Capítulo 11: "Corazón dividido"
Jimin
Jungkook sacando lo peor de sí mismo sobre el cuerpo desvanecido de Taehyung me horrorizó. Estaba tan fuera de control, tan enceguecido, que tuve la sensación de que no se detendría por nada del mundo.
Al principio, me absorbió el pánico. Me quedé ahí de pie, estático, sin dar crédito a la tremenda escena que se desarrollaba delante de mis narices.
Es que todo tomó forma demasiado deprisa.
Un segundo estaba discutiendo con mi novio, al siguiente Taehyung se metía a defenderme y luego lo veía caer en seco sobre el césped, con el cuerpo robusto y macizo de Jungkook encima, destrozándole la cara con furia. Sus puños no dejaban de golpear la carne, produciendo un sonido que me revolvió el estómago.
Tomé fuerzas de donde no tenía para forcejear, gritándole que parara. Me empujó a un lado como si no pesara más que una pluma, sin siquiera mirarme. Su vista sólo se centraba en la piel ensangrentada de su víctima, que con cada nueva agresión empeoraba su estado.
Di gracias al cielo cuando las personas que estaban a nuestro alrededor dejaron su postura pasiva para intentar hacer algo.
Llamaron a un grupo de chicos grandes y musculosos, que estaban dentro de la casa. Vinieron corriendo y envolvieron entre varios a Jungkook, obligándolo a separarse de Taehyung.
Nuestras miradas se cruzaron por una fracción de segundo.
El entendimiento por lo que había hecho cruzó su cabeza y supe que se arrepintió de inmediato. Él no era el tipo de persona que reaccionaba ante una estúpida burla. Tenía templanza, era sensato. Por eso me chocó tanto que fuera el primero en empezar una agresión física. Me lo esperaba de Taehyung, que tomaba cualquier oportunidad que tuviera a la mano para desquitarse, no de él.
Pero el daño estaba hecho. Se dejó llevar por sus emociones y las cosas se fueron a la mierda.
Sólo atiné a quitarme mi suéter y a presionarlo sobre la nariz de Taehyung. Coloqué su cabeza entre mis piernas para que no se ahogara con su propia sangre, esperando que eso le ayudara de alguna manera. El tejido de mi suéter se tiñó de bermellón entre mis dedos, humedeciéndose con rapidez y manchando los rombos coloridos.
Una ambulancia apareció a los pocos minutos. Alguien marcó a emergencias en cuanto el barullo se desató. Estaba agradecido por eso. Yo no me encontraba en mis cabales como para detenerme a pensar racionalmente.
Los paramédicos se ocuparon de alejarlo de mí cuando llegaron al jardín. Me lanzaron una docena de preguntas mientras lo revisaban y lo colocaban sobre una camilla.
No pude responder ninguna. Ni siquiera podía hilvanar un pensamiento coherente, con toda mi atención puesta en la incipiente hinchazón de su nariz y su pómulo izquierdo. Su rostro, que tan bonito me parecía, se iba deformando cada vez más.
Un médico me aseguró que no tenía ninguna fractura. Me sorprendió, porque esperaba lo peor ante la fuerza imponente de Jungkook.
A nuestro alrededor iban llegando más y más curiosos. La noticia de una pelea en el patio se corrió y querían ver lo que había pasado. Los que estaban más cerca de nosotros sacaban sus teléfonos celulares para filmar. La gente era asquerosamente morbosa.
El cuerpo laxo de Taehyung fue asegurado en la camilla y me ofrecieron ir con él en la ambulancia. Sin interesarme por cómo estaría Jungkook, accedí. Mi principal preocupación era asegurarme de que Tae estaría bien, de que lo atendieran en el hospital. Quería que llamaran a sus padres y les explicaran por qué su hijo no llegaría a casa esa noche.
Tan pronto como estuvimos montados en el vehículo, las puertas se cerraron. Me indicaron que me sentara, a un costado. Con el corazón en la garganta, vi cómo dos especialistas se ocupaban de él. Uno inspeccionaba su cuerpo en busca de otro tipo de lesión, al mismo tiempo que un segundo médico chequeaba sus signos vitales.
