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Hice la única llamada a alguien de confianza. Jung Hoseok. Sentía tanta vergüenza de pedirle un favor que dudé por un instante frente a la cabina telefónica.

-¿Diga? -responde después de esperar casi cinco timbres de teléfono.

-Jmm, Hoseok. Me muero de vergüenza decir esto pero estoy en la comisaría municipal de Seúl... Me tienen detenida ¿Podrías venir por mí, por favor?

Hay un intenso silencio del otro lado de la línea.

-¿Por qué te arrestaron? ¿Qué pasó? ¿Te encuentras bien?

-Estoy bien, no te preocupes. Solo... Cuando esté fuera te lo explicaré a detalle ¿Puedes hacerme ese favor? No quise avisar a mi abuela... No quiero que se ponga mal.

Otro largo silencio, suspira.

-No puedo ir yo, ya sabes, no me pueden ver en público -lo escucho maldecir por lo bajo- pero mandaré a alguien de mi seguridad por ti.

-Muchas gracias te lo agradezco, emm, Hoseok -digo dudosa- no tengo dinero y...

-No te preocupes, pagaré -me interrumpe- ya veremos cuento es la multa. Si necesitas algo más me avisas con el que vaya por ti.

-Esta bien, muchas gracias Jung Hoseok. De verdad te lo agradezco.

Se queda de nuevo callado y lo escucho dirigirse a alguien dando una orden a lo lejos.

-¿Quieres que te dejen en la mansión?

Definitivamente no. No sabía a lo que Lola se refería con lo de "la desaparecida". Tenía que conseguir ropa nueva y llegar con una buena mentira a la mansión.

-Ammm estoy en problemas con eso Hoseok.

-¿Problemas? ¿Cuáles problemas? -lo escucho cerrar una puerta y el eco se intensifica.

-Es difícil de explicar y ya me tengo que ir, solo me dieron un minuto para hablar. Te lo contaré cuando nos veamos.

No escucho su respuesta cuando el minuto se acaba y le cuelgo abruptamente. Una media hora después un nuevo oficial viene con papeles en mano y me pide firmarlos para así poder salir de las celdas. Ya ha venido por mi y me está esperando el chófer de J-hope a las afueras en el estacionamiento de la comisaría municipal.

-Señorita Kim -saluda el chófer y me entrega una bolsa cerrada. Es ropa.

-Gracias -me inclino y subo a la camioneta.

En cuanto me subo, veo el contenido que me ha mandado J-hope. Unos minutos después ya voy con la ropa puesta: unos jens, blusa de tirantes negra y un suéter ligero. También me ha incluido un cepillo para el cabello y protector solar. Escondo su hoodie en la parte trasera del asiento.

Reviso si tengo algún mensaje suyo pero no hay nada. Entonces decido preguntarle al chófer a dónde me lleva.

-¿Disculpe a dónde nos dirigimos?

El chófer no contesta, me acerco más para preguntarle de nuevo: -Disculpe, ¿A dónde nos dirigimos?

-Ah, señorita Kim. Disculpe no la escuché. El señor Jung me ordenó llevarla a casa. Dijo que en cuanto llegáramos se comunicaría con usted.

Los nervios salen a flote cuando más nos estamos acercando a la mansión. Lola había dicho que me tenían desaparecida y además no me gustó nada lo que me dijo al irse. Tenía que andarme con cuidado.

Al llegar a la mansión de los Jung, afuera me esperaba Cece, su semblante me decía que algo había pasado. Me bajé de inmediato.

-Señorita Kim -vino a mi encuentro rápidamente- Su abuela y el señor Jung fueron a buscarla.

-¿A mí, por qué? -trato de parecer relajada y ajena a su comentario.

Entonces era verdad eso que dijo Lola. Me tenían perdida en la mansión Jung... ¿Desde anoche o por la mañana? Eso aún estaba por descubrir. Cece se me queda viendo, intentando descifrar si le miento o no. Por fortuna aún no me conoce a tal punto de identificar cuando estoy mintiendo o cuando digo la verdad.

-Vino la viuda de su padre muy temprano, -continúa en modo confidencial- con unos abogados, al parecer venían a llevársela.

Oh, no. Esa mujer no conocía la palabra: No. Me estaba empezando a cansar de la situación.

-¿A mí? -me auto señaló con ojos sorprendidos.

