'Well, that's a funny name! Oh! I mean, I mean it's perfect'
[Jiho]
Después de cuatro horas seguidas metidos en aquel antro ya empezaba a sentir que necesitaba un respiro. Hice gestos con las manos para informar a los demás del grupo de que me marchaba a tomar un rato el aire y él único que se animó a acompañarle fue Namjoon. Seguramente quería salir a fumar. Hacía tiempo que había vuelto a aquel hábito y nadie más del grupo lo sabía. Yo me había enterado hacía unas semanas por pura casualidad cuando mientras rebuscaba en su mochila por chicles, encontré la cajetilla de tabaco. Tuvo suerte. Si se hubiera enterado Hoseok seguramente le habría molestado hasta que volviera a dejar de fumar de nuevo.
- ¿Sigo siendo el único que lo sabe? –pregunté nada más salir, cuando se encendió el primero tal y como yo había predicho. Asintió y soltó el humo. – Que privilegio de información.
- No te importa en absoluto –respondió alzando una ceja. Y era cierto. Me daba igual lo que fumara o dejara de fumar. No solía meterme mucho en las decisiones de mis amigos mientras no me afectaran a mí o se interpusieran en mi moral. Y tampoco es que fuera una persona muy moralista. – Por cierto –me apoyé en el muro de ladrillo y dejé caer hasta terminar sentado en el suelo. Namjoon se apoyó en una papelera de metal que había al lado. – ¿Sigues con tu compañero de piso?
- ¿Viviendo? –asintió – Claro. De eso se trata.
- Aún no entiendo como narices podéis caber los dos en esa caja que tienes por piso.
- Es pequeño. No abulta mucho en verdad.
- Cualquiera más grande que mi mano abulta mucho en ese apartamento tan pequeño, amigo. –sonreí internamente, pensando en que literalmente abultaba menos incluso que la mano de Namjoon. Aunque en verdad Namjoon tenía unas manos enormes. – Yo le dije a Jin de irnos a vivir juntos y se negó en rotundo.
- Normal.
- Llevamos de pareja más de tres años. No es normal.
- Roncas. Muchísimo. –saqué un chupachups que tenía en la chaqueta de cuero guardado y lo abrí – Yo tampoco querría vivir contigo, tío.
- Jin dice que es porque lo rompo todo.
- También. Tienes la misma delicadeza que un eructo. –se encogió de hombros y yo le imité. Si Namjoon era un gigante torpe habría que aceptarle tal y como era. A mí me gustaba de esa forma, me transmitía más confianza. Y en cierto modo se podría considerar hasta adorable. – Tampoco está mal vivir solo.
- Pero yo no hablo de vivir con gente –dio otra calada al cigarro que se quemó hasta casi la mitad del tubo. Los pulmones de mi amigo eran de otro mundo. – Yo hablo de vivir con Jin.
- Y yo hablo de vivir solo y cagar con la puerta abierta.
– Oh. No había pensado en eso.
Coloqué mi índice en la frente y asentí varias veces. Eran pequeños detalles de los que había tenido que despedirme por la llegada del hada. Tampoco me suponían un problema muy grande debido a que realmente disfrutaba de su compañía, pero cuando me acordaba de mis días de soledad, de vez en cuando lo echaba de menos.
En general tampoco había tenido que hacer muchos cambios. La tensión sexual iba disminuyendo con cada rechazo suyo y poco a poco cada vez había más confianza. Andaba medio desnudo por el piso y no se inmutaba. Dejaba mi ropa interior sobre la silla y le era indiferente. Esa era la palabra exacta. Indiferente. La mayoría de las cosas le eran indiferentes. Solía pasar de todo y limitarse a un espacio muy reducido rodeado de cervezas y silencio. Exactamente como jamás sería retratada un hada de cuento.
Aunque también debía reconocer que en ciertos momentos me sorprendía sonriendo. O uniéndose a desayunar conmigo. Y hacía tres días juraría que cuando llegué estaba a punto de sentarse en la silla para tocar el piano. Obviamente eso nunca llegó a suceder porque nada más escucharme fue corriendo a la cama y fingió estar dormido. Él sí que era adorable y no Namjoon rompiendo puertas.