Al comprobar que estaba bien, insertaron unos tubitos de plástico en su nariz. Armaron una especie de tapón de drenaje con un poco de gasas y cinta de papel para detener el sangrado. Lo que desentonaba en el color de su rostro golpeado eran los cardenales, que empezaban a revelar sus colores, junto a la inflamación.
Le pusieron una inyección. Me explicaron que era para la hinchazón. Estuve de acuerdo en que hicieran cuanto fuera necesario para que Tae se mantuviera fuera de peligro.
Cerré los ojos por unos minutos, dilucidando lo que había pasado.
La sirena era ensordecedora y el vehículo se movió a toda velocidad por las calles para llegar cuanto antes al hospital. Entonces me enfoqué en pensar qué le diría a la policía.
De seguro me interrogarían. La familia de Taehyung era importante, influyente, y no lo dejarían pasar. Presentarían cargos si lo consideraban necesario, en la búsqueda del agresor. El mismo Taehyung podría acusar a Jungkook con las autoridades si llegaba a despertar.
No quería acarrearle problemas a mi novio –o ex novio a estas alturas–. Que estuviera en la mira de una investigación policial no se vería correcto en sus antecedentes a la hora de ser aceptado por una universidad. Y, si bien debía responsabilizarse por su accionar, en parte se debió a mi error, por lo que trataría de salvarle el pellejo lo mejor que pudiera. Luego hablaría con él.
Tan pronto como la ambulancia se detuvo en la guardia del hospital, bajaron a Taehyung. Corrí tras su camilla cuando era trasladado por el largo corredor atiborrado de personas hasta el área de cirugía. Allí me frenó una enfermera, diciéndome que era una zona restringida y que lo mejor era que le contara lo sucedido.
–¿Tú estabas con él? ¿Sabes su nombre? –me preguntó, tomando para anotar un portapapeles con fichas y un bolígrafo del mostrador de recepción.
–Estaba con él. Su nombre es Kim Taehyung.
–¿Tienes algún número de contacto de sus padres o del adulto responsable de él?
–No. Yo... no conozco a su familia.
–De acuerdo, no te preocupes. Buscaremos en el registro sanitario los datos de su guardián. ¿Cómo te llamas?
–Park Jimin.
Intenté tranquilizarme, pero mi cuerpo no dejaba de temblar. Mis manos sudaban en frío, con la sangre de Taehyung aún sobre mi piel.
Me restregué las palmas sobre la camisa, demasiado nervioso y con el corazón latiéndome desbocado en el pecho. El aire parecía faltar a mi alrededor. No dejaba de rogar que Taehyung estuviera bien.
–¿Pudiste ver qué le pasó? –siguió insistiendo la enfermera.
–Vi que le pegaron y cayó desmayado.
–¿Fueron golpes con algún tipo de objeto?
–No. Puños.
–¿Cuántas veces le pegaron? ¿En qué partes del cuerpo?
–No lo sé. Al menos unas cinco o siete veces. Sólo en la cara.
La escena se reproducía de nuevo en mi cabeza, como una película. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Me sentía frío, al punto de que mis dientes castañeaban y me dificultaban hablar. No era porque estuviera fresco dentro del hospital, sino por la mezcla de emociones que me recorrían, junto a la adrenalina disipándose.
–¿Viste a su agresor? ¿Podrías identificarlo?
Demonios. Justo lo que me temía.
Ella escribía incesantemente, volcando cada ínfima porción de información en esa ficha. No dejaba de escrutarme con cierta sospecha, lo que me ponía más intranquilo porque no quería que me tomara por sospechoso o que me implicara directamente.
–Fue en el exterior. Estaba oscuro y había mucha gente así que no pude ver bien su cara –me pasé las manos por el cabello, agobiado. De haber sabido que serían tan minuciosos con los detalles, hubiera rehuido ir en la ambulancia. Esto sólo lograría que me marcasen como testigo–. No quiero seguir haciendo esto. Necesito aire.
