XII‹ Te prometo que siempre estaré a tu lado

(Nicole)

Desperté con una horrible sensación de mareo y confusión. Mis extremidades izquierdas se sentían dormidas. Inspeccioné el lugar donde me encontraba dándome cuenta de que estaba en el hospital.

–Jo...– distinguí su figura en uno de los sofás individuales de la habitación. Estaba distraído en su celular.

–Despertaste... ¿Cómo te sientes?– se levantó aparentemente aliviado al escucharme.

–Bien, creo. Aún no siento mis piernas.–

–Debe ser por la anestesia. El doctor dijo que pasará – se acercó hasta la cama donde me encontraba.
–Tuvieron que llevarte a cirugía para extraer los cristales que se incrustaron en tu cuerpo.–

–¿Y mamá? –

–No lo sé, no he sabido nada de ella desde a noche – hizo una pausa – lamento no haber impedido que ella te hiciera esto–

–No fue tu culpa –

–El doctor me preguntó como te habías lastimado... No le conté lo de tu madre... Pero creo que ya deberías hablar –

–¿Y después que pasará? Me separarán de ella, enviándome a un orfanato... No quiero alejarme de ti–

–Y yo no puedo seguir viendo como te lástima–

–¿Y crees que para mí es sencillo ignorar el hecho de que ella también te hace daño?– él me miró con el entrecejo fruncido –He notado los moretones y cicatrices que llevabas... Y he escuchado las peleas que tienen por las noches. No es justo para ti–

–Tenemos que hacer algo con tu madre –

–Esta enferma. Necesita ayuda.–

–¿Cómo puedes decir eso después de lo que te hizo?–

–Porque a pesar de todo... Es mi mamá –
De cierta forma es verdad. Ayer me di cuenta de que ella gastó todo el dinero que gané grabando esas películas o series en sus vicios. Qué la única razón para mantenerme a su lado es el dinero. Pero es mi madre, y quiero creer que muy en el fondo me quiere.

–No puedo creer que te escucho decir eso.– negó con la cabeza

–Aunque me duela... Yo quiero que seas feliz ¿Porqué no haces una vida nueva? Lejos de todos estos problemas. ¿Tienes familia?–

–Tú eres mi familia... Y nunca voy a dejarte – Noté que estaba soportando las ganas de llorar –Hay alguien que quiere verte– cambió de pronto el rumbo de la conversación.

–¿quién?–

–Zac... Ha estado aquí desde que terminó la escuela ¿Lo hago pasar?–

–¿Le dijiste algo de lo que pasó?–

–No. Sólo que tuviste un accidente– asentí y segundos después Jo hizo entrar a Zac, dejándonos solos.

–¿Cómo estás?– entró Zac. Acercándose lento hacía mí.

–Parece que bien... Esperemos que siga así después de que pase el efecto de la anestesia –

–¿Qué pasó?–

–Un accidente tonto...– Noté lo incómodo que lucía. Deducí que se debería al hecho de la situación. –Esta tarde podré volver a casa, supongo que es buena señal – dije intentando hacer menos tenso el ambiente.

–Me alegra. ¿Puedo?– se acercó hasta quedar al lado de la cama abriendo los brazos, pidiendo permiso para abrazarme.
Asentí con una sonrisa. –De verdad me preocupaste Nikki – dijo pasando sus brazos a mi alrededor sin hacer presión.

–Pero estoy bien. Me alegra que estés aquí.– Después de eso se separó de mí

–Glen está como loco... Ésta tarde me llamó preguntando por ti, le conté que estabas aquí... Y enloqueció. Se alegrará al saber que estás bien–

Unos golpes suaves, llamando a la puerta interrumpieron.
–Adelante– hablé en tono, lo suficientemente alto para que me escucharan.
–¿Ben?– dije sorprendida.

–Casi pareciera que no te alegra verme. Te traje esto– me entregó un bonito ramo de flores coloridas.

–Yo... Estaré afuera.– dicho eso, Zac salió de la habitación.

–¿De verdad por eso me rechazaste?– Ben habló refiriéndose a Zac con burla.

