23
TOM
El pasto mojado produce un escalofrío en mi espalda, me remuevo incómodo y segundos después me acostumbro a la sensación. Podría decir que incluso comienza a calentarme. Cierro los ojos e inhalo profundamente, el olor a pasto recién mojado me produce un sentimiento acogedor y un sentimiento de libertad. Me dejo llevar por el baile que crea el viento y por un momento me siento tan ligero me siento capaz de flotar como una hoja caída del árbol y solo volar por los aires, admirando todo sin importar que.
Las nubes abren paso y un rayo de sol pega directo en mi cara, sin descaro o cuidado me alumbra completamente calentando cada centímetro de mi piel. La siento arder, siento como el resto de mi cuerpo se calienta y ya no siento más frío, ya no soy una hoja andando por los aires, ahora soy una pequeña semilla plantada, esperando a crecer, esperando que alguien note su presencia antes de ser pisada sin cuidado o misericordia.
Abro los ojos poco a poco y con una mano tapo el sol para no lastimar mi visión. Veo a mi alrededor e intento escuchar el sonido que produce la capital. Pero nada, el despeñadero es más tranquilo cuando hay quien lo alumbre sin necesidad de velas.
Me siento en el pasto y arranco un poco de este. Lo uso como distracción en lo que espero a Kara. Me ha pedido que nos reunamos hoy a esta hora, le he repetido lo peligroso que era, pero a ella pareció no importarle diciendo que lo tenía todo bajo control. Así que ahora solo espero a que llegue caminando entre los árboles.
Volteo de nuevo al mar y esta vez está calmado. La marea ha subido, pero este se ve tranquilo. Está en paz.
Escucho un trote de caballo a lo lejos. Cada vez se va acercando más y cada vez va bajando la velocidad. El caballo blanco de Kara sale entre los árboles y puedo verla a ella montándolo con una capa café encima de ella. Al verme frena al caballo, baja de él y lo deja descansar. El caballo comienza a oler el lugar y a comer el pasto que hay. Por otro lado Kara se acerca a mi corriendo y me abraza con fuerza, la tomo de la cintura y la abrazo con la misma fuerza.
—Te he extrañado —susurra a mi oído y al separarse deja un fugaz beso en mis labios.
—Yo igual —sonreí a centímetros de ella— ¿Qué hacemos aquí? Alguien podría vernos.
Kara se sienta en el pasto y voltea al cielo despejado. El aire recorre su cabello haciendo que aquellos chinos rojizos volaran por los aires. Se deja llevar por el momento.
—He decidido que lo quiero hacer oficial, en un rato vendrá mi padre y mi madre —hace una pausa— y les diremos que me casaré contigo y no con James.
Sonríe emocionada y yo me quedo perplejo por la noticia.
—Kara —digo sin aún creer lo que me ha dicho—, sabes que mi corazón y alma te pertenecen, pero -hago una pausa para recuperar al aire—esa es la peor idea que has tenido.
— ¿De qué hablas? —murmura un poco enojada y yo me aparto unos metros por si en algún momento llega alguien, poder correr o inventar alguna trillada historia sobre como acabamos aquí solos y juntos. Sin embargo, segundos después comienza a reírse.
— ¿Qué es lo que te causa tanta gracia?
— ¿Realmente me crees tonta? —se recuesta y sigue riendo de una manera delicada. Aún cuando conmigo es alguien normal, sigue siendo de la realeza— ¡Nos cortarían la cabeza a ambos! —exclama divertida.
— ¿Entonces no llegará nadie? —pregunto desconfiado.
Al ver que ella niega me acerco y me recuesto a su lado.
Volteo a verla y ella está dormitando cobre mi pecho. El sol está sobre nosotros y nos calienta de igual manera, el viento nos arrulla y nuestra presencia calma todo aquel estrés o preocupación.
Como todas las noches que nos vemos, el aroma a lavanda siempre está presente. Esa es su esencia, eso es lo que la hace especial. Si le digo que el olor a una flor morada la identifica me golpearía por la falta de creatividad y astucia, sin embargo, va mucho más allá que el físico de la flor e incluso del olor. Kara es ese olor agradable, esa linda flor que te encuentras por los sembradíos, una de las grandes bellezas de Kara es su extraña manera de pensar, el como puede cambiar por una persona y la capacidad que tiene de sobrevivir a los peores y mejores momentos. Ella es una de las mujeres más fuertes que conozco.
—Kara —susurro y ella responde con un quejido— ¿Te he dicho que me recuerdas a mi madre?
—No —susurra adormilada—. ¿Cómo era ella?
—Mi madre era la mejor mujer de todas. Nos amaba con lo poco que tenía y siempre intentaba darnos lo mejor. Mi sueño era encontrar una mujer como ella, que me amara con la misma intensidad que ella lo hacía conmigo. Era fuerte, valiente, justa. Ella era mi inspiración.
Quería continuar, quería darle a entender la hermosa mujer que era mi madre, pero a media descripción mi voz comenzó a entrecortarse y lágrimas comenzaron a salir de mis ojos. Salían y salían como si fuera un río.
—Mi madre era una mujer asombrosa, Kara —dije llorando—. Mi madre era tan perfecta que ella... —las palabras se amontonaron en mi garganta y ya nada salía de mi. Solo jadeos de dolor.
Kara me abrazó con fuerza y me pegó a ella.
—Ella era...
—Lo sé —me interrumpió—, lo sé.
Seguí llorando en sus brazos. Lloré como nunca lo había hecho, lloré por mi, por mi mamá, por mi papá, por mis hermanos. Ese día solo lloré y ella lloró conmigo, estuvo ahí sentada hasta la noche escuchando mis llantos, mis lamentos y mis recuerdos absurdos. Ella estuvo ahí, sosteniéndome, no me dejó caer.
Al momento de despedirnos prometió quedarse por siempre. Me sostuvo de las manos y dijo:
—Estaré aquí cuando el sol se acabe, cuando la luna caiga y cuando ya no tenga fuerzas para seguir peleando. Estaré ahí, contigo. En cada momento. Estaré ahí cuando el mundo sea tan pequeño y tu tan grande que necesites un escape, yo seré tu escape, yo te mostraré lo linda que es la vida, yo te mostraré lo que vale la pena. Pero te sentirás decepcionado cuando solo te muestre un espejo.
Mi madre era la mujer de mi vida. Pero Kara... Kara es dueña de mi existencia, de mi respirar, de mi pensar, ella es dueña de mi y estoy locamente enamorado de ella.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top