–Está bien, Jimin. Debes venir conmigo –dijo la enfermera, haciendo unas anotaciones finales y dejando la ficha sobre el mostrador de madera–. Estás hiperventilando. Lo mejor será que te hagamos un chequeo de presión y oxigenación en sangre. Acompáñame, por favor.
Maldita sea. Si me internaban llamarían a mis padres. No quería que se enteraran de lo que pasó entre Jungkook y Taehyung. Sería vergonzoso. Mamá se pondría pesada defendiendo a Jungkook y yo quedaría como un estúpido por arruinar mi relación con el chico más especial que había conocido en la vida, de paso, arruinando su futuro académico.
–Estoy perfecto –respondí. Ella trató de convencerme durante unos minutos, donde traté de disuadirla.
Iba a volver a insistir sobre que necesitaba hacerme un chequeo para asegurase de que no entrara en shock, a lo que se distrajo con el sonido de unas pisadas fuertes que venían en nuestra dirección corriendo desde el mismo pasillo por el que ingresé.
–¡Jimin! ¡Jimin!
Reconociendo su voz, me giré.
Jungkook llegaba a la zona de recepción al trote y se detuvo a una distancia prudente al encontrarme. Su cabello azabache miraba en distintas direcciones, tenía las mejillas encendidas y los ojos brillosos por la excitación. La camisa que le regalé estaba arrugada y mal puesta. Sobre sus jeans claros resaltaban claras manchas de sangre que no le pertenecían.
Agradecí que no hubiera ningún otro rastro sobre su rostro o manos que pudieran señalarlo como el autor de la golpiza. Seguramente se habría lavado antes de venir.
–Jimin –se alivió al verme, aunque no hizo el amague de acercarse más. Desvió la vista a la mujer que me acompañaba, y entonces recayó en su apariencia desordenada y en cuánto le implicaban las salpicaduras rojizas en su ropa.
–¿Quién es él?
–Es... Es mi novio. Él me ayudó con Taehyung –me apresuré a mentir.
–Mira Jimin –dijo la enfermera, sin quitar sus ojos recelosos de Jungkook–, necesitaré que ambos se queden aquí. Ya informamos a la policía así que vienen en camino para intentar averiguar qué pasó con el chico golpeado. Sus testimonios serían de mucha ayuda para esclarecer y reconstruir los hechos. Deben contarles lo que recuerden que vieron esta noche, ¿de acuerdo?
Tragué saliva, sintiendo un nudo en la garganta. Si veían a Jungkook, averiguarían de inmediato que fue él por las heridas en sus manos y la sangre de su ropa. No podía estar pasando esto.
–Nos quedaremos. Por favor, continúe con su labor –la voz grave resonó a mi espalda, mientras regulaba su respiración. Sentí el calor de su presencia demasiado cerca de mi propio cuerpo.
–Debo revisar al joven Park antes.
–Descuide, yo me ocuparé de él. Le avisaré si necesita su ayuda y le agradezco que lo haya cuidado hasta ahora.
Afortunadamente, la enfermera le creyó su teatro, haciéndole caso, despidiéndose para seguir con sus tareas y dejándonos a solas.
Maldije para mis adentros.
La verdad era que no deseaba discutir sobre lo que habíamos hecho. Estaba abrumado, cansado y con el cuerpo hecho polvo.
–Pequeño –susurró ronco sobre mi hombro, con su respiración pesada calentándome la piel–. Jimin, tenemos que hablar.
–Creo que quedó todo más que claro –me rendí, dándome la vuelta para plantarle cara mientras cruzaba los brazos sobre el pecho, a la defensiva.
–Lo único que quiero que quede claro es que asumiré mi error. Le confesaré a la policía lo que hice.
–Si lo haces, puedes olvidarte de la universidad. La familia de Taehyung te hará añicos. Su padre es abogado.
