Capítulo 26: Trío en acción

Jimin


Si bien el sillón era lo suficientemente cómodo como para sentarme en mi lugar, estando acurrucado encima del cuerpo ajeno encontraba mi calma.

Me sentía a gusto en el medio de mis hombres, rodeado por sus fuertes brazos y con las piernas enredadas entre las suyas. Mantenía mi cabeza recostada en el pecho de Jungkook para poder entretenerme con la película que transmitía la televisión y Taehyung me acariciaba la espalda baja, dándome modorra por la suavidad con que sus largos dedos me tocaban.

Los tres empezamos a vernos más seguido, como parte del mutuo acuerdo por hacer funcionar lo nuestro, y me sorprendía de buena manera que esos dos se estuvieran llevando tan bien.

Aunque Taehyung tenía lo suyo con el sarcasmo, las palabrotas y su forma despreocupada de racionalizar la vida, encontró con facilidad puntos de interés en común con Jungkook y su personalidad tranquila y responsable. En primer lugar, estaba la música, luego ridiculizar a su chico y terminaba con las artes marciales mixtas.

Como Kook era miembro del equipo de lucha del colegio y Tae un buscapleitos, discutían sobre llaves, tomas y anécdotas con contrincantes difíciles. Juro que a veces me dejaban de lado, ante lo cual no me quejaba, por supuesto. Prefería permitirles que se entendieran y explayaran a su gusto. Era su oportunidad de superar diferencias.

Al principio hubo cierta tensión en el aire. Se echaban chispas, como celosos que eran, pero fue cuestión de encauzar las aguas y ellos solos encontraron el camino hacia la paz y armonía.

Me gustaba. Era una combinación curiosa poder sacar lo mejor de ambos para poder tenerlos conmigo.

Tae incluso mejoró su conducta y, como iba al mismo curso que Kook, éste se ofreció a ayudarlo con sus notas, que iban en picada y parecían irremontables. Kook brindaba tutorías para alumnos y estaba acostumbrado a lidiar con chicos problema, por lo que acordaron verse después de clase para repasar juntos los ejercicios del día, al mismo tiempo que veían temas de clases previas para el recuperatorio conceptual de fin de año.

—Hueles rico —dijo Kook, espabilándome. Me hacía cosquillas en la coronilla al olfatearme con la nariz. Levanté la vista y él me sonrió, sereno. —Hueles a lavanda.

—Debe ser por mi nuevo tratamiento capilar —respondí, atajando un mechón de mi cabello para olerlo y constatar su afirmación.

Frente a nosotros, la televisión pasaba "I.A.", una de mis películas favoritas. Me la sabía de memoria de tantas veces que la había visto y siempre lloraba a moco tendido con el final.

La historia me marcó cuando apenas era un niño, al punto de que me compadecí de David, pues yo también era un consentido de mamá hasta que llegó Jihyun. No tenía el beneficio de tener amigos que me contuvieran y, cuando mi hermano menor hizo su aparición en el mundo, fue un sacudón dejar de ser el preferido, el centro de atención, para darle ese lugar a una criatura pequeña e indefensa que requería de mamá las veinticuatro horas del día. Me sentí abandonado, incomprendido, hasta que Kookie llegó a mi vida.

Disconforme con mi atención puesta en alguien más, Taehyung recostó su cuerpo sobre el mío y hundió su nariz entre mi alborotado cabello. Ronroneó de gusto en mi oído al corroborar lo que Kook decía.

Sonreí, feliz.

Gracias a estos dos no tendría que volver a sentirme solo nunca más. Tenía todo lo que quería, podía disfrutar de la calidez de dos personas maravillosas y daba fe de que ellos estarían para mí sin importar nada. Era el tipo de amor y cariño al que aspiraba desde niño, imbuido por toda la cultura de las princesas de Disney.

Si bien tenía claro que no llegaría a mi vida un príncipe azul que heredaría un reino de fantasía, soñaba con poder encontrar a una persona que me contuviera, respetara mis gustos y me acompañara. Deseaba poder construir un futuro con esa persona, tener niños y envejecer rodeado de nietos. Me hacía muy feliz poder disfrutar de dos tontitos que cumplían con esas expectativas. Tenía príncipe por partida doble.

