Capítulo dieciseis

«CAPÍTULO DIECISEIS»

"Haunted house"

Los últimos días se han sentido extraños y tristes. Levantarme de la cama ha sido un desafío, cada día sigue sintiéndose más intenso que el anterior. No consigo conciliar el sueño, cada que cierro los ojos Nona aparece en mis pensamientos y es imposible no largarme a llorar. La extraño demasiado, dudo que pueda hacer esto.

Las anheladas vacaciones que esperé por mucho tiempo ahora me asfixian, quiero que terminen, deseo no estar en casa, pero al mismo tiempo no puedo dejar mi cama. Mi habitación se ha convertido en un refugio, uno en donde deseo y a la vez no estar. Mi mente está al mil, lo odio.

Desde que todo sucedió, April me escribe día y noche, insistiendo en salir a algún lugar que no fuese mi habitación. Me niego rotundamente todas las veces que me pregunta, y hoy en específico llegó a mi casa muy temprano, apareciendo fuera de mi habitación informando que saldremos.

—No quiero hacerlo —vuelvo a insistirle, sin embargo, parece haber creado una alianza junto con mamá pues ella llega segundos más tarde a invadir mi espacio.

—Bea, April no está aquí para preguntarte, está aquí para llevarte —declara, cruzando sus brazos.

—Vamos Bea...—farfulla la de cabello cobrizo. —Te hice algo de comer, pero debes salir de aquí primero.

Luego de infinitas insistencias, termino accediendo. Me levanto en pijama, con el cabello alborotado y lágrimas secas en mi mejilla, ninguna repara en mi apariencia, mucho menos yo. Después de obligarme a comer, volvemos a mi habitación junto a April y ella se mete a rebuscar ropa en mi closet para salir. Me fuerza a meterme a la ducha, y cuando vuelvo, el vestuario está en mi cama, esperando por mí.

—Afuera está bastante helado y no he encontrado ninguna chaqueta —rechista, suspirando. —te espero afuera, apresúrate porque llegaremos tarde.

¿Llegar tarde a dónde? Ni siquiera quiero abandonar mi cama.

El gran lugar donde ha decidido llevarme es a la feria de atracciones, esa donde una vez visitamos en compañía de Dalton, Yoonmi y su hermano. No entiendo que hacemos aquí con este clima, ¡me estoy congelando! pero April se rehúsa a que abandone el lugar y toma mi brazo fuertemente, haciéndome caminar.

—Bea, tú sabes cuanto te quiero y odio verte en ese estado.

—No quiero hablar sobre eso —la detengo al instante, tragando saliva.

—Está bien, no hablaremos.

Guía mis pasos hasta un grupo de personas a lo lejos. Atravesamos al menos la mitad de dicha feria, pasando por la rueda de la fortuna, la montaña rusa con asientos de Mickey Mouse y la otra montaña rusa gigantesca en donde tus pies quedan colgando.

—¿Ellos son...?

Sí, lo eran. Frente a mi estaba Shane, Tanner, Dalton, Frankie y por último... Yoonmi.

—Hola, bichito —saluda Tanner, con la misma energía que yo.

Shane y Frankie me abrazan por los hombros, Dalton me levanta, dándome un par de vueltas en el aire y Yoonmi me sonríe levemente desde la distancia.

—Debemos elegir donde subirnos primero —menciona April, entusiasmada.

—Propongo la montaña rusa gigante para desahogarnos —indica Dalton, April lo sigue.

—¡Me gusta!

En grupo caminamos hasta aquel juego que Dalton ha propuesto, algunos conversan entre sí mientras yo voy sumida en mis propios pensamientos. Hacemos la fila como el resto de las personas allí y cuando es nuestro turno, nos repartimos la ubicación.

—¡Yo quiero ir de los primeros! —señala Dalton, avanzando.

—¡Yo voy contigo! —le sigue April detrás. Ya que los asientos son solo de dos personas, debo decidir con quien sentarme, o bueno... también puedo ir sola.

—Yo... creo que pasaré esta vez —alude Frankie, poniéndose a un lado.

—Ven, vamos —indica Tanner a Shane, quien revuelve mi cabello cuando buscan sus asientos.

—No vas a vomitar, ¿verdad?

Sonrío levemente al pelinegro, negando. Me pongo al lado de Yoonmi, bajando la seguridad del juego. Hace tiempo no visitaba estos lugares y ahora me siento presa ya que la seguridad que tenía segundos atrás se esfuma cuando el juego comienza a andar.

—N-no... ¡quiero bajarme! —chillo, pero es muy tarde, vamos subiendo la empinada cuesta. Empiezo a gritar al igual que el resto de las personas allí, aterrorizada. —¡Bájenme!

—¡Ya es tarde! —vocifera mi pareja de asientos, riendo de mi expresión.

Cuando la montaña baja, el alma se me sale de un tirón y mis pulmones se quedan sin aire por todo el griterío que se me escapa. Me aferro a la barandilla de seguridad, sintiendo mis pies en el aire y temo que mis zapatillas vuelen por los aires. Yoonmi a mi lado se ríe descontroladamente de mi expresión despavorida y mis constantes palabrotas que sin querer brotan por la adrenalina.

—¡Te odio! —le grito por encima de todas las voces, lo que lo hace reír con más fuerza, contagiándome. Se deleita ante mi espanto. Nuestros cabellos se sacuden por la velocidad de la montaña y la nariz se me hiela ante la brisa.

—¡La puta madre sí que estuvo bueno!

Toco mi pecho cuando todo termina y volvemos al lugar de inicio, calmando mi corazón. Estoy en desacuerdo con Dalton, ¡no estuvo bueno! ¡para nada!

