Capítulo catorce
«CAPÍTULO CATORCE»
"Mon amour"
—Necesito contarte algo.
Estamos en plena clase cuando suelto aquel comentario a April. Después de lo del fin de semana, necesitaba desahogarme, al menos contándole una parte de lo que sucedió ese día.
—¿Qué sucede? —replica, con la vista puesta en el pizarrón.
—¿Recuerdas a mi ex?
—Claro, ¿Qué sucede con él?
—Él estuvo en la junta del fin de semana junto a mis primos...
—Lo supuse —se adelanta en contestar. El profesor da el término y luego de recolectar nuestras cosas, salimos y caminamos por el pasillo, siguiendo la conversación. —Estuve a punto de creer que necesitaría comprar un test de...
—¿Un test de qué?
Otra voz interrumpe nuestra plática, asustándonos a ambas. Dalton se planta a nuestro lado comiendo frituritas, mientras que Yoonmi está junto a él, bebiendo un refresco.
—¿De drogas? —insiste Dalton, levantando una ceja. —¿De embar-
—De nada, metiche. ¿Qué hacen aquí? —contesta April, cambiando el tema.
—Pues vi a mis queridas amigas y quise pasar a saludarlas, ¿hay algo de malo? —inquiere con aquella pisca de dramatismo. —Además, Bea debe hacer un reto...
Por poco lo olvido. El pelinegro me mira con una ceja alzada y una sonrisa perversa. Dalton a su lado come sus frituritas, sonriendo pícaro.
—Hola, Bea —Yoonmi pronuncia mi nombre con más énfasis, como si quisiera conseguir algo.
—H-hola...
—¿Hola qué? —interviene Dalton inmediatamente. ¡Se ha puesto de su lado!
—¿Me vas a hacer decirlo? —refunfuño. El asiente, complacido.
—¿Cuál será el apodo de hoy? —canturrea Dalton, subiendo y bajando sus cejas.
De pronto las imágenes bombean mi mente y Yoonmi con lágrimas marcadas en sus mejillas sale en primer plano. Lo contemplo frente a mí, él aun teniendo esa sonrisa perversa, sin reparar en que ahora sé un poco más sobre él y no son cosas precisamente felices. Trago saliva, más nerviosa de lo usual, sin poder pensar en un maldito sobre nombre para él.
—Vamos Bea, no estaremos aquí todo el día.
—Lo diré, pero sólo a Yoonmi —señalo. Dalton planea quejarse, pero antes de hacerlo el pelinegro toma mi brazo y nos aleja un par de pasos.
—Te escucho.
—Agh, ¿esto es realmente necesario?
—Lo necesito para alegrar mi día, Bea —replica, con gracia.
—¡Es que no se me ocurre nada!
—Tienes cero creatividad cuando se trata de sobre nombres, eh.
—¡Oh! ¡Ya se! —relamo mis labios antes de decir mi siguiente frase. — Mon amour.
—Nada mal.
—Je t'aime beaucoup, mon amor*.
—¿Qué acabas de decir? —duda, riendo. Suelto una risita, moviendo mi cabeza de un lado a otro.
—Ya tienes tu reto —Canturreo, risueña.
Gracias al ramo optativo de francés que tomé el primer año, no aprendí mucho, pero sabía que en algún momento serviría.
...
Al término de la jornada me traslado en dirección hacia la biblioteca, debía revisar e imprimir unos documentos, además era una zona muy bonita y pacífica de la universidad. Camino hasta los computadores, pero mi vista se desvía a unos metros más adelante en donde Yoonmi se localizaba. Vaya suerte de hoy, ¡aparece en todos lados!
—Hey.
Le saludo cuando me planto frente a él. Solo al ver mi cuerpo en frente saca sus audífonos y me observa expectante. Su rostro ha cambiado, ya no lleva esa expresión risueña de hace un rato, ni siquiera hace un comentario respecto a mi presencia o aquel tonto reto.
—¿T-te sucede algo? —Inquiero, con temor.
—No —Niega, suspirando. Qué mentira más grande.
