Capítulo quince
«CAPÍTULO QUINCE»
"The day you left"
Estaba exhausta. Estas semanas acabaron conmigo, de forma literal. Hoy me costó el doble dejar la cama, no podía hallar mi ánimo para estos últimos días que restaban, sólo pensaba en terminar ya con las clases y poder dormir hasta la hora que quisiera. Por suerte los exámenes ya terminaron, al menos para mí, pero aun faltaban dos días para poner fin a la semana y decir un gran "¡hola vacaciones!".
Mi gran desayuno del día de hoy se basa en cereales con leche, no tengo muchas ganas de preparar algo más elaborado. Mis bostezos eran constantes, papá llegó a reírse de mi rostro dormido, lo cual me hizo reír también.
—¿Quieres que te pase a dejar a la universidad? —pregunta, tomando de su tazón con café.
—¡Sí! —contesto en seguida, ahorrar el auto bus de la mañana sería de gran ayuda.
Termino lo que queda de mis cereales para seguir preparándome para el día de hoy, lavo mis dientes en el baño, aprovecho también de peinar un poco mi cabello y observo mi reflejo en el espejo. Luzco cansada y siento mi cuerpo más pesado de lo normal. Mi único motivante son los pocos días restantes para el término de semestre.
Cuando estoy lista, tomo el morral y salgo en busca de mi padre para avisarle.
—Papá ya... —me detengo al observar cómo papá y mamá miran el teléfono con espanto, ninguno dice nada y sus expresiones comienzan a asustarme. —Mamá, ¿Qué sucede?
—Tenemos que... —balbucea, caminando hacia la entrada rápidamente. —Tenemos que ir donde tus abuelos...
—¿Qué sucede? —vuelvo a preguntar, siendo arrastrada hacia el auto, en donde papá velozmente lo arranca con dirección a la casa de mis abuelos. —M-mamá... ¿por qué lloras?
No consigo comprender el por qué de su estado y nadie es capaz de aclararme lo que estaba pasando, por lo que empezaba a imaginar lo peor, eso aceleró mi corazón por mil.
Llegamos un par de minutos donde mis abuelos. Allí puedo distinguir el auto de mis tíos estacionado a un lado. Mamá baja corriendo del auto, y yo, aún sin poder adivinar lo que sucedía, la sigo.
En la puerta estaba mi tío Harvey, con una expresión como si alguien se hubiese muerto. No reparo en preguntar si algo le sucede, solo lo saludo con una sonrisa y sigo a mamá de cerca, hasta que entramos en la habitación de mis abuelos y el grito que suelta termina por aterrorizarme completamente.
Camino hasta poder ver con claridad la cama, escuchando los sollozos desgarradores provenientes de mamá. Trago en seco al observar el cuerpo de mi abuela allí, intacto.
Mi respiración se me acelera incontroladamente, al igual que mi corazón. Mis pies retroceden hasta tropezar con la pared. No puede estar pasando.
—No no no... —repito. El nudo en mi garganta se cerraba impidiéndome respirar. —No, por favor no...
—Bea...
Eleonor, mi tía, ingresa en la habitación caminando directamente hacia mí. Su rostro está rojo, sus ojos inflamados y aguados. Se acerca hasta rodearme con sus brazos y abrazarme con fuerza, sobando mi espalda. No podía creerlo.
Los sollozos aún resuenan de fondo, como si fuesen una melodía cruel y depresiva una y otra vez. El grito de mamá se repite en un interminable bucle, todo a mí alrededor se siente tan utópico que me cuesta trabajo vislumbrar la realidad.
Nona ya no está.
¿Nona ya no está? No puede ser verdad...
Entierro mis propias uñas en mi piel, anhelando que este momento sólo se trate de un mal sueño. Las gotas que resbalan de mis ojos terminan directamente en el hombro de mi tía, quien no se ha separado por un segundo de mi.
