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Escuché mi canción favorita en mi teléfono, indicando que la alarma estaba sonando. Con la manga de mi pijama limpié la saliva que resbalaba por mi boca y abrí los ojos lentamente. Me giré sobre la cama para tomar mi celular y desactivar la alarma, sin embargo me encontré con la sorpresa de que la alarma había estado sonando por más de 10 minutos. Ahogué un pequeño grito y me levanté rápidamente de la cama, haciendo que las cobijas cayeran de esta.

No, no otra vez.

Corrí hasta el baño y quité mi ropa lo más rápido que pude para después entrar a la ducha. Abrí la llave del agua caliente, sin embargo, al no haberme despertado antes, el agua salió completamente fría. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, apreté la mandíbula y como pude, mojé mi cuerpo.

Después de aquella pequeña tortura de menos de 5 minutos, salí con una toalla envuelta en mi cuerpo y mis dientes aún castañeando. Tomé mi ropa interior y mi uniforme y me vestí rápidamente para luego ponerme mi calzado.

Fui corriendo por mi teléfono y un cepillo que estaba en mi repisa. Bajé y tomé mi mochila, la coloqué sobre mis hombros y salí de casa con paso apresurado mientras que en una mano llevaba el cepillo y en la otra mi teléfono, ya habría tiempo de peinarme.

Abrí mucho los ojos al ver que el autobús estaba llegando a la parada y yo aún debía de cruzar la calle. Sujeté bien mi mochila y corrí hacia ahí. Afortunadamente, habían unos cuantos chicos que me dieron un poco más de tiempo para alcanzarlo y poder entrar.

Con la respiración agitada me sostuve de uno de los tubos por unos momentos para después recobrar el aliento y comenzar a caminar a un asiento vacío. Pasé saliva para humedecer mi garganta y miré a la ventana mientras comenzaba a cepillar mi cabello.

Agité la mano saludando a Sun Hee, mi mejor amiga, y caminé rápidamente hasta ella.

—¿Te pasó algo? ¿Tuviste algún accidente? —preguntó con una expresión de preocupación en su rostro.

Fruncí el ceño confundida y miré mi ropa.

—No, ¿por qué? —dije mientras miraba mis manos, asegurándome de estar impecable.

Sun despeinó mi cabello.

—¡Tu peinado es horrible! —exclamó y soltó una carcajada.

Hice un puchero y volví a peinarme.

—Se me ha hecho un poco tarde, no he tenido tiempo de hacer un peinado extravagante, ¿sabes?

Torció la boca y asintió levemente.

—Una vez más se te ha hecho tarde, ¿debería preocuparme?

—Oh, no, no creo que vuelva a pasar.

Nos dedicamos una mirada fulminante y después de unos segundos nos echamos a reír. La campana sonó indicando el inicio de clases, y sin decir nada, entrelazamos nuestros brazos y comenzamos a caminar.

Sun Hee estaba en la clase 3-3, mientras yo iba a la 3-1, así que no nos veíamos sino hasta en la hora del descanso.

Me despedí de ella en cuanto llegué a mi salón y luego fui a sentarme. 

Solté un suspiro y saqué mi libreta antes de iniciar la clase de matemáticas.

—De pie —dijo Chan, el presidente de la clase, en cuanto el señor Kim llegó. Todos nos levantamos y dimos una breve reverencia para después volver a tomar asiento.

—Buenos días estudiantes, iniciemos la semana de una buena manera, abran su cuaderno y resuelvan las siguientes ecuaciones.

Se escuchó un quejido por parte de todos los alumnos, yo me limité a suspirar. ¿Por qué ecuaciones?

Estaba sentada en la cafetería junto con mis amigas: Park Eun Ji, una chica alegre, con las mejillas más apachurrables que haya conocido y una completa enamoradiza —en verdad—; junto a ella Kang Kyung Ah, seria y sabia son las palabras que mejor la describen, a quien no recurríamos cuando necesitábamos algún consejo porque sabíamos que nos llevaríamos un gran sermón antes; y por supuesto, Sun Hee, lo mejor que a mi vida pudo pasar... bien, exagero un poco. Una buleadora de primera y alumna modelo, tiene dualidad. Guiño, guiño.

