7
TOM
Es sorprendente como la situación puede cambiar a las personas, Erin me decía que podía llegar a ser una chica muy amable y muy linda, pero la mayoría de las veces se comportaba como una persona invencible y engreída solo quería mostrar lo que las personas no podían ver. Todas las cicatrices que había debajo de esas telas preciosas y costosas. No quería que viéramos que después de tanta comida, solo la dejan comer una y media comida al día. La vida en el castillo era cruel y despiadada, desde que lo veías sabías que la gente de ahí era cruelmente infeliz.
Mi madre me decía que lo bueno de la vida no sería difícil, si vale la pena costará trabajo. Mi madre fue víctima de maltrato en ese castillo, recuerdo que cuando iba a pedir algo para nosotros regresaba golpeada o sangrando y mi padre quería matar a la persona que lo había hecho. Yo solo recuerdo escuchar como ella gritaba de dolor y mi papá le decía ya casi termino querida, aguanta un poco más, yo solo me sentaba en una esquina con mis hermanos tratando de que nuestros pensamientos fueran más fuertes que sus gritos ahogados. Pero nunca fue suficiente. A veces creo que el hecho de que ellos murieran, no fue tan malo para ellos. Se querían y se fueron juntos, solo espero en algún momento volver a verlos.
Ya era la tarde del día siguiente, cuando la princesa regresó y todos actuaron como si nunca se hubiera ido, pero recuerdo como James estaba furioso por su desaparición. Creo que le fue peor por irse a que lo que hubiera pasado si se hubiera quedado.
Entro a la cocina en busca de una fruta para el príncipe y solo está Harrison acomodando unas latas en una caja. El chico se veía algo cansado y en cuanto me vio dejo de hacer lo que estaba haciendo y fue a saludarme.
-¿Cómo está tu amada?- pregunta en lo que le ayudo a sacar unas cosas de un costal. Estaba cansado, se notaba por las gotas de sudor que escurrían por su frente.
-¿De qué hablas?- agarro las frutas que me piden y me dirijo al lavamanos para lavarlas.
-Vamos, ¿Fingiremos que lo de ayer nunca paso?- se aseguró que no hubiera nadie a los lados y se acercó más a mi.- Llevaste a la princesa a tu casa- susurró.
-No tenía opción- afirmo sin poder mirarlo a los ojos, no quería que descubriera algo que yo no puedo- además de que te quejas si terminaste ganando. Ahora tienes un poco más de dinero.
En la mañana cuando llegamos la princesa fue directo a su habitación para sacar tres telas con un poco de dinero y se las entregó a Erin, Harrison y a mi. Yo no lo había pedido, pero no negaría algo que necesito
-Si, pero no quiero que te fíes de ella al final es parte de la realeza y si alguien se entera terminarás como el príncipe o como tus padres. Ellos no son de confianza. Ellos no son buenas personas y el hecho de que creas que solo por ver un momento de vulnerabilidad, ya serán grandes amigos. Pues estas mal- Sentía la seriedad en su voz pero prefería solo ignorarla- Nosotros somos amigos, ellos no.
Las palabras de mi amigo retumbaron en mi cabeza todo el día. En parte tenía razón pero tampoco sabemos como se debe sentir vivir en estas condiciones. Por alguna razón me causaba ansiedad el pensar todo lo que pasó ayer, me causa ansiedad el recordar como me abrazó llorando por el dolor o como le agradecía a mi y a mis hermanos por nuestra amabilidad. No puedo dejar de pensarlo, ¿Por qué alguien así se comportaría de esa manera?
James me dio un descanso para que me paseara por ahí, dijo que debía de hablar a solas con el rey y no era de mi incumbencia estar ahí. Así que ahora camino en busca de erin o de hazza.
A lo lejos vi una cabellera pelirroja y ondulada, sabía que era ella y tenía la necesidad de hablarle. Necesitaba saber porque ayer fue así y si ahora todo cambiaría entre nosotros. No podía dejar de pensarlo; de alguna manera los dos nos mostramos vulnerables y eso era algo que debía de ser hablado.