Mi mayor miedo se convirtió en realidad, aquella pesadilla que más temía se ha vuelto en mi presente.
Sigo pestañeando, incapaz de controlar la cascada que moja mis mejillas, viviendo en cámara lenta cómo ahora es mamá quien me abraza, ocupando el lugar en donde antes estaba mi tía. Dice un par de palabras en mi oído, palabras que no puedo comprender porque todo es mi parece estar en estado de pausa. Mis pensamientos se detienen, mi mente se apaga quedando en modo automático.
¿Qué acaba de pasar?
Tanner y Frankie llegan horas más tarde. Van directo hasta la habitación de Nona a despedirse, y el primero en salir de allí es Tanner. Se dirige directamente a abrazar a su madre, en donde llora desconsolado. Verlo de esa forma hace que mi corazón se estruje una vez más. Él no suele llorar a menudo, como la mayoría de los hombres, pero cuando se trata de Nona es muy sensible, al igual que yo.
Frankie sale un par de minutos después, con una seria línea en sus labios y los ojos brillantes, mas, no derrama ni una lágrima. Observa a su hermano, aún en brazos de su madre y luego su vista recorre la casa hasta dar conmigo. Nuestras miradas se hallan y aun manteniendo la seria expresión vestida en su rostro, camina hasta donde me encuentro; sentada en un rincón de la casa abrazando mis rodillas, completamente sola.
—Hey —saluda, agachándose a mi altura.
—Explícame cómo es que no estás llorando justo ahora, porque yo no puedo dejar de hacerlo —respondo en un hilo de voz. Pestañeo un par de veces, soltando una que otra lágrima, hasta que su mano sostiene la mía, haciéndome levantar del suelo.
—No lo sé Bea. Sólo... no lo sé.
...
El resto de nuestra tarde se basa en acomodar los muebles de la casa, ya que el velorio se realizaría aquí mismo. Un montón de personas llegan a dar el pésame, tantas que me abruman. Varios de nuestros familiares ya se encuentran aquí, también antiguas amistades de Tanner y Frankie, por lo que me alegra que al menos no estuvieran pasando por esto solos.
Por mi parte sólo me encargué de mandarle un mensaje a April, contándole el motivo de mi inasistencia a clases. Ella prometió venir al término, así que por el momento me encontraba sentada en el pasto de la entrada de la casa, viendo a todas las personas que entrar y salir de allí. Era increíble la cantidad de gente que podía llegar a reunirse en una situación así, incluso familiares lejanos —con quienes no teníamos mucho contacto— aparecieron al recibir la noticia.
Al menos sé que Nona estaría feliz de ver a todos quienes se reunieron en su nombre. Siempre fue muy querida, le gustaba ayudar a otros sin necesidad de recibir algo a cambio, pero sobre todas las cosas, siempre fue una abuela cariñosa, amorosa, y muy preocupada por nosotros, le encantaba nuestra compañía, era feliz cuando nos reuníamos en casa. Me cuesta creer que ya no está, que sus ojos ya no son capaces de mirarme, que no volveré a verla sonreír o sentir sus abrazos cuando llegaba de visita.
Un par de piernas se sitúan frente a mí, apartándome de los tristes pensamientos que me carcomen la mente. En parte lo agradezco, puesto que se me está dificultando dejar de llorar y necesitaba hacerlo.
Subo la vista lentamente, observando a la persona delante de mí que viste unos oscuros jeans azules junto a un hoodie negro sonreír, exhibiendo unos inconfundibles hoyuelos que reconozco al instante. Mis ojos se abren de par en par y aún con la sorpresa rozando mi pecho, me levanto del suelo de un tirón, secando las lágrimas con la manga de la campera que visto.
—Shane... —murmuro, aún sin poder creer que luego de innumerables meses está frente a mí.
