17. the gap
ˢᵉᵖᵗᵉᵐᵇᵉʳ, ²⁰¹⁹
El tour tan emocionante para todos aquellos fans de la serie, había llegado a su fin. Fue una semana intensa, llena de entrevistas, fotos, viajes largos, meet & greets, etc. Había sido estresante, ocupado pero asombroso para la gran mayoría del cast. Exceptuando a Joe, que generalmente habría disfrutado inmensamente de algo así de no haber sido por su nuevo equipo de publicistas, que en vez de aconsejarla, apoyarla y guiarla, la estaban apagando y restringiendo cosas que nunca se le había restringido antes.
Constantemente tenía que soportar las miradas frías cada vez que miraba detrás de las cámaras, lo que la hacía recluirse inconscientemente. De repente, Joe había pasado de ser un alma viva y habladora a una que apenas se hacía notar, agotada de estar minimizada y acallada.
Sadie no podía evitar sentir lástima por Joe. Estaba tan acostumbrada a su contagioso entusiasmo, que incluso le estaba empezando a afectar a ella también. Joe, que siempre estaba ahí a su lado alentándola a hablar y haciéndola reír con las estupideces entre susurros e incontrolables risitas había desaparecido.
Sadie continuamente la miraba en busca de apoyo o simplemente para robarle alguna mirada y para su suerte, Joe, por lo general, le devolvía la mirada e incluso le dedicaba alguna sonrisa discreta y algún guiño juguetón que hacía que la pelirroja se sonroje y sonriese tontamente por unos largos segundos. Joe se alegraba de todavía ser capaz de hacer sentir a Sadie lo suficientemente segura. Por supuesto, los pequeños gestos que suponían ser discretos y secretos, no pasaron por alto por los fanáticos más observadores, quienes eran veloces en comentar algo al respecto.
Tras el exhaustivo tour, Joe pudo tener un respiro en una de las entrevistas y la sofocante presión de su equipo. Estaba tirada en el sofá, en su hogar de Alemania después de tantos meses sin ir a su país de origen. Y además, Belina estaba ahí también.Tanto Belina y Joe estaban de alguna forma, más distantes la una con la otra.
Joe no estaba segura de si era por lo tenso que había estado el aire entre ambas desde hace meses, si simplemente era por trabajo y que ambas estaban cansadas, si quizás fue por esa etapa de rebeldía, descontento y resentimiento que tuvo, o había llegado un punto en el que la convivencia no era lo mismo de antes.
Joe se había dado cuenta de que todo lo que hacían cuando era más joven, ya no lo hacían. Y, a pesar de que realmente no fue hace mucho, se sentía como un recuerdo de otra vida.
Se estaba empezando a quedar dormida mientras veía la película. Eso nunca le había pasado. Generalmente se quedaba despierta gracias a que Belina hacia sus comentarios típicos que sacaban una sonrisa y unas carcajadas de Joe.
De pronto, justo cuando pensaba en ella, entro por la puerta con una cara un tanto pálida y una expresión de susto. Joe frunció un poco el ceño.
- Hola -saludó Joe, mirándola como si fuera un bicho raro.
Belina tardó un momento en contestarle. Parecía pensativa. Casi ausente.
- Um... Hola -murmura Belina sin mirarla mientras dejaba las llaves en la entrada.
- ¿Estás bien? -pregunta Joe con cautela-. Parece que acabas de ver algo horrible.
Belina, de nuevo, tarda varios segundos en reaccionar.
- Sí -dijo, para después carraspear su garganta-. Sí, estoy bien -dijo sonando más convencida.
Joe no parecía muy convencida, pero tampoco quería presionarla, temiendo que eso las llevaría a una inevitable y estúpida pelea. Se relamió los dientes y tarareó, dándole a entender que la había entendido pero que no se estaba tragando la mentira.
- Estoy viendo... -Joe miró a la pantalla por un momento para después mirar a Lina- No sé lo que estoy viendo. ¿Te unes?
Belina negó con la cabeza y siguió caminando por el pasillo hasta su habitación, cerrando la puerta detrás de ella nada más poner un pie dentro.
Joe estaba carcomida por la curiosidad y en gran parte, por preocupación. ¿Es que había pasado algo? ¿Vio algo malo? ¿Vivienne y ella rompieron? ¿Vivienne la estaba engañando?
La muchacha empezó a mordisquearse los dedos de las manos mientras se forzaba a seguir viendo la película, pero su mente estaba en la expresión de terror y genuina ansiedad en la cara de Lina. Joe no podía parar de imaginarse todo tipo de teorías. De repente, con la mente carcomida de curiosidad, apagó la televisión, se levantó y fue a paso ligero hasta la habitación de Belina. Dudosa, tocó la puerta un par de veces.
- ¿Belina? -llamó Joe.
No hubo respuesta, pero si pudo escuchar movimiento adentro.
- Belina, tenemos que hablar.
- Ahora no es un buen momento, Joe.
Joe resopló, pero no se dio por vencida. Joe era demasiado testaruda. Quería abordar la tensión subyacente ahora mismo. Siguió llamando e insistiendo para que su tutora abriera la puerta.
- Lina, no voy a parar. Estoy harta de actuar como si no pasara nada cuando está claro que algo pasa entre nosotros, y me está consumiendo. Es molesto. Solíamos ser inseparables y... y lo echo de menos, ¿vale? Sólo... -dijo Joe, suspirando con derrota, presionando suavemente su frente contra la puerta- ¿podemos hablar?