Me acerqué y cascare un poco, ella solo levantó la mirada y me vio para luego regresar la atención al caballo que estaba cepillando.
-Hola.- Ella me miró y sonrió- Escucha, creo que deberíamos de hablar sobre lo que pasó ayer.
Me miró con los ojos más abiertos de lo normal y checo que no hubiera nadie a los lados.
-Lo que pasó ayer debes de olvidar lo completamente.-dice fríamente- Fue un momento de locura que nunca se volverá a repetir. Agradezco tu hospitalidad pero eso es todo, tu y yo no somos amigos ni conocidos ni nada. Tu solo trabajas para mi prometido y cumples con todos sus antojos. Tú solo eres un esclavo más, no te creas más importante.- se alejó de mi y se dio la vuelta para darme cuenta que el vestido que traía hoy era más cubierto de la espalda y estaba ligeramente sucio de la parte de enfrente.
-Ayer lloraste en mi hombro y rogaste por ayuda, y hoy me llamas esclavo.- se detiene y sin mirarme responde.
-Si, porque eres lo único que eres y serás. Tendrás suerte de no terminar como tus sucios padres. Valio la pena su muerte, ¿no?- sonrío y se retiró completamente del lugar.
Harrison tenía razón, no había que esperar mucho de ella. Así eran este tipo de personas solo eran buenas cuando les convenía. Me sentía tan iluso por pensar que personas como ellos serían capaces de aceptar alguna amistad con personas del pueblo o no se. Ellos nacieron para usar a cualquiera que se pusiera frente y luego tirarlos a la basura porque ya no necesitan nada de ellos.
Salí de ahí furioso por todo, furioso por no haberle hecho caso a mi amigo, furioso porque realmente creí que ella puede llegar a tener sentimientos. Y sobre todo furioso conmigo, por seguir siendo tan ingenuo. Le mostré unas de mis debilidades, le presenté a mi familia y le mostré mi casa; y ella simplemente me trata así.
Mi padre siempre me decía que debía de cambiar, no toda la gente era buena y debía de aprender a saber a quien le confiarías a tu familia y a quien no le mencionarías que tienes una, solo por seguridad.
KARA
Entré al gran comedor con mi padre y mi madre para desayunar. Sabía que ellos sabían de mi ausencia por la noche, pero ninguno se atrevía a mencionar ni una palabra de lo ocurrido.
Me senté y en menos de 30 segundos ya tenía un plato con frutas frente a mi y cubiertos perfectamente alineados. Hace menos de cinco horas estaba en un lugar donde apenas y había agua y hoy tengo cubiertos de oro mientras porto un vestido más caro que cinco casas juntas.
Volteo a ver a mi madre y tiene los ojos fijos en mi, no toca su comida, solo se dedica a observarme de una manera fría. No puedo identificar que es lo que me quiere decir o que es lo que intenta transmitir. Solo se que tengo miedo.
-Así que, Kara. ¿Cómo dormiste anoche?- mi madre vuelve la mirada a su plato y mueve ligeramente los huevos que hay en el.
-He tenido mejores.- limito mi respuesta lo más que puedo y agarro una uva- ¿Y ustedes?
Mi padre suelta un gran golpe en la mesa y todos los utensilios que hay en esta saltan como si también se hubieran asustado. Las pocas uvas y fresas que hay en mi plato salen rodando y caen al piso. No soy capaz de mirar a mis padres, solo me quedo pensando en que se supone que comeré si ahora mi comida está en el piso.
