Capítulo 4
—¡Mang! —exclamó, Taehyung, casi a punto del colapso, sintiendo que su corazón se detenía con solo ver que su querido corcel se aproximaba enloquecido—, ¡¿Qué estás haciendo aquí?! —sus manos dieron con su pelaje, haciéndole percatarse de que Mang solo podía resollar en pánico y ansiedad—... ¿Dónde está Seokjin?, ¿Dónde está?... ¿Qué pasó? —tomó las riendas que al momento permanecían sueltas—... Mang —y tratando de ver los ojos negros que no se podían centrar en su llorosa mirada, comprendió que lo sucedido había sido realmente perturbador. Entonces, actuó rápidamente y soltó la carreta que aún cargaba el pobre animal, volviendo a acercarse a los aceitunados ojos—. Tenemos que buscar a Seokjin, Mang. Por favor, llévame con él —pidió y la mirada oscura, pero angustiada, del caballo, fue igual de fuerte que la suya cuando se encontraron, inclinándose a la brevedad y accediendo a la petición de su amo.
—¡Taehyung! —pero que le montara no fue necesario, porque Kim Seokjin llegó corriendo de entre los árboles oscurecidos del bosque, totalmente asustado y con el alma colgándole en la mano.
—¡Seokjin! —soltó, para luego salir corriendo al encuentro de su hermano y hundirse en sus brazos al segundo siguiente—... Seokjin, ¿Qué pasó?, Mang ha llegado solo.
—Taehyung, es que... es que —trató de decir, pero los nervios se le tensaron y Taehyung solo pudo aferrarse a su cuerpo, evitando que se desplomara en el piso.
—¿Qué ocurre, Seokjinnie? —le preguntó, asustándose aún más al notar todo el pánico que había en los ojos marrones—... Seokjin —pero lo único que consiguió fue que el mayor se pusiera a respirar con desesperación, como si tuviera uno de esos ataques de ansiedad que le daban cuando era niño; así que solo lo tomó y lo llevó adentro, dejándolo en la silla de madera doble que tenían en el recibidor—... Tranquilo, Seokjin... Tranquilízate, por favor —sollozó, viendo cómo su hermano también lo hacía, pero sin poder hipar ni un poco.
—Taehyung —susurró y sus brazos volvieron a envolver al mencionado, mientras Taehyung respondía de la misma manera, dejando que Seokjin se refugiara en su pecho mientras comenzaba a llorar sin consuelo.
—... Calma, Seokjinnie... Todo está bien —murmuró, justo como en el pasado.
—No —soltó, en seco, mientras las lágrimas se le escapaban de los ojos por montones—... No lo está.
—Claro que lo está —instituyó acariciando el lacio cabello de su hermano—... ¿Por qué no lo estaría?
—Porque cometí un pecado... y debo pagar por él.
—¿Qué? —y con esa leve pregunta, Taehyung consiguió poder ver el bonito rostro del chico que no podía sollozar del todo.
—No... No sé cómo explicarlo... Ni siquiera sé cómo es que regresé a casa... solo recuerdo que estaba siendo sometido y cerraba los ojos con fuerza... luego hubo un silencio, los abrí y ya estaba a cerca de aquí.
—¿Estabas siendo sometido?, ¿Por qué?
—Estuve a punto de tocar el objeto más preciado de un... un monstruo...
—¿Qué?, Seokjin, ¿De qué estás hablando?
—De que el monstruo me ha condenado por haber deseado tentar a su rosa.
—¡¿Qué?! —el castaño no pudo concebir lo escuchado.
—¡Taehyung!, ¡No sé! —exclamó, sintiendo que la penumbra lo consumía—... Nos perdimos en el bosque, unos lobos nos atacaron y Mang me hizo caer por error... Entonces tuve que correr para no ser comido. Caí por un risco y me encontré con un palacio, un castillo gigantesco, abandonado... Se soltó una tormenta, accedí y encontré refugio, me quedé dormido junto a una chimenea encendida, esperando que la luna volviera a salir. Cuando pensé que había sucedido, subí por una torre, esperando encontrar una ventana que me confirmara tal hecho, pero lo que vi fue una hermosa rosa brillante, bajo un cristal, en una mesita redonda. Entonces me acerqué, recordando lo que querías que te trajera, pensando en construirte algo parecido y cuando estaba averiguando cómo funcionaba... alguien... algo... me saltó encima y me reprendió, condenándome a...
—¿A qué?
—A... a morir.
—¡¿Qué?! —exclamó, a punto de entrar en pánico, razonando tal hecho—, ¡¿Por tocar una rosa?, ¿Quién haría algo así?!
—No sé.
—¡¿Cómo que no sabes?!
