Señales

Si bien, Daniel y Johnny destacaban en muchas áreas, como el karate o la elaboración de planes altamente complejos para vencer a sus rivales, no eran precisamente expertos en detectar los pequeños detalles.

Las señales eran evidentes a simple vista, no podían pasarse por alto, ya que surgieron tan sutilmente como los primeros destellos de una tormenta que se avecinaba.

Todo comenzó en una tarde en la que Johnny se puso a cocinar. Prepararía un par de hamburguesas para él mismo y un poco de ese pescado crudo que tanto le gustaba a Daniel. A pesar de que Johnny detestaba tener que oler y probar eso, era el tipo de cosas que comenzaba a hacer de manera instintiva por amor.

Daniel salió de la habitación, siguiendo el tentador aroma que emanaba de la cocina de Johnny. Cuando sus ojos se fijaron en la primera hamburguesa casi lista, su estómago rugió de antojo. La vista de la jugosa carne, con un aroma tentador que impregnaba el aire, hizo que su apetito se despertara con ansias de probarla.

"Creo que en esta ocasión prefiero las hamburguesas", expresó Daniel.

"Está bien", respondió Johnny, restándole importancia, ya que suponía que el cambio de apetito se debía a que su novio no había comido nada en el concesionario.

La segunda señal no fue tan sutil. Daniel no llegó a la clase del día.

Daniel había salido muy temprano ese día debido a una junta urgente así que Johnny no había hablado en toda la mañana con Daniel, así que supuso que sabría de él hasta iniciar la clase, pero eso nunca ocurrió.

Al bajar de la camioneta vio a Sam acercándose a él con evidente preocupación.

"¿Papá no está contigo?", preguntó Sam.

"No, no lo he visto desde ayer", Johnny no estaba mintiendo por completo, simplemente omitió mencionar que no lo había visto desde la noche anterior, cuando compartieron la misma cama.

"Todavía no ha regresado del trabajo y no contesta el teléfono", dijo Anthony.

"Tal vez la reunión se retrasó un poco. ¿Ya intentaron hablar con Amanda?"

"No tiene sentido, mamá tuvo que supervisar algunas entregas en North Hollywood", explicó Sam.

"¿Llamaron a su tío Louie?"

"Sí, su celular está apagado, al igual que el de Anoush."

"Y yo pensaba que internet hacía todo más fácil", los hijos de Daniel parecían realmente preocupados, por lo que Johnny decidió tomar cartas en el asunto. "De acuerdo, iré a buscar a Daniel. Nichols, LaRusso, ustedes se harán cargo del entrenamiento de hoy", al escuchar eso, ambas jóvenes sonrieron de una manera que desconcertó a Johnny. "Y, por favor, asegúrense de que los demás lleguen a salvo a sus casas".

"Si sensei", respondieron al mismo tiempo.

"LaRusso, mantén tu celular cerca, te mandaré un texto cuando tenga noticias de Daniel."

Cuando Johnny ingresó al concesionario, se percató de que la hora de descanso estaba a punto de comenzar. Sin perder tiempo, se aproximó rápidamente al mostrador de recepción para preguntar por Daniel.

"Señor Lawrence, ¿en qué puedo ayudarle?" saludó amablemente Emily, la recepcionista.

"Hola Emily, quisiera ver a Daniel", respondió Johnny.

"Él está en su oficina, pero al finalizar su reunión, pidió que no lo molestaran porque se sentía bastante sueño y necesitaba descansar un poco", Emily hizo una pausa antes de continuar, "Aunque eso fue hace más de tres horas".

"Creo que iré a revisarlo. Gracias", dijo Johnny agradecido.

Se apresuró hacia la sala de juntas, tratando de hacer el menor ruido posible al abrir la puerta. Al fondo, vio a Daniel durmiendo plácidamente en el sillón. Esto debía ser una señal más que evidente, ya que su novio no era precisamente una persona tranquila. Cuando conoció al recién llegado de Jersey, irradiaba energía y siempre estaba en movimiento, con un verbo inagotable. Incluso después de años de conocerlo, seguía teniendo más energía que él, nunca se quedaba quieto.