-Ayer nos has avergonzado de una manera inexplicable. No podíamos decir que la prometida del príncipe se había fugado a la sucia aldea. ¿Qué dirían de ti? Afortunadamente el príncipe rescató la situación y le comentó a sus padres que estabas dormida en su bañera.- Tenía una voz muy grave y nunca lo había escuchado tan enojado. Ni cuando mi madre comete un error y el la expone frente a todos.- Estarás castigada y no podrás salir de este maldito castillo, por lo tanto tienes prohibido ir a los patios y tendrás seguridad en todo momento hasta que yo diga lo contrario.
Mi padre vuelve a comer y de nuevo miro a mi madre, ella solo tiene la mirada perdida en la comida y de vez en cuando de la una que otra mordida a su desayuno.
Una chica se acerca a mi y comienza a levantar las frutas que están en el piso.
-Alto- ordena mi padre y lo mira- No los levantes, deja que ella los coma del piso. Como la perra que es.- Lo miro a los ojos y puedo notar la diversión que tiene en ellos. Quiero pensar que es una broma pero cuando veo que no dice otra cosa me doy cuenta que no es broma. Realmente quiere que coma del piso.
Me levanto y me pongo de rodillas frente a la mesa. Agarro una fresa y la como.
-Dije como perra, acerca tu maldita boca al piso y come cada fruta así.- sonríe y me observa fijamente.
Me agarro el cabello para evitar que se venga para delante y acerco mi boca al suelo, justo como mi padre lo ordenó. Cuando como la primera fruta mi padre estalla de risa y yo solo me siento tan humillada. Me tratan como animal y todavía tiene el descaro de reírse. Las pocas personas que se encuentran en el comedor solo intentan no observarme o no reír.
Acabo las frutas del suelo y mi padre se retira del salón con una gran satisfacción y una gran sonrisa. El odio hacia el crece aún más, pero el odio a mi madre sobrepasa los límites. Ella siempre se queda ahí observando lo que hace mi padre y el como me trata, no se atreve a decir nada. Mi hermano si me defendía a capa y espada. El siempre me decía que mientras lo tuviera a mi lado, nada malo podía pasarme. Pero se fue y todo por culpa de los estúpidos pueblerinos.
Me levanto y parte de mi vestido esta sucio por el piso, lo sacudo y miro a las chicas de limpieza y solo bajan la mirada.
Debo de salir, no puedo con más humillación.
Camino a la puerta pero antes decido pasar junto a mi madre y susurrarle A ver cuando comienzas a usar tu maldita voz.
Se para y me toma del brazo.
-¿De qué hablas?- dice
-No te hagas, nunca dices nada cuando mi padre me trata como basura. Nunca has tenido el valor para hablar por ti.- La miro a los ojos y veo como se ponen vidriosos- Nunca has podido hacer nada bien.
-No me hables así Teagan, no digas que yo nunca hago nada por ti si bien se que ayer te fuiste con los esclavos esos.
Siento como el cuerpo se me paraliza y la piel se me eriza. Mierda mierda mierda, ¿Qué haré ahora? Si mi padre se entera ellos estarán muertos y puede que a mi me mate a golpes o me haga lo que a mi hermano.
-No se de que me hablas- intentaba que mi voz se escuchara segura, fuerte pero era casi imposible. El comentario salió casi como un chillo de mi boca.
-No soy estúpida Kara, se que ellos te ayudaron a salir y se que te quedaste con ese tal Thomas. Solo te advierto, si vuelves a hablarme de esa manera, no dudaré en ir y decirle a tu padre y a James todo lo que se- se acercó a mi y susurró- Aprende a ser más inteligente Teagan.
Soltó mi brazo y se fue dejándome completamente sola ahí.
No puedo permitir que se enteren de eso. Ayer que fui a las afueras me di cuenta de toda la fortuna que tienen esas personas. Y el pequeño paddy es un amor, si le quito a alguien más no se que harían. Nadie más aceptaría a ningún chico de esa familia, pensarán que está maldita.
Y a Erin no puedo hacerle eso, sería como traición después de todo lo que ha hecho por mi. Aparte de que es obvio que esta enamorada de ese tal Harrison.
No puedo hacerles eso.
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