Capítulo 14
Los ojos avellanados de Taehyung se encontraban completamente perdidos en el horizonte, divisando la extraña noche que les envolvía, pues era tan clara y esplendorosa, que hacía parecer que el amanecer estaba por llegar, cosa que, en realidad, se hallaba lejos de suceder.
No obstante, aunque tenía su concentración puesta en la lejanía de la oscuridad, podía sentir claramente como la bestia, quién estaba a su lado desde el momento en que habían optado por ir al bonito y gigantesco balcón principal, tenía sus ojos clavados en su persona.
—Taehyung —y, por fin, después de varios minutos en silencio, aquel ser se atrevió a hablar, llamando la atención del menor y sintiéndose vulnerable ante sus ojos bonitos. Más, tuvo que armarse de valor y, al probar su propia suerte, se permitió llevar una de sus garras hasta acariciar una suave mejilla del castaño, alegrándose, internamente, por no ser rechazado en el acto—... Tú —al tragar saliva, suspiró—... eres, realmente, lo más hermoso del mundo.
Por un pequeño instante, Taehyung sintió un dolor punzante en el pecho, Bogum le había tocado de esa manera y lo había acariciado justo así el día en que lo invitó a reunirse. Sin embargo, antes de alejarse por el mero recuerdo que le estrujó el corazón, se permitió sentir la calidez de aquella garra que, en definitiva, no encontró en la mano del héroe del pueblo.
Park Bogum no era la bestia y la bestia no era Park Bogum: no había comparativa siquiera.
De todos modos, lo que había escuchado lo dejó pensativo, así que simplemente bajó la mirada, sin darse cuenta de que se había perdido por varios segundos en los ojos azules.
—Es muy cruel que digas eso —estableció, sin rodeos—... soy un hombre.
—¿Y la hermosura es propia de las mujeres? —le preguntó, sorprendiéndolo a la par. Esa era una muy buena cuestión, a decir verdad—... En lo personal, creo que la hermosura no tiene género.
Entonces, Jungkook dejó de tocar su mejilla y, por la ocasión, se limitó, también, a solo observar al horizonte, hasta que Taehyung se llenó los pulmones de oxígeno y se animó a preguntar—. ¿Realmente... te... te parezco lindo? —cuestionó, escondiendo un pucherito que a la bestia hipnotizó—... Es decir, ¿No... bromeas?
—¿Bromear? —Jungkook inquirió, soltando una risita por la ternura del otro—. ¿Te parece que estoy bromeando?
—La verdad es que... no lo sé —definió el menor—... confío en ti, pero algo en mi pecho me exige que haga caso omiso a tus palabras.
—¿Por qué?
—Una vez creí en alguien que pensaba que conocía, pero no era así y... me falló, ¿Cómo puedo creer en ti ahora?, ¿Cuál es la diferencia ésta vez?
Enseguida, la criatura se irguió sobre sí ligeramente. Quizá, las experiencias que hasta el momento Taehyung tenía, no eran del todo agradables, pero ello no significaba que, con él a su lado, ocurriría lo mismo; por eso, decidió que no permitiría que el tiempo continuara su paso sin hacer algo al respecto.
Porque sí, la diferencia, ésta vez, era que se trataba de él.
—... Mi nombre es Jungkook... Jeon Jungkook —aclaró y, de inmediato, los ojos avellanados dieron con los suyos, totalmente impresionados por la información que, en definitiva, no esperaba, el castaño, recibir—... En realidad, es muy difícil conocer totalmente a una persona, pero no quiero que tengas dudas sobre mí y sobre lo que digo, entonces, te hablaré de mi historia... Soy el príncipe de este reino y fui criado para convertirme en el rey del mismo... Hace no más de seis años era un humano, pero provoqué que una maldición cayera sobre mis tierras, encantando mi apariencia y la de todo ser viviente que aquí habitaba. Sé que suena a locura, pero yo tampoco creía en la magia y ahora mismo estoy hechizado así que... no importa... Lo que quiero decir es que... he cometido muchos errores, pero decirte lo hermoso que eres, nunca será uno de ellos... Aunque es importante que sepas que no solo pienso que eres precioso por fuera, también hay una belleza increíble dentro de ti... y créeme que alguien tan horrible como yo...
—No eres horrible —Taehyung interrumpió, tomando la garra de la criatura que le quedaba más cercana y acariciándola con delicadeza.
—¿No... lo soy?
—Por supuesto que no. En ti... hay más bondad de la que existe fuera de los límites de tu reino —y escuchar eso, a Jungkook, le calmó el corazón.
—¿Realmente lo crees? —preguntó, ocultando una sonrisita leve y observando como el ajeno no dejaba de acariciarle mientras asentía—. No lo dices por lástima, ¿Verdad?
—¿Lástima?, Yo jamás sentiría algo así por ti.