—Bea lo pasó de maravilla—replica el pelinegro, con burla.

Lo siguiente es una atracción más tranquila, pero no parece ser lo suficiente para Dalton y April, quienes buscan los juegos que me parecen más arriesgados, hasta que finalmente terminamos frente a la casa del terror, haciendo una apuesta.

—La primera pareja que salga pierde, la idea es quedarse el mayor tiempo posible.

Dalton fue con April, olvidándose completamente de mí, comienzo a pensar que esta salida fue algo que April siempre quiso y me utilizo de excusa, porque se la está pasando mejor que todos juntos, evidentemente. Tanner eligió a Frankie, quedando Shane, Yoonmi y yo. Los tres nos miramos decididos a ganar, bueno, más ellos que yo, porque desde ya estaba atemorizada.

Para que no nos separásemos en el recorrido, nos tomamos de las manos. El primero en la fila es Yoonmi, quien sostiene mi mano con fuerza, acelerándome el corazón con ese simple gesto. Shane sostiene mi otra mano, yendo al final, dejándome a mí en medio de ambos.

Suelto un suspiro cuando nos adentramos por los oscuros pasillos de esa famosa casa del terror, los sonidos espeluznantes se filtran por mis oídos, las risas maquiavélicas de las personas estaban consiguiendo poner mis nervios de punta, pero me mantengo serena, o al menos eso pienso hasta que Yoonmi gira a verme porque estoy apretando muy fuerte su mano.

—Tranquila Bea, nada de aquí es real —asegura Shane a mis espaldas, tocando mi hombro con una pizca de seguridad.

—Será fácil ganarle a Dalton, el tonto se asusta con cualquier sonido —agrega Yoonmi en tono burlesco.

De pronto sentimos como dos personas gritan mucho más adelante que nosotros y lo que dice Yoonmi cobra sentido, me hace reír tan solo un poco, para luego seguir nuestro camino mientras diversas personas vestidas con trajes de películas de terror se atraviesan e intentan asustarnos. Mi corazón late con demasiada intensidad, si no estuviera entre Yoonmi y Shane de seguro ya habría corrido por mi vida, además, el hecho de que Shane utilizará las groserías como una forma para mantener sus nervios intactos incitaban que mi risa fuera más grande que el miedo que pudiese sentir.

El colmo de todo fue ver como Shane, un chico altísimo con un cuerpo fornido, se asustaba por el bendito Chucky, tanto así que cuando lo vio soltó mi mano y se echó a correr sin que pudiera decirle nada. Fue gracioso hasta que Yoonmi y yo quedamos solos y de fondo escuchamos el sonido de una motosierra, por lo que no dudamos y también nos echamos a correr.

—¡¿Cómo sabemos dónde debemos ir?!—le pregunto en medio de nuestra huida.

—¡No lo sé! honestamente yo solo estoy corriendo...

Tiro de su mano cuando veo una sombra a unos cuantos metros de nosotros, guiándonos por otro pasillo mucho más iluminado. Nos detenemos en busca de aire, aun sosteniendo nuestras manos.

—Creo que se me saldrá un pulmón... —digo a duras penas, intentado recobrar el aire.

—No sé cuánto corrimos, este lugar es gigantesco, ya deberíamos estar afuera.

Yoonmi suelta mi mano para echar un vistazo por el pasillo en busca de la salida, yo aún intento calmar los latidos de mi corazón y regular mi respiración, hasta que veo que encuentra un pequeño espacio en medio del pasillo. Voltea a verme con el ceño fruncido y en ese instante las luces parpadean, como si quisieran apagarse.

—Ven aquí —me llama en un susurro, agitando su mano.

Miramos a nuestro alrededor y es cuando finalmente la luz fría se apaga, reemplazándola por una luz roja intensa que cambia el aura del lugar en cosa de segundos. Un molesto sonido de sirena lo acompaña, esta vez poniéndome más intranquila. Escuchamos pasos desde algún rincón y Yoonmi me empuja hasta el escondite que ha encontrado en medio de las paredes, poniéndose frente a mí. Mi espalda choca con la fría pared, trago saliva y maldigo internamente por haber aceptado entrar a este estúpido juego, esta vez juro que mi corazón explotara y no solamente por miedo, sino por la absurda proximidad que el pelinegro tiene, estamos prácticamente pegados, puedo sentir sus labios en mi frente, nuestros torsos chocar e incluso mis manos, que están en mis costados, están tocando partes de su cuerpo que desconozco.

—¿Escuchas eso? —murmuro, subiendo la mirada hasta su rostro.

Ese maldito sonido de alguien arrastrando un objeto pesado por el piso, como la típica escena de película cuando el villano busca a los demás para matarlos.

—Dios Yoonmi... me dará un ataque al corazón, quiero salir de aquí...

—Shh... —me calla, puesto que ambos sabemos que en mi ataque de nervios es seguro que mi boca se abra y no se cierre en un buen rato, así que opta por subir su dedo índice a mis labios para reforzar mi silencio. Pese a la oscuridad puedo descifrar como su vista se enfoca en mi boca cuando me calla. —Creo que ya sé cómo salir de aquí, no sueltes mi mano, ¿sí?

No sé si agradecer por estar en esta situación con él o desear huir a toda costa, pero parte de mi está disfrutando esta cercana compañía y tiempo a solas en donde no es un problema estar tan cerca del otro, sin dar ni una pizca de espacio personal. Esta clase de oportunidad sólo sucede una vez en la vida y hay que aprovecharla, aunque el escenario sea una tétrica casa del terror.

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