19

TOM

Salió del cuarto y no la detuve. Una vez más la dejé ir.

Debo hablar con ella, debo disculparme, debo hacerle saber que ella no tiene la culpa de nada, debe saber que lo siento. Que no sé porqué dije lo que dije; yo no soy así. Ella me ha ayudado con todo y yo solo la dañé.

Había sido un idiota con mi hermano y con ella. Harry estaba enojado y yo desquité mi coraje con ellos. No era su culpa lo que pasaba, Sam solo quería ayudar y ella me ayudó cuando no tenía nada, cuando mi hermano estaba enfermo.

A pesar de lo que dije, ella sigue mandando cosas a la casa. Pensé que en algún momento dejaría de hacerlo, pero dos semanas después yo seguía recibiendo cosas y más cosas, ella nunca me descuidó y ahora no soy capaz ni de mirarla a la cara.

Quería hablarle, hacerle saber que se veía hermosa con lo que llevaba y que no pienso que es una molestia. Debo hacerle saber que la extraño, extraño su risa y ver aquel cabello pelirrojo en la noche. Necesito saber por qué no ha regresado al arroyo, por qué ya no aparece por ahí.

Quiero mostrarle lo arrepentido que estoy, lo mal que la he pasado sin ella. Contarle como Sam se la pasa con aquella chica que la hace feliz, y el cómo su felicidad me recuerda a ella. No a la Kara con una corona y perfecta postura; a la Kara que al reírse cubre su sonrisa, la que se sienta en el pasto y habla de las estrellas como si supiera la historia de cada una.

En el baile real había tanta gente, todo estaba perfectamente arreglado y cuidado. Las personas caminaban tan fino, como si estuvieran caminando sobre agua y en cualquier momento fueran a hundirse. Las extrañas palabras que usaban para hablar y expresarse, logré aprender una que otra e intento enseñárselas a mis hermanos, pero es difícil ya que no conozco el significado y si quiero buscarlo en algún libro, tampoco se puede porque no sé leer y tampoco escribir, entonces solo las pronuncio al aire para no olvidarlas.

Salgo de la habitación y regreso al gran salón donde ya está Kara junto al príncipe sonriendo falsamente. Cualquiera que sepa lo que es hipocresía se daría cuenta de todo el teatro que están montando.

Ver cómo James la toma de la cintura y le da besos en la mejilla me daba rabia, me hacía enojar que la tocara con tanta delicadeza cuando en las noches la golpeaba hasta dejarla inconsciente.


Llegue a casa y agarré un pan, desde la tarde no había comido y moría de hambre. No saben lo increíble que es poder comer un pan completo sin miedo a no comer en dos semanas.

Me senté en una de las sillas y puse la cabeza entre mis manos. Me dolía la cabeza como si me hubieran pegado y no hubieran parado. Toda la tranquilidad, todo el silencio. La puerta se abre y con el silencio de un gato, Sam entra a la casa sin darse cuenta que estoy observando todos sus movimientos. Está caminando de espaldas y no hace ningún sonido, debe de enseñarme a hacer eso.

— ¿En qué momento te das cuenta que estoy aquí? —pregunto y le doy un mordisco al pan.

Se asusta y voltea rápido a verme, se pone completamente rojo y luego pierde el color dejando una mancha blanca con puntos cafés. Mi mamá decía que una peca aumentaba por cada persona que lo amaba, y por eso tenía tantas. Por que su amor era tanto que todas las pecas eran por ella y una que otra de mi padre.

— ¡Tom! —exclama— ¿Qué... qué haces ahí? -habla nervioso y se rasca la nuca de forma incómoda.

—Llegando del castillo —me levanto y lo miro a los ojos— ¿Qué haces tu aquí?

—Aquí vivo —dice obvio y me río.

—Me refiero a ¿Qué haces llegando a estas horas e imitando a un gato? —baja la mirada y comienza a jugar con las manos y pies.

No sabía si lo había estado haciendo desde hace semanas, días o si incluso esta era la primera vez. No me gustaba que estuvieran tan tarde por ahí, no sabemos que hay allá fuera y para personas como nosotros, la protección de la guarda no está asegurada.

—Yo... —tartamudea— yo estaba con... con... con mi... mi novia.

Un rayo de felicidad llega a mi. Feliz porque está enamorado, feliz porque lo quieren, feliz por él, feliz porque lo merece.

Sonrío y el sigue con la mirada baja, supongo que esperando un regaño. Lo abrazo y acepta mi muestra de afecto, ya no se siente huesudo como antes, ya no se le sienten las costillas, ya está bien, está sano y todo gracias a Kara.

Me separo y con las manos tomo su cara para poder verlo a los ojos. Las pecas, el color café obscuro de los ojos, el cabello largo y ondulado. Lo quiero más que a nadie, el ha hecho todo por mi.

—Si algún día se hace muy tarde, te quedas con ella —sonríe por mi comentario—. Algún día debes de traerla y presentarla.

—Gracias. —susurra y sonrío.

—Ahora ve a dormir —desordeno el cabello de mi hermano y él se separa de mi agarre.

