Capítulo trece
«CAPÍTULO TRECE»
"Care"
Me rehúso a creer que Yoonmi esté molestándome de semejante forma. Estaba demasiado risueño y, a pesar de que me encantaba escuchar su risa, el que se estuviese burlando de mi, diciéndome toda esa cantidad de melosos apodos, me provocaba un cosquilleo en el estómago que me costaba controlar, además de la vergüenza expresada por mis mejillas.
Cuando las risas al fin cesan, luego de ver mi expresión avergonzada y con ganas de golpear al causante, es mi turno de girar la botella y para mi mala suerte, me toca nuevamente. Eso sólo significa una cosa.
—¿Nuevamente? —siseo. Los chicos a mi alrededor hacen un silbido. Odio estas reglas.— ¿Siquiera puedo responder verdad?
—Nop.
—Ugh, bien. Reto.
—Yo quiero hacer esto.
No, no, no. Él no puede hacer esto. ¿Quiere seguir con las burlas?
—Claro que no, ¡ni siquiera está jugando! —exclamo apuntándole, pero su sonrisa coqueta me dice que algo malo trama. Pido con la mirada ayuda a alguien, pero todos se encogen de hombros, riendo.
—Pues ahora sí lo estoy —replica.
—¡Ugh!
—Te reto a llamarme por todos los sobre nombres más melosos que se te ocurran por una semana.
—Claro que no —digo al instante.
—Claro que sí —responde al mismo tiempo.
—¡Ese es un buen reto, hermano!—exclama Dalton desde mis espaldas.
—¿Esto puede hacerse? Él ni siq-
—Bea, es un reto —contesta Frankie, con toda la calma posible. Esta me la van a pagar. ¡¿Por qué se pone de su lado?! ¡Yo soy su prima!
—¿Qué pasa si no lo hago? —debato.
—Debes pagarme.
Un "uhh" se escucha por todo nuestro sector, incrementando la frustración que siento. Esto era completamente injusto, ya no quería jugar más.
—Bien —gruño con enfado. Eso hace que una sonrisa gigante se extienda por su níveo rostro.
—Empezando ahora —canturrea.
Definitivamente lo odio. Ni siquiera se me ocurre otro apodo que no sea "amor", "bebé" y esas cosas. ¿Cómo planea que lo llame?
—No quiero —me niego, frunciendo el ceño y también mis brazos.
—Entonces págame.
—¡Vamos Bea! ¿No vas a perder dinero por un estúpido apodo verdad? —me anima Tanner desde uno de rincones.
—¡Bien! —grito frustrada al oír como todos de un momento a otro comienzan a animarme. Me levanto del suelo con dirección al causante de todo este alboroto, que por cierto se encuentra tan contento, esbozando una sonrisa repleta de perversidad. Me paro frente a él, cruzo mis brazos nuevamente y de espaldas a todos le digo:—¿Cómo quieres que te llame?
—Debes pensar tú en algo —murmura en mi oído. Esto es el colmo, ya no me gusta el Yoonmi ebrio.—Te escucho.
—No sabes cuánto te odio... —farfullo entre dientes.
—¿Si...?
—A-amor —termino, haciendo una mueca de disgusto.
—Ese no cuenta.
—¿Bebé?
—Mm, no.
—¿S-solcito?
—Puedes pensar en algo mejor.
—¿Gatito?
—¿Qué clase de gatito?
—¡Dios, Yoonmi! —exclamo, empujando levemente su cuerpo. —¿Por qué tanta tortura?
—Solo uno más y eres libre —anuncia, complacido por mi rostro cabreado.
—M-mochi azucarado.
Yoonmi empieza a reír ante mi ocurrencia y yo también lo sigo. De repente esa idea ronda por mi cabeza al ver su rostro y comparar su palidez al azúcar, pero no podía decirle solo azúcar... así que luego solo vino a mi mente un esponjoso mochi y ese fue el desastroso resultado final.
—No sirves para esto —murmura, bajando su rostro hasta el mío.
—Pues es tu culpa. Tendrás que soportarlo ahora.
—¡Bien tortolitos! Sigamos jugando —Frankie nos saca del trance. — Bea, te toca girar nuevamente.
Nuestra noche son risas, alcohol y música, aunque la parte del alcohol la dejo para el resto y no precisamente para mí. Ignoro la presencia de Kyre olímpicamente, pasando de estar a su lado y gracias a Yoonmi todo se vuelve más sencillo.
April se va en algún momento de la noche y allí me quedo sola. Me alegra que todos estén pasándola bien, Tanner y Frankie beben en compañía de Dalton, Yoonmi no sé donde se ha metido y Kyre... pues el no importa en este punto.
Decido salir un instante al patio interior de la casa y al cerrar la puerta corrediza el ruido disminuye excesivamente. Tomo asiento en las sillas que están allí, respirando la gélida brisa invernal.
El ventanal vuelve a abrirse y cerrarse en cosa de segundos y a mi lado alguien mueve la silla, echándose sobre ella. Ruego internamente porque no sea Kyre y para mi grata sorpresa, es el lindo chico de ojos felinos. Deja su copa con vino encima de la mesita y posa sus ojos en el cielo, en donde se aprecian un par de estrellas a pesar de la bruma.
