"Vaya, vaya, hijo de tu puta madre Omega."

Los preciosos ojos color miel del pequeño y dulce bebé JiHoon, recorrieron con falsa inocencia al cajero del mini súper al que su papi le había llevado de emergencia.

Su pequeña nariz picaba del feo olor que el Omega soltaba para atraer a su lindo papi que parecía estar interesado en una revista de lo que parecían ser autos.

Una de sus piernitas se desenvolvió de la cintura de su papi y quedó colgando, mientras formaba burbujas de saliva. Todo eso mientras observaba al cajero en su intento de coquetear con alguien que no le hacia el menor el caso.

Dirigió la mirada a su papi y soltó su mejor puchero, ese donde se esforzaba por colorear sus mejillas y resaltarlas. Papi le devolvió la mirada de inmediato y el bebé quiso reírse del cajero.

—¿Que pasa mi algodón?

"¿Que mas pasará, papi? Dile a ese mamahuevo que deje de comerte con esos ojos saltones."

Se aferró al cuello de su papi y olfateó el olor a tierra mojada que le hacia calmar su pechito cuando quería soltarse a llorar.

—¡Que lindo es su bebé!

Cerró sus ojitos y pateó despacio a su papi con la piernita suelta.

—Muchas gracias.

"Si, si, puto Omega"

JiHoon no podía entender como todos esos arrastrados, acosaban a su papi. Esta bien que fuese alto, imponente, guapísimo y un súper Alfa con el mejor olor del mundo, pero es que.. putos.

Desde que había podido medio entender las cosas, siempre habían sido el y su papi. Le habían explicado que su mami se había ido de viaje y que nunca podría regresar, pero que le amaba muchísimo y que siempre cuidaría de el desde lo mas alto, justo en el lugar donde los enormes algodones de azúcar blancos se encontraban.

Así que JiHoon no podía entender el afán de querer meterse en los pantalones de papi YoonGi. Todo eso según la boca de su tío JungKook.

Pero se podían ir todos al demonio, JiHoon aspira a un segundo papi mucho mas bonito.