Capítulo diez
«CAPÍTULO DIEZ»
"Not so good"
Las vibraciones que irradia de la música resuenan tan fuertes que todo mi cuerpo tiembla en sintonía con la canción. Ya es muy tarde para arrepentirme, llevo dando vueltas por la casa un par de minutos ya que perdí de vista tanto a Dalton como a Yoonmi.
El aroma a cigarrillos, alcohol, sudor y sustancias que desconozco me golpean con tanto ímpetu mientras recorro los pasillos de la colmada casa, que me es imposible ocultar mi disgusto. Entre lo poco que divago, consigo hallar la cabellera rubia de Isaac jugando lo que parecen ser cartas, en compañía de Noah. Me acerco lo suficiente para que noten mi presencia allí, y ambos al verme sonríen grandemente.
—¡Bea! Has venido.—me saluda alegremente el de cabello ondulado. Le sonrío en forma de saludo. —¿Quieres unirte?
Antes de poder contestar sus miradas se desvían hacia mis espaldas, giro mi cabeza cuando la curiosidad me termina por carcomer y al instante me arrepiento súbitamente de hacerlo. Ante mis ojos se propaga una imagen que ocasiona un revoltijo en mi estómago, y no de los buenos. Yoonmi camina hacia nuestra dirección, riendo felizmente junto a Maia, dentro de su propia burbuja como si fuesen una feliz pareja enamorada.
—¡Hey! ¡Aquí están! Están jugando cartas, ¿no es así? —cuestiona ella, dirigiéndose al par de chicos a mi lado.
—Isaac acaba de ganarnos. —contesta Noah, encogiéndose de hombros.— ¿Y ustedes? ¿Qué estaban haciendo?
—Acabo de rescatar a Yoonmi, el pobre se estaba aburriendo allá fuera. —se burla Maia, picando con su dedo el cuerpo del pelinegro.
Poco a poco empiezan a hablar de temas que desconozco, se sumergen en una nueva atmosfera en la que yo no soy participe y para no incomodarlos, me deslizo lentamente fuera del grupo, sin que ellos lo noten.
Me largo de allí, dispuesta a encontrar la forma de irme porque ya no soportaba el ambiente, la mezcla entre el aroma a diversas cosas, lo solitaria que me encuentro y luego... ¿Yoonmi y Maia? Creí que lo sucedido entre ellos había terminado, pero al parecer estaba equivocada. ¡Qué tonta soy! Definitivamente soy una ilusa.
Camino a paso firme con la intención de encontrar la salida, pero frente a mis ojos se cruza Dalton, quien sostiene en sus manos un cigarrillo con un olor inconfundible.
—¿Eso es marihuana? —inquiero, cuando estoy junto a él. Sus ojos se enfrentan a mí y no es necesario que conteste mi pregunta, la respuesta es bastante obvia. —Dalton, ¿tienes alguna idea de lo que le hace a tu cuerpo? No deberías estar fumando esa porquería.
—Mierda, Bea... ¡deja de joderme por una vez en tu vida! —brama, en tono agresivo. Eso me deja perpleja.—Te pareces a mi madre, todo el día diciéndome un montón de mierda, jodiéndome a cada segundo, que tú seas una antisocial y aburrida no es mi puto problema, ¡déjame en paz, quieres!
Se va de allí antes de que pueda contestarle algo, aunque tampoco es como si tuviese alguna respuesta para ello. Me quedo de pie en medio del pasillo, viendo el cuerpo de Dalton tambalearse y perderse entre la casa. Solo intentaba ayudarlo, no esperaba que su reacción fuese tan agresiva, ni mucho menos que me llamara de esa forma. Eso me hizo sentir mal.
Una mezcla de sentimientos se esparce por mi cuerpo, estando allí de pie sola en medio de una casa repleta de personas desconocidas me hizo replantear mi participación en la fiesta. No debería haber asistido. No soy parte de este mundo.
Suspiro, retomando mi rumbo. A lo lejos diviso el cuerpo de Yoonmi escullirse junto a Maia, tomados de la mano, riendo felizmente como hace un rato, reafirmando mis sospechas.
¿Seguirían estando juntos? No debería importarme ya que él se ve feliz. No debería importarme, no debería importarme... a quien engaño, ¿es que siguen juntos?
Salgo de la casa y avanzo lo suficiente como para no escuchar la música. Me siento en la acera suspirando fuertemente. Vaya día. Maia es una linda chica, debí presumir que ambos seguían en esa extraña relación que mencionó Dalton semanas atrás. ¿Por qué me sentía mal? Debería estar feliz porque al menos luce tranquilo y no debe forzar ninguna sonrisa.
No es así. ¡No es así para nada!
Varios minutos transcurren, minutos en donde concentro mis pensamientos en una idea para salir de este lugar. Los dedos y la punta de mi nariz comenzaban a entumecerse, ¿por qué acepté venir?
—¿Bea?
La voz proveniente de mis espaldas pone mis sentidos en alerta. ¿Es quien yo creo que es?
