Capítulo 8
Kim Taehyung dio un suspiro inmenso. Se sentía fatal, sí, pero no era solo porque la menstruación lo hacía perder la cabeza, sino también porque llevaba horas pensando en lo mucho que lo sirvientes de aquel extraño sujeto se habían esmerado para preparar la cena, y él solo había actuado como un patán al rechazarla.
Odiaba mucho ser tan sensible hacia tal suceso en su vida; cada vez que llegaba su periodo era lo mismo: se entristecía, lloraba, ofendía y luego la culpa lo carcomía.
Malditas emociones a flor de piel, no eran más que un agudo desperdicio.
Sin embargo, no lo soportó más, debía disculparse como era debido, de lo contrario, ni siquiera podría seguir respirando correctamente. Seokjin siempre le respondía con un "enano tonto" y luego lo abrazaba, dejando claro que todo estaba resuelto, pero ahora, su falta de cortesía había sido hacia otras personas, esas que ya habían hecho mucho por él, hasta el grado de arriesgar su propia vida.
Por lo que, cansado de escuchar a su cerebro culparlo por obvias razones, salió de la cama, observando como el armario parlanchín que lo acompañaba, ya estaba en su tercer sueño de la noche.
No era muy tarde, estaba seguro de ello, quizá aún podía encontrar a aquellos preciosos instrumentos despiertos y volver antes de que cierto personaje se enterara de su merodeo.
Solo... no quería discutir más.
Entonces, dispuesto a ello, abandonó la habitación en silencio, sintiéndose extraño de inmediato, al volver a recorrer esos pasillos largos y, para ser sincero, finamente decorados, que le causaban algo de satisfacción a sus ojos.
No sabía hacia donde iba, pero una leve brisa de murmullos comenzó a guiarlo hasta bajar una planta y encontrar un comedor gigantesco, que a su vez le mostró una puerta hacia lo que parecía ser la cocina del palacio.
—He trabajado como esclavo todo el día ¿Y para qué?, una obra maestra culinaria desperdiciada —soltó la propia estufa de la cocina, tapando sus vaporeras con recelo, haciendo que Taehyung detuviera sus pasos justo en el marco de la puerta y se mantuviera en silencio, pasando desapercibido por todo el caos que había dentro del grande lugar.
—¡Oh, deja de quejarte! —le pidió Hoseok, mientras coordinaba que los platos entraran de manera adecuada dentro de la alacena—, ha sido una noche larga para todos.
—Pues para mí que el chiquillo es algo obstinado —criticó Yoongi, por fin sacando ese pequeño corajito que tenía atorado—, después de todo, él dijo "por favor".
—Si el amo no logra controlar su mal genio, jamás podrá romper el —pero se quedó completamente en silencio, viendo cómo el jovencito Kim le sonreía en pequeñito al verse descubierto por sus ojos caricaturescos.
Y la mirada de un Yoongi confuso, siguió a la perpleja de la tetera que se había quedado quieta.
—¡Oh, joven Kim! —saludó, sintiendo que los engranajes se le tensaban por todo el sistema mecánico. Era imposible que el chico no los hubiera escuchado, siempre se metía en problemas por tener esa bocota—. Me alegra que haya salido por fin: respirar otros aires siempre es bueno para la salud, ¿Hay algo que podamos hacer para mejorar su estancia?
—Quisiera —balbuceó Taehyung, accediendo al lugar y sintiendo que se volvía el centro de atención para con cada utensilio—... quisiera comer algo de lo que han preparado para la cena de hoy —se animó a decir y Hoseok sonrió sobremanera.
—¿Ah, sí?, ¿Ya escucharon?, El joven tiene hambre. Enciende el fuego —le indicó a la estufa, observando como ésta se ponía de lo feliz al saber que sus platillos iban a ser consumidos—, saquen los cubiertos y la bajilla —ordenó, siendo obedecido al instante, pero Yoongi no dudó ni un poco y se interpuso ante las acciones de todos.
—Recuerden lo que el amo dijo.
—Yoongi, ese castigo ya terminó —intervino Jimin, llegando al sitio después de haber ordenado a los demás candelabros que fueran a descansar su cera.
—Sí, no pienso dejar con hambre a este niño —objetó Hoseok y Taehyung sonrió al repasar las preciadas atenciones que estaban teniendo para con él.
—Entonces —balbuceó Yoongi, rindiéndose al saber que no iba a poder ganar—, denle pan, agua y...