–¿Eso?, Él tiene nombre...–

–No me interesa– se cruzó de brazos despreocupado –Dime ¿Qué tiene él que no tenga yo?–

–Ben...–

–Yo soy popular, guapo, capitán del equipo de soccer... –

–Quizá Zac no sea tan popular como tú ¿Y qué?... Pero él tiene algo que tú no–

–¿Qué puede tener él que no tenga yo, por Dios?– de nuevo se burló.

–Sentido de la amistad... Dignidad... Y caballerosidad; cosas que a ti te hacen falta. Y si me disculpas, debo descansar, así que te agradecería si te retiras – sonreí forzadamente.

Ben salió furioso dando un fuerte portazo, haciendo que me estremeciera.

(Zac)

¡Tú! ¡Niño!–
Vi a Ben acercándose a mí.

–¿Qué?– dije.

Y en cuanto él llegó lo suficientemente cerca, me tiró un puñetazo en el estómago; me llevé los brazos a éste, apretando mi abdomen por el dolor.

–¿Qué demonios te pasa?– hablé casi sin aire.

–¿Quién te crees? ¿Eh?– En verdad ese chico estaba furioso. Sólo me limité a mirarlo, pues no podía hablar.
–Nadie se mete conmigo y sale vivo ¡¿Me oíste?!–

–¿Qué hice?–

–Eso fue por la humillación que por tu culpa pasé... Y esto...– dijo, formando con su brazo un puño –Es por Nicole–

«¿Qué? ¿Se había vuelto loco?»

–¡Ya cálmate! ¡No tengo idea de que hablas! ¿Ok? – por fin recuperaba un poco de fuerza.

–¡Nicole me rechazó por tu culpa!–

«¿Cómo?... ¿Eso le dijo ella cuando se quedaron solos en la habitación?... No, Qué cosas estoy pensando, es una tontería ¿pero porqué Ben actúa así?»

Perdido en mis pensamientos no me di cuenta de que Ben se acercaba nuevamente con su puño, esta vez directo a mi cara.

–¡¿Qué está pasando?!– Jo lo detuvo a tiempo, sujetándole la mano.
Ben le dirigió una mirada asesina. 

–¡SUÉLTAME! ¡LO VOY A MATAR!– Ben comenzó a retorcerse para librarse de Jo.

En segundos, tres hombres de seguridad del hospital sacaron a Ben a rastras «Gracias al cielo»

–¿Estás bien?– asentí a la pregunta de Jo. –¿Porqué ese muchacho estaba así?–

–La verdad, no entendí nada de lo que decía–

***


(Nicole)

Cuando por fin me dieron de alta después algunos días y muchas instrucciones de cuidados y medicamentos, regresé a casa. Llamamos a Glen para que ya no estuviera como loco, dejándolo más tranquilo.

–¿Te duele?– me preguntó Zac acomodándose en una silla al lado de mi cama.
Preguntarme eso, era cómo preguntar si necesitaba aire para respirar <demasiado obvio>

–Sólo si me muevo. O respiro...–

–¿Y si vemos una película?–

–Claro, tengo algunas en el cajón aquel– lo señalé. Él se levantó y buscó.

–No es cierto ¿eres tú?– se giró hacía mí, con el cartucho de una película, donde en la carátula se notaba perfectamente mi imagen.

–¡Dame eso!– intenté moverme, pero fue en vano. –¡Devuelvelo a su lugar!–

–¿Porqué? ¿Qué sucede?–

–¡Qué lo regreses!–

–Pero...–

–¡Zac! –

Creo que mis gritos se escucharon hasta la planta baja, ya que Jo entró a la habitación.
–¿Todo bien? – creo qué mi cara de pocos amigos respondió su pregunta.

–Lo siento – Zac regresó la película a su lugar. –creo que debo ir a casa, necesitas descansar– tomó su mochila y despidiéndose  de nosotros salió.

–¿Pelearon?– Jo me cuestionó con un tono de voz bajo

–No exactamente – solté un suspiro –Descubrió una de mis películas –

–¿Y qué pasó? – ésta vez, se sentó en un espacio de la cama.

–Solo le grité que lo dejara... Y ya.–

–¿Por qué no le contaste?–

–Ya no lo sé. Es más fácil así, supongo –

***

Los días pasaron, Zac no retomó el tema de la película. Y mis heridas han avanzado positivamente. Regresé a la escuela hace poco.
Mi madre apareció dos días después del accidente, con una actitud indiferente, actuando como si yo no existiera. Supongo que en parte porque su plan de que me presentara en el susodicho casting, no le resultara.

