Complejo

"Aferrate a mi, no veas a nadie más. Todo lo que importa esta conmigo ¡Sostenme la mirada!"

| Before |

Si algo dentro de las cosas que le gustaban de Yuri, que en su mayoría era todo... o casi, destacaba una cosa en especial y en la que ese momento batallaba para librarse de aquello. Mordió la parte interna de su mejilla y aspiró hondo.

--Yura...

No hubo respuesta solo un inentendible murmullo contra su pecho, pero estuvo seguro que fue una especie de maldición.

--Ángel...

Nada.

--Amor

--Cállate ...

Perfecto, sólo obtuvo un mayor aferro a su cuerpo, como si quisiera hundirse entre su cuerpo y que él quedara pegado al sofá. Y no era una mala idea de no ser por una gran cuestión.

--Me queda media hora para alistar todo, por favor ángel --insistió. Buscó tomarle del rostro y alzarlo pero incluso a eso se negó llevándose casi consigo una mordida del rubio y un entrelazamiento contra sus piernas.

Cuando Yuri no quiere que se vaya nace su complejo de Koala hacia él. Y era tierno, le derretía el corazón y a la vez lo rompía ante estas situaciones.

--¿Ya no me quieres, Bek? --por su propia cuenta alzó la miraba, chocó con la oscuridad de la adversa y un estremecimiento le recorrió. Normalmente Beka siempre le mostraba una mirada amable, sin embargo por lo recién dicho sólo encontró en un principio confusión seguido de molestia... Y tristeza.

--Te amo, más que nada --un nuevo temblor se apoderó de él, uno agradable que lleno de orgullo su pecho--. Y porque te amo te digo que me sueltes. Ahora

Nota mental; tomar clases de intimidación...

--Si me amaras te quedarías conmigo

¿Cuan estúpido podría sonar? Estaba seguro de los sentimientos del kazajo, mucho más seguro que nada en toda su maldita y corta vida, pero su reproche salió tan deprisa que no pudo ni quiso procesarlo y al ver que fue demasiado tarde volvió a hundir el rostro contra el pecho de su novio.

No hay nada que pensar cuando se esta a punto de hacer una rabieta.

--Si tu me amaras vendrías conmigo --No era el único que sabia jugar con las palabras, y obtuvo lo que quiso al verle salir de nuevo de su refugio bajo una mirada de sorpresa, acorralado en su propio chantaje.

--... Bastardo infeliz

Y ahí estuvo de nuevo, una rabieta en medio de maldiciones entre dientes. Una negativa a dejarlo ir y menos de veinte minutos para que Otabek saliera del departamento rumbo a su país.

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