—Uhm... —no se me ocurre que más decirle, ni siquiera sé el motivo por el cual estoy aquí, mis pies tomaron vida propia en cuanto lo vieron. — Luces cansado.
—Lo estoy.
—¿Ya comiste almuerzo? —Los nervios me juegan una mala pasada, detesto que mi cerebro no colabore cuando estoy a su lado, ¡me hace queda como una tonta! — D-digo... si almorzaste almuerzo, ¡No! Que si ya comiste algo.
—Aún no, tengo un examen ahora y luego iré a trabajar.
—Uhm... pues toma.
Rebusco en mi mochila una barra de chocolate que guardaba, traje dos ya que parte de mi deseaba poder dársela, luego de lo que ocurrió el fin de semana me planteaba diferentes escenarios a su posible falta de ingesta de comida.
—Oh, también te traje esto.
También le extiendo la mandarina que compré específicamente para él. Recordé que en algún momento mencionó que su fruta favorita eran las mandarinas, así que a penar vi una no dudé en comprarla.
Toma ambas cosas con sus manos, tragando saliva. Me muevo hacia atrás con la intención de irme, pero mis pies chocan torpemente con la silla, haciendo ruido.
—Amm... que te vaya bien en el examen.
—Gracias, bomboncito —contesta, esbozando una sonrisa ladina.
Ruedo los ojos ante su comentario y luego de despedirme con la mano salgo de la biblioteca. ¿A que vine? Oh sí... tal vez pueda imprimir las cosas en casa, no quiero volver sabiendo que mi rostro está rojo, puedo sentir el calor.
Mientras espero que el bus llegue, conecto mis audífonos para hacer la espera más amena, han pasado varios minutos y no hay señal del vehículo. Agradezco que la corriente haya calmado mi acalorado rostro, aún no consigo comprender por qué mi cara se empeña en exponerme cuando estoy junto a Yoonmi.
Tiempo después alguien toca mi hombro derecho, cuando volteo no hay nadie, casi creo que lo he imaginado, pero al volver a mi posición suelto un grito al ver a Daehyun, el hermano menor de Yoonmi, a mi costado izquierdo.
El ríe de mi rostro y el susto que me trajo, yo maldigo por lo bajo, cruzando mis brazos luego de sacarme los audífonos.
—No deberías hacer eso —le regaño, en un mohín.
—Lo siento, no creí que caerías—se disculpa, aun riendo.
—¿Qué haces aquí?
—Pasaba por aquí.
—Oh, a mí no me engañas —advierto al instante. Me observa a través de sus pestañas, sonriendo inocente.
—Bien, te lo diré. Pero ni se te ocurra decírselo a Yoonie, porque va a matarme.
—Y-ya no quiero saberlo.
—Estoy saliendo con una chica.
—¡Lo sabía! —chillo al instante. — Pero... ¿Qué haces por aquí de todas formas? ¿Vive por aquí?
—Amm... pues esa es la cuestión.
—¿Qué cosa?
—La chica va en esta universidad.
No digo nada, pero supongo que mi rostro refleja mucho ya que él rasca su nuca algo incómodo. ¿En qué me estoy metiendo?
—¿Estás saliendo con alguien mayor?
—No es tan mayor —señala al segundo. —es de primer año...
—Pero Daehyun...
—Vamos Bea, no quiero un sermón —se apresura en contestar.
—Bien, sin sermones, pero si no piensas contarle a tu hermano, alguien debe saberlo.
—Por eso te dije a ti —replica, burlesco.
—Pero los detalles, niño. ¡Los detalles importan!
—Bien, bien. Antes de decirte los detalles... ¿Sabes dibujar o pintar?
—Pues... si —afirmo, desconcertada del abrupto cambio de tema. —En mi escuela estuve en un electivo de arte, algo aprendí... espera, ¿y eso a que va?
—Necesito ayuda en una tarea.
—¿Quieres mi ayuda?
—Me vendría bien... y así te cuento los detalles.
—¿Estás chantajeándome?
—No lo llamaría de esa forma...
—Bien —accedo, aunque no muy convencida. —Pero solo un rato.
—¡Genial! Vamos a casa, en el camino te cuento todo.