La mano de Tae se deslizó hasta mi vientre, donde dibujó patrones en mi piel. Ninguno dijo nada, pero les conocía lo suficiente como para adivinar que algo querían.

Pasamos tres semanas sin sexo. Tres semanas donde cada uno puso su granito de arena para aportar algo a la relación y se sentía bonito. Salíamos a comer, teníamos encuentros en casa, nos pasábamos la noche hablando, conociéndonos más íntimamente. Quería que desarrollaran un trato mejor uno con el otro, que aprendieran a sobrellevar el tema de los celos.

Ellos solitos descubrieron que no tenían por qué pelearse en primer lugar, porque me tenían. No era una suerte de competencia donde debían ganarme y eso les generó confianza, pues tenían claro que los amaba por igual.

Pero, retomando el tema del sexo, me estaba corroyendo. Y ellos también.

En ese aspecto no avanzamos más que un par de toqueteos, manos aquí y allá, besos que subían de intensidad. Sólo cositas por encima de la ropa. Por alguna razón, ninguno quería presionar demasiado, como teniendo reservas sobre si sería lo adecuado o si sería bien recibido.

Jungkook bajó el rostro para besarme. Le devolví el entrechocar de labios con energía, encantado con el contacto, hasta que el cuerpo de Taehyung se recostó contra el sofá, apartando sus manos de mí.

Abandoné los labios de Kook para observarlo. Había una sonrisa de suficiencia en su rostro, una muy peculiar, que me daba a entender que suspendía el contacto para que lo buscara también a él.

Jungkook me palmeó el trasero, empujándome al regazo contrario, así es que cambié de hombre y fui a por mi chico malo.

—¿Pasa algo? —susurré, sentándome encima de sus piernas. Él se encogió de hombros, haciéndose el difícil—. ¿También quieres besos?

—Puede ser. No estoy muy seguro —desvió la vista, intentando quitarle importancia al asunto. El rubor de sus morenas mejillas lo delataba, sumado a la sutil caricia que le obsequiaba a mis muslos.

Me incliné sobre su cuello para dejar un par de besitos ahí. Su perfume de marca era una caricia a mis fosas nasales y me ponía cachondo. A propósito, molí mi pelvis encima de su zona íntima, subiendo mis besos hasta su mandíbula para llamar su atención.

Él seguía mirando a un lado, haciéndose el importante, pero la velocidad de su respiración me indicaba que no le era indiferente, haciendo a un lado el hecho de que estaba engrosándose contra mi culo.

—No sirve de nada que te resistas. Te tiene justo donde quiere —le dijo Kook, acercándose.

Pasó la mano encima de mi cabeza y sujetó un puñado de mi cabello con el objetivo de devolverme de nuevo contra su boca. Forcejeamos en un beso demandante, donde su lengua reclamó la mía sin ninguna vergüenza y Tae padeció mi frote con ropa encima suyo.

—¿Siempre son así de calientes? —nos interrumpió.

Dejé un beso casto en la comisura de los labios de Jungkook y deslicé mis manos bajo la camiseta de Tae, sintiendo la dureza de su musculatura.

—Podemos serlo más, pero tendrías que colaborar —comencé a levantar la prenda hasta quitársela por encima de la cabeza.

Dios, este hombre era perfecto. Me dejó la vista de su pecho trabajado, repleto de sus singulares tatuajes, sus brazos musculosos sin exagerar y una expresión indescifrable en la mirada, opacada por su largo cabello castaño desperdigado en todas direcciones.

—Eres muy chiquito para dominarme, enano —puntualizó, con burla en su tono.

—De acuerdo, entonces tendré que buscar a alguien que sí quiera seguir mis órdenes.

A nuestro lado, Kook se quitó el suéter y la camisa sin rechistar, permitiéndome ver más músculos. Él tenía los hombros mucho más anchos y su físico lo mantenía gracias a la lucha. Su cuerpo era parecido a una mole, en contraste con el de Tae, que se mantenía mucho más delgado. Jungkook buscaba el volumen mientras que Taehyung la definición. Y ambas caras de la moneda me gustaban muchísimo porque iban con sus personalidades.

