Capítulo once
«CAPÍTULO ONCE»
"Big day"
El gran día ha llegado. Después de intensos días de estudio y exámenes, la gran presentación de uno de los ramos que me ha sacado grandes dolores de cabeza ha llegado, junto a ello unos nervios que desde que abrí los ojos no han querido cesar.
El atuendo formal que previamente escogí se encuentra encima de mi escritorio, al igual que mis apuntes y un montón de cosas que olvidé guardar la noche anterior. Mi estómago está revuelto, aun no comprendo por qué una presentación consigue ocasionar que todo mi sistema nervioso se desequilibre, aunque supongo que, todos los recordatorios por parte de la profesora que ésta nota equivale a gran parte de nuestro promedio, se relacionan a ello.
Cuando creo estar lista, tomo todas las cosas respectivas a la presentación, desde mis apuntes esparcidos por el escritorio, hasta la carpeta en donde se encuentra el informe que debemos entregar, y las pongo en el morral que utilizo. Verifico que todo esté allí un par de veces, sobre todo el informe, ya que equivale a gran puntaje de nuestra nota y no quiero ser la causante de un desastre.
El trayecto a la universidad desde mi casa es aproximadamente media hora, por suerte puedo irme en el autobús sentada. Mi teléfono vibra con mensajes de diferentes grupos cuando voy de camino, pero una notificación llama en específico mi atención.
Después de esa corta conversación con mi primo Tanner, los minutos se me pasan volando hasta que llego a la parada cerca de la universidad. Al llegar voy directamente al salón correspondiente. Aún faltan un par de minutos para cumplir con la hora de inicio y afuera de éste ya se encontraban varios compañeros a la espera. Echo un vistazo a mí alrededor, pero no hay rastro de ninguno de mis compañeros de grupo y pronto estaríamos a nada de empezar.
Las puertas del ascensor a unos metros de distancia se abren llamando mi atención y cuando fijo mi vista en ella mi respiración se corta, pues un lindo y formal chico sale de éste. Yoonmi, Maia, Knox y Isaac salen del ascensor, en donde sólo el primero de ellos viste con un traje de pies a cabeza, color negro.
Su cabellera azabache se encuentra perfectamente peinada hacia el costado derecho, dejando que un pequeño y escurridizo mechón se escape. Viste una camisa color blanco, el saco y pantalón en tonalidades oscuras al igual que la corbata, y por último sus zapatos de botín perfectamente combinados con el resto del atuendo. Contemplar su atractivo en ese traje me deja sin habla.
Estoy más perdida de lo que pensé.
Los observo de reojo, puesto que no reparan en mi presencia. Maia toca cariñosamente el hombro de mi compañero, escucho como articula un "suerte" y todos se despiden, tomando rumbo opuesto a nuestro salón.
Trago saliva duramente. Odio sentirme tan afectada cada vez que veo interacción entre ambos. Sobre todo porque parece ser que el contacto de Maia no le molesta en lo absoluto. Suelto un suspiro, obligándome a volver a la realidad y dejar de torturarme con pensamientos que sólo provocan celos en mí.
Y hablando del mismísimo... llega a mi costado, con su típico saludo de "hey". Le sonrío a modo de saludo, inhalando aquella fragancia que se presenta con su arribo.
—¿Aún no llega la profesora?
—Nop. —contesto. Acomodo mi postura mientras que con mis manos arreglo mi cabello, pero al hacer un movimiento me doy cuenta de que un mechón se ha enganchado en el botón de mi abrigo.
—¿Qué sucede? —pregunta Yoonmi, viéndome con diversión.
—Mi cabello... ¡ay! Malditos botones...
Debido a lo largo que se encuentra mi cabello, desengancharlo del maldito botón se está haciendo más difícil de lo que pensé.
—¿Quieres que te ayude? —inquiere el pelinegro, mofándose.
—Pero vas a tirarme el cabello —replico, quejándome.
—A ver, veamos.
Deja su mochila en el piso y se acerca hasta mí lo suficiente para que mis ojos queden frente a sus labios. Toma suavemente el mechón de mi cabello, pero toda la suavidad se va de golpe cuando lo tira para desgancharlo.
—¡Ay! ¡Pero qué te pasa! —bramo, empujándolo. Encima tiene el descaro de reírse.
—Lo siento, tu cabello es muy largo, es tu culpa —ruedo los ojos y el vuelve a acercarse, siguiendo la misión. — No entiendo cómo se te enredó tanto este simple mechón.
—Los botones no son mis amigos hoy.
—Al parecer no, oh... ya está, listo.
Mi mechón es liberado y al fin puedo mover mi cuello y dejar de inspirar la esencia del pelinegro que está volviéndome más que loca. ¿Qué perfume utilizará?
—Espera, ahora se desordenó tu cabello. —Yoonmi vuelve a acercarse está vez para acariciar mi cabello en busca de ordenarlo. El sólo hecho de que esté tocándome por decisión propia ya es suficiente para tener mi mente maquinando miles de escenarios. Su tacto se siente tan bien, que no quiero que pare, deseo que se quede por la eternidad realizando ese simple gesto.
—Eso me relaja mucho —confieso en un susurro.
—¿Que te acaricien el cabello? —asiento, sonriendo levemente. —Me quedaría así pero mi mano se acalambrará y hoy particularmente la necesito.