—¿A-a tu casa? —titubeo. Él, puesto que había retomado camino, mira hacia atrás ya que mis pies no andan.
—Si, Bea. Tranquila, mi hermano tiene que trabajar ahora.
—Oh, es cierto... pues vamos.
En compañía de Daehyun emprendemos rumbo a su hogar y tal como prometió anteriormente, se encarga de contarme con lujo y detalle cómo fue que conoció a su cita y también el cómo comenzaron su relación. Al llegar a su casa me ofrece un ramen instantáneo, cosa que acepto ya que comienzo a tener hambre.
Luego de comer trae todos sus materiales para empezar con la tarea y mientras va y viene trayendo cosas de su habitación, me explica concretamente qué es lo que hay que hacer.
—Me alegra que no seas como Maia.
—¿Qué? —contesto un tanto aturdida. ¿Acaba de mencionar a Maia? ¿La misma Maia que salió con su hermano?
—¿Eh?
—No te hagas el tonto, te escuché —entrecierro los ojos, con la curiosidad picando mi ser. Daehyun comienza a piñizcar sus labios, mirándome fijamente. —También note que Maia no te cae muy bien...
—Pues... no.
—¿Y eso por qué?
Toma un gran respiro para soltar todo el aire de un tirón, como si estuviera preparándose para hablar de un tema complicado. Yo sigo trazando líneas en el lienzo que me ha dado, mientras él se estira en la silla donde está, poniendo sus brazos atrás de su cabeza.
—Ella no era buena para Yoonie.
—¿Y eso como lo sabes?
—Porque lo vi. Vi como lo trataba.
—¿Dices que lo trató mal? —debato.
—No... Es decir... siento que se aprovechaba de él.
—¿A qué te refieres?
—Sí que te encanta el chisme, eh —suelto una risita, al igual que él. Pues sí, realmente me interesa el tema, en mi mente las cosas eran muy distintas a cómo las relata el chico.
—Hey, estoy aquí ayudándote para que saques una buena calificación, prácticamente estoy haciendo tu tarea, un poco de chisme no vendría mal, ¿no crees?
—Bien, bien —accede sin mucha objeción. — Pues... Maia se aprovechaba de que Yoonie tiene auto y siempre le pedía que la pasara a buscar.
—¿Solo eso?
—Y bueno, otras cosas más pero el punto aquí es que no se si te has enterado, pero, aunque vivamos así, en un buen barrio y contemos con un auto, no tenemos mucho dinero... y mi hermano nunca se paró a pensar en eso en su extraña relación.
—¿Maia tampoco sabía sobre su situación económica?
—No, lo dudo. Y mi tonto hermano tampoco se le ocurrió decirle, no sé si para impresionarla o qué... pero Bea, un mes casi nos echan de aquí por no pagar el arriendo.
—Vaya...
—Y recién ahí mi hermano recapacitó, por suerte.
—Bueno, pero quizá tu odio no debería ir hacia Maia, si ella no sabía del tema...
—No, no. Sé que mi hermano fue un tonto, pero ella de todas formas se aprovechaba de eso.
—¿Cómo es que sacas todas estas conclusiones con tu cabecita?
—No lo sé, me costó un tiempo entender y no fue agradable vivirlo. Al menos me alegra que ya no siga siendo un tonto, está más compuesto, pero más gruñón.
—Creí que siempre fue así —vacilo.
—Bueno sí, lo es. Tienes razón.
Las llaves se escuchan en la puerta interrumpiendo nuestra conversación, mi corazón se detiene al ver como el hermano mayor de Daehyun entra, deja sus zapatos en la entrada y camina hasta la cocina sin reparar en mi presencia. ¿Cuánto tiempo he estado aquí?
—¿Qué hora es? —murmuro al menor.
—Son... oh, casi las nueve de la noche
—¡¿Es broma?! —exclamo asombrada. —¿Tan tarde?
—¿Daehyun ya comiste algo?
Yoonmi vuelve a la sala, nos mira a ambos y frunce el entrecejo.
—¿Qué hace Bea aquí?
—Está ayudándome, hermanito.
—¿En qué? Si se puede saber.