Estiré los brazos hasta Jungkook y él me tomó en brazos. Se puso de pie conmigo a cuestas, como si no le costara ni un esfuerzo levantar mis estrenados cincuenta kilos. Me colgué a él cual koala, anclándome a su cintura con las piernas y a su cuello al enredar mis brazos. Su pecho se sentía calentito a través de mi ropa. Era mi estufa personal.

Tae nos echó una ojeada desde abajo, perplejo. Entonces la expresión de su cara se agrió cuando mi hombre me aseguró en un abrazo y caminó hasta la escalera. Para molestarlo, lo saludé mientras era cargado hacia la planta alta.

—¡Era un chiste, vuelvan aquí! —ordenó, pero mi azabache tenía otros planes en mente. Hizo como que no lo escuchó y me secuestró escaleras arriba.

Llegamos a mi habitación y Kook me recostó contra las sábanas, ocupando a continuación el lugar contiguo. La puerta permaneció abierta, a la espera de que apareciera cierto orgulloso.

—Ya vas a ver como enseguida viene —acotó, regulando la luz del velador encima de mi cama.

Se puso de lado y me atrajo contra su cintura. No tardamos en unirnos de nuevo en un beso hambriento, ansiosos por continuar con lo que empezamos en la sala. Teníamos más libertad aquí en mi refugio que en la sala, donde podrían llegar mis padres en cualquier momento y encontrarnos en plena refriega. Kook lo sabía.

Mamá y papá estaban fuera, en una cena preparada por la empresa. Jihyun, por su parte, se escapó a la casa de uno de sus mejores amigos, seguramente para poder irse de fiesta a escondidas. Y a mí no se me ocurrió mejor idea que invitar a mis chicos a ver una película, aprovechando la soledad reinante. No me apetecía pasar un viernes en soledad y reservaba mi intención de empujarlos a avanzar un escaloncito más, teniendo en cuenta que el estado de ánimo general entre los tres reclamaba un acostón en grupo.

De los besos pasamos al toqueteo, y la ropa pronto estorbó. Kook casi me arrancó los vaqueros junto con la camisa, deseoso de chupar y mordisquear pedazos de mi piel que hacía mucho no disfrutaba.

El choque térmico de mi cuerpo caliente y la temperatura ambiente me hizo aferrarme a él en un abrazo. Se carcajeó porque le levanté el buzo para unir nuestros pechos desnudos, en un intento por robarle algo de calor corporal.

Atento como era, tomó el cobertor y nos envolvió con él. De nuevo dio rienda suelta a sus manos traviesas, que terminaron de quitarme todo sin esperar una aprobación de mi parte. No me quedé atrás y busqué sus músculos a través de la ropa que lo abrigaba.

Cada vez que sus dedos se deslizaban por cada parte de mí, me elevaba. Mi cuerpo se sentía tan suyo que respondía a su toque, a sus caricias. Conocíamos la debilidad del otro y nos aprovechábamos de eso para brindarnos placer mutuamente.

A pesar de que éramos una pareja de años, de alguna forma, nunca teníamos suficiente. Necesitábamos memorizar cada centímetro del otro, volver a recorrernos como si quisiéramos chequear que cada arruguita estaba donde debía, que cada músculo seguía en el mismo lugar y que la textura de nuestras pieles seguía siendo la misma.

Pasaron apenas unos minutos desde que abandonamos a cierto amargado. Kook y yo estábamos en nuestro mundo, pasándolo de lo más bien, hasta que la figura de Taehyung atravesó el umbral de la puerta.

—Qué descarados que son. Pensaban dejarme fuera —se quejó, con los brazos cruzados sobre el pecho. Su mirada fue dedicada sólo a mí, porque la otra persona en la habitación estaba muy ocupada bajo el cobertor con mi polla en su boca.

Se me escapó una risita, entre medio de la estimulación anal de los dedos húmedos de Jungkook y su lengua atrevida, que se envolvía alrededor de mi glande.