Joe permaneció allí unos segundos, el silencio se hacía insoportable a cada segundo que pasaba. En serio, ¿qué ha pasado? ¿Cuándo se convirtieron en extraños? se preguntó ella.
- Vete, Joe. No pasa nada -dijo Belina, con la voz tensa, su tono delataba que realmente estaba pasando algo. Joe la captó al instante.
- ¿Estás llorando? ¿Lina? -preguntó Joe-. Lina, abre la puerta. Vamos, abre la puerta. ¿Qué te pasa?
- Joe, vete.
- ¡No voy a ninguna parte! -exclama al borde de la frustración. De inmediato, trató de volver a serenarse-. Ábreme, ¿qué te cuesta?
Otra vez, silencio. Joe ya estaba perdiendo la paciencia y la frustración le estaba aguando los ojos.
- Lina, mach einfach die Tür auf. Mach einfach die Tür auf, bitte. -dijo en su lengua materna. (Lina, solo ábreme la puerta. Ábreme la puerta, por favor)
- Ya te dije que no.
- Belina, ábreme. Háblame.
Joe trató de abrir la puerta. Por un momento, lo consiguió, pero Belina no se lo tomó a la ligera. Cerró la puerta con mucha fuerza, empujando a Joe en el proceso. Joe no tuvo ni tiempo de volver a insistir o discutirle, porque Belina estalló.
- ¡Vete, Joe! ¡Vete! ¡Déjame en paz de una puta vez! -gritó Belina, llegando a su punto de ebullición-. ¿Estás sorda? ¿No me puedes escuchar por una vez en tu jodida vida? Déjame en paz.
Joe retrocedió como si la hubieran golpeado físicamente. Más o menos se sentía así. El corazón se le apretó tan dolorosamente que tuvo que ponerse la mano encima del pecho para calmar el dolor. Nunca había oído a Belina hablarle así, como si la detestase o estuviese más que harta de ella. De repente se sintió culpable. Quizá estaba siendo demasiado insistente, pensó, pero sólo estaba preocupada y quería respuestas. Lo que acaba de pasar no alivió para nada sus preocupaciones, sino todo lo contrario.
Sus cejas se fruncieron y sus labios temblaron ligeramente, una sensación que despreciaba porque sabía lo que significaba. Entonces, sintió que le picaban los ojos y, cuando se dio cuenta, tenía la vista algo borrosa por las lágrimas que aparecieron tan rápidamente tras el tono bruto de Belina. Se apartó de la puerta y se dirigió a su habitación, cerrando la puerta de un portazo y permitiendo que le rodasen las lagrimas ardientes por las mejillas.
¿Cuál es su problema? Joe solo intentaba ayudar. O simplemente hablar, como dos personas adultas que eran un equipo. ¿No era eso lo que eran? ¿Un equipo? No es como si le hubiera pedido a Belina que la adoptara en su día, ella nunca pidió estar allí en primer lugar, Joe pensó, hirviendo del enfado. Miles de pensamientos se agolpaban en su pobre mente adolescente, incapaz de comprender por qué la trataba así. Tal vez Belina la estaba tratando así como venganza por su comportamiento de hace unos meses. Pero, vamos, Joe no era tan perra, ¿verdad? Sólo estuvo en esa fase de adolescente gruñona por un tiempo, pero estaba mejorando.
Joe estaba demasiado enfadada, demasiado frustrada. Así que, impulsivamente, se levantó y fue directa a la puerta de Belina, sus pasos haciendo eco en toda la casa. No tocó la puerta. En lugar de eso, decidió compartir un trozo de su mente sin pensarlo, como si una presa de agua se hubiera reventado.
- ¿Sabes qué? Bien, no me hables. Pero no tienes por qué tratarme como una mierda sólo por tus cosas. Lo siento si tuviste un mal día, pero realmente no es justo que grites y literalmente actúes así. Podrías ser sincero conmigo, pero, ¡no! ¡Ignoremos al niño que decidiste adoptar! ¿Por qué no, verdad? -dijo, enfadada, con la voz cargada de sarcasmo mientras señalaba a la puerta como si Belina pudiera verla-. Haz lo que te dé la gana. Que te den. Ya no me importa tu día de mierda. Cuéntaselo todo a tu novia, como siempre haces ahora, porque parece que yo ya no existo. ¡Perfecto!
Y con eso, sintiéndose menos enfadada, se dio la vuelta y volvió de nuevo a su habitación, echando humo por la orejas de lo enfadada.
Parecía que la única que parecía una persona constante en su vida era Sadie.
Sadie.
Hace no mucho habló con ella y ya tenía unas imperiosas ganas de volver a verla. Tenía ganas de empezar a grabar Stranger Things 4, a pesar de que el guión fuese bastante... doloroso. Pero era increíble.
Y no podía esperar a ver a esa persona que la ponía como tonta.
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bueno, bueno, bueno, miren quién se dignó a subir algo después de dos mesitos.
ya saben lo que hay, amores. la universidad ya terminó por suerte y ahora estoy haciendo recuperaciones 🥹 pero no pasa nada.
gracias, como siempre, por ser tan pacientes conmigo 🩷
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