Le muestro el boceto que he hecho en el lienzo desde la distancia, ocasionando que se acerque hasta donde estamos, aún muy confundido con mi presencia en su hogar.
—¿La trajiste aquí para hacer tu tarea? —vocifera en tono de reproche, mirando al menor.
—Sí.
—Yo me ofrecí a ayudarle —contesto inmediatamente. — Pero ya debería irme porque es muy tarde. Solo queda pintarlo, lo más fácil.
—Lo arruinare todo ahora Bea, ¡y quedo hermoso! ¿No quieres pintarlo tú?
—Daehyun... —se adelante Yoonmi, extendiendo una seria línea en sus labios.
—Si tuviera más tiempo lo haría, pero ya es demasiado tarde y aun debo llegar a casa.
Tomo mis cosas que están esparcidas por el lugar y voy a ponerme mis zapatos en la entrada bajo la atenta mirada de ambos pelinegros.
—¿Irás a dejarla en la parada del autobús? —demanda el mayor.
—Puedo irme sola.
—Lo sé, pero es tarde y está oscuro —replica Yoonmi, examinándome.
—Pero tú puedes ir a dejarla ¿o no, hermano?
—Acabo de llegar del trabajo...
—Oh, no te preocupes, ahora me iré.
Me despido de la mano para salir de su hogar, bajo las seis plantas cuando el ascensor llega y al salir el frío me pega de golpe en el rostro. Abrazo más la bufanda a mi cuello, buscando el calor necesario. Me traslado hasta la parada de buses más cercana y ya que no hay nadie me siento, esperando a que éste llegue. Las nubes cubren el cielo y al parecer una llovizna amenaza con aparecer. Mientras pasan los minutos unas delgadas y diminutas gotas caen, agradezco estar bajo el techo de la parada, de lo contrario me hubiese mojado, solo espero que no incremente pues no traigo paraguas ya que pensé que llegaría temprano a casa y la lluvia me encontraría allí.
El cielo hace caso omiso ante mi petición y no hay rastros del bus. Comienzo a caminar, con el gorro de la chaqueta que porto, que al menos es impermeable. Me muevo con cuidado de no resbalar ya que poco a poco la acera bajo de mi se llena de agua, segundos más tarde un auto se posa a mi costado, por la calle. No presto atención ya que no deseo escuchar palabras obscenas o comentarios indebidos, pero al oír mi nombre ser llamado presto completa atención.
—¡Sube al auto! —me grita Daehyun desde los asientos traseros.
—¡Estoy mojada! —le digo a Yoonmi acercándome hasta la ventana del copiloto, cuando veo que la baja.
—Eso no importa, solo sube.
Hago caso a sus palabras y subo al auto, allí dentro está puesta la calefacción cosa que agradezco. Siento mi nariz y mejillas completamente heladas, mis manos algo entumecidas a causa de lo mismo.
—¿Estás muy mojada? —cuestiona mi acompañante, conduciendo.
—Algo...
—Daehyun allí atrás hay una chaqueta mía. Dásela a Bea.
—No es necesario...
—Claro que sí, no quiero que te pegues un resfrío por ayudar a mi incompetente hermano.
—¡Hey! —se queja el menor.
Daehyun me extiende aquella campera y al instante el olor de Yoonmi me invade tan fuerte que quiero abrazar por completo aquello. Dejo mi chaqueta en el suelo y me meto dentro de la otra, ¡huele tan rico!
—Creo que mojé un poco tu asiento...
—Daehyun secará.
—¡Pero...!
—Eso te pasa por aprovechador.
—Oh, vamos —vuelve a quejarse el menor desde atrás.
—Hey, no es su culpa —interfiero en su conversación.
—Bea, no intentes ayudarlo en esto. Esta repentina alianza que han hecho no me gusta para nada.
—A mí sí me gusta —interviene el menor, acomodando sus codos entre ambos asientos. Lo miro de reojo, ensancha una gran sonrisa en sus labios, lo cual me contagia. Yoonmi nos observa, negando con la cabeza.
La verdad a mi también me gusta, no mentiré.
...
*Je t'aime beaucoup, mon amour = te quiero mucho, mi amor.
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