Por supuesto que no pensábamos hacer nada más allá de sexo oral sin él. De hecho, fue un acuerdo mutuo para que ninguno se sintiera de menos. Follar era tarea en trío y los orales estaban permitidos en pareja.

Estiré la mano en su dirección, invitándolo. A pesar de que rodó los ojos con molestia, terminó uniéndose.

—Siempre debemos girar alrededor tuyo, niño consentido —me acusó mientras se acostaba en mi cama. Si bien sus palabras parecían duras, en sus ojos grises brillaba la adoración.

Entonces decidí tomar mi ventaja.

Sujeté su camiseta y lo atraje. Jungkook seguía concentrado en hacerme ver estrellas, así que supongo que mucho de eso se me notaba en la cara.

—¿Debo interpretarlo como que no te interesa alguien demandante?

Él sonrió y se inclinó para susurrarme al oído:

—Me interesa todo de ti, especialmente ese culo tan grande que llevas.

Hubo movimiento bajo las sábanas y Jungkook asomó la cabeza con un deje de fastidio, al mismo tiempo que se relamía los labios, quitándose los restos de mis fluidos.

—Ese culo va a ser mío primero. Te toca hacer fila —dijo, acomodándose. Se colocó de lado y arrimó el calor de su polla ya preparada entre medio de mis nalgas. Sujetó mi cintura para anclarse y poder restregarse con mayor libertad, asfixiando su miembro contra mi borde.

—No soy paciente como para esperar.

—Y yo no trabajo gratis —lo desafió Kook, presionando su punta para abrir mi interior.

Se me escapó un jadeo fuerte por la sensación. Estrujé la ropa de Tae, aguantando el grosor y el calor de la polla de mi azabache expandiéndome. Se sentía bien poder disfrutarlo sin condón, como una de las pocas veces que se lo permití porque me cuidaba con anticonceptivos y estábamos en un día seguro.

Cuando tuve todo su peso dentro, no dejé que empezaran a discutir. Como Tae era el primero en arrojar sus comentarios ácidos, actué rápido y silencié su boca con la mía. Apuré el asunto y empecé a quitarle la ropa, empezando por la campera de cuero que le quedaba a la perfección.

Jungkook no se quedó atrás. Sus penetraciones suaves me hacían soltar gemidos en la boca de Tae, que profundizaba su lengua para recorrer cada superficie de mi boca.

Los dibujos a tinta de su pecho resaltaron en contraste con la palidez de mis manos, que no tenían suficiente y querían acariciarlo entero.

Lo necesitaba también a él. Lo quería encima de mí, quitándome lo que tuviera para ofrecerle.

Taehyung era absorbente. No constituía un rasgo negativo, sino al contrario. Él arrasaba conmigo como si fuera un incendio, tomándome y amándome de una forma ardiente, posesiva, intensa. Las pocas veces que hicimos el amor, terminé agotado y satisfecho. Tenía una forma sexy de dominar, y a mí me gustaba presionarlo al sacarlo de quicio.

—Minnie, estás apretando —susurró Jungkook, abrazado a mi espalda.

Yo estaba anestesiado por el placer de sentir el golpeteo de sus penetraciones, pero no descuidaba a Tae. Su polla era masturbada por mi mano en un vaivén rápido en lo que gemía sobre su boca.

—Usualmente los culos son apretados —le gruñó Tae, entre mis besos.

—¿Ahora te llamas Minnie?

Fruncí mi interior todavía más, a modo de reprimenda para Jungkook, que jadeó y disminuyó un poco la velocidad.

—Me pregunto qué tanto apretaría teniéndolos a ambos a la vez —sonreí.

Desde hace tiempo se había vuelto una loca fantasía mía, producto de un sueño húmedo. En él, tenía a mis dos sementales cabalgándome, llenando y dilatado hasta el límite. Me penetraban a un ritmo desigual, y el movimiento desesperado de sus pollas abusándome se sintió tan real que desperté empapado por mi propio semen cuando el calor de sus acabadas inundó mi esfínter.

Quedé tan enganchado que necesitaba replicarlo en la realidad.