- ¡Namjoon! –ambos giramos la vista hasta esa tercera voz inesperada. Eran Taehyung y Jimin dirigiéndose hacia nosotros. Este último se apoyaba en el primero, bastante más borracho de lo que debería. Reí y extendí mis brazos para que se sentara conmigo en el suelo. Terminó medio tumbado encima de mí fingiendo que no se estaba cayendo de sueño. – ¿Fumas otra vez? –Namjoon se encogió de hombros y dio una última calada al cigarro antes de tirarlo al suelo. Taehyung se le adelantó y lo pisó con diversión. – Será mejor que Hoseok no se entere o te regañará.
- Lo sé. Ayúdame con eso. –el castaño hizo un amago de cerrar su boca como si fuera una cremallera y Jimin, desde el suelo, le imitó. – Gracias a ti también, amigo.
- ¿Qué le pasa? –pregunté curioso y entretenido por la situación. Antes de que Namjoon y yo hubiéramos salido no recordaba que estuviera en tan malas condiciones ni que tuviera intención de llegar a ellas.
- Creemos que le han echado algo en la copa.
- Ah –rodé los ojos y le apegué más a mí. Por este tipo de casos siempre convenía ir en grupo. Rodeé sus hombros con mi brazo y comencé a jugar con sus mejillas, hundiendo mi índice en ellas como si fueran plastilina. Jimin sí que era adorable, aunque estaba seguro de que si algún día se enteraba de quien le había drogado, dejaría de serlo. – Toma –le tendí mi chupachups y empezó a tomárselo como si fuera su tesoro más preciado, agarrándolo con ambas manos.
- ¡Yo también quiero! –exclamó el castaño. Miré en mis bolsillos pero terminé extendiendo las palmas como signo de que no había ninguno más. Él asintió decepcionado y se sentó sobre la papelera en la que el más alto estaba apoyado, colocando su cabeza sobre el hombro de este. – ¿Y qué hacíais?
- Hablar.
- ¿Hablar de qué?
- De cagar con la puerta abierta.
- Yo cago con la puerta cerrada porque sino Yeontan me persigue. –sonrió de una forma que más que quejarse parecía que apreciaba lo que su perro hacía. En verdad si hablábamos de adorabilidad, esa bola de pelo ganaba a todo el mundo. – Me quiere muchísimo.
- Jungkook me quiere muchísimo –intervino Jimin con el chupachups en la boca. Todos asentimos y yo le di un par de palmaditas en la cabeza para que siguiera tranquilo. Se apoyó en mi hombro y siguió disfrutando del dulce en silencio.
- ¿Y solo hablabais de eso? –el más alto y yo nos miramos un milisegundo para terminar asintiendo sin pudor alguno. – Pues que aburrido –el castaño empezó a balancear sus piernas y dar golpes en el hombro de Namjoon con su barbilla, como si fuera un niño pequeño. A diferencia de Jimin, él no estaba drogado, era así de nacimiento. – ¿Sabéis dónde puedo comprar castañas ahora?
- Son las cuatro de la mañana. Dudo que vendan castañas a estas horas.
- Seguro que hay algún sitio. No hay horario para las castañas.
- Hay horario para las personas.
- ¿Y un sitio donde pueda comprar algodón de azúcar?
- ¿Le respondo lo mismo o lo haces tú? –me preguntó Namjoon, sacando otro cigarro y encendiéndoselo.
- ¡Oh, espera! –inmediatamente se me ocurrió la mejor idea del mundo. No es que fuera algo completamente legal, pero a quién le importaba eso. Hablábamos de conseguir comida a las cuatro de la mañana, realmente poco importaba a parte de llenar el estómago. – Déjame hacer una llamada.
Cargué a Namjoon con Jimin y el restante se apropió por completo del cubo de la basura, comenzando a dar un mini concierto gratuito palmeando el sucio metal. A veces tenía ritmo y otra no. De cualquier manera, estaba resultando una molestia para el más alto, quien la rapidez en la que fumaba los cigarrillos era proporcional a la paciencia que tenía con el menor.