—Lo sé. Tú eres diferente y maravilloso —dijo y en sus dos garras aprisionó las pequeñas y finas manos del ajeno—... Tú eres la única verdad que he conocido en mi vida —más, al escuchar eso, Kim Taehyung, en vez de alegrarse, bajó la mirada y deshizo el tierno agarre que el mayor había implementado.
—Jungkook —le llamó, y el corazón de la bestia se aceleró de una forma dramática. Jamás imaginó que su nombre se escucharía tan perfecto viniendo de los bonitos labios del castaño, así que sonrió sutilmente, agradecido por ello; no obstante, borró su mueca al percatarse de que la expresión en Taehyung era agobiante—... yo no soy como tú crees... Yo soy... soy un... un doncel —terminó diciendo y la aflicción le llenó el pecho, provocándole morderse los labios ante el acto—... perdona por no decirlo antes, no trataba de engañarte es solo que... odio ser lo que soy y me apena mucho también. Entiendo si a partir de ahora decides alejarte de mí, porque, ¿Quién querría estar cerca?
—Yo —el mayor contestó a la brevedad y el castaño lo miró con el corazón en la mano, totalmente pasmado. Sin embargo, Jungkook tomó sus mejillas entre sus garras y las acarició—. ¿Por qué me alejaría de ti, Taehyung?
—Porque... soy raro —describió y Jungkook soltó, nuevamente, una risita corta, encantando los oídos del menor.
—¿Y yo te parezco muy normal?
—No veo nada malo en ti —admitió en seriedad.
—¿Ni mi extrema fealdad?
—Tu apariencia jamás definirá la belleza que hay en tu corazón —argumentó y Jungkook le regaló una sonrisa conmovida.
—Lo mismo digo, Tete —y el mencionado no soportó lo lindo que había sido el apodo recién impuesto, así que se movió ligeramente hasta abrazarse al torso de la bestia, quién, muy asombrado, regresó el abrazo con mucho cariño, envolviendo a Taehyung con suavidad y dejándolo esconderse en su pecho—. Que seas un doncel no te quita valor, Taehyung; antes, te llena de más cualidades y virtudes.
—Esos beneficios de los que hablas, en realidad, son una condena. Por ser un doncel: mi madre falleció al concebirme, mi padre huyó de casa y Seokjin tuvo que criarme. Destruí a mi familia.
—No... no es así. Tú no tienes la culpa de nada, las cosas siempre suceden de tal manera porque así debe ser.
—¿Y por qué debe ser así?
—No tengo idea —terminó por expresar—... pero lo que sí sé es que debes dejar de responsabilizarte al respecto. Es el ciclo de la vida el que obliga a las personas a tomar decisiones —y la carita de Taehyung subió, haciendo que sus ojos se conectaran mientras se mantenían abrazados—. Aunque, honestamente, te entiendo. Cuando era un bebé, enfermé de gravedad y en el reino no existía un doctor que supiera darme alivio, así que, con mis padres, emprendimos un viaje sin verdadero rumbo. Un día, mientras el carruaje andaba, una tormenta de nieve azotó por donde avanzábamos y provocó la volcadura del transporte. Mis padres murieron de inmediato y cargué con la culpa desde el momento en que tuve consciencia. Me volví cruel, inhumano y mísero; más, desde que te conocí, me di cuenta de que esos muros que construí no son más que mi perdición, porque fue una necesidad derribarlos para poder acercarme. Sin embargo, fue el ciclo de la vida: tuve que tomar decisiones, pero al menos hoy te estoy abrazando.
Y aunque Taehyung se ruborizó levemente, se animó a hablar—. De todas maneras, me duele el ciclo de la vida, me duele incluso más que mi ciclo menstrual —no lo había pensado con gracia, no obstante, los dos rieron sin querer.
—Me quedaré a tu lado, Taehyung —Jungkook soltó, sin hacer restricción a su sentir—, te cuidaré y te apapacharé siempre, para que nada de eso duela igual. Ten la seguridad de que mis decisiones son y serán por ti, porque, para mí, eres una bendición, la luz que ha iluminado mi oscuridad y el motivo de mi alegría. Me importas mucho y, realmente, quiero tu bienestar y felicidad.
—Yo también, Jungkook —añadió Taehyung, aferrándose al cuerpo del mayor—, quiero eso y mucho más para ti, quiero que estés bien y respires siempre con tranquilidad y calma.
—Tú eres mi tranquilidad y calma —el castaño sonrió, pero empezó a negar.
—Yo sé que hay algo que te preocupa, Kookie —se atrevió a apodar y al mencionado se le salió una sonrisa enorme—, no te proporciono entera tranquilidad... ¿Existe alguna forma de romper el hechizo? —pero su mueca se transformó a una seria de inmediato.
Ahora que estaba abrazando al jovencito más hermoso del universo y que éste se había sincerado, contándole su más grande secreto, ¿No sería contraproducente hablarle sobre los detalles del maleficio?, es decir, no quería que Taehyung se hiciera ideas erróneas y pensara que solo lo había utilizado para tratar de salvar a los suyos, cosa que en un principio fue cierta, pero que ya no más: de verdad le importaba el menor y por esa misma razón, no era justo.
