ʚᴛʀᴇᴄᴇɞ

Sebastian no podía olvidar la calidez que sintió al estar en los brazos del príncipe telmarino, se sintió pleno, feliz, bienvenido. Cosa que desde que llegó aquí no sintió a pesar de que sólo uno de los hermanos Pevensie le había tratado con rudeza, irónicamente fue la misma persona que lo trató con todo el amor mundo en algún momento.

Tuvo que alejarse de la calidez de Caspian cuando escucho pasos y percibió de reojo al profesor Cornelius gratamente sorprendido por la posición en que estaban, el príncipe lo miró primeramente confundido por su accion hasta que vio a su mentor.

—lamento interrumpir

—no se disculpe, profesor, yo ya me iba—con una radiante sonrisa, le dio una última mirada a su príncipe antes de levantarse con dirección a lo profundo de la base, en busqueda de Edmund.

Había tardado un poco en darse cuenta que no han hablado mucho desde que llegaron aquí, con él estaba acostumbrado a hablar casi las veinticuatro horas del día por entrenar juntos esgrima pero ahora, desde que llegó a esta tierra sentía no sólo a Edmund sino incluso a Susan un poco más distantes a él, supuso por el bando que había escogido, aun si había estado unido a ella como chinche no quitaba que ahora sus horas las pasaba con Caspian que con cualquier otro.

Eso no significaba nada malo, al contrario, se había tomado su tiempo y distancia por lo de Peter, aún si el resto de hermanos Pevensie no tenian nada que ver, le era más cómodo no ver ni convivir tanto con una persona que le recuerda a quien le rompió el corazón.

Tal vez exageraba, y tal vez no era justo que los buscara únicamente cuando él y los hermanos la pasaban mal pero es lo que consideraba bueno y justo para él.

Edmund estaba en la entrada de la base para su sorpresa, creyó que estaria supervisando la artillería que les quedaba.

—¿como estas?—se coloco a su lado llamándole la atención.

—¿con que?

—con lo de la bruja—por lo poco que le había comentado Susie al respecto, Ed fue el más afectado con la presencia de la bruja blanca.

—bien, ya es pasado—le sonrio agradecido por su preocupación—aún que no voy a negar que senti satisfacción al hacerlo, pero hubiera preferido no tener que hacerlo ¿comprendes?

—comprendo—asintió apaciguando una mueca, era obvio que Peter no era el unico que tenia cierto recelo por lo sucedido.

—sé que Caspian no fue el culpable, además sería hipócrita de mi parte culparlo por algo que yo hice en el pasado y peor aun, a mis hermanos—le brindo una sonrisa agridulce.

—se supone que yo debía animarte—bromeo tratando de cambiar de tema para sacar ese sombrío recuerdo de la memoria de su amigo.

—no lo parecía, Susan tiene razón, eres pésimo en eso

—oye, pequeño pedazo de..

—por cierto, manejas muy bien la espada—lo miro con burla al interrumpirlo.

—era obvio—se mofo provocando que el menor vire los ojos ante el ego incurable de su amigo, aun que debía admitir que extraño ese ego.

—odio decirlo pero si,—hizo una mueca—menos mal que tomamos clase de esgrima juntos, gracias a eso estoy tranquilo y sé mejor que nadie lo fuerte que eres—lo miro—de por sí te arrastramos a una guerra que no es tuya y nosotros sabemos muy bien lo que se siente—dijo nostálgico—la guerra no es un juego, jamás me perdonaría....jamás me perdonaré si algo llegara a pasarte a ti cuando no perteneces aquí...

Se conmovió, Edmund no era precisamente alguien que hablara de sus sentimientos a menudo. Sabía de su cariño hacia él gracias a pequeñas acciones que hacía de vez en cuando, pequeños gestos y detalles que tenia con él y sus hermanos pero aun si tenia la certeza absoluta que era importante para su amigo; era bueno saberlo por sus palabras, calentaba su herido corazón, se sentía bien oirlo y no sólo por sus motivos egoístas, deseaba que algún día Ed pudiera expresar sus sentimientos con total confianza y sin ningún impedimento.