—El mismísimo en carne y hueso —contesta, abriendo sus brazos, invitándome a sumirme en el calor corporal que emana su cuerpo. Por supuesto no me niego, lo que más he aceptado en lo que lleva del día son abrazos y lo cierto es que no me molestaba en lo absoluto, pero viniendo de Shane... se siente distinto. Una combinación entre amargura y preocupación, junto a una pizca de ternura, justo como es Shane; una mezcla entre ternura y muchas cosas más. —Me da gusto verte luego de tanto tiempo, solo lamento que haya tenido que ser de esta forma. Lamento mucho tu pérdida, Bea.
—Gracias, Shane. Lo bueno que puedo rescatar de todo esto es que he vuelto a ver caras familiares —confieso, suspirando. —Eso te trajo a ti.
Shane fue en su momento el mejor amigo de Tanner, cuando aún íbamos en la escuela. Podría asegurar que fue su cable a tierra durante todo ese período de tiempo. Por cosas del destino —y el hecho de que Tanner se mudara a otra ciudad por los estudios— el contacto entre él y yo se fue perdiendo, tanto así que pasó muchísimo tiempo hasta que nuevamente nos volvimos a reencontrar.
Debo admitir que en algún momento Shane llegó a ser mi crush secreto, siempre me gustó su forma de ser, la madurez que irradiaba, la elocuencia con la que hablaba y lo inteligente que siempre se mostró sin llegar a ser altanero, fueron las principales características que lograron atraerme. Además el hecho de que era apuesto y con unos hoyuelos que lo hacían ver tierno.
Pero ahora que vuelvo a tenerlo frente a mí, me impresiona lo mucho que ha cambiado y crecido. Su facciones adolescentes maduraron, al igual que el resto su cuerpo, tanto su estatura como sus músculos crecieron descomunalmente. Con sólo decir que antes éramos del mismo porte y ahora me sacaba al menos una cabeza entera... es increíble lo mucho que cambió en el período de tiempo en el que estuvo ausente, pero su esencia seguía intacta.
Sentía un cariño importante hacia él y a pesar de que no fuéramos extremadamente cercanos, lo nuestro —la amistad que sin querer formamos— siempre fue mutua.
—Te traje un chocolate —anuncia, sacando del bolsillo de su hoodie una barrita, extendiéndola hacia mí. —No sé si has comido algo, pero espero que eso ayude.
—Gracias, Shane —agradezco, esbozando lo que pretende ser una sonrisa. Para cuando vuelvo mi vista a sus ojos, estos se encontraban brillando y me fue imposible no romper en llanto nuevamente. Mi cabeza descansa en su pecho cuando me envuelve en un abrazo apretado, dando caricias a mi cabello como solía hacerlo cuando éramos más pequeños.
—No me gusta verlos así —murmura en voz baja. A mí tampoco me gusta estar en esta posición, sentirme tan triste y no tener control de mis lágrimas.
—¿Ya viste a Tanner? —susurro, aún entre sus brazos. Él emite un sonido afirmativo, apoyando su mentón en mi cabeza. —Me alegro de que estés aquí, él necesita mucho apoyo, está muy mal.
—Es curioso que lo menciones porque fue él mismo quien me informó que estabas aquí — confiesa. Nuevamente, una lágrima vuelve a salir cuando pestañeo. —Él también está preocupado por ti, Bea.
Contra mi voluntad, salgo del confort que sus brazos me entregan para poder mirarlo a los ojos. Toma mis mejillas cuando estoy frente a él, limpiando las lágrimas y dando un beso en mi frente.
—¿Por qué te fuiste? —balbuceo, en un hilo de voz. No era momento de interrogatorios pero todo en lo que pude pensar teniéndolo en frente fue eso. Se supone que también éramos amigos, y él no estudiaría en otra ciudad como mis primos para perder el contacto. —Ugh, no. L-lo siento. No es momento de hablar sobre esto...
—Tienes razón —responde, acariciando tiernamente mi brazo.—No debí alejarme.
