ʚᴄᴀᴛᴏʀᴄᴇɞ

Su corazón aun se encontraba cálido al sentir el fantasma tenue y suave de los labios del príncipe sobre los suyos, o mejor dicho, sus labios apropiándose de los puros y tiernos labios del príncipe. La sonrisa no se iba de su rostro ni pronto se iría, aun cabalgaban en busca de lo más cercano a un milagro en este mundo de mitos y fantasías.

Debia admitirlo, no le gustaba la idea de alejarse del campo de batalla principal donde había dejado no sólo a los reyes y a su príncipe, sino también a los heridos y conmocionados narnianos aun devastados por la reciente pérdida.

Si tenia una mano capaz de levantar una espada, debia pelear, proteger a aquellos que ahora no podían.

Su deber como caballero lo mantenía contrariado en estos momentos, alejado de los reyes y el príncipe que se prometió proteger, su juramento aplicado a los reyes de antaño de los cuales sólo custodiaba una y justamente la que más necesitaba de su dedicación, no lograba terminar de complacer esa parte de él que le gritaba que debería estar atacando y no huyendo de la batalla final.

Su juramento por su príncipe es el que más le dolia, el juramento que hizo por propia voluntad y cariño, y es que tampoco es que le hubieran obligado a servirle sus amigos pero el caballero de los reyes de antaño es el papel que se le había asignado en esta aventura y aún si disfrutaba de él, no es algo que se hubiera detenido a pensar o a proponer. Aun así no le disgustaba, estaba a gusto con el papel y lo cumpliría hasta su último suspiro de vida.

Cruzaban el bosque lo más rápido que Destrier les permitía, Lucy se pegaba a él mirando hacia todos lados con el miedo manteniendola alerta.

Y cuando oyó el relinchillo de un caballo que no era el suyo, pareció haber sido manifestado por ella.

—¡pase lo que pase, aferrate a Destrier!—grito sobre el ruido de las pezuñas y los caballos.

La pequeña reina se apreto aun más contra el caballero, negándose a hacer caso.

—¡no, tienes que venir conmigo! ¡Aslan también quiere hablar contigo!

—¡Lucy!—los escucho acercarse, no había otra opción—¡sigue el camino, Alsan dijo que todavía no era el momento!

—¡pero‐

—¡hazlo!

Rápidamente le paso las correas del caballo tirándose hacia un lado para aterrizar rodando sobre la maleza, se puso de pie tomando una daga para acertarla en el pecho de uno de los telmarinos, empujándolo del caballo.

—error mio, apuntaba a la cabeza

Inclino la cabeza tomando aire, desenfundo su espada acercandose para dar un golpe sin filo tirando al otro del caballo, otro soldado telmarino se acercó para combatir con espadas que chocaron al tener la suficiente cercanía, Sabastian pudo ver como venían más soldados por la colina, era conciente que no podría contra todos ellos pero debia darle tiempo a Lucy aún si no salia ganador de la dispareja batalla. Dio una patada en el pecho recibiendo un corte vertical en su pierna en acción rápida del soldado, sin embargo, logró dejarlo inconsciente cuando este cayó sobre una piedra.

Gimió adolorido al apoyar el pie en el suelo, la herida no había sido profunda pero si lo suficientemente dolorosa para ser una molestia a la hora de la lucha, y ni hablar de la cantidad de sangre que se traspasaba su pantalón que se pegaba cada vez más a su piel humedecida por la sangre.

Se aferro al mango de su espada viendo a sus enemigos acechandolo cada vez más cerca, suspiro buscando regularizar su respiración.

En la salud la respiracion es primordial, aveces podias llegar a inducir a una curación más acelerada a tus propias heridas con la respiración correcta, capaz de mantener el dolor lejos y la herida cauterizada sin necesidad de mecheros.

Era algo que su padre se encargo de instruirle una y otra y otra vez, ninguna de esas veces logro un resultado que lo satisfaciera, sólo consiguió que las palizas fueran en vano.

Ignorando el ardor creciente en su pierna, se puso en posición para recibir al resto de soldados que venían por su cabeza creyendo que vería la muerte a los ojos.

Y así iba a ser, hasta que distinguio entré los soldados una hermosa sonrisa de príncipe, su príncipe había venido al rescate. Se deshizo del enemigo sin dificultad sacandole una sonrisa por la forma en que se lucia, parecía disfrutar de mostrar sus habilidades ante él y no iba a negar que a él le encantaba verlo.

—hey príncipe azul—lo saludo cuando estuvo lo suficientemente cerca, sonriendole, haciendo una mueca cuando la felicidad del príncipe se evaporó en un parpadeo.

Caspian noto la sangre empapando toda su pierna, desmonto del caballo acercandose con la preocupación y el miedo notorio en cada pequeño gesto.

