser su cuartada. Amenazar y atrincherarse ahí.
El señor Lee debió notar algo en mi expresión porque su mirada se afiló.
-¿Qué videos? -preguntó, su voz baja pero firme.
Mi corazón se detuvo un instante. No había querido mencionar eso, mucho menos a él. Pero no podía mentir ahora.
-Es algo que Lola tiene. Pruebas que podría usar para manipularnos. -Evité su mirada, mi voz temblando levemente. -No quería mencionarlo porque no sé cuánto daño podría causar... Creo que ella podría estar en Hybe. Usar la compañía como escudo.
Su expresión se endureció aún más, pero asintió.
-Eso hace que sea aún más urgente. Si está en Hybe, no podemos permitir que use esa información contra nosotros. Necesitamos un plan y apoyo interno.
Asentí lentamente, sintiendo el peso de todo lo que estaba en juego. No había margen para errores. Respiré hondo.
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-Entonces debemos actuar rápido -dijo el señor Lee, encendiendo el motor. Su tono era cortante, profesional, pero había un destello de algo más en su mirada: empatía. -Si Lola está usando Hybe como refugio, es probable que tenga aliados dentro. Eso complica las cosas. Necesitaremos discreción.
Me mordí el labio, mi mente trabajando a toda velocidad. Hybe no solo era una compañía enorme, sino también un lugar lleno de conexiones personales. Hoseok, los chicos de BTS, incluso algunos empleados... Todos podían estar en riesgo si Lola estaba allí.
-Tengo que entrar -dije de repente, sorprendiendo incluso a mí misma.
El señor Lee giró la cabeza hacia mí, frunciendo el ceño. -¿Entrar? Sun-Hee, eso es demasiado peligroso. No sabemos qué tan profundo está infiltrada.
-Precisamente por eso tengo que hacerlo. Si Lola está ahí, podría moverme sin levantar sospechas y retenerla lo suficiente para que ustedes lleguen con la policía y la arresten -Mi voz era firme, aunque una parte de mí temblaba ante la idea.
Lee suspiró, claramente no convencido. -Si entras, lo harás con respaldo. Y no me refiero solo a mí. Necesitamos a alguien de adentro, alguien que pueda vigilarte mientras estás ahí.
Pensé en los contactos de Hoseok, en los amigos que aún confiaban en él y en mí a pesar de todo. Una persona vino a mi mente casi de inmediato: Suga. Él siempre había sido el más perceptivo, el más dispuesto a arriesgarse por sus seres queridos.
-Suga. Él puede ayudarnos. Confía en Hoseok, y sé que me escuchará -dije, mi decisión tomando forma.
El señor Lee negaba lentamente. -Está bien. Pero primero debemos confirmar si Lola realmente está ahí. No quiero ponerte en peligro innecesariamente y también al joven Min.
-Es muy probable que Suga esté ahí, incluso pudo haberse topado con ella. Espero que no pero si así es, él lo sabrá.
Mientras conducíamos, el peso de todo lo que estaba en juego me aplastaba el pecho. Miré por la ventana, viendo cómo las luces de la ciudad se desdibujaban. Sabía que esta decisión era peligrosa, pero no podía quedarme al margen. Todo lo que amaba estaba en riesgo, y no pensaba retroceder.
-Llamaré a Suga -dije, sacando mi teléfono. El señor Lee me miró de reojo pero no dijo nada.
Mientras marcaba su número, recé en silencio para que atendiera. La línea sonó dos veces antes de que su voz, calmada pero con un toque de preocupación, resonara al otro lado.
-Sun-Hee. ¿Estás bien? ¿Qué pasó? -preguntó, y pude notar la tensión en su tono.
-Yoongi, necesito tu ayuda. Es urgente. Creo que Lola está usando Hybe para esconderse y manipular la situación. No sé qué tan profundo está el problema, pero necesito entrar y descubrirlo. -Hablé rápido, sin darme tiempo a dudar. Esperando que él entendiera por inercia la situación.
Hubo un momento de silencio al otro lado de la línea, como si estuviera procesando lo que acababa de decirle. Finalmente, respondió.
-Está bien. Si tienes razón, no puedo permitir que siga lastimando a nadie más. Pero tenemos que ser cuidadosos. ¿Dónde estás?
Le di una ubicación cercana a Hybe, donde planeaba reunirme con él. Antes de colgar, escuché su firme promesa: -Nos vemos ahí. No estás sola en esto, Sun-Hee.
Colgué, sintiéndome un poco más aliviada. Si alguien podía ayudarme a moverme dentro de Hybe sin ser detectada, era Suga. Ellos estuvieron desde el principio, desde que los días fueron difíciles para poder levantar la compañía. ¿Qué tanto de ese mérito también pudo participar mi padre? Lo desconocía pero no iba a permitir que esa señora se quedara con algo que no le pertenecía.
El señor Lee aparcó el auto en un callejón discreto, lejos de las cámaras. Era el mismo callejón donde Namjoon me llevó en bicicleta.
Me miró mientras apagaba el motor. -Este es tu batalla, pero recuerda: si algo parece mal, saldrás de ahí junto con Suga. No tomaré un "no" como respuesta.
Asentí, apretando los labios. Sabía que esto no era un juego, pero también sabía que no podía retroceder. Mientras esperábamos a Suga, me preparé mentalmente para lo que venía.
Estaba decidida. No importaba lo que sucediera, iba a enfrentar a Lola y proteger todo lo que importaba. Era hora de poner fin a su reinado de terror.
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"Si tú y yo estamos juntos solo un día, vamos,
24 horas, si pudiera estar contigo,
Te daría un beso temprano en la mañana,
No puedo olvidar traer un desayuno,
Tomaré tu mano y tomaremos el sol,
Aún no ha terminado, en medio de la noche hermosa,
Te confesaré con la luna de testigo,
Todo esto solo si me dices,
Si solo fuera por un día, sería posible.
Solo un día, si pudiera quedarme contigo,
Solo un día, si pudiera tomar tus manos,
Solo un día, si pudiera quedarme contigo,
Solo un día (solo un día),
Si tan solo pudiéramos estar juntos." -Just One Day, BTS.
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