Yo me alejé un poco y marqué el número fijo de mi piso. Esperé un par de toques y cuando iba a colgar, dando por hecho que mi compañero no me respondería, alguien descolgó el teléfono. Antes de que su voz sonara al otro lado de la línea yo ya estaba sonriendo de oreja a oreja.
- ¿Sí?
- ¿Estabas durmiendo?
- Sí. Me has despertado.
- Genial –para mí resultaba genial que estuviera despierto. Era un logro. Cuando ese ser caía dormido podía montar una fiesta a su lado que pocas veces hacía el esfuerzo de siquiera mandarme callar. – Vente con mis amigos. Te mando ubicación.
- Son las cuatro de la mañana.
- Sobre esta hora nos conocimos.
- ...
- Va, venga. No pongas excusas. Tengo un plan genial.
- ¿Tu plan me incluye por alguna casualidad?
- Eres esencial en él.
- Entonces no iré. Buenas noches Jih-
- ¡NONONONONO! –escuché un suspiro al otro lado de la línea y coloqué una mano en mi pecho aliviado. Seguramente me mataría cuando llegara, pero iba a valer completamente la pena.– Te lo ruego. Solo por hoy.
- ...
- Porfaaaaa...
- No te soporto.
- Tomaré eso como un sí –aún así esperé a que me lo confirmara. Pasaron varios segundos pero nadie respondía al otro lado de la línea. Realmente se lo estaba pensando. – ¿Puedo tomar eso como un sí?
- Uf, está bien. Y no puedes mandarme nada porque no tengo móvil. Ven a buscarme.
- ¡PERFECTO! ¡AHORA VOY!
Colgué el móvil emocionado y volví a por mi grupo de amigos. Al parecer el concierto de Taehyung iba en aumento y Namjoon llevaba cuatro cigarrillos en el suelo. Jimin se había terminado el chupachups y ahora se dedicaba a morder el palo como si fuera un perro. Fui a hablar para explicarles cual iba a ser nuestro próximo destino cuando Hoseok salió por la puerta y el castaño fue corriendo a por él. El más mayor se deshizo rápidamente del tabaco y yo esperé a que estuviéramos todos reunidos para exponer mi plan.
- ¿Y por qué tenemos que ir hasta tu casa? –preguntó Namjoon con ligera desconfianza. No sería la primera vez que le engañaba para que me acompañara. Por desgracia para mí esta ocasión era diferente.
- Allí está mi compañero de piso. Él nos va a ayudar.
- Yo me apunto –respondió Hoseok, quien no se había percatado en absoluto del tabaco. Quizás era porque toda la calle olía a alcohol y marihuana. – Además, mejor será dejar a Jimin en un piso para que descanse.
- ¡Y yo quiero comida!
Y con esa última aportación de Taehyung pedimos un taxi hasta mi piso. Namjoon cargó con Jimin casi todo el camino, consiguiendo que el menor terminara dormido y babeándole la espalda. Por como me miró pude asegurar que se moría por fumar un cigarro y que yo tendría que distraer a Hoseok en algún momento de la noche.
Nada más abrir la puerta el peliverde nos recibió sorprendentemente bien arreglado. Tenía el ceño fruncido y probablemente iba a regañarme por haberle metido en todo este embrollo, pero luego vio a todos los demás y se calló de inmediato. Eso no se lo esperaba.
- Vente conmigo –le agarré del brazo y mientras los demás entraban como si fuera su propia casa, yo arrastré a mi compañero a la entrada. – Esperadnos aquí. Como si fuera vuestra casa. Ahora venimos.
- ¡Yo voy con vosotros! –se acopló rápidamente Namjoon con una mirada que decía 'no os voy a seguir a ningún lado solo quiero estar solo y poder fumar tranquilo mientras miro fotos de mi novio como el acosador que soy'
Y así terminamos. Bajando los tres en el ascensor en un silencio que realmente no llegaba a ser incómodo porque a ninguno nos preocupaba en absoluto lo que pensaran los demás de nosotros. El más bajo lo único que deseaba era quedarse a solas conmigo para que quejarse, y tuvo su momento nada más cruzamos el portal. Namjoon me hizo un gesto con la mano y desapareció rodeando el edificio.