–...Y por eso digo que sería genial si pudiéramos volar... – Después de la escuela Zac y yo habíamos ido a la playa, subíamos a la vieja caseta del salvavidas mientras él contaba una de sus historia raras.
–¿Tú que dices?– lo miré extrañada ante su pregunta.
De pronto me perdí en su conversación... No le prestaba atención, su voz se hacía cada vez más distante. Todo se volvió borroso a mi alrededor hasta que vi todo negro y perdí la conciencia.

........

(Zac)

Todo parecía normal, había notado un poco pálida a Nicole desde las primeras horas de clases, pero lo atribuí al tiempo que estuvo encamada sin salir por causa de su accidente.
Salimos de clase, y como se había hecho costumbre, íbamos a la caseta del salvavidas en la playa, nos gustaba sentarnos ahí y platicar, observar a las personas que iban y venían en la arena y en el agua.

Pero de pronto noté que su expresión cambió repentinamente, parecía que no prestaba atención, lucía pérdida.
Y sin darme cuenta se desplomó frente a mí.
–¿Nicole?– me agaché levantando su cabeza y apoyándola en mi regazo. Intentaba hacerla reaccionar, llamándola por su nombre...
Se había desmayado.

–¿Jo? Ven rápido por favor, estamos en la vieja caseta del salvavidas– Sin perder tiempo llamé por teléfono a Jo.

–¿Qué pasa?– supongo que mi tono desesperado lo hizo preocuparse

Apresurate... Es Nicole, se desmayó– después de decirle eso, cortó la llamada.

–Despierta, por favor.– La atraje más a mi cuerpo, apegándola a mi pecho acunándola. Sentir su cuerpo frágil, sin reaccionar bajo de mí, me hacía perder la tranquilidad...
El tiempo que Jo demoró en llegar, que no fue demasiado, me pareció eterno.

–¡Nicole! ¿Qué sucedió? – Jo subió corriendo hasta donde nos encontrábamos en el suelo.

–¿Zac?– Escuché la voz de ella. Me miraba confundida y parecía cansada. Acaricié su mejilla y Sonreí.

–Me asustaste horrible– dije.

–¿Jo? ¿Qué pasa?– aún desorientada se separó de mí, sentándose por su cuenta con dificultad.

–¿Cómo te sientes?– Jo pasó su mano por la frente de Nicole.

–Algo mareada–

–Te llevaré al hospital– Jo se levantó –¿Zac, me ayudarías a levantarla?–

–Yo puedo sola – hizo un berrinche intentando levantarse, perdiendo el equilibrio al instante.

Jo y yo la apoyamos a nuestros cuerpos ayudándola a caminar hasta el coche que Jo dejó estacionado; los tres subimos a éste y nos dirigimos al hospital.

***

(Nicole)

Anemia.
Esa palabra había hecho que todo me diera vueltas. Un hueco se había formado en mi estómago ante esa noticia.

El doctor me practicó algunos estudios al llegar al hospital.
Y después de horas de espera. Los resultaron arrojaron como resultado anemia.
Ahora estaría en revisiones casi a diario, dietas y medicamentos.

–Tengo que contarte algo...– Ahora estaba de regreso en casa.

Me encontraba sentada junto a Zac en mi cama, con la vista a mis pies.
É

l estaba preocupado por lo ocurrido hoy, por el accidente pasado, e incluso me confesó que notó una marca en mi mejilla, provocada por las veces que mi madre me ha golpeado.

Sabía que era el momento de contarle todo...
Él me observó atento, sin decir nada.
–La anemia... Es una recaída en realidad.– comencé.

–¿Ya sabías que estabas enferma?–

–Sí..hace 5 años me enteré – Zac estaba atento a mis palabras –Cuando vivía en Inglaterra llevaba una vida difícil para una niña de mi edad. Viajaba a California y regresaba a Inglaterra en cortos periodos de tiempo y fue así al menos dos años... Descuidé mi alimentación y dormía poco por trabajo... –

–¿Trabajo?–

–Soy actriz...– dije seguido de un suspiro. –desde los 7 años– Zac parecía querer decir algo, sus ojos se abrieron y su boca también. –Di algo– me quejé.