—siendo sincero, no creo que no perezcas a Narnia. Por algo estas aquí, la primera vez que nos llamaron era porque Narnia nos necesitaba, así como ahora, Narnia también te necesita, Sebastian—su explicación vino con una sonrisa confiada, daba por hecho que Peter no lo había hecho sentir cómodo con su estadía aquí.

Y tenía tanta razón.

Pero si de algo Edmund estaba seguro, es que Sebastian tenía una misión importante aquí, sólo debían descubrirla. Aun que no se debía ser tan inteligente para sospechar cuál era.

El príncipe telmarino se habia vuelto muy cercano a su amigo en tan poco tiempo, no le habría importado sino fuera por la reacción de su amigo, Sebastian se veia mucho más protector y tranquilo cuando Caspian estaba cerca, era como si Peter, como si todos pasaran a segundo plano para centrar toda su atención al príncipe y no fue el único en notarlo. Para Susan y para él, Peter solía ser exagerado y demasiado molesto con sus celos injustificados, ellos veían en Sebastian un hermano más y por más que se lo dijeran un millón de veces, esa cabeza rubia parecía no retener la información.

Esta vez sus celos estaban un dos porciento justificados, Caspian no era muy discreto en su admiración y devoción hacia el nuevo caballero.

Aquella conexión tan inesperada e indescriptible que había entre ellos, aquellos sentimientos que desbordaban por sus ojos, todo aquello que se profesaban en silencio, era correspondido en grandes cantidades por ambas partes.

Sebastian seguía amando a Peter, eso era obvio.

Nadie podía dejar de amar a otra persona de un día para otro, claro, a menos que esa persona hiciera algo despreciable a más no poder. Estaba seguro de que Peter había hecho esto ultimo pero Seb había caído demasiado profundo por él como para deshacerse de todas las sensaciones de un día para otro.

Nunca le agrado del todo la idea de que estuvieran juntos porque sabía que Peter jamás aceptaría lo que sentía, al menos no completamente, y lo entendia pero no justificaba el daño causado.

La sociedad inglesa no era alentadora con gente de gustos especiales además de que los valores que la sociedad les habia inculcado quedaron más gravados en su hermano de lo que pensó.

Cuando Peter estaba con Sebastian, el rubio no parecía pensar en nada más que en el chico, volvía a ser el joven libre que fue en Narnia.

En definitiva, Sebastian era bueno para Peter.

Pero Peter no era bueno para Sebastian.

Lo lamentaba por su hermano pero no planeaba dejar que su amigo siguiera con este circulo vicioso del dolor llamado "primer amor".

—esta bien

—¿Eh?—frunció el ceño volteandolo a ver confundido.

—esta bien si estas con él, si te quedas con él—le sonrió con calidez.

—Edmund, ¿de que diablos-

—están llegando, debemos avisarles a los demas

Observaron el inicio del bosque donde el numeroso ejército telmarino se hacía presente, compartieron una última mirada antes de entrar para alertar al resto.

—pasteles y portentos, ¿ese es tu nuevo plan?—Q.A replicaba duramente a Peter, no lo culpaba, él tambien estaba completamente en contra pero sabia que ahora esta era su unica opción. Lo bueno es que no iria sola—enviar a una niña a un oscuro bosque de peligros, sola

—sólo eso nos queda—le respondió el gran rey.

—además no irá sola, yo iré con ella. Aslan también se mostró ante mi—agregó antes de que Peter refutara, Q.A le agradeció con una mirada y él asintió en silencio en señal de respeto.

—estoy de acuerdo—asintió Susan—no la dejare que vaya sola

—¿no han muerto ya suficientes en esta guerra?—Q.A cuestiono, para él tanto Sebastian como Lucy eran niños.