Tomo el valor de observarlo a los ojos, sus oscuros orbes con pequeños destellos en su mirada. Dios... ¡cuánto me gusta! Desearía gritarle eso justo ahora pero por supuesto es algo que mantendré en secreto por mucho tiempo. Mis ojos se desvían hasta su cuello, saliendo del trance en donde me pierdo en la profundidad de su mirada para centrarme la imperfección en su impoluta camisa blanca, en donde tiene el cuello enrollado.
—Uhm... tienes el cuello de tu camisa enrollada. —le digo, apuntándole. Lo veo lamer sus labios y quiero pegarme una cachetada para salir del trance.
—¿Donde? No puedo verlo.
Ahora soy yo la que se aproxima lo suficiente hasta poner mis manos en su cuello y arreglar ese desperfecto del que hablé.
En ese par de segundos en donde mis manos están en su cuello, evito el contacto visual. Mis piernas se aflojan cuando lo veo tragar saliva, y agradezco ser más baja que él pues de lo contrario podría notar con claridad como mi rostro se ha enrojecido sólo por tocarlo.
Me alejo cuando todo está en orden, trago saliva duramente, aún sintiendo en mis fosas nasales su exquisito perfume.
—El abierto salón... digo, el salón abierto... — ¡Que tonterías digo! los nervios me han enredado hasta la lengua, ¡maldita seas Yoonmi por todo lo que me haces sentir sin siquiera intentarlo!— el salón ya está abierto.
Anuncio, al fin pudiendo hilar con coherencia aquella frase. Yoonmi asiente, aún sin que ninguna palabra salga de su boca.
—Te ves linda, Bea.
Esa simple oración pone mis cincos sentidos en máxima alerta. Por milésimas de segundos creo que he escuchado mal, porque su fino rostro sigue sin ser del todo expresivo. Abro los ojos con sorpresa, pestañeando en su dirección y planeo contestar, hasta que Dalton llega trotando hasta nuestro lugar, salvándome de ese momento. Bajo mi rostro porque desde ya puedo sentir como el calor asciende hasta mis mejillas aún más de lo que ya estaban, y maldigo por tener un rostro que no colabora conmigo.
—¡Puta madre Yoonie! ¡Te ves de infarto! He tenido un orgasmo de tan sólo verte. —al llegar abraza por la espalda a Yoonmi, tomándolo por sorpresa. Éste quita su mano al instante, rodando los ojos.
—No digas estupideces, Dalton.
—¡Lo digo de verdad! Estás para conseguir un buen polvo hoy, ¿a que si, Bea?
Es increíble la cantidad de tonterías que pueden salir de su boca en tan pocos segundos. Aunque hoy sí concuerdo con él, porque Yoonmi luce de infarto. ¡Que casi me da uno cuando lo veo!
—¿Eh?—menos mal que no espera a que conteste algo, porque obviamente no lo haré.— ¡Que sexy te ves tú también! —Se dirige hasta mi ahora, examinándome sin esconderlo.—¿Que se hicieron? ¿Por qué soy el único que se ve cómo la mierda?
Esbozo una sonrisa ante la risita que suelta su amigo.
—Te ves bien, Dalton —le animo, y realmente así lo pienso. —sólo debes meter la camisa dentro de tu pantalón y ponerte bien esa corbata.
—Odio estos putos trajes, me siento ridículo en ellos. ¡Es un maldito disfraz!
—exclama cual niño pequeño, haciendo caso a mis recientes palabras.
La profesora llega minutos después, mostrándose asombrada por haber cumplido con uno de los puntos importantes de la rúbrica; la vestimenta formal. ¿Qué espera? Si no cumplimos significa una baja considerable en la nota final, y ninguno quiere eso.
Dalton es el primero en entrar, asegurando que guardará los mejores puestos. Yo me quedo cerca de la entrada, de pronto los nervios se hacen tan presentes que me impiden moverme, y es Yoonmi quien nota eso, por lo que me mira con el ceño fruncido.
—¿Qué sucede? —me pregunta desde la distancia.
—Uhm... nada, sólo... estoy algo nerviosa.
Se devuelve hasta mi posición, parándose frente a mí. Trago saliva, secando mis manos que ya están empapadas de sudor.
—Bea, tranquila, sólo es una presentación.
—Una presentación de la cual depende nuestro promedio, Yoonmi. —suspiro, elevando una de mis manos hasta mi corazón, late con tanta violencia que temo que abandone mi cuerpo. —Y frente a varias personas...
Yoonmi toma mis hombros, centrando sus ojos en los míos.
—Bea, te ves bien, eres inteligente, sabes todo respecto al tema, nada saldrá mal.
Mi corazón vuelve a sacudirse con más violencia, y el que esté frente a mí sólo incrementa mis nervios. Al no oír respuesta de mi parte, sube una sus manos hasta mi cabello, dando pequeños golpecitos, como si fuese alguna clase de mascota.
—¿Q-qué haces?
—Dijiste que el que te acaricien el cabello te relaja —aclara, siguiendo su cometido, tranquilo. —Te estoy relajando.
—Están dándome golpecitos como si fuese una mascota, Yoonmi —señalo, sin poder aguantar la risa.
—Bueno... algo es algo, ¿no?
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