Hago el amago de contestar pero en vez de palabras un sollozo se me escapa. Escondo el rostro entre mis manos y vuelvo a sumirme en la amargura. Me siento tonta al no tener el dominio de mis sentimientos, mucho menos de las lágrimas que se niegan a detenerse.
Shane vuelve a abrazarme por segunda vez, en silencio. Agradezco que entienda mi estado, y que no es porque quiera seguir llorando, simplemente no puedo parar.
—Hey... al parecer ya encontraste a Bea.
De fondo reconozco la voz Tanner, se acerca hasta quedar a nuestro lado. Seco la humedad de mi rostro con la campera y aclaro mi garganta.
—Mamá sugirió que fuéramos por un café a tu casa —se dirige hasta mí, con las manos en sus bolsillos. Frankie también se aproxima a nosotros, sobando la espalda de su hermano cuando está a su lado. Me sorprende la actitud que adquiere, él no ha derramado ninguna lágrima desde que llegaron, a consolado a mis tíos firmemente, cómo si él fuese el adulto en todo esto. —Y la verdad quiero salir de aquí unos segundos, estoy asfixiándome.
Todos asentimos ante su petición, supongo que compartimos el sentimiento. Shane se ofrece a ir por nuestras cosas y al menos yo acepto, así que vuelve a entrar en la casa, perdiéndose entre la cantidad de gente allí dentro.
Nos quedamos los tres en silencio, esperando a Shane para tomar rumbo a mi casa, la cual no está muy lejos. Los minutos transcurren hasta que un auto se estaciona metros más atrás y de él se bajan tres personas. Desde mi posición distingo la cabellera cobrizo de April y me acerco hasta la acera para que pueda verme. Viene corriendo hasta mí, para abrazarme firmemente.
—Oh Bea, lo lamento mucho...
Estoy entre sus brazos por un par de segundos más, oyendo de fondo sus palabras de aliento y sintiendo sus suaves caricias en mi cabello.
—En el camino me topé con las chicas, quisieron pasar a saludarte y ver qué tal estabas.
—¿Qué?
Tras de ella se encuentra Amber y Sherley, esperando pacientemente que April me soltara. Verlas allí, preocupadas por mí, solo ocasionó que volviera a quebrarme. Ambas se acercan a abrazarme fuertemente y por dentro les agradecí por ese inesperado acto que por supuesto nunca olvidaría.
—Dalton y Yoonmi también quisieron mandarte fuerzas, sólo que... se quedaron en blanco con la noticia, pero en el fondo comprendí el mensaje —inquiere April, sonriendo a medias. —El día de hoy como nunca me encontré a todos, pero gracias a eso están las chicas aquí.
—Gracias por venir —me dirijo hasta Amber y Sherley, quienes me acarician el cabello tiernamente. Me siento muy acompañada y llena de amor a pesar de las circunstancias.
—Lamento tu pérdida, Bea, pero cualquier cosa que necesites estaremos aquí —asegura Amber. Le sonrío a modo de agradecimiento.
—Así es, podrás tener terapia gratis si lo deseas —bromea Sherley.
Lo que más temí cuando la muerte de Nona llegase es a la soledad. Siempre fui una chica de familia y jamás me avergonzó admitirlo, ellos son mi sustento, Nona era y será un pilar fundamental en mi vida, es sólo que ahora... debo aprender a sostenerme por mi propia cuenta.
[***]
¡Hola! Vine aquí para compartir algunos pensamientos.
Debo admitir que este es uno de los capítulos que más me costó escribir, tuve y sigo teniendo muchos sentimientos encontrados cada vez que lo leo...
Espero haber transmitido y removido algo en ustedes, en cada persona que lee esta historia. Muchas gracias por leerme y darme oportunidad tanto a mi como a los personajes que con mucho amor he creado. Gracias por llegar a esta instancia de la historia que definitivamente cambia mucho las cosas.
La vida es corta. Disfruten y abracen a sus seres queridos como si fuese el último día.
Un abrazo a todos, gracias por leer!
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