—¿Punto extra?

Asentí mientras masticaba mi comida.

—¿Solo resolver una ecuación de segundo grado?

Fruncí el ceño indignada y pasé el bocado.

—¿Disculpa? Me esforcé mucho para resolverla, cuando terminé, mi cabeza dolía —respondí con aires de superioridad—. Pero, creo que después de todo valió la pena, ¿no?

Sun Hee me fulminó con la mirada y tomó una cucharada de arroz.

—Quisiera ser como tú.

 y yo nos miramos a la vez.

—¿Ser como ella? Pero si tú tienes el mejor promedio de la escuela, sin necesidad de que los profesores tengan favoritismos —intervino Eun Ji.

—Ja, ja, muy graciosa Eun —respondí sarcástica.

Sun Hee tomó un sorbo a su bebida y se lamió los labios.

—El segundo mejor, el primer lugar le pertenece a Bang Chan.

Kyung Ah levantó una ceja y torció la boca mostrando desagrado a la respuesta de mi mejor amiga.

—De todas formas... creo que eres mejor que Soo Hye.

Cerré los ojos y asentí levemente al escuchar a Kyung Ah, sin embargo después de asimilar lo dicho la miré indignada y entreabrí la boca.

—¡Hey! —me quejé, provocando una carcajada por parte de mis amigas.

Recargué mi cabeza sobre mi banca y miré la hoja de mi cuaderno en blanco. Si tan solo física no fuera tan difícil... a penas podía responder una ecuación de segundo grado.

La campana sonó indicando el fin de las clases e inmediatamente todos comenzaron a salir, hice un puchero y levanté mi vista al sentir un toque en mi espalda.

—Oh, YiNa, ¿qué pasa?

La chica mordió levemente su labio inferior y comenzó a jugar con sus manos.

—Un chico está buscándote —soltó sin más.

Parpadeé repetidas veces.

—¿Un chico? —fue lo único que pude pronunciar.

—Sí, vino hace un rato, dijo que fueras a la sala de música, ahí estará.

Me dedicó una sonrisa y después salió de mi salón, dejándome completamente confundida.

Solté un suspiro y agité mi cabeza para despejarme. Tomé mi cuaderno y la única pluma que tenía para guardarlos en mi vacía mochila y salí del aula dispuesta a regresar a casa.

Caminaba apresuradamente para llegar a tiempo a la parada del autobús, sin embargo la curiosidad comenzaba a hacerse cada vez más notoria, me detuve en seco y miré hacia atrás mientras mordía mi labio inferior.

—¿Debería de regresar? —me preguntaba a mí misma.

Apreté los labios y me giré sobre mis talones para seguir mi camino hacia la sala de música, tal vez solo era un nuevo miembro del club de música que me diría que pasé una audición para unirme a la banda de la escuela.

Una audición que... no hice.

Simplemente buscaba una buena excusa, aunque las excusas pueden irse a la mierda cuando tienes curiosidad.

Me detuve frente al salón y solté un suspiro, para después empujar lentamente la puerta provocando un chirrido por parte de esta.

Un chico con las manos en los bolsillos de su pantalón miraba hacia el patio trasero de la escuela por la gran ventana del aula.

—Song Soo Hye —dijo aún dándome la espalda, fruncí levemente el ceño—. Pensé que no vendrías.

Giró lentamente y me dedicó una gran sonrisa al verme.

—He regresado.

Ladeé la cabeza y lo miré con detenimiento. Abrí los ojos con exageración al recordar al juguetón y travieso Ji Sung que vivió un tiempo en la casa de los señores Shin y una expresión de felicidad se hizo presente en mi rostro.

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