—¿estas bien?—la suavidad con la que pronunció la pregunta, su cuidado y su tacto al arrodillarse y palpar la herida le hizo sonreir pese a las miserables circunstancias en que se encontraba tanto fisica como mentalmente—¿te duele?

—¿qué? ¿cuando cai del cielo?—bromeo buscando la ligereza y la calidez que el principe desprendía siempre.

—Sebastian—advirtió aun que de nada sirvió, su comisura temblaba en una sonrisa divertida y sus ojos demostraban todo lo que quería ocultar.

—sólo un poco, esta bien, estoy acostumbrado

El príncipe fruncio el ceño con su preocupación en aumento, desde que su caballero lo derribo por primera vez defendiendo al rey magnífico, lo que más llamó su atención y lo cautivo fueron sus ojos. Aquellos pozos brillosos nublados por una neblina que se volvía cada vez mas y más densa, ocultando la tristeza retenida que albergaba en ellos, a la que se aferraba con esa actitud despreocupada y divertida.

—¿puedes darme un pedazo de tela de tu ropa? Si uso la mía se infeccionara, prácticamente me arrastre por el suelo

Sin discutir arranco un pedazo de su camisa para vendarlo él mismo, Lewis lo observo con dulzura siendo correspondida en la misma medida.

—puedo hacerlo solo

—estas herido, mereces ser tratado y cuidado

—no creo que sea el momento adecuado para tomarnos nuestro tiempo

—es el momento si es por tu bien—lo miro brevemente con el ceño fruncido pero con su mirada igual de suave que siempre, el caballero sonrio ante el regaño.

—Mi príncipe

—Sebastian, ya habíamos hablado de eso—bufo virando los ojos divertido.

—Caspian—ahora si capturo por completo su atención, con una mirada atontada y un poco sonrojado sacandole otra sonrisa a su caballero—creo que puedo acostumbrarme a esto

—¿a qué?—se hizo el tonto.

—sentir tu calidez, sentirte a ti

—Sebastian—se quejo.

—tu comenzaste, cariño

Le encantaba molestarlo, ahora que tenia la suficiente confianza adoraba colorear las mejillas del príncipe con sus halagos coquetos y claro, Caspian disfrutaba escucharlos y recibirlos pese el sonido desenfrenado de su corazón, no eran nervios ni tampoco vergüenza, era como si buscara un ritmo que los uniera, uno que pudiera unir sus corazones.

Sebastian se irguió con ayuda de su príncipe, fue inevitable suspirar cuando el brazo de Caspian pasó por su cintura, cuando sus cuerpos estuvieron lado a lado rozandose en un toque tentador a sentir el calor contrario.

—iremos con los demás, te necesitamos allá además la reina Lucy estará a salvo, Destrier la cuidara y llegará a Aslan

Lewis asintió a sus palabras apreciando el perfil del chico.

Caminaron lentamente buscando que el cabellero regularice su dolor y se acostumbre a él, porque en cuando llegarán entrarían al campo de batalla y el alma guerrera y la lealtad de Lewis no estaría en paz si no alzaba su espada para proteger a los reyes y a su príncipe, luchando a favor de los narnianos con los que se consideraba un hermano de armas más.

Pisada tras pisada habitaba un silencio poco usual en el par, Sebastian tenía una duda en su mente y cuando capto la mirada del príncipe la expresó con suavidad.

—¿como te sientes?

—bien ¿por qué la pregunta?—lo miro confundido por su interés repentino y especifico.

—es sólo que, bueno, es contra tu tío con quien peleamos y asesino o no, viviste toda tu vida con él junto con tu tía, nació tu primo hace tan solo unos dias—paró de caminar alzando una mano para acariar el rostro de su príncipe con ternura—sigue siendo tu sangre con la que peleamos y es a tu sangre a quien mate ayer, Caspian y me importa saber como te sientes con eso y más cuando nadie se tomó la molestia de hacerlo, sólo te señalaban los lazos para desacreditar tu voluntad

Caspian lo vio conmovido, dirigio su propia mano a la ajena que acunaba su rostro con cariño en busca de darle un consuelo que no sabía que necesitaba, Sebastian siempre pensaba en su corazón aun si no era la prioridad de la situación.

—tal vez al inicio si sentí dolor y traición pero el deber se fungió en mi, sé que es lo que debo hacer y no me duele porque de ser ellos de verdad mi familia, yo estaría sentado en el trono y los narnianos volverían a su gloria

—si es lo que deseas,—se relamio los labios ansioso—yo mismo traeré tu corona, no quiero que manches tus manos si eso mancha tu corazón

La respuesta fue casi inmediata, su curiosidad por el pensamiento lo llevó a preguntar sin pensar.

—¿crees que algún dia matarias por mi?

—si, por supuesto, cariño

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