—Yoongi —le interrumpió Jimin, muy molesto en el fondo, sintiéndose capaz de clavar al reloj contra la pared—, me sorprende tu conducta, él es nuestro huésped y le cuidaremos como se lo merece —indicó y su mirada fulminante corrió hasta los ojos de Taehyung—. Por aquí, señorito bonito —indicó y Taehyung solo asintió con agradecimiento, siguiendo al pequeño artefacto hasta el comedor—. Perfecto, jovencito Kim, es con profundo orgullo y gran placer que le damos la bienvenida a esta noche —y una silla de buena calidad llegó hasta las espaldas del chico, haciéndolo caer en su acolchonado asiento hogareño—... ahora lo invitamos a relajarse, póngase cómodo mientras el comedor le presenta su cena.
Y cuando esas palabras fueron dichas, una fila de platillos distintos se acercaron a la mesa, llegando entonados en un ritmo de pasitos leves, hasta donde se colocó el jovencito, haciéndolo jadear de la impresión al notar cuan fantasioso eso era, mientras recibía una porción de cada una de las delicias culinarias que se habían esmerado en preparar todos ahí.
Su plato quedó relleno y de verdad pensó que, en definitiva, no iba a poder terminarlo, pero la sonrisa armoniosa que encontró en el rostro del candelabro que lo miraba, le hizo asentir sonriente, tomando los cubiertos con decisión y comenzando a probar ligeros bocados, sorprendiéndose al degustar lo más glorioso que nunca antes comió en su vida.
—Es delicioso —dijo, muy feliz, llevándose el tenedor otra vez a la boca.
—Me alegra que le guste... Ésta es una de las mejores cenas que hemos cocinado en años.
—¿De verdad?
—Sí —contestó, muy sonriente aún—... Llevamos mucho tiempo solo existiendo, como si estuviéramos dormidos, más, el día en que usted entró por esa puerta, todo cambió: nos emociona volver a tener una razón, porque es muy triste ser un sirviente que no tiene a quién servir, ¿Sabe? —confesó y Yoongi subió a la mesa, asintiendo ante lo que había alcanzado a escuchar.
Taehyung se sintió triste también.
¿Qué cosa les habría ocurrido para estar en esa situación?
Personas atrapadas en objetos... sin capacidad de superarse, durmiendo en alacenas y sobre otros muebles, ni siquiera pudiéndose mover como era debido, mientras, a la par, tal vez lloraban sus sueños pisoteados.
¿Había algo más triste que eso?
—Ojalá pudiera ayudarles con ello —dijo, y se llevó la comida a la boca, sin saber que los artefactos se voltearon a ver, cómplices de conocer que él era el único que quizá podía salvarlos; sin embargo, no dijeron nada, no iban a imponer responsabilidades donde no debían—. Oigan, sobre lo de hace rato... Lamento mucho no haber bajado a cenar en su momento y negarme rotundamente a ello. Me enojé mucho con 'ya saben quién' porque sentí como si estuviera jugando con mi juicio: no estoy muy feliz con él, me arrebató la vida que tenía allá afuera, y por supuesto que no me alegro de verlo ni mucho menos. No es que lo odie del todo, pero no estoy agradecido y no pienso compartir la mesa a su lado. No soy alguien que aceptará sus órdenes, sobre todo cuando son tan cambiantes e irremediables... Sin embargo, ustedes no tienen la culpa de mis rencores, me han ayudado mucho y, si he sobrevivido hasta hoy, es porque se los debo. Se esfuerzan demasiado, he sido un egoísta al rechazar sus buenos actos. Me disculpo inmensamente y prometo que no se repetirá, excepto si su amo está de por medio —terminó riendo al decir su oración final y ambos instrumentos lo miraron conmovidos.
—Gracias por expresarnos sus pensamientos. Sabemos que nos valora, jovencito —fue lo que soltó Jimin, después de sonreír en grande—. Entendemos la situación y deseamos, de todo corazón, que las cosas solo mejoren.
—Gracias —y dicho eso, todos se quedaron en silencio, dejando comer al chico que estaba degustando los alimentos de una manera apreciable, haciéndolos notar que nunca había comido algo igual. Minutos después, sonrió, terminando con el silencio y llamando la atención de los dos artefactos que lo volvieron a mirar—. Muchas gracias por la comida, cada bocado fue exquisito.
