Capítulo tres
«CAPÍTULO TRES»
"Invitation"
Son la una de la tarde según indica mi teléfono, mi estómago ruge por comida y sólo deseo que el profesor termine la clase porque se me está haciendo eterna. Lo único que me tranquiliza es que no queda mucho para la salida. Debo encontrar a April rápido, —que por cierto, no tengo idea donde se ha metido pues se retiró un poco antes, — ya que mencionó que almorzaríamos juntas así que el plan sería encontrarla y marcharnos a comer.
Al fin el profesor da por finalizada la clase, deseándonos un buen término de semana y así. Casi no lo escucho, solo pienso en comida, mi estómago ruge ansioso por ello. Ordeno mis cosas velozmente y salgo del salón casi de las primeras, pero antes seguir con mi camino en búsqueda de April, mi vista se detiene en el chico de ojos felinos con una expresión de aburrimiento que llega a parecer divertida. Se encuentra apoyado en la pared frente a la puerta de salida y parece ser que espera a alguien.
Me es bastante inusual encontrarlo por estos lados. El piso de música está arriba, así que posiblemente sí está en búsqueda a alguien.
Antes de arrepentirme, me acerco hasta él con una sonrisa, aguantando las ganas de reírme de su aburrido rostro.
—¡Hey! —le saludo alegremente. Recompone su postura a penas me ve, correspondiendo a mi saludo con un movimiento de cabeza. —¿buscas algo?
—A ti, de hecho. Ayer dejaste este cuaderno en mi casa.
En su mochila parece rebuscar aquel elemento. Fijo mis ojos en ella y en lo diferente que es respecto a la mía. La suya es negra, haciendo juego con su outfit del mismo tono, y la mía color violeta claro. En extremo opuestos.
Deja mi cuaderno sobre mis manos y esboza una efímera sonrisa.
—¡Gracias! Ni siquiera recordaba haberlo olvidado en tu casa.
—De nada.
—¿Irás a almorzar? —mis palabras salen más rápido de lo que puedo pensar y provoca que sus pasos se detengan. Puedo notar atisbos de intriga en su expresión confundida.
—No lo sé.
—¿Quieres almorzar conmigo?
Sí, ya sé que dije que debía encontrar a April, pero luego viéndolo, recordé que le debo un favor por lo de ayer. ¿Qué mejor que invitar un almuerzo?
—Déjame compensar lo de ayer de alguna forma, ¿sí? —vuelvo a insistir dado su silencio.
—Uh...
—Hay un lugar donde venden unas hamburguesas exquisitas, no queda muy lejos. ¿Qué opinas?
Parece pensarlo, quizá no le gustan las hamburguesas... que mal sería, ¿Qué puedo invitarle? ¿Una pizza? O tal vez un ramen, aunque nunca los he probado.
—Está... bien, creo. —su respuesta positiva me saca del trance y aplaudo contenta, eso lo hace reír. Quizá piensa que soy rara, pero no me importa. Ambos nos dirigimos hasta el ascensor para poder descender al primer piso. —¿siempre eres así?
—¿Así como?
—Tan... social.
—La verdad no. No soy alguien tan extrovertida como Dalton, por ejemplo.
—Acabas de invitarme a almorzar de la nada. —inquiere frunciendo el ceño, dando a entender que mis acciones no concuerdan con lo que digo.
—Eso es distinto. —comienzo a explicar. —Yo te debo un favor por lo de ayer.
—Te dije que no era necesario. —explica, callándose por unos segundos—pero ahora que lo mencionas, sí se me antojan unas hamburguesas.
Ambos abandonamos la universidad y caminamos tranquilamente al local que he sugerido. En el camino intento entablar una conversación con él pero no parece tener mucho interés en hablar. Es como si le cansara contestar cada cosa que digo, nunca me pasó antes.
Aún así, sigo hablando, a pesar de no tener una respuesta a cada cosa que sale de mi boca. Y así es como entramos al local y tomamos asiento en una de las mesas con vista a la calle. Ojeamos la carta que se encuentra en la mesa pacientemente, sin decir mucho.
—¿Qué te gustaría comer?
—Hamburguesas, ¿no?
Vale, su forma tajante de contestar es algo nuevo para mí, pero no me molesta en lo absoluto, es más, me causa risa. Se nota que no es de muchas palabras. No sé si esto será debido a que aún soy una desconocida para él, o si siempre es así. Quizá pueda descubrirlo con el tiempo.