—¡No era un humano!... ni un animal... Era... Era un monstruo... ¡Una bestia!
—¡¿Una bestia?!
—Una bestia cruel, con voz terrorífica y cuerpo gigantesco... extraño...
—Seokjin... Despierta, esto no es un juego. ¿Cómo te has imaginado todo eso?
—Taehyung, es cierto, lo juro —trató de explicar—. Jamás te mentiría.
—Eso lo sé —aceptó Taehyung, pensando seriamente en que no era normal que Seokjin dijera ese tipo de cosas: el soñador era él—... Pero, sea lo que sea, ya estás aquí, nada te pasó.
—No, Taehyung... La bestia me ha permitido venir a despedirme, debo regresar.
—No seas tonto, Seokjin. ¿Qué clase de loco dejaría ir a su víctima?
—¡La bestia!
—Jin, es una locura... Pero estás más loco si crees que te dejaré ir.
—Tengo que hacerlo, si no...
—¿Si no qué? —preguntó y Seokjin hizo un puchero que le derritió el corazón a su menor.
—Si no... le bestia nos encontrará y tú morirás primero.
—¿Qué? —esta vez, la pregunta salió sin aliento.
—Taehyung... Yo te quiero mucho, ¿Sí?, Te quiero más que a mi propia vida, eres todo lo que tengo... Cuídate, cuídate siempre y come a tus horas. Mantente saludable y busca la vida que siempre has deseado tener, busca tu causa, tu razón... Sal de este tonto pueblo y enfréntate al mundo. Sé valiente y cumple tus sueños.
—Seokjin, basta —dijo Taehyung al temblar, mientras veía caer, también, más lágrimas por parte de su hermano—... No digas cosas así.
—Debo decirlas, niño. Aunque muera, no quiero que te olvides nunca de mí y de que te amo completamente —admitió y sus brazos enredaron a Taehyung mientras sollozaba, ahora con mucho dolor, haciéndolo llorar más fuerte—... Espera...hay algo que debo mostrarte —mencionó, casi sin querer alejarse, pero terminó haciéndolo, dejando ahí al bonito muchacho desconcertado, yendo a perderse por el pasillo que daba a su habitación.
¿Qué había sido todo eso?
¿Su hermano estaba hablando en serio?
Fuera cierto o no... era una locura...
Seguro Seokjin se había golpeado fuerte en la cabeza y por eso estaba desvariando.
Pero... ¿Y si no?, Su hermano no se pondría así por nada, se trataba de un hombre muy centrado e inteligente; jamás decía cosas sin sentido, ni siquiera para bromear.
¿Y si en realidad existía esa bestia?, ¿Y si todo lo que pasó fue real?... ¿Seokjin... Moriría por... por querer tocar aquella rosa que... que quería reinventar para él?
No...
No podía ser posible...
Pero, independientemente de que lo fuera o no, no podía permitirlo.
Fue así como se levantó y corrió rumbo a donde se encontraba Seokjin, llegando justo en el momento en el que el joven se levantaba del piso con una cajita de madera preciosa, que nunca antes había visto.
Sin previo aviso, y doliéndole más que una eterna vida, lanzó a su hermano a la cama, desequilibrándolo de una manera enorme, mientras él salía de la habitación y cerraba la puerta con llave, atrancándola con toda la fuerza que había en su pequeño cuerpo.
—¡Taehyung!, ¡¿Qué crees que estás haciendo?! —cuestionó, asustándose al poder levantarse.
—No puedo dejar que mueras por mí —confesó el menor, del otro lado de la habitación, temblando mientras lloraba un mar, convenciéndose de que era lo correcto—... Soy culpable de la muerte de nuestra madre... No cargaré con la tuya también —terminó sollozando, totalmente destruido.
—¡Taehyung!
—¡Cumple tus sueños! —exclamó, armándose de valor—, ¡Te amo!
Y dicho eso, salió corriendo por el pasillo y luego de la cabaña, encontrándose con Mang al pie de su pórtico y montando lo de un solo salto.
—Llévame —musitó, acariciando el pelaje de su fiel amigo—... Llévame con la bestia —le indicó y Mang obedeció al instante, comenzando a galopar bosque adentro, hundiéndose en la locura de la que Taehyung no podría salir jamás.
—¡Taehyung! —pero la voz y el corcel de Bogum se interpusieron en su camino, deteniéndolo al segundo siguiente.
—¡Hazte a un lado! —le exigió, pero el joven hizo caso omiso.
—¿A dónde vas?, ¿Por qué te fuiste?
—¡No preguntes tonterías! —contestó, tratando de no contener remordimiento por ello, al ver la expresión sorprendida del otro—... ¡Quítate del camino, tengo prisa!