Vuelvo a sentarme en la mesa y le doy otro mordisco al pan. Siento como pasa por mi garganta y llega a mi estómago. Me levanto y agarro un vaso para llenarlo de leche.

— ¿Tom? —se escucha como Sam habla a mis espaldas y volteo— ¿Hablaste con ella?

— ¿Con quien?

—Con Kara —niego con la cabeza—. Te escuchará, lo prometo.

— ¿Cómo estas tan seguro? —replico con inseguridad.

No debías de ser un genio para saber que ya no veía a Kara. Sam se enteró de lo que pasó con ella ya que al llegar ese día, debía de desahogarme y el siempre estuvo ahí. Entendió la posición en la que estaba, pero también me hizo ver la suya. Ahí fue cuando me di cuenta que había sido un imbécil.

—Porqué se quieren —se da la vuelta y corro para alcanzarlo.

—Sam, ella y yo —suspiro—. Ya escuchaste a Harry, el tiene razón. Yo para ella soy...

—Basta —interrumpe—. Harry es un maldito amargado que está lleno de odio consigo mismo y es por eso que arruina la felicidad de las personas, para hacernos sentir tan miserables como él.

— ¡Sam! —regaño—. Es tu hermano.

—Y también es alguien que me quiso alejar de mi novia porque según él solo me usaría —hace una pausa— según él nadie se fijaría en alguien como yo, así que era raro. No dejes que arruine tu felicidad solo porque él no puede encontrarla.

Y se fue a dormir dejándome con la duda, la preocupación, la euforia de poder hablarle mañana. Solo que debo de encontrar la manera de poder ayudar a Harry, no podía dejar que la obscuridad lo consumiera como a un alma en pena.

Al levantarme, Harry estaba comiendo y hablando con Paddy, pero Paddy tenía una cara de incomodidad increíble, asumo que Harry lo estaba regañando por algo. Al hacerme presente en la mesa los dos fijaron sus miradas en mi y luego regresaron a hacer lo que estaban haciendo.

—Hola Paddy —desordené su cabello y él sonrió— ¿Cómo amaneciste?

—Bien —sonríe—. Perdón —espeta y hago una mueca.

— ¿Por qué?

—Harry dijo que la comida que traje es basura y ahora tendremos que tirarla toda por mi culpa —responde y volteo a ver a Harry enojado.

La mirada que tiene, seria, prepotente, enojada. Dios, me acabo de levantar y ya empezamos con problemas.

—Paddy —hablo sin quitar la mirada de los ojos de Harry—, ve con Sam. Acompáñalo a la panadería y compras leche porqué ya no hay.

Este asiente y sale corriendo al cuarto, tiempo después veo a Sam y Paddy salir lo más rápido que pueden. Sam ya sabe lo que pasa y supongo que Paddy lo sospecha.

La casa se queda en silencio y nuestras miradas siguen fijas. Hoy le pondré fin a esta actitud tan irritante y molesta. No puedo dejar que afecte a los demás, mi padre ya lo hubiera controlado y ahora es mi deber hacerlo. Por ellos, por nosotros, por mi.

—Ahora que se fueron ¿Me vas a dar tu discurso de como debo ser una buena persona y hermano? —comenta con desagrado.

—Harry ya estamos hartos de tu actitud —voy directo al punto—. No puedes seguir así.

—Después de la realidad que te hice ver ¿Así me agradeces? —se levanta de la silla.

— ¿De qué hablas? —me levanto junto con él.

—Yo te hice ver lo que te hacía esa princesita tuya, yo te ayudé a salir de esa miseria a la que llamabas amistad o incluso amor.

—Tú no ayudaste en nada, solo lo empeoraste —me acerqué a él.

—Ella te debe la vida y solo te estaba destruyendo —murmura con enojo entre dientes.

— ¡Y tú le debes la tuya! —exploté—. De no haber sido por ella tú ya hubieras muerto por alguna infección. Ella te curó con las medicinas que mandó, ella mandó comida, dinero, ropa, agua, cosas para sobrevivir. Así que tu le debes todo.

— ¡Por su culpa me mandaron a ese cuarto!

— ¡Tú te metiste ahí! —grité— ¡Tú te lo ganaste y ella te salvó!

Harry me golpeó con fuerza y luego se fue enojado. Azotó la puerta y se fue. Toqué el pómulo de mi cara, dolía como mil demonios.


Caminando al cuarto del príncipe, casi corriendo. Iba tarde y me regañaría por no estar ahí cuando el quería. Subía y subía escaleras, hasta al fin llegar a la recámara, entro y me coloco junto a la puerta. James sale del balcón y me voltea a ver.

—Hasta que llegas —se acerca a mi— ¿Esto es un golpe? —pregunta tocando mi inflamada mejilla.

—Si —respondo cortante y él se ríe.

—Quien sea que te haya pegado, seguramente lo tenías merecido. —se aleja y se pierde entre las paredes de la recámara.


Era de noche y nuevamente no había podido hablar con Kara, solo la había visto caminar entre los pasillos y el jardín, fuera de eso no había tenido oportunidad siquiera de verla a la cara, pero eso no pasaría de hoy.