—No tenga cuidado, ha sido un placer —confesó Yoongi, quién, durante el tiempo que duró la cena del muchacho, no había dejado de pensar en que lo había juzgado mal—. ¡Oh, ya es tarde! —anunció, al ver su pancita con las manecillas del reloj señalando la noche—, todos a dormir —indicó y todos los utensilios comenzaron a ir a la cocina para lavarse y dormirse en su lugar correspondiente, más otro suspiro de Taehyung llamó su atención.
—Seré honesto —terminó hablando, mientras observaba a su alrededor, sintiéndose extrañamente fascinado—, no creo que pueda dormir hoy. No termino de concebir que estoy en un castillo encantado.
—¿Ah?, ¿Encantado? —cuestionó Yoongi, y Jimin y él se echaron a reír como si les hubieran contado el mejor chiste del siglo—. ¿Quién le ha dicho que este castillo está encantado? —preguntó, tratando de disimular el nerviosismo que lo aquejó, más se quedaron inmóviles cuando los artefactos se siguieron moviendo a sus espaldas, haciendo reír a Taehyung por la gracia.
—Bueno, toda mi vida he sido muy soñador, debo decir, pero esto no es obra de mi imaginación, no soy tan creativo como para poder crearlo —dijo, volviendo a reír al aceptarlo. Sí, en definitiva, la magia era la que llenaba esos antiguos muros y no podía dejar de experimentar el asombro por ello—. Mañana... me gustaría conocerlo, si es que puedo.
—Te lo enseñaremos —dijo Jimin, pintándose solo para tal acto. La verdad, le hacía mucha ilusión que Taehyung se impregnara de lo maravilloso que era el castillo, así, de paso, se comenzaba a sentir en su hogar y se enamoraba más pronto de su amo.
—No sé si eso sea una buena idea, joven, el amo ha dicho que...
—Sé lo que ha dicho —admitió hacia Yoongi, sincerándose—, pero, tú también debes entender que estoy tratando de ver las cosas buenas en esta nueva etapa de mi existencia. Hoseok dijo que quizá encontraría mis anhelos en este lugar: si no lo conozco, ¿Cómo avanzaré siquiera? —le cuestionó, sintiendo esa curiosidad que le caracterizaba tanto, cosquillearle en el estómago; pero la mueca de Yoongi lo dijo todo y asintió, entendiéndolo al instante—... Está bien, no tengo problema con ello. Gracias por la cena, buenas noches.
Entonces, se levantó de la mesa, dejando libre a la silla que se fue caminando lejos casi después de que él abandonara el comedor, aún con una sonrisa llenándole el rostro. Al menos sus disculpas habían sido aceptadas, no era un final catastrófico, después de todo.
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Además de la lectura, otra de las cosas que Taehyung más amaba era dormir mucho después de su primer día de periodo. Esa sensación de poder descansar hasta el más profundo de sus órganos era realmente relajante, sobre todo cuando ya no tenía más cólicos aunque siguiera menstruando.
La verdad es que ese día no pensaba despertar hasta que su cuerpo se cansara de las almohadas, más los pequeños golpecitos en su puerta lo hicieron salir poco a poco de su ensoñación y volver a la realidad, notando que ya era más tarde de lo esperado.
—Jovencito —habló Jimin, entrando después de haber escuchado la confirmación del castaño—. Yoongi quiere decirle algo —y tras informar eso, Yoongi, el reloj antiguo de madera, ingresó a su alcoba con la mirada gacha y una especie de expresión avergonzada.
—Lo pensé bien y —su mirada se atrevió a subir, encontrando a Taehyung ya sentado al borde de la cama, mirándolo con atención, por ello, sus ojos se desviaron otra vez—... si usted aún lo desea, después de que ingiera algo de comer, Jimin y yo podemos mostrarle el palacio —terminó de comentar, casi queriendo rascarse la nuca que no tenía—. Espero que no le moleste tener que hacerlo acompañado, pero, es la única forma de asegurarnos que el amo no se enterará de...
Y tuvo que cerrar sus orbes con fuerza al verse en aquella situación, pues los labios del joven castaño se pasmaron, cariñosos, en lo que podía ser su frente y una sensación extraña lo embriagó—, ¡Gracias! —soltó, sonriéndole en grande y luego virando hacia el candelabro, que también tomó en sus manos para abrazar—... me encantaría.
Entonces Yoongi sonrió, y no precisamente por ser partícipe de las tiernas acciones que efectuaba Taehyung ante la emoción, más bien fue porque, después de tantos años, pudo ver a los ojitos marrones de Jimin llenarse de ilusión.
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