—¿Lo intentaste antes? —preguntó Tae con dulzura, enredando sus largos dedos entre mi cabello desordenado.

—Quiero hacerlo ahora —pedí, dejando de ordeñar su polla para llevarme la mano a la boca. Lamí los restos de su semilla provocativamente. Sus pupilas se agrandaron al observar mi atrevimiento.

—Minnie...

—Dijo que quiere hacerlo —cortó Taehyung, sin siquiera mirarle.

—No está lo suficientemente dilatado.

—Entonces fóllalo con ganas y ábrelo bien —su voz gruesa denotaba autoridad, en contraste con su mirada, que estaba dedicada a mí con el cariño brotándole de los ojos.

A mi espalda, Kook fue más brusco y coló un dedo entre mis pliegues. Me deshice en un chillido que Tae silenció. Estimuló mi polla y ayudó a que me concentre en eso y no en el segundo dedo que Jungkook introdujo.

Poco a poco, fui cediendo. Dolió un poco al principio, hasta que la dilatación fue suficiente para que Tae tanteara mi agujero.

Con una mano se presionó entre mi interior y la polla de Kook y con la otra siguió con su tarea manual en mí.

Fue un éxtasis absoluto sentir cómo iba entrando, centímetro a centímetro. Lo hizo lento y amable, hasta que mi interior estuvo cargado con ambos. Terminé llorando sin querer por la sensación abrumadora.

Y cuando comenzaron a moverse... El sueño no tuvo punto de comparación.

Uno de ellos golpeaba perfectamente mi próstata, haciéndome gimotear sin parar. Se alternaban entre penetraciones y yo no podía siquiera pensar. Estaba aturdido, concentrado sólo en esa sensación animal.

—Ah, mierda. Me encanta.

—¿Sí, bebé? —me respondió Taehyung—. Mírate, estás deshecho. Tan lleno de polla que ni siquiera puedes hablar.

—Más. Más rápido.

—Nos vas a hacer acabar así —murmuró Kook desde atrás.

Estábamos de lado y ambos se aferraban a mi cintura con tanta fuerza que me quedaba esperar moratones al día siguiente. No me quejo porque lo valían. Cada maldito segundo valía la pena.

Lo hacían con tanto énfasis que muy pronto el cobertor estorbó y lo mandaron a volar. El sudor cubrió sus cuerpos por el esfuerzo. Tras la nube de placer sólo podía pensar en lo atractivos que se veían con el cabello pegado a la frente y el brillo barnizando sus músculos. Sus miradas eran deleite puro, y en esa cama me sentí verdaderamente amado, así que no temí entregarme.

Un orgasmo por próstata me hizo palpitar alrededor de la polla de mis hombres. Fue demasiado intenso, para ellos también. Se corrieron en mi interior casi al mismo tiempo, y no supe si podría aguantar el calor de su semilla y el peso de sus pollas a la vez.

Cuando salieron de mí estaba tan hecho mierda que dormitaba.

Al filo de la inconsciencia pude dilucidar que se encargaron de higienizarme con toallitas húmedas, me vistieron con un bóxer y me arroparon bien entre sus gruesos brazos y el edredón.

La cereza del postre fueron dos besos en mi sien, seguidos de un "Buenas noches, te quiero mucho" doble, como si uno quisiera demostrarle al otro que lo que hacía, podía hacerlo mejor. Más que por competencia, lo tomaban en broma. Era una chiquilinada suya.

Jugaron un rato a ver quién me abrazaba más fuerte, hasta que el sueño pudo con los tres. Supe entonces que había hecho bien en elegirlos a ambos. 

Mis niños al fin compartieron cama y están felices juntos, qué más puedo pedir 💕

Espero hayan disfrutado el frutifantástico, no saben cuánto esperé por escribirlo con ellos de jóvenes y al fin pude darme el lujo 🙈

Tengan una bonita semana. No puedo creer lo rápido que pasan los días 😔 Cuídense mucho, que les quiero y siempre deseo lo mejor para ustedes, con todo mi cariño! 💖💖

-Neremet-

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