Así que simplemente respiró en profundidad—. No existe.
—Ay, Jungkook, no sabes cómo quisiera ayudarte con eso.
—No importa, Taehyung, que estés aquí lo recompensa todo, no me hace falta nada más para sonreír, excepto el que no ames ser un doncel; pero no te angusties, poco a poco, lograré que te quieras muchísimo, tal y como eres.
—Tonto Jungkook —dijo, al reír—. Me esforzaré también, todo con tal de que tu sonrisa siempre esté.
Y Jungkook, enseguida, supo que era momento de hacer una pregunta importante—. Taehyung, ¿Eres feliz aquí conmigo?
—Sí —contestó, más el tono con el que salió su confirmación se fue deteriorando conforme la silaba fue expulsada, haciendo que su expresión cambiara un poco.
—¿Qué ocurre? —inquirió, al instante, Jungkook, preocupándose a la par.
—Honestamente, quisiera saber sobre mi hermano. Aunque los días pasan, no lo olvido y no dejo de extrañarlo —posteriormente, la criatura dibujó una mueca parecida a la de Taehyung, entristeciéndose.
Sin embargo, una idea vino a su cabeza y su expresión lo denotó—. Hay una manera —y dicho eso, soltó el cuerpo de Taehyung para luego tomar su mano y guiarlo dentro del castillo, rumbo al ala oeste.
El castaño se sintió nervioso cuando entraron en la oscuridad de los pasillos, más, simplemente, confiando en el tacto de la bestia, se dejó llevar hasta que estuvieron en su habitación, justo al frente de la rosa roja que flotaba mágicamente.
Taehyung contempló a la flor por más tiempo del que le gustaría admitir. Era extraño recordar la manera tosca y terrorífica en la que se comportaba la criatura antes de poder, realmente, convivir con él. Sin embargo, sin esa rosa, todo lo bueno que últimamente le ocurría, no lo tendría en su vida, por ello estaba muy agradecido.
—Este espejo —Jungkook comenzó a hablar, mientras se acercaba con el pequeño objeto entre sus garras, tendiéndoselo, con mucha certeza, al menor—... te enseñará lo que sea, todo lo que quieras ver.
El castaño dudó un poco, pero al ver la expresión convencida del ajeno, tomó el espejo y decidió creer en sus palabras.
—Quisiera ver a mi hermano, por favor —le pidió, con las esperanzas más aferradas a una realidad alterna, más su corazón se estrujó cuando en el cristal se pintó la imagen de su hermano, caminando por el pueblo en enfermedad, con la piel sudorosa y un aspecto dolido, lleno de preocupación; parecía que estaba buscando a alguien, pero se detenía de los muros al marearse constantemente, haciendo alusión a que no podía mantenerse más en pie; entonces, Taehyung, se tapó la boca ante la sorpresa—... Seokjin, oh, no... está enfermo y solo...
Jungkook entendió todo a la brevedad y, esperando no llorar frente al bonito chico, simplemente acarició, en lentitud, al cristal que cubría con esmero a la hermosa rosa, que ya estaba cerca de marchitarse.
—Entonces, debes ir con él —dijo, sin dudar ni un poco.
—¿Qué has dicho? —el pequeño le preguntó, abriendo sus ojos cuales platos ante la sorpresa.
—Te dejo libre, ya no eres mi prisionero —sin poder siquiera levantar la mirada, solo respondió.
—¿De... de verdad?
—Sí —indicó y Taehyung no pudo alegrarse por la noticia: Jungkook, con obviedad, sufría ante su decisión.
—Gracias —soltó, más que conmovido: preocupado—. Ánimo, Seokjin, voy a ayudarte —habló hacia el espejo, viendo el reflejo de su hermano en las calles oscuras; más, respiró profundamente y se acercó a la criatura para regresarle el artefacto.
—Llévatelo —recibió como respuesta y al fin los ojos azules se posaron en los suyos—, así podrás verme y recordarme —ligeramente, su garra acarició el cabello en la nuca de Taehyung.
—Gracias por entender que mi hermano me necesita —y su pequeña mano fue, también, a acariciar una posible mejilla de la bestia.
Un par de segundos pasaron mientras ambos se observaban con anhelo, hasta que Jungkook bajó la mirada y Taehyung supo que era momento de irse.
El dolor les embriagó el pecho y, simplemente, el menor salió de la gran habitación.
—Alteza —soltó Yoongi al entrar, después de haberse topado con Taehyung por el pasillo—, debo decir que todo va estupendamente, sabía que así sería.
—Lo dejé ir —contestó, sufriendo adolorido.
—¡¿Qué cosa?!, ¿Por... por qué?
—Era necesario —admitió y, segundos después, caminó directamente al balcón, viendo como el jovencito tomaba a Mang y lo montaba a la brevedad—... porque lo amo.
Muchas gracias por llegar hasta aquí, espero que te agrade lo que, hasta el momento, ha sucedido en la historia. ❤
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