—¡Taehyung!, No me puedes hacer esto... te he dicho que me gustas, que debes casarte conmigo, ¿Y solo te vas?
—¡Pues claro!, ¡¿Qué querías que hiciera cuando... cuando no tienes idea de quién es el tipo raro que vive con su hermano loco en la cabaña?!
—¿Hablas en serio? —preguntó, burlándose un poco de paso.
—¡Quítate o hago que Mang te salte encima!
—¡Taehyung, es un malentendido!, ella es mi hermana...
Y eso bastó para que Taehyung se detuviera sobre su sitio, sin saber si había escuchado bien—... ¿Tu hermana? —preguntó, abrumándose por haber pensado cosas que no eran y crear una tormenta en un vaso de agua mezclado con licor... Tonto, siempre haciendo dramas sin justificación... ¿Pero que estaba pensando?, ¡Claro que tenía justificación!, Que la chica fuera su hermana no quitaba que Bogum había negado estar paseando con él... Y eso fue muy hiriente... ¿Cómo pretendía casarse con alguien a quien negaba?, ¿Qué tipo de caballero era ese?—. No me interesa —terminó por decir, recordando todos esos libros románticos de amores tóxicos que había leído, viendo el rostro de Bogum endurecerse.
—¡Taehyung!, ¿Me estás rechazando?
—No tengo otra opción —y dicho eso, indicó a Mang que debía seguir avanzando y este lo hizo sin rechistar, consiguiendo galopar por el camino que antes lo había traído a casa.
—¡Di lo que quieras!, ¡Pero caerás!... ¡Todos caen! —y Taehyung pudo haber escuchado eso, de no ser porque su cabeza estaba inmersa en una laguna oscura de dudas turbulentas, que le deshacían el corazón.
Había dejado a su hermano encerrado... sin comida, sin agua... Lamentaba mucho tal hecho, pero de otra forma no estaría yendo directo al lugar del que Mang parecía estar muy seguro. Solo se aferraba a él, pensando en que Seokjin iba a salir muy pronto, era muy inteligente y se las arreglaría para ir a buscarlo, por eso debía ser más rápido.
Presionando a Mang, entonces, fue la manera en que ambos fueron llegando a aquel lúgubre lugar, un castillo sombrío en medio de la noche; era inmenso, tanto, que no cabía en su imaginación.
El corcel se detuvo en la gran muralla, cerca de la reja que daba entrada al centenar de pasillos y figuras talladas en mármol, que recorrían el que podía ser el jardín delantero del palacio.
Taehyung lo estaría disfrutando mucho, si no fuera porque sabía que, si existía el castillo, encontraría a la bestia.
Pero, sin ninguna otra opción como respaldo, y armándose del mismo valor con el que se despidió de su hermano, se bajó de Mang y se acercó a abrir el portón, haciendo que ambos ingresaran y comenzaran a recorrer el gran pasillo hasta la imponente entrada de la estructura que jamás pensó conocer.
—Mang —le llamó, una vez que la ostentosa, pero desatendida puerta estuvo frente a ellos—, regresa con Seokjin y cuídalo bien —le indicó y tomó su bonito pelaje, acariciándolo y uniendo su frente con él—. Gracias, te quiero —y sin más, subió los escalones del pórtico, entrando al lugar que hizo que los temblores en su cuerpo fueran realmente visibles.
No podía negar que moría de miedo, ni que quería llorar más alto que cuando recibió a Mang en la cabaña sin su buen Seokjin; sin embargo, no era momento, debía ser fuerte y resignarse a que el frío extremo que estaba sintiendo, era poco comparado con el que lo embriagaría por la eternidad.
Dio un par de pasos al frente, esperando poder mirar algo, pero la luz de la luna era muy poca en aquel recibidor y lo único que podía ver era un pasillo largo, que daba, de seguro, a algún elegante salón. Pensó que eso debía ser así, debido a que los candelabros que colgaban del techo y todas esas figuras de dragones tallados a los bordes del lugar, daban a entender que, en algún momento, ese fue el reino más poderoso que ninguna nación pudo haber tenido.
Avanzó a paso lento, casi como esperando que algo lo atacara en cualquier instante. La verdad es que aún no podía concebir la idea de lo que estaba sucediendo, no podía creer lo que sus ojos veían.
No obstante, cuando ingresó al gran salón con el que acertó, se quedó parado en el centro de la alfombra roja que lo arropó, observando a su alrededor con el corazón latiendo acelerado en su pecho; más jamás espero que aquellos latidos se volvieran erráticos, cuando la voz más temible del universo se vio reflejada en sus oídos.
—¡¿Quién eres?!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top