Cece asiente y juntas caminamos por el gran patio delantero.

-Pero ¿Por qué? Ella no puede hacer eso.

¿O sí? No. Ella estaba loca si pensaba que me iría con ella.

-No lo sé señorita Kim pero cuando me mandaron a llamarla a su habitación... -me ve detenidamente- Usted ya no estaba ¿Dónde se ha metido en todo este tiempo?

-Si... ¿Dónde haz estado niña? -Ji Woo baja los escalones empedrados de la mansión y se sitúa al costado de Cece. Se tapa el sol ardiente con su mano. Va de lo más arreglada.

Su presencia casi me hace pegar un grito. ¿Qué no se había ido ya? Al parecer yo era su nueva fijación de vigilancia.

-Salí a correr -se me ocurre contarles. Cece levanta una ceja y Ji Woo se parte de risa fingida, da una suave palmada a Cece.

-Ella si que es una actriz -aplaude con fastidio- ¡Felicidades, Señorita Kim! Vas directo a los Oscares.

Se acerca y señala mi vestimenta.

-¿Vas así a correr? A otro perro con ese hueso, querida.

Abro la boca y la cierro de golpe, no sería correcto detenerme a desgreñar a otra persona. Escucho las llantas pisando la grava del camino y volteo a ver quien es. Reconozco al guarura de J-hope, me llevo una mano en la pecho de alivio. Él se baja y me mira. Su semblante es demasiado cerrado. No está contento.

-Buenas tardes, Cece -se inclina saludando- ¿Hermana? ¿Por qué no entran a la casa?

Nos guía con una mano adentro. Ji Woo lo saluda con un beso en la mejilla y camina a su lado con una mano en su hombro y volteando para mirarme.

-Cece ¿Ya está lista la comida? -pregunta, soltando el aire y abanicando su rostro- necesito una limonada, el calor es tremendo hoy.

Cece intenta protestar y decir algo pero se detiene y asiente cuando Ji Woo la manda a callar con su mirada fulminante.

-¿Algo en especial joven Jung? ¿Señorita Ji Woo?

J-hope se lleva una mano al mentón y piensa un momento. Ji Woo se mira el nuevo manicure y me observa de reojo. Le desvío la mirada.

-Por ahora solo unos aperitivos, más noche vas a prepara varios de los platos tradicionales, tendremos visitas más tarde -ordena J-hope, tomando asiento en la sala.

Yo me quedo de pie sin saber bien que hacer. Ji Woo ha prendido el gran televisor y cambia de canal a velocidad de la luz.

-Como usted diga joven Jung -Cece se acerca con Ji Woo- ¿Desea algo en especial señorita Ji Woo?

Ji Woo piensa un momento pero niega.

-Ah sí, mi limonada y para más tarde el servicio de cócteles. Si tendremos visitas, hay que tenerles bebidas refrescantes -agrega con la vista aún puesta en la pantalla.

Cece asiente y se va con su mirada puesta en mí y en lo que llevo puesto. Ella me pregunta con la mirada si necesito algo pero niego con una mano. Le sonrío para que no note nada extraño en mí. Pero sé en el fondo que miles de preguntas me hará si me encuentra un momento a solas, más porque Ji Woo ha dudado de que me fui a correr.

-Si me disculpan -hago una reverencia pero Ji Woo se pone de pie.

-Oh no, querida Sun-Hee -viene a mi encuentro y me lleva consigo a sentarme a su lado en el sillón.

-Quiero que me cuentes como te fue en tu caminata por la mañana ¿Encontraste a un chico por ahí? -toca mi nariz de forma tierna- Vamos, no seas tímida. Cuéntale a tu Unnie.

Observo a J-hope mirarnos, aprieta sus labios. Es clara su mirada, no quiere que le diga nada a su hermana.

-No hay mucho que contar, enserio...

-Me lo imaginaba -exhala rendida y negando- los chicos hoy en día se fijan mucho por las apariencias ¿No es así, Dongsaeng?

J-hope no le responde, se levanta y extiende su mano en mi dirección.

-Acompáñame, necesito que hablemos de un asunto Señorita Kim.

¿Pero qué está haciendo? Ay, no importa. Con tal de irme lejos de su hermana voy con él a dónde sea.

Ji Woo se queda perpleja cuando yo y su hermano subimos las escaleras hacia sus habitaciones. No nos sigue pero siento su mirada clavada en mi cabeza y espalda.