¿Por qué niños debían pelear batallas de adultos?

—Nikabrik también era mi amigo pero perdió la fé, la reina Lucy y el caballero real no y claro, yo tampoco—acotó el tejón.

—por Aslan—clamo con orgullo y esperanza el heroico ratoncillo.

—¡por Aslan!—le siguió un valiente oso.

—entonces, voy con ustedes—Q.A se negaba dejar ir a dos niños solos a un campo minado.

—no, te necesitan aquí

—Lucy tiene razón, seras de más ayuda aquí que con nosotros—le dio una media sonrisa reconfortandolo.

—debemos distraerlos hasta que los dos estén de vuelta

—si me permiten—intervino ganandose miradas, con cierto nerviosismo se encontro con los oscuros ojos llenos de estrellas propias de su amado caballero, sólo manteniendole la vista por un segundo fue suficiente para recobrar su valentia y confianza—Miraz tal vez sea un tirano y un homicida pero como rey, tiene que apegarse a las tradiciones y expectativas de su pueblo. Existe una en particular que nos hará ganar tiempo

Sebastian fue incapaz de mantener su orgullo por Caspian adentro, su sonrisa y mirada eran delatoras.

También dolorosas para quien perdio idiotamente.

Con el plan trazado y las órdenes dadas, se apresuraron a cumplirlas con el tiempo tratando de alcanzarlos.

Caspian aseguró las correas del caballo con la mirada fija en su jinete, detrás de Sebastian estaba Lucy mirando con una sonrisa alegre al par.

—Destrier siempre me ha servido bien, están en buenas manos

—o pezuñas—el príncipe y el caballero rieron por la ligereza de la niña.

—suerte—al pronunciar esas palabras, un enorme peso se alojo en su corazón, temia por lo que sucedería ahora.

No dudaba de la habilidad de su amado caballero, estaban en una guerra y él junto a la pequeña reina irían a campo abierto en busqueda de un milagro.

Era imposible no preocuparse.

Para Lewis fue fácil percibir su miedo y su preocupación, si bien todavía dudaba si era o no lo correcto, su corazón le gritaba que mandara al diablo la moral y que se dejara llevar por el fuego que le transmitía.

Y así lo hizo.

—Lucy, ¿puedes cerrar los ojos un segundo?—le preguntó gentilmente a la niña bajo la confundida e intrigada mirada de su príncipe.

—¿por qué?—ella entre cerró los ojos curiosa.

—Mm después de te diré, te lo prometo ¿si?

La Pevensie dudo un momento pero finalmente asintió cerrando sus ojos y tapándolos con sus manos para afirmar su ceguera momentánea.

—¿qué es lo qu--

Caspian no creyó que habría sensación más hermosa y dulce que los labios temblorosos de Sebastian sobre los suyos.

Fue breve, un beso corto con sentimientos demasiado grandes como para llegar a sentirlos al completo sin terminar desbordado. Él los recibió con todo el gusto, anhelando asfixiarse en ellos.

—no tienes de que preocuparte

Quería volver a atrapar sus labios para no soltarlos más, sin embargo Lucy volvió a tener sus ojos bien abiertos y curiosos a lo que sucedio cuando habia oscuridad para ella, Seb lo miraba con total cariño y ternura por la pequeña mueca que se formó en sus labios al entender que no los iba a volver a sentir por un tiempo.

—debemos irnos

Solto bufido mas la sonrisa en sus labios delataba su estado de ánimo.

Lucy deseaba saber que pasó mientras no mirada.

—ahora si, tengan mucho cuidado y suerte

Sebastian le guiño un ojo antes de hacer que el caballo se pusiera en marcha a máxima velocidad, con la pequeña reina agarrada de su cintura.

—¿me vas a contar que paso allí?

Él rio al apenas oirla sobre el viento.

—ni lo sueñes

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top