Caminaba por los jardines, ella estaba en el establo con su caballo, según lo que me había dicho Erin, ella ya se había podido ir a casa, así que estaría sola. Al entrar solo estaba ella con algunos caballos. Los acariciaba y hablaba con ellos, luego sonreía cuando ellos se dejaban acariciar por la chica. Se veía inocente, pura, feliz. Se veía hermosa.

—Hola —salude y ella se dio la vuelta para terminar frente a mi.

— ¿Qué haces aquí?

—Quiero hablar contigo, debemos de hablar —me acerco a ella.

—No hay nada de que hablar —me mira sin expresión—. Con permiso.

Camina junto a mi con las manos entrelazadas y tomo su brazo.

—Nos vemos en el arroyo, como antes —su mirada sigue seria—. Por favor.

Se suelta de mi agarre bruscamente y se va. Me quedo de nuevo solo en el establo ¿Por qué la gente siempre me deja solo en los lugares?

La noche cae como una manta cogedora. Sentado sobre el tronco lleno de musgo, me cubría de vez en cuanto por el frío que hacia. No llegaba, no se cuanto tiempo llevaba ahí y ella no llegaba; comenzaba a molestarme y a pensar que nunca llegaría, que la perdí por siempre hasta que escuché pasos entre los árboles, Kara caminando con una capa verde, vestido rojo y una farola alumbrando el camino.

—Kara —alego alegre— llegaste.

Al verme se da la vuelta y la sigo, sé que vamos al acantilado. Solo veo como su vestido se mueve cada vez que da un paso. Llegamos al acantilado y ella frena, se agacha y deja la farola sobre el pasto.

Me acerco y me pongo frente a ella. La luz de la luna alumbra sus ojos, los extrañaba.

—Perdón —suelto sin más—, perdóname por lo que dije, por como actué. Perdón por el como te traté cuando tu me has salvado, me salvaste de caer en un hoyo de tristeza, salvaste a mi familia, salvaste a mis amigos, salvaste a las chicas del castillo, salvaste mi esperanza. Antes que llegaras pensé que nunca podría sentirme así. Luego te conocí de la manera en la que nadie lo hace estos días y me di cuenta, que tu eres una de las mejores personas. Eres fuerte, eres valiente y eres capaz de cambiar por alguien. No dejas que la corona te apague, sigues brillando a pesar de las noches tan obscuras.

—Tom yo... —habló de una manera dulce y suave. Con miedo a lastimarme—. Tú tenías que razón. Te voy a lastimar. Estoy aquí para despedirme de ti bien, como amigos para que no haya resentimientos. Solo somos amigos y creo que deberíamos de permanecer así, alejados. Es mejor.

—Kara... —me interrumpe.

—No te preocupes, seguiré mandando cosas a tu casa —dice sin preocupación—. Gracias por ayudarme Holland, te deseo lo mejor y espero que algún día encuentres a alguien que te ame y te quiera por como eres.

Se despide y se da la vuelta para irse. No puedo dejar que se aleje, yo solo la puedo hacer feliz y viceversa.

—No —la agarro del brazo—. No somos amigos y nunca podremos ser amigos. Acepto que nunca podré verte de una manera amistosa porque siempre que se trata de ti te veo con otros ojos. No sé en qué circunstancias estamos en este momento, pero solo puedo decirte que tú y yo nos queremos como algo más que amigos, siempre y eso no lo podremos cambiar nunca. No puedo hablarte porque causas algo diferente en mí, y tú no puedes verme porque tienes miedo de que pase lo que a mí ya me pasó. Tienes miedo de enamorarte de mí.

Hago una pausa y veo sus ojos. Tiene miedo, le duele, algo le duele.

—Realmente pienso que estamos destinados —prosigo—, pero no quiero sufrir hasta que la vida diga que ya es nuestro momento. No quiero esperar y no quiero pensar que nunca me querrás. Yo sé que tú sientes por mí, lo mismo que yo siento por ti; solo que lo niegas y esperas algo que no sabes cuándo llegará. Deja de espera y haz que pase, hagamos esto juntos. Cariño no tengas miedo a enamorarte de mí. Y lo entiendo, pero no puedes esconderte de esto. No puedes ocultar el querer estar conmigo. Solo necesito que aceptes este sentimiento, necesito que aceptes este amor, necesito que no te rindas en esto. Por qué esto puede ser el comienzo de algo hermoso. Necesito que me aceptes.

Recupero el aliento y todo se queda en silencio. El sonido de los pájaros de fondo, las olas chocando con las rocas. Su mirada conectada con la mía, tenía miedo de que solo se diera la vuelta y se fuera dejándome, de nuevo. Si lo hacía sabría que hice lo imposible para que esto funcionara. Los nervios me comían vivos.

Hasta que sentí sus labios sobre los míos, sus brazos sobre mis hombros y mis manos en su cintura. Un beso suave, delicado, lindo y mágico.

De todas las chicas del reino ¿Por qué debía de gustarme la princesa?

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