- Antes de que digas nada –le interrumpí cuando fue a abrir la boca. – de verdad que eres mi única opción.
- A las cuatro de la mañana no entro en la opción de opción –respondió casi como un bufido. Era irónico lo molesto que quería parecer y la impresión tan contraria que me había dado al verle. Incluso se había delineado los ojos.
- Vamos a robar un supermercado –me miró extrañado y yo proseguí con mi explicación, concretando mis palabras. – De hecho, vas a robarlo tú. Con tu superpoder.
- Te he dicho mil veces que no lo llames superpoder.
- No importa –aún le tenía agarrado del brazo, detalle del que me acababa de percatar. Él también lo hizo y se soltó de inmediato acompañándolo de un bufido. Sonreí y seguí el camino esperando que me siguiera. – El caso es que necesito que te hagas pequeño y cueles por los conductos de ventilación para coger comida.
- ¿Y yo que gano con eso?
- ¿Comida?
- ...
- ¿Bebida?
- ...
- Dejaré de despertarte para enseñarte videos de gatos cayéndose.
- Trato hecho –me tendió la mano y yo se la estreché. Seguidamente me detuve, miré a ambos lados y me subí la capucha antes de girar la calle hasta llegar al callejón que coincidía con la parte trasera del supermercado al que pretendía entrar. Busqué por la pared hasta encontrar el conducto de ventilación y cuando finalmente lo hallé, se lo mostré como si fuera un gran número de magia. Él alzó una ceja y se cruzó de brazos. – ¿Pretendes que entre por ahí?
- ¿Por dónde sino?
Abrió la boca para responder, pero no debió ocurrírsele nada que decir, por lo que volvió a unir los labios y resopló resignado, haciendo que su flequillo se elevara ligeramente con el viento. Yo sonreí y volví a señalarle el conducto, ofreciéndole educadamente el paso por él.
- Más te vale no moverte de aquí.
- No lo haré –de un saltó, me senté sobre uno de los contenedores de basura que ocupaban el callejón, y me apoyé sobre mis manos, dejando caer el peso en estas, satisfecho por como iba mi plan. – Te esperaré aquí quietecito.
- Tampoco hagas ruido. No quiero que vayas a la cárcel.
- Querrás decir que tú no quieres ir a la cárcel –le corregí. Él me miró un par de segundos y soltó una amarga risa con prepotencia antes de meterse por el conducto y desaparecer de mi vista sin darme una mínima explicación.
Yo cumplí con mi parte a la perfección, sin moverme ni un centímetro del sitio. Cierto que balanceé los pies durante un rato y sin querer golpeé con bastante fuerza el cubo haciendo más ruido del que tenía previsto, pero a parte de ese inconveniente, todo iba según el plan. A medida que pasaban los minutos mi ansia iba creciendo. Luego fue disminuyendo. Luego aparecieron los nervios. Y finalmente comencé a impacientarme tanto que me planteé ir a buscarle.
¿Qué debía hacer? Habían pasado más de veinte minutos y el peliverde no aparecía. Quizás le había sucedido algo. Quizás le habían pillado o una estantería se había caído encima suya. Quizás necesitaba mi ayuda.
Mordí mi labio repetidas veces mientras repiqueteaba los dedos contra la tapa del contenedor. Una parte de mí no quería moverse de aquel lugar, quería confiar en el hada y permanecer fiel a su promesa. Ese era el plan. Seguro que dejaría en un horrible lugar a los humanos si iba a buscarle.
- A la mierda –cuando los veinte minutos se convirtieron en veintisiete, decidí que era momento de actuar. Había pasado demasiado rato. Nadie tardaba tanto tiempo en coger comida, sobretodo cuando no tenías ni colas ni clientes a los que esquivar.
Bajé de un salto al suelo y comencé a remangarme, preparado para colarme por el tubo de ventilación. No tenía ni idea de cómo lo iba a hacer, pues probablemente no entraría ni media espalda por él, pero yo estaba decidido a colarme. Y seguramente lo habría conseguido si no fuera por la persona que me agarró por el cuello de la camiseta, desde mi espalda, impidiendo que diera un paso más.