"Dany", lo sacudió suavemente. "Despierta, no creo que quieras que todos los demás nos vean llevándote al auto", solo recibió algunos gruñidos de protesta.

"Cinco minutos más, por favor."

"¿No bastaron tres horas?", Daniel abrió los ojos.

"Tres horas, ¿en serio? Si acabo de recostarme hace apenas unos minutos", buscó a tientas su teléfono y, al encontrarlo, se dio cuenta de que en realidad había dormido durante tres horas. "No puede ser, la clase", intentó levantarse, pero Johnny volvió a acostarlo.

"Sensei Nichols y Sensei LaRusso están ocupándose de eso."

"Lo siento por los otros chicos."

"Bueno, tú y yo iremos al departamento. Una vez allí, las llamaré para que los liberen."

El último síntoma fue lo bastante intenso como para captar su atención y darles la oportunidad de saber la noticia.

Johnny regresó del supermercado, habiendo demorado más de lo previsto, pero ese puesto de comida emitía un aroma tentador. Al llegar se alegró al ver el auto de su novio estacionado frente al dojo, pero su sonrisa se desvaneció al entrar en la cocina y encontrarse con Daniel inconsciente en el suelo. Sin perder tiempo, corrió a urgencias, donde rápidamente las enfermeras se hicieron cargo de él y prometieron a Johnny que pronto recibiría información sobre su estado.

Poco tiempo después, un médico salió a preguntar por los familiares de Daniel LaRusso. Johnny desechó su vaso de té y levantó la mano.

"Yo, soy su novio", todavía le resultaba extraño decirlo en voz alta.

"El señor LaRusso se encuentra en perfecto estado, así que no hay motivo para preocuparse."

"Buenas noticias, ¿verdad? Entonces, ¿puedo verlo ahora?"

"Por supuesto, ya está despierto y preguntó por usted. En unos minutos estaré con ustedes para hacerles algunas preguntas."

...

Johnny examinó a Daniel de arriba abajo para asegurarse de que estuviera ileso.

"Deja de hacer eso, estoy bien", le aseguró Daniel.

"¿Por qué no llamaste?"

"No tenía ni idea de que esto fuera a suceder. Me di la vuelta para responder un mensaje y, de repente, me encontré aquí".

La cortina se movió cuando el médico que lo estaba atendiendo entró con algunas hojas en la mano.

"¿Cómo se siente, señor LaRusso?"

"Todavía me siento un poco mareado".

"Entiendo. Como ya le expliqué a su pareja, todos los resultados de los exámenes son normales, está en excelente estado de salud. Sin embargo, ese desmayo fue inesperado, así que realizaré algunas preguntas para determinar la causa de lo que le ocurrió".

"De acuerdo".

"Además de los mareos, ¿ha experimentado náuseas?"

"Sí", respondió Johnny. "Hace aproximadamente dos semanas, dejó de comer pescado porque el olor le provocaba náuseas, y solía disfrutar mucho de ese tipo de alimentos".

"¿Ha sentido fatiga últimamente?"

"Sí, he estado durmiendo más horas de lo normal", contestó Daniel. "Incluso una vez me quedé dormido durante tres horas en el trabajo".

"¿Ha notado un aumento en la frecuencia de sus visitas al baño para orinar?"

"Sí, más de lo usual".

"¿Cómo se encuentra en términos de su estado de ánimo?"

"Siempre ha sido una persona bastante emocional, pero en estos días su humor cambia repentinamente", respondió Johnny esta vez.

"Antes dijo que había cambiado su tipo de alimentación ¿Cómo es ahora?", preguntó dirigiéndose a Johnny.

"El come todo lo que evitaba antes, cualquier comida que sea frita es lo único que quiere".

"Por último, ¿Qué método anticonceptivo usan?"

Daniel se quedó atónito y luego recapitulo todas las preguntas, comprendiendo hacia dónde se dirigía el médico. Johnny, quien aún parecía ajeno a la situación, respondió riendo.

"Ninguno, no es como si él pudiera quedar embarazado, ambos tenemos más de cincuenta años", dijo Johnny, aunque tanto el médico como Daniel mantuvieron su seriedad, lo que llevó a Johnny a detener su risa. "Porque eso no es posible, ¿verdad?"

"Haremos una prueba adicional".

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