Si las miradas mataran, Ji Woo tendría una puntería certera.

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-Ahora si explícame qué sucedió hace unas horas ¿Por qué estabas en ese lugar?

J-hope se sienta en la orilla de su cama y espera mi respuesta. Me quito el sudor que comienza a emanar mi frente. No puedo sostenerle la mirada, en su lugar camino huyendo de su presencia al gran ventanal. Aún es muy temprano para que comience anochecer pero la luna ya brilla contra el cielo despejado.

Abro la puerta del balcón para salir afuera, al sol, él me sigue. El balcón es de piedra con pequeños pilares en las esquinas, dos grandes masetas de piedra rojiza con rosas de castilla. La vista es increíble.

-Tuve un enfrentamiento con la ex esposa de mi padre y no terminó nada bien.

Su reacción es comenzar a reírse, cuando me doy cuenta ya tiene ambos brazos frotando mis hombros.

-Asi que mi pequeña Sun-Hee sabe pelear al final de todo...

-No digas eso -me sacudo de su agarre- yo no soy ese tipo de persona.

-Pagué tu multa no se porqué te enfadas conmigo -reclama ya con voz más alta y lo que parece ser principios de enfado- además tuve que hacer un par de llamadas para que no te deportaran.

Me abrazo el cuerpo, afuera aunque la vista del cielo es despejada y hermosa, en realidad está comenzando a hacer de nuevo frío. Observo unas gruesas nubes aproximarse.

-Lo sabes -respondo calmada- tuve que ocultar donde andaba anoche porque al señorito... -recalco la palabra- se le ocurre llevarme de mi cama a altas horas de la madrugada.

-¿Ahora te vas a quejar de anoche? -suelta una pequeña risa sarcástica- genial, Sun-Hee, quejate todo lo que quieras pero nada cambia las cosas que hicimos anoche.

Me comienza a hervir la sangre. Claro, ahora yo tengo la culpa de eso.

-¡No me estoy quejando! -me giro para verlo- Pero estoy comenzando a odiar tener que tapar tus salidas.

Golpeo la palma de mi mano en la fría piedra del balcón. J-hope se sitúa a mi lado, lo siento observarme, me analiza detenidamente y baja la voz al responderme:

-Tu no me tienes porqué tapar nada, Sun-Hee -hace una pausa y acerca su boca a mi cuello- Sé cómo manejar mi vida.

Esto último es como una mordida letal contra mí. Se defiende como todo un experto.

-Si tanto lo sabes hacer -la voz se me comienza a secar- ¿Por qué carajos nos tenemos que esconder?

¿Por qué, J-hope? Mi garganta arde por las palabras no dichas. Debo de mantener la calma, mi mirada va a su rostro. Él me mira como si todas las emociones se hubieran esfumado. Solo queda una, la decepción.

-¿No lo entiendes? -va de un lado a otro de mi cara- Te protejo.

¿Qué clase de protección es esa? Hay demasiadas señales rojas parpadeando en mi mente. Me aferro un poco más al borde de piedra.

-Claro... Protegerme -ahora soy yo la que suelta una escueta risa- ¡J-hope, no necesito de tu protección, ni antes ni ahora ni nunca!

Las lágrimas comienzan a salir y me rompo delante de él. Pero él ni se da cuenta o lo ignora. Odio enfadarme y llorar la mismo tiempo, giro mi rostro para que no me vea así.

-No se puede hablar contigo así -concluye resignado, palmeando sus costados, se aleja del balcón con paso firme.

-Claro, vete, huye de los problemas -lo enfrento.

Retrocede unos pasos, inhala una bocanada de aire sin mirarme a la cara.

-Quizás eso es en lo único que nos parecemos.

Me besa la frente y sale a toda prisa, con la molestia emanando de su cuerpo. Lo sigo, porque no he terminado con esto. Se limita a dejar la puerta abierta, entonces alguien entra enseguida, impidiendo mi paso.

-¿Qué eran eso gritos con el joven Jung?

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"Una casa hecha de cartas,
Y nosotros dentro de ella,
Incluso si ves el final,
Incluso si dices que colapsará.
Una casa hecha de cartas,
Somos como idiotas dentro,
Incluso si dices que es un sueño inútil,
Quédate así." -House Of Cards, BTS.

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