No deseaba voltear, no quería afrontarlo y mucho menos verlo a los ojos porque estaba decepcionada de lo que contemplé minutos atrás. Sí, esa era la palabra adecuada; decepcionada. Pero no de él, sino de mi misma y los pensamientos que en algún momento pasaron por mi cabeza. ¡Y ese beso! Esa maldita sensación de sus labios acariciando los míos junto a ese leve toque a alcohol... ¡Dios! Soy una tonta.
Así que hago como si no hubiese escuchado su llamado y hundo la cabeza en mis piernas.
—Uh, Bea, puedo verte. ¿Qué haces aquí?
Mi plan no funciona, apesta igual que la situación en donde me encuentro. Sólo sirve para que se acerque aún más a mí, posicionándose a mi lado. Levanto la vista hacia la calle, aquella en donde pueden verse algunos autos estacionados pero sin un atisbo de gente. Suspiro rendida, y sin mucho más que hacer, alzo los ojos hasta toparme con los suyos, quienes me escudriñan con interés. Eleva sus cejas esperando mi respuesta, a lo que sonrío, inocente.
—¿Qué haces aquí sola? —cuestiona nuevamente.
—Sólo... quiero irme de aquí. Estaba esperando que se me ocurriera alguna idea. —respondo. Escucho su risa nasal antes de que tome asiento a mi costado derecho, allí suspira y fija la mirada en la calle, igual que yo.
—¿Te sucedió algo?
—¿Uhm? no, nada —miento.
—¿Estás segura?—asiento con la cabeza, evitando el contacto de sus ojos.—No te creo, ¿Qué sucedió?
—Nada, Yoonmi. —insisto, tragando saliva. No sé cuál es su expresión ya que estoy evadiendo lo más que puedo su mirada, pero él por algún extraño motivo toma mi mentón y me obliga a verlo. Me escudriña, como si quisiera encontrar alguna señal y yo vuelvo a tragar saliva, nerviosa por el contacto de sus yemas en mi rostro.
—Si no quieres contarme lo respeto, solo espero que no haya sucedido algo grave.
—S-solo fue Dalton...—termino soltando. Sus dedos aún se encuentran en mi mentón, para que no desvíe mi mirada.
—¿Dalton?—replica, extrañado.—¿Qué hizo Dalton?
—N-nada grave, me dijo algunas cosas un tanto desagradables... —murmuro. Yoonmi retira sus yemas de mi rostro, volteando sus orbes hacia la solitaria calle.
De pronto se levanta de la acera y sin decir nada, extiende una de sus manos en mi dirección, esperando que la sostenga.
—¿Qué...?
—¿Nos vamos?
—¿Irnos? —balbuceo, anonadada.—P-pero el cumpleaños de...
—¿Acaso quieres quedarte? —advierte, burlesco. Yo niego y él me anima nuevamente a sujetar su mano.—Salgamos de aquí, me estoy congelando.
Sostengo su mano para ponerme de pie y a pesar de los sentimientos encontrados que tengo hacia él, su propuesta me es bastante tentadora, por lo que termina convenciéndome.
—¿Qué fue lo que te dijo?
—¿Uh?
—Dalton, ¿Qué fue lo que te dijo?
Esta situación es bastante anormal. Yoonmi ni siquiera se empeña en sacar conversación usualmente, pero ahora está "interrogándome" tal como él mismo lo llama.
—Uhm... pues que yo era una antisocial y aburrida.—murmuro. Su silencio me pone los vellos de punta, pero no deseo voltear y enfrentarlo.
—¿Y si lo fueras, qué? —señala. Trago saliva, confrontando sus intensos orbes felinos.—¿Es malo para ti?
—S-si, no son características buenas.
—Bea... —suspira, y siento que sus próximas palabras serán de regaño.—No debes dejar que lo que piense la gente de ti te afecte tanto como ahora.
—¿Qué dices? —inquiero, frunciendo las cejas. —Dalton es mi amigo, y me ve como si fuera...
—¿Qué importa eso? ¿Acaso es malo ser alguien antisocial? Además, partamos de la base que, quien te dijo eso fue Dalton.—destaca, ahora con la vista puesta en las calles.—A lo que voy es que, yo tenía una percepción distinta de ti, pensaba que eras alguien muy sociable, ¿eso también te afecta?
—Uhm... ¿sí?
—No, Bea.—contesta al instante, riendo.—la respuesta es no, no dejes que te afecte.
Me gustaría decirle que no sólo estaba de esta forma por lo sucedido con Dalton, pero por supuesto no puedo divulgar mis sentimientos con la persona causante. Lo peor es que no puedo decirle "en algún momento pensé que podías fijarte en mi" ¡Todo por ese bendito beso! pero a quien engaño, si me comparaba con Maia, éramos el extremo opuesto.
