Llamada
Cucú... Cucú.
Era el sonido que se escuchaba en el interior de una habitación, una habitación que estaba metida dentro de penumbras, todo el ambiente estaba sin duda bajo un ambiente sumamente oscuro y tétrico.
En la cama que había en el lugar, se escuchaba a alguien gimiendo con clara molestia en el tono de voz, pero una vez que el reloj de madera deja de sonar, con el pájaro cucú volviendo adentro del objeto, se ve que la persona a quien le pertenecía esos aposentos era un mujer.
La mujer en cuestión, estaba en alrededor de los 50 y tenia el cabello oscuro algo desarreglado, su piel era sumamente pálida, y vestía un tipo de camisón de manga larga color negro, se paso una mano por el rostro en búsqueda de alguna posible lagaña que se le hubiese formado por la noche mientras dormía.
Una vez que termina con eso, la mujer deja salir un suspiro y, al sentir el silencio que había dentro de su habitación, decide levantarse de manera, que al ya estar afuera de la cama, se ve que mide 1.61 de estatura.
-Vete preparando Lydia, otro nuevo día ha comenzado. -dijo la ahora conocida como Lydia mientras hacia tronar los huesos de su cuello y espalda.
...
Menos de una hora después de haberse levantado, Lydia estaba bajado las escaleras mientras terminaba de arreglarse el cabello, vestía una blusa negra manga larga, pantalones simples del mismo color bon botas de tacón de cuero.
Una vez que termino de bajar los escalones, la mujer volteo a ver hacia un espejo de cuerpo completo que tenia cerca y, al verse es que puede terminar de preparar su cabello, haciendo una especie de coleta que se veía un poco desarreglada y con un estilo frenético, así como con el resto de su cabello.
-Tantos años con este estilo, y no me he cansado de el. -dijo Lydia para si misma mientras aun se veía a si misma en el espejo.
De repente, algo llega de repente a la mente de la mujer, se ve a si misma pero más joven, con un vestido rojo de novia, y a su lado estaba un sujeto de piel sumamente pálida, con el cabello verde desarreglado y alborotado, con partes del rostro estando de un tono verde podrido, y vestía un traje de bodas color similar al vino, con camisa amarilla y moño de color negro, y que al verlo reírse mostraba unos putrefactos dientes amarillos.
Como tal no era malo, solo impredecible y caótico.
Tan solo tener esa imagen hacia que la mujer sintiera un claro estremecimiento recorriéndole todo el cuerpo, lo cual hacia que un suspiro más pesado terminara por salir de sus labios.
Recordaba a aquel ser que, en la casa en la que ella vivio, el supo como dar miedo a los vivos con sus ideas locas de espantar, recordaba con pesar a ese bobo... bio-exorcista.
-¿Porque... porque sigues torturándome en mi mente maldito... porque? -se pregunto Lydia dentro de su mente mientras apretaba sus puños por la frustración.
Sin embargo, el hecho de encontrarse tan metida dentro de sus propios pensamientos, hacia que no fuera capaz de notar que alguien se había puesto detrás de ella.
-¿Que ocurre mama? -pregunto una voz joven y femenina que llamo al momento la atención de la mujer.
En ese momento, Lydia no tarda en voltear y ver que, quien le acababa de hablar era una chica de cabello oscuro que le llegaba un poco más allá de los hombros, sus ojos son de un tono de café oscuro, mide 1.55 de estatura y viene vestida con una blusa morada de manga larga con rayas negras y grises, una falda negra y botas cuyo color le hacen a juego ya que eran del mismo color.
-Oh, hola Astrid, buenos días. -dijo Lydia con una leve sonrisa a su hija.
-Si, buenos días a ti también. -dijo Astrid al mismo tiempo en que desviaba la mirada cruzaba de brazos.
Al ver esa reacción de parte de su hija, Lydia no pudo evitar el soltar un suspiro dentro de su mente, era consciente que desde hace algún tiempo la relación con su hija no estaba, pasando exactamente por el mejor de los momentos.
Y la verdad, es que no es como que pudieran culparla por ello.
Pues, ella ha criado a Astrid por si misma toda la vida, claro que de vez en cuando la ayudaban su padre y su madrastra Delia cuando venían de visita de vez en cuando.
Y para ser honesta, nunca ha hablado del padre de Astrid con ella, pues aquello le traía muchos recuerdos pero, al final no es algo con lo que haya sido capaz de hablar con su propia hija.
Así que, pues para Astrid eso era más que molesto, al punto en que a veces buscaba mantener un poco de distancia con su propia madre.
Lydia ya ha tardado de hacer lo que sentía que debía para poder acercarse a ella pero, la verdad es que las cosas no han sido nada sencillas, se podía que había un intermedio, pero más allá de eso no había más que contar, y eso si es que alguien más llegase a preguntar.
-Bueno hija, ¿tienes planes para este verano? -pregunto Lydia al ver directamente a su hija a los ojos.