–Es que... No sé que decir... – su entrecejo se frunció –¿No es una broma? ¿Eso de que seas actriz?– negué con la cabeza –¿Y porqué no me habías dicho antes?–

–Al principio creí que sería más fácil, no quería que me trataran diferente. Pero con el tiempo no encontré el momento. Parecía que las cosas estaban bien así –

–¿Y no pensabas decir algo?– no lucía molesto. Quizá un poco lastimado.

–Claro que sí... – se formó un silencio, ambos permanecíamos tensos en nuestro lugar, haciendo poco contacto visual –Cuando tenía 6 años... Sufrí un accidente de auto junto a mi madre, a causa de eso, terminé en una especie de coma y al despertar me di cuenta de que la secuela fue olvidar todo lo que viví hasta antes de despertar en el hospital. Me diagnosticaron un tipo de Amnesia.–

–Lo siento... No tienes que contarme todo eso si no quieres– esta vez su mano se apoyó en la mía.

–Después de Jo, y mi mamá claro; Eres el único que sabe esto. Y te lo cuento porque eres mi mejor amigo.– le miré sonriendo, una sonrisa mezclada con el dolor que me provocaba recordar todos esos momentos.

|Flashback|

–¿Qué hago aquí?– estaba confundida. Desperté en un cuarto de hospital, conectada a miles de aparatos extraños.

–Hija...–

Pasé una mano por mi cabeza, me dolía horrible. Sentí una venda cubriéndola.
–¿Qué pasa? ¿Porqué...? –

Un doctor entró en la habitación
–Tenemos los resultados.–

¿Y qué pasa con mi hija?– mi madre se acercó al hombre que llevaba una bata blanca y unos papeles en Sus manos.

–El coma podría traerle secuelas... Una parte de su cerebro está dañada por el golpe. Aparentemente nada grave.–

Yo escuchaba en silencio la conversación.

–¿Cómo qué podría pasar doctor?– mi madre lucía preocupada.

...
El tiempo nos hizo saber que la amnesia era la secuela. Después de más estudios los doctores lo dieron por confirmado.

–Te prometo que siempre estaré a tu lado. Yo te ayudaré a recordar todo lo que ese maldito accidente te robó – La voz dulce de mi madre intentaba apoyarme. Y de cierta forma esa frase nunca a salido de mi mente ¿Dónde quedó esa Maribel?

|Fin del flashback|

–Claro que en ese momento y con tan pocos años no entendía la gravedad del problema.
La amnesia no fue algo que me estancara, pues mi madre se encargó de hacerme saber todo lo necesario sobre mí.–

Estuve un largo rato contándole a Zac sobre mi vida. La forma en que mi madre fue cambiando con el tiempo. La llegada de Jo y lo importante que era para mí. Mi carrera de actriz.
E incluso los esposos de mi madre.

Llegué a la parte donde fui diagnosticada con anemia por primera vez. Al regresar de California a Inglaterra, después de terminar finalmente las grabaciones de una serie de T.V. comencé a sentirme mal. Mi madre para ese entonces ya no se preocupaba por mí. Y si no fuera por Gerald su esposo en ese entonces, quizá no estaría viva.

Zac permaneció atento y sorprendido ante cada nuevo evento que le narraba.

–Voy a ver si entendí... – Zac se levantó de la cama y comenzó a caminar de un lado a otro –¿perdiste los recuerdos de tus primeros seis años de vida?– asentí –¿Eres actriz? – nuevamente le hice saber que era correcto –Y... ¡Eres actriz! – se pasó una mano por la nuca –No puedo creerlo–

Reí ante su emoción y confusión. Debajo de mi cama, saqué una pequeño baúl.
–Aquí esta la prueba– le quité el candado al objeto y le mostré al chico a mi lado, al menos 10 películas más que nada dirigidas a público infantil –en la mayoría he sido extra, o un personaje secundario–

Lo que restó de la tarde, Zac me convenció de reproducir algunas películas. Era vergonzoso al principio, pues en las más antiguas yo tenía al menos 7 u 8 ocho años, pero después olvidé esa incomodidad.

////////////////////////////////////<|>/////////////////////////

Maratón 3/6
(๑>ᴗ<๑)

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top