Hacemos nuestro pedido cuando uno de los camareros se acerca a nuestra mesa. Luego de eso se forma un silencio entre nosotros, no puedo catalogarlo si es incómodo o no. Yo escuchaba el ruido ambiente, mirando hacia la calle, viendo a las personas pasar, algunos estudiantes posiblemente buscando almuerzo, otros aprovechando el tiempo para fumar y quizá hacer qué cosas.
—¿Cómo está tu madre?
—Oh, ahora me hablas.
—Retiro lo dicho.
—¡Bien! —suelto una risa al instante en que se arrepiente. Que humor se carga, me parece divertido. —Está mucho mejor, ese día sí estaba estresada.
—Supongo que no le diste más problemas.
—Claro que no. De hecho... estuve pensando que quizá es buena idea saber lo básico para esas situaciones, como tú.
—Genial.
—¿Es muy difícil? No se me da mucho el área de la medicina y así.
—Uh, no lo sé, supongo que no.
—Es que tú eres bueno en eso, es obvia tu respuesta. —suspiro—¿Y en que más eres bueno?
—Música —contesta, apoyando su espalda correctamente en la silla. Debí suponerlo, su carrera se basaba en ello.
—¿Escribes? — El asiente, de paso bebiendo del refresco que previamente dejaron en nuestra mesa. —Uh y... ¿has escrito alguna canción?
—Sí.
—Oh, genial. Me gustaría escucharla.
—Pues... no está totalmente lista y dudo que comprendas algo.
—¿Por qué lo dices? ¿La escribiste en coreano?
—Así es, tiene algunas frases en inglés pero la mayoría en mi idioma.
—Bueno... soy una fiel creyente de que a veces la música no se trata tanto sobre la letra, o el idioma en el que está escrito, sino el cómo te hace sentir. Si el artista consigue que la canción te transmita algo, independiente del sentimiento pues... ya ha ganado. —sus orbes no han dejado de observarme en toda mi explicación y no puedo descifrar si es bueno o malo. —Al menos es lo que sucede en mi caso. —balbuceo, intimidada por su firme mirada. —¡Hey! ¿Es decir que Dalton también compone música?
—Pues técnicamente sí, pero estudiamos diferentes menciones.
—Oh... ya entiendo. ¿Cuándo se hicieron amigos?
—¿Empezamos nuevamente el interrogario?
Muerdo mi lengua antes de decir otra cosa, ¡qué difícil eres Han Yoonmi!
—¿Entonces de que quieres hablar? —inquiero, apoyando ambos brazos sobre la mesa.
—No quiero hablar, quiero comer. —indica, riendo burlonamente. —Pero bien, mientras llega la comida puedes hacerme una pregunta.
Celebro con una sonrisa, al menos lo está intentando.
—Entonces... ¿Cuándo se hicieron amigos tú y Dalton?
—Uhm, en primer año, cuando recién llegue.
—Y... ¿Te gusta estar aquí? En la ciudad, la universidad.
—Sólo era una pregunta. —aclara. Hago un puchero con mis labios por si se apiada, y termina rodando los ojos.—Supongo que está bien.
—¿Pero extrañas Corea? ¿P-por qué decidiste mudarte al otro lado del mundo?
El camarero llega con nuestras hamburguesas antes de darle tiempo a mi acompañante para contestar, el olor que expende del plato es delicioso. Ambos le agradecemos y comenzamos a comer en silencio.
—¿Entonces? —insisto.
—Ya llegó la comida. —señala.
—Si...
—Significa que debemos comer y no hablar.
—¡Ash! Bien.
Y así es como nuestro almuerzo transcurre con normalidad. Bueno... no sé si es tan normal. Por más que intento hablar, Yoonmi siempre encuentra el pretexto para no contestar a lo que le digo, ya sea indicando que debemos comer o cualquier cosa que se le ocurra. Definitivamente no le gusta hablar tanto como a mí. ¡Incluso se atrevió a meter una papa frita a mi boca para que me callara! Es increíble.
—¡Casi muero! —bramo, tosiendo ante su inesperada acción.
—Oh, no exageres.
—Eres grosero, Han Yoonmi.
—No es mi culpa que no dejaras de hablar.
—Podrías simplemente decir que dejara de hacerlo.
—Lo hice y me ignoraste.
—Bueno... podrías intentarlo una segunda vez. —replico, apuntándole con una papa.
—Te lo dije más de tres veces.
—¡Es que no me gustan los almuerzos silenciosos! —me defiendo.