-Realmente no es que haya mucho que hacer, tal vez vivamos en una de las ciudades más visitadas por turistas en el país, pero yo ya he visto mucho desde casi siempre, y realmente... no es como que haya algo que sea nuevo de ver. -dijo Astrid con lo ultimo mientras se encogía de hombros.
Vaya, quien iba a decir que el solo escuchar las palabras de parte de su hija adolescente iban a hacer que Lydia rememorara su vida hasta el momento.
Después de terminar la preparatoria, ella regreso a vivir a Nueva York para poder asistir a la universidad y estudiar fotografía que es lo que más le gusta desde joven, y algo en lo que nunca dejo de demostrar talento.
Y, pese a que ya es alguien con una mayor perspectiva acerca de la vida, la realidad es que su gusto por los estilos góticos y espeluznantes nunca han terminado de ser un hobbie y acompañamiento en su vida, aunque ese es otro motivo por el cual, a veces la relación con su hija llega a ser algo complicada.
-Por cierto, ¿has hablado con los abuelos? -pregunto Astrid al mismo tiempo en que arqueaba una de sus cejas.
-Es curioso que lo preguntas, justo pensaba en hablar hoy después del desayuno para saber como esta tu abuelo, no necesito preguntar si quieres hablar con ellos, porque se que es lo que quieres. -termino de decir Lydia con una sonrisa de medio lado.
Astrid estaba por decir algo ante las palabras de su madre, pero fue justo en ese mismo momento cuando se comenzó a escuchar un sonido, parecía tratarse de una especie de alarma y tenia una vibración que, por donde se escuchaba, venia de uno de los bolsillos de Lydia.
La mujer no tarda en sacar del bolsillo de su pantalón, su celular el cual ea lo que estaba sonando y vibrando, y al ver de quien se trataba no tardo en responder para luego poner el dispositivo presionado contra su oreja.
-Hola Delia buenos días, justo Astrid y yo estábamos hablando de ustedes ahora y... -decía Lydia hasta que se termina deteniendo, trataba de escuchar lo que iba del otro lado de la linea. -A ver espera detente un poco, no puedo escuchar bien lo que tratas de decirme. -termino de decir buscando entender lo que pasaba.
Astrid por otro lado, sabía que quien acababa de hablar era su abuela Delia, la madrastra de su madre, pero había en esto que le llamaba la atención, no estaba segura pero, el ver como la expresión de su madre poco a poco cambiaba, al punto en que ahora la veía con los ojos muy abiertos y, una mirada que parecía empezar a perderse...
Era el claro presagio de que algo estaba mal.
-Si yo... -decía Lydia quien parecía atragantarse un poco con sus propias palabras, para luego tomar mucho aire y dejar salir en un muy profundo suspiro. -Ah no te preocupes, yo le voy a decir ahorita que terminemos, y cuando pueda tomaré el primer viaje de ida a verte, estaremos ahí lo prometo... adiós. -termino de decir al mismo tiempo en que colgaba la llamada.
Se veía como luego, la mujer se paso una mano por el rostro al mismo tiempo en que respiraba un poco más fuerte de lo que parecía, ese era el modo en que mostraba lo alterada que se empezaba a sentir en este momento.
Y para su hija, decía más que mil palabras el verla así.
-¿Que pasa? -pregunto Astrid al mismo tiempo en que se empezaba a acercar levemente a su progenitora.
Lydia al escuchar la voz de su hija, se quita la mano del rostro para verla a los ojos, ahí la menor veía como los ojos de su madre se dejaban ver cristalino, y sus labios temblaban ligeramente.
-Astrid... tu abuelo... acaba de morir durante la madrugada. -dijo Lydia al mismo tiempo en que sus ojos brillaban a causa de las lagrimas que se empezaban a acumular.
...
Y Fin.
Bueno, hasta aquí llega el capitulo, espero que les guste.
Últimamente he visto el clásico de Tim Burton de 1988, y mi más sinceras felicitaciones al director por ello, también he visto el tráiler de la secuela y vaya que fue para emocionarse, además de algunos capítulos de la serie animada, pero eso ya sera cosa de otro momento.
Aquí aparecen Lydia y Astrid Deetz, interpretadas por las conocidas Winona Ryder y Jenna Ortega, respectivamente.
Debo de decir, que Burton es mi director de cine favorito, muchas de sus películas son de is favoritas desde niño , sin duda admito su trabajo en especial ahora que se ha revitalizado, no espero que sea tan bueno como su estilo, porque para mi es insuperable, esto es algo que hago por diversión más que nada y, ver como seria desde mi punto de vista, así que descargo responsabilidad de personajes a sus respectivas creadores.
Y saben, esto es algo que quise hacer para cerrar las vacaciones de Semana Santa, este es solo toro paso en mi resurgir, en mi nuevo camino.
Los invito a que dejen sus votos si les gusta el capitulo, además de que también los invito a que escriban sus opiniones sobre el capitulo en los comentarios, estén al pendiente de lo que se vendrá en mi maratón a fines de mes, nos vemos.
Que lo disfruten.
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