—¿Sabes lo que es el amor, Bea?
Me sorprende la pregunta, demasiado. Estaba tan serio ahora, la expresión juguetona de hace un rato se marchó fugazmente, incluso me atrevo a decir que hay algo en él que no se siente normal.
—¿Que es el amor, Yoonmi?
—Preocupación —señala, aun con la vista perdida en el cielo. —Eso es amor —Responde con hastío. No entiendo lo que sucede, nunca antes presencie esta parte de él. Si bien suele irritarse fácilmente, nunca he contemplado su molestia.
—¿Por qué te enfadas con el amor?
—¿De qué hablas?
—Acabas de decirlo como si estuvieras enfadado con el amor —replico, cruzando miradas.
—No entiendo qué dices.
—Acabas de decirme que la preocupación es para ti amor, pero lo dijiste en un tono que me hace entender que estás molesto —indico, posicionando mis manos sobre la mesa. —¿Crees que nadie se preocupa por ti?
—No lo entenderías.
Claro, ahora se hace el desentendido. Tal vez sí es el alcohol como en algún momento sospeché.
Vuelve a tomar de un tirón la copa que guarda en sus manos, bebiendo todo aquel líquido.
—¿S-sabes qué? —tartamudea, viendo fijamente a un punto del patio.—Por alguna vez en mi vida desearía tener que ocuparme sólo de mí.
Ahora es cuando yo salgo con una frase motivadora o le hago preguntas al respecto, pero nada sale de mi boca. Yoonmi está entrando en una conversación mucho más personal que hace un rato atrás y honestamente me asusta, porque sé que sólo se debe a su estado.
Me hace sentir mal el tener que escucharlo, porque yo estoy sobria, recordaré todo mañana, en cambio el... él no sabrá sobre esto y probablemente es algo que quiera guardar en secreto.
—Te dije que no lo entenderías porque no has vivido lo mismo que yo —comienza. Hace el amago de tomar nuevamente de su copa pero todo el contenido ya se acabó. —Tú tienes una familia en donde eres la prioridad.
Quiero detenerlo, decirle "Yoonmi, estas borracho, ¡sobrio nunca me hablarías de esto!" Porque respeto su privacidad que me siento fuera de lugar porque no quiero oír lo que viene.
—Deberías...
—¿Qué hago en este país, viviendo sólo con mi hermano?— inquiere a sí mismo, trago saliva.— Es una mierda, una maldita mierda tener que alejarme al otro maldito continente solo para cumplir mis jodidos sueños.
Muerdo mi mejilla interior, contemplando cómo nuestras miradas se encuentran y la suya expresa tanto que me es difícil mantener la vista en él. Sus oscuros orbes se endurecen, acompañando la severa línea en sus labios.
—¿Quiénes deberían ser los primeros en apoyarte? —rechista, riendo sin ganas. — Tus padres. Y aquí me ves, teniendo que trabajar para poder comer y tener un techo donde vivir, al mismo tiempo que estudio para cumplir mis sueños y crío a mí hermano, porque ni loco lo dejaría en el infierno que se convirtió mi casa.
Me quedo muda ante su confesión. Pareciera que no repara en mi presencia, es decir, quizá no es consciente de todas las cosas que salen de su boca y que yo por consiguiente, estoy recibiendo toda esa información.
—Yo no pedí nacer, se supone que era responsabilidad de mi madre, ¡yo era la responsabilidad de mi madre! —brama, golpeando la mesa con sus manos. —Y fue la primera que me dio la espalda.
Unas inmensas ganas de llorar se presentan ante la revelación de aquella información. Todo tiene un poco más de sentido ahora, lamentablemente. Sorbo de la nariz, haciéndome la fuerte, pero sus palabras me está afectando más de lo que creí y ni siquiera soy la protagonista de la historia.
—No quiero que mi hermano viva lo que yo, pero a la vez no quiero cargar con la responsabilidad de tener que criarlo —sigue, con la voz apagada. — He tenido que decidir varias veces si alimentarme o alimentarlo. No dudaría en hacerlo de nuevo, pero es una miseria, ¡es un puto problema tener que pagar un maldito alquiler que cuesta más que mi vida! —una lágrima escapa cuando pestañeo, pero no reparo en ocultarla, no puedo mover ni un mísero musculo. Yoonmi frente a mí se sacude el cabello en desesperación, seca las pocas lágrimas que se escurren por sus mejillas, frustrado. —Quiero poder descansar un maldito día sin tener que pensar en que debo mantener mis jodidas notas para no perder la beca, porque si eso sucede todo se va todo a la mierda y mi madre ganaría. Eso no puedo permitirlo.
Vuelvo a tragar saliva, deseando que el nudo en mi garganta se esfume pronto. El labio me tirita, prediciendo mi próximo acto. Por más que aclaro mi garganta el nudo formado se rehúsa a irse y en cuanto nuestros ojos vuelven a encontrarse me rompo al ver sus cristalizados orbes oscuros. Incluso ante la escasa luz puedo descifrar el grito de ayuda que se propaga en su expresión
—Debería irme a casa —anuncia, sacándome del trance.