—Esto no viene incluido en el almuerzo.
—¿Qué cosa?
—Soportar tu voz.
—¡Hey! Ni que fuera chillona...
—Hagamos un trato. Si te quedas en silencio hasta que termine mi hamburguesa, contestaré una pregunta, sólo una. —enfatiza esto último.
—Mm, acepto.
Le quedaba la mitad de la hamburguesa, no podía ser tan difícil...
Vale, a quien engaño. Sé que lo hace con malicia, comer a la velocidad de tortuga, torturándome para cumplir ese trato. Solo a mí se me ocurre aceptar, nadie me manda. ¿Por qué tanto interés en él? Es que, cualquier persona normal estaría teniendo una conversación conmigo... quizá no le agrado, tendría sentido.
¿Por qué no le agradaría? Hablo mucho, ¡lo sé! Tan solo debería callarme y ya.
—¿Qué te pasa?
—¿Uh?
—Tienes una expresión extraña. —fijo la vista en su plato, aun le queda un pequeño trozo de hamburguesa, por lo que decido no seguir hablando. —no creí que lo hicieras en serio.
—Dijiste que soportar mi voz no viene incluido en el almuerzo. —alzo los hombros.—Tampoco quiero ser molesta contigo, la idea era devolverte el favor, no hacerte pasar un mal rato.
—Exageré, Bea. Gracias por las hamburguesas.
—No hay de qué.
Toma de su refresco, y lo imito. Aún me quedan algunas papitas por comer, pero el ya ha terminado. Suelto un suspiro, tomando una papita y llevándola a mi boca. De pronto nuestras miradas chocan, y el hecho de que me mire fijamente me inquieta, tal como hace un rato.
—¿Qué?
—Creí que harías alguna pregunta.
—Oh, pues...
—Aunque si no tienes ganas de hablar no es problema, lo entiendo a la perfección. —se adelanta en contestar, esbozando levemente las comisuras.
—Muy gracioso, pero tengo muchas preguntas. —rueda los ojos pero no se niega, por lo que ese es el incentivo suficiente para seguir con mi parloteo. —¿Tocas algún instrumento?
—Sí.
—¿Cuál es tu favorito?
—Sólo era una pregunta.
—¡Oh vamos! —exclamo en un mohín, Yoonmi parece estar divirtiéndose, porque al ver mi expresión se ríe, llevando las manos a sus ojos.
—Diría que es el piano.
Tiempo después estamos de vuelta en la universidad, Yoonmi anuncia que debe entrar a clases en un próximo tiempo, así que luego de terminar mis papitas caminamos con calma de vuelta.
—Bueno, aquí me despido. Espero que te hayan gustados las hamburguesas y... nuevamente gracias por apiadarte de mí el otro día. —él asiente, simplemente sonriendo. Me despido con la mano, tomando rumbo hacia los baños, pero antes de seguir, oigo como llama nombre.
—Bea, espera. —Me detiene, alzo una ceja al momento de tenerlo frente a mi—Uhm... el viernes es mi cumpleaños, no sé si lo recuerdas.
—Claro que lo recuerdo.
—Pues... haré una pequeña celebración, por si quieres ir, ya sabes dónde queda.
—¿Es en serio? —pregunto sorprendida, abriendo mis ojos tal como si fueran dos huevos fritos, ¿el acaba de decir eso? definitivamente no lo esperaba, para nada. — ¿Me estás invitando?
—No hagas que me arrepienta.
Termina diciendo. Sonrío abiertamente, mientras veo su silueta perderse entre las personas por el pasillo.
[...]
Hola, hola! Aquí una nota de la autora.
Si llegaste hasta este capítulo déjame agradecerte por tu lectura, voto y/o comentario. Esta es una historia que tenía hace mucho tiempo escrita y al fin me animé a publicar. Por supuesto puede tener faltas ortográficas, me disculpo de antemano por eso.
Esta historia no es sólo de romance, guarda muchos secretos de por medio, poco a poco conoceremos la verdad que cada personaje tiene por contarnos y sus secretos que se irán haciendo públicos con el pasar de los capítulos. Espero que se queden a conocer como surge la relación entre nuestros personajes, yo les guardo un cariño importante, con el tiempo quizá ustedes también (ojalá).
Sin mas que decir me despido, agradezco de todo corazón sus lecturas, votos y/o comentarios, si les está gustando (aunque recién esto comienza), son libres de expresarlo. Gracias por el apoyo!
Un abrazo virtual.
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