Maia era alta, delgada, con un rostro esculpido y lindas facciones. Se notaba que no tenía problemas para hablar con quien se le cruzara y desprendía un aire de confianza que había notado desde el primer día. Yo era lo contrario. No era insignificantemente baja, pero sí más que ella. Tampoco era tan delgada, de hecho, tanto mis muslos como mejillas son pronunciados. April solía decir que lucía tierna por mis mejillas, pero no estaba segura si eso es realmente atractivo para un hombre.
¿Pensé que podía fijarse en mí? ¡Sí, lo hice! Y no es hasta ahora que lo admito, ya no es simple curiosidad la que siento estando a su lado. ¡Qué rabia! Mis sentimientos me juegan una mala pasada.
—¿Quieres poner música? Quizás se te pase el enojo de esa forma.
—No estoy enojada.
—Sí, ajá.
—¿Me dejarás poner lo que sea? —dudo, el asiente con la cabeza lanzando una risita debido al abrupto cambio de tema. —No te puedes arrepentir luego, eh.
Agradezco su gesto, sé que no compartimos los mismos gustos pero esa pequeña acción consigue apaciguar un poco el cómo que siento. Conecto mi teléfono por bluetooth a la radio y selecciono la lista de Spotify poniendo una canción al azar.
—Vaya, te creí inocente. —El grave timbre de voz de Yoonmi rompe toda el aura en cosa de segundos y a pesar de que enfoque mi vista en él, no consigo comprender su comentario. —Eres muy sucia, Bea.
Su ronca risa llega hasta mis oídos a la vez que se escucha claramente por las bocinas de su auto:
"I need to hear the sweet sound of your moans"
(Necesito escuchar el dulce sonido de tus gemidos)
—¿Qué cosas dices? —consigo articular. Puedo sentir como mi rostro comienza a acalorarse y él vuelve a reír cuando nota mi expresión. ¡Tiene una risa muy linda, diablos!
—¿Tienes hambre? —pregunta, calmando sus carcajadas.
—Mm pues sí, ¿por qué?
—Podríamos comer algo, ¿te parece?
—¿A las una de la mañana? —cuestiono con extrañeza, el asiente doblando el manubrio.—¿Crees que algo esté abierto a esta hora?
No hace falta decir palabra alguna cuando el gran cartel McDonald's aparece frente a nosotros. Yoonmi me observa subiendo y bajando sus cejas, y de pronto me veo oliendo el exquisito aroma a hamburguesas y papas fritas y mi boca se hace agua. No es la comida más saludable pero no deseo preocuparme de eso ahora, una buena comida chatarra le hará bien a mi ánimo.
Asiento frenéticamente y él con una sonrisa victoriosa se dirige hasta la ventanilla para ordenar nuestro pedido. Solo hay un auto antes de nosotros, por lo que mientras esperamos nuestro turno lo veo fruncir ceño y señalar con su dedo índice la radio.
—Lo siento... ¿Vamos a ignorar el hecho de que las letra de tus canciones son increíblemente...?
—¿Hermosas? —inquiero, batiendo mis pestañas.
—Sucias y explícitas, mas bien.
—Claro que no —defiendo, mintiendo descaradamente.
—Uh ¿no? Bea, el chico acaba de decir "quítate la ropa", ¿Eso no es lo suficientemente explícito para ti? —comienzo a reír ante su expresión de sorpresa, sus pequeños ojos abiertos de par en par enseñando sus lindas encías rosadas por la gran sonrisa que esboza—¡Acaba de decirle que se ponga de rodillas! esto es increíble.
—¡Quizá el quiere llevarla por el camino de Dios!
—Si claro, quiere hacerla rezar, como no. ¿Sabes? cambiaremos esto en seguida, suficiente...
—¿Qué? ¡No! ¡No toques...!
Es allí donde comenzamos un desastre. Yo intentaba detenerlo para que no cambiara la música, mientras reía de manera descontrolada, y él por su lado, luchaba por desconectar mi teléfono de la radio, apretando todos los botones posibles, desencadenando un bullicio enorme ya que sin querer presionó el botón del volumen, subiéndolo al máximo. Adelantó un par de canciones con una de sus manos, al mismo tiempo que con la otra sostenía mis dos manos para que no lo interrumpiera. En fin, un desastre total y todo en un pequeño espacio.
Acabo riéndome como una loca, con algunas lágrimas de risa saliendo de mis ojos y mi estómago doliendo por tanto reírme.
—¿Qué vas a pedir? —cuestiona, cuando es hora de ordenar nuestro pedido. Como si no hubiese sucedido nada hace segundos atrás.
Finalmente ha ganado él. Luego del tremendo bullicio que hemos hecho, consiguió pausar mi música y sobre todo hacerme reír hasta las lágrimas.
[...]🧸🤍🌻
¡Hola! Aquí una pequeña nota de la autora.
Nuevamente estoy aquí para agradecer el constante apoyo a esta historia, de todo corazón espero que les esté gustando tanto como a mí escribirla.
Quisiera saber, hasta ahora, ¿Qué piensan de los personajes? 👀, me gustaría leer sus comentarios.
Nos vemos en un próximo capítulo, ¡que tengan lindo día!
—Abbie🧸
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