–No me importa. Le destrocé la cara y lo lamento mucho. No tendría que haberlo hecho, pero... –se interrumpió.
Flaqueó delante de mí y empezó a llorar desconsoladamente como un niño. Se quebró, con la culpabilidad pesando sobre sus hombros, sin saber qué hacer.
Sentí su tormento como si fuera el mío. Es que yo era tan culpable como él, por engañarlo.
Si hubiera hecho las cosas como debería, hubiera cortado nuestra relación apenas me besé por primera vez con Taehyung. No era muy leal de mi parte seguir escondiéndole mis sentimientos por otra persona, aun cuando no dejaba de amarle.
Estaba confundido. Los quería a los dos en mi vida, por más que fuese algo imposible.
Jungkook me conocía más de lo que me conocía a mí mismo. Era mi apoyo, mi confidente. Me brindó la seguridad que necesitaba para sentirme a salvo desde el primer momento en que nos conocimos. Toda mi vida lo tuve como mi otra mitad, como el hombre caballeroso y romántico de mis sueños que me haría feliz por siempre. Era mi tipo ideal, y planeé mi vida junto a él a detalle.
Hasta que Taehyung llegó para desestabilizar mi maravilloso cuento de hadas con la historia de amor perfecta. Él era un peligro para quien se le cruzara delante, con su personalidad desafiante y engreída. Pero también era vulnerable, por más que dijera que nada le afectaba. Y, aunque me gustara que presionara todos mis sentidos hacia las conductas más inseguras y arriesgadas, disfrutaba de conocer esa parte que no le mostraba a los demás.
¿Cómo podría elegir, si cada uno de ellos me atraía de maneras diferentes, por motivos distintos? Estaba entre la espada y la pared desde que me enamoré de ambos.
No dudé en atraer a Jungkook contra mi pecho, dejándole que se descargara contra mi cuello. Me envolvió el cuerpo contra el suyo, un contacto tan natural entre nosotros que no se me hizo extraño.
Le perdonaba su arrebato, porque sabía cuán herido estaba. Me aniquilaba por dentro ser quien lo hubiera hecho sufrir así, al punto de creer que podría resolver nuestro problema atacando a otra persona.
–Shh, tranquilo. En la ambulancia dijeron que él estaba bien –traté de serenarlo para que no llamara la atención sobre nosotros–. Soy el más grande idiota por no habértelo dicho. Si hubiéramos cortado antes, nada de esto habría pasado. Soy tan culpable como tú.
–Más tarde o más temprano, le hubiera partido la cara igual.
–¡Jungkook! –le golpeé entre las costillas.
Se separó una corta distancia de mí, sin deshacer nuestro abrazo, lo suficiente como para verme a la cara.
–Dime que ya no me amas. Dímelo y renunciaré a ti, Jimin. Lo juro.
–¿Cómo podría? –le respondí, acariciando su cabello revuelto, volviéndolo a acomodar. Tenerlo de cerca seguía alterándome de la misma forma–. Te amo, Kookie, con cada fibra de mi corazón. Y al mismo tiempo, le quiero.
–¿Es pasajero o te estás enamorando de él?
–Va camino a ser algo fuerte.
Asintió, cerrando los ojos para hacerse a la idea de que ya no le pertenecía exclusivamente.
Ahora mi corazón se había dividido en dos y, mientras que una mitad estaba en la recepción latiendo ahogado en preocupación por el destino de Jungkook con la policía, la otra mitad latía con nerviosismo por Taehyung, dentro del quirófano desde hacía veinte minutos.
¿Creen que Jk perdonará a Jimin? ¿Qué pasará cuando Taehyung despierte? Son preguntas que no me dejarán dormir de noche.
Espero darle un plus a su semana con esta sorpresa y ojalá la disfruten 💖💖 No tenía sueño así que me puse a revisar el capítulo para poder subirlo. Ahora si me voy a mimir porque son casi las 5 de la mañana aquí y tengo un trabajo práctico que presentar por la tarde jaja.
Les quiero a montones! 😘💗💗
-Neremet-
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