—Estamos teniendo una conversación...—me apresuro en decir, a duras penas, sin embargo, se trata más de un monólogo que otra cosa, pero eso no detiene sus acciones. Así que opto otra cosa.—No puedes irte de esa forma, ¡estas borracho! Puedes sufrir un accidente.
—Estoy bien, además no estamos tan lejos de casa.
—Yoonmi —le reprocho, cruzándome de brazos.—Eres un chico irresponsable —me atrevo a decir.
—Claro que no.
—Claro que sí.
Lo observo tambalear cuando se levanta de la silla, pasea la mirada por el patio en busca de algo y rápidamente camina a lo que parece ser un basurero. Esto no está bien, nunca he visto a Yoonmi en este estado. Me acerco hasta donde se encuentra y aún con la cabeza metida en el basurero, lo escucho maldecir.
—D-debería, debería irme —dice entrecortadamente. Cuando miro sus ojos logro ver que están aguados y su frente sudada. Y no se debe precisamente a nuestra reciente conversación, no luce para nada bien, ¿Qué hago?
—¿Quieres algo? Un vaso de agua...
—Necesito...
No alcanza a terminar la frase cuando vuelve a su torpe intento de caminar y tropezar, esta vez agarro su brazo firmemente y lo obligo a mirarme. ¡Está más pálido de lo normal! ¿Qué le sucede?
—¿Has comido algo? —sus recientes palabras divagan por mi mente y al parecer he acertado, ya que niega. Esperen, no ha comido nada, ha bebido bastante vino y quizá que otras cosas... eso es claramente un mal indicio.—¿Quieres algo para comer? Puedo intentar prepararte algo.
—Estoy bien, sólo... sólo debo irme a casa.
Claro que estaba bien, ni siquiera puede sostenerse por su propia cuenta, está bastante débil. Tengo que hacer algo.
—Ven, sígueme —señalo en dirección a la casa, pero no veo rastros de una respuesta afirmativa.—Yoonmi —le llamo nuevamente, señalando dentro de la casa.
—Bea estoy bien, sólo debo irme.
¡Qué hombre más terco! Que fastidio. Cruzo mis manos fingiendo estar molesta, para ver si existe una reacción de su parte, pero sigue manteniendo esa expresión de desinterés. ¡Diablos! Ahora si estoy enfadada de verdad, ¿Qué no ve que está mal? ¿Por qué no puede aceptar la ayuda como alguien normal?
—Escúchame con atención —comienzo mi discurso, acercándome nuevamente y tomándolo firmemente del brazo, lo obligo a caminar sin ni siquiera darle chance de protestar.—Te ves del asco, no has comido nada quizá en cuantas horas, bebiste bastante vino y ya que estás en mí casa, harás lo que yo te diga, ¿de acuerdo?
—Creí que está era la casa de tus tíos.
—¡Silencio! Guarda esa fuerza para subir la escalera.
Abro el ventanal corredizo con la otra mano disponible, porque no planeo soltar a Yoonmi hasta que lleguemos a mi destino. Nos movemos por la cocina y el salón hasta dar con las escaleras, y finalmente termino ayudándolo a subir como un abuelito. Vuelvo a sostener su brazo con fuerza cuando nos encontramos ya en el segundo piso. Abro la puerta de la ex habitación de Frankie, procurando que se siente en la cama.
—¿Qué planeas hacer?
—Te vas a quedar aquí —señalo la habitación con mi dedo y luego a él. —No te moverás hasta que vuelva.
—Solo necesito descansar y ya está.
Contemplo como dejar caer su cuerpo en el colchón, segundos más tarde su respiración se vuelve más pausada y lo escucho roncar, ¿Es una broma? ¡Se quedó dormido!
—Al menos así me aseguro que no te irás hasta que vuelva —le digo, aunque claramente no me escucha.
Bajo nuevamente las escaleras, topándome con Kyre en el camino y magistralmente ignoro su mirada porque esta vez no quiero verlo ni hablar.
Le preparo un sándwich con los implementos que encuentro, además de un café bien cargado porque he escuchado que eso ayuda con la borrachera. Como puedo vuelvo a subir las escaleras, llevando conmigo el sándwich, la taza con café y una botella de agua por si las dudas.
Dejo todo en el escritorio que se encuentra por allí, me acerco hasta Yoonmi quien ronca como si no hubiese mañana y me siento a su lado, observando las lágrimas marcadas en sus níveas mejillas. Cómo me gustaría que todo lo que me confesó fuese una mentira, porque es el último escenario que pensaba para él.
—Yoonmi —le llamo, sacudiendo lentamente su hombro. Poco a poco abre los ojos, entrecerrándolos por la luz. —Te traje un par de cosas.
Después de comer a regañadientes y beber al menos un poco del café se me queda viendo.
—¿Qué haces, Bea? —susurra.
—Preocupándome, tonto. Eso hago.
Agradezco que no esté en sus cinco sentidos, de lo contrario esa arriesgada frase me hubiese expuesto totalmente.
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