- Sabía que te moverías – nada más soltó mi ropa me giré sorprendido hacia aquella voz, encontrándome al peliverde con varias bolsas llenas de comida colgando de una mano. Sonreí aliviado y me lancé a abrazarle sin pensar.
- ¡Pensé que te había pasado algo! –exclamé sin soltarle. No fui consciente de la situación hasta varios segundos después, cuando me cercioré de la cercanía que me estaba permitiendo tener con él. Inmediatamente le solté y me aparté un par de centímetros. Él farfulló algo en voz baja mientras se alisaba su ropa e intentaba mostrarse indiferente.
- Solo ha sido media hora, no era para tanto –me tendió dos de las bolsas y él se quedó cargando una llena de ramen y demás frituras precocinadas. Mis bolsas estaban llenas de latas y bolsas de patatas. Era el paraíso de la comida basura. – Tuve que encontrar las llaves y salir por el almacén. Tienes suerte de que no tuviera alarma.
- ¡Te estuve esperando en el conducto de ventilación todo el rato! –me quejé indignado. En verdad tampoco me molestaba mucho, pues ahora que tenía la comida en mis manos, pocas cosas conseguirían importarme hasta el punto de molestarme. – No me moví ni un segundo.
- Pues al parecer tus neuronas tampoco lo hicieron cuando elaboraste el plan –mientras andábamos de vuelta a mi piso, le miré con desconcierto. Todo en mi plan encajaba. – No habría podido sacar las bolsas por el conducto, imbécil. – Todo encajaba, menos eso. Sonreí avergonzado y él rodó los ojos. – Debería haber sacado algo más de esto.
- Un trato es un trato.
- No más videos de gatos.
- A no ser que me los pidas –le miré esperanzado y por su cara supe que eso jamás iba a suceder. – Está bien. No más videos de gatos.
- Y mañana me prepararás el desayuno.
- ¿Puedo darte otro abrazo? –pregunté bromeando, aunque una parte de mí realmente quisiera hacerlo con todas sus fuerzas. Había sido el momento más cercano que habíamos tenido desde que nos conocíamos. Él me miró y de nuevo, por su cara, supe que la respuesta era negativa. – Tenía que intentarlo. Mañana tendrás tu desayuno.
- Bien –dio unas palmaditas en mi cabeza y aceleró el paso, dejándome atrás. Yo le veía caminar y no podía evitar sonreír. Jamás habría imaginado un mejor compañero de piso que el que tenía en esos momentos. ¡Acabábamos de robar un supermercado! Era sencillamente increíble.
Al cabo de un rato llegamos al edificio, encontrándonos a Namjoon apoyado en el portal fumando el que sería su séptimo cigarro probablemente. Esperamos a que se lo terminara y tras tenderle casi todas las bolsas para que él las cargara, subimos de nuevo a nuestro piso donde nos esperaban los demás. Antes de entrar ya podía escuchar alguien aporreando el piano.
- ¡COMIDA! –el sonido del piano desapareció y fue sustituida por esa grave voz exageradamente animada. Namjoon dejó las bolsas instantáneamente sobre la mesa y se apartó lo más rápido que pudo de ellas antes de que Jimin y Taehyung se abalanzaran sobre ellas. Hoseok fue acercándose poco a poco, casi sin creerlo.
- ¿De dónde habéis sacado todo esto? –preguntó desconfiado. En realidad era bastante coherente su preocupación, y aunque fuera el único reaccionando de esa forma, es como habría actuado cualquier persona normal. Echó un vistazo por encima del hombro de Taehyung y luego me miró alzando una ceja. Yo alcé las manos y sonreí. – En serio, Zico. Cualquiera diría que habéis atracado un supermercado.
- No lo hemos atracado. Hemos robado un supermercado.
- Ahá. Hemos. –intervino el peliverde a mi espalda, agarrando una cerveza y yendo directo a la ventana, apoyándose en ella mirando el conocido panorama. Seguramente el callejón estaba completamente vacío a estas horas.
- En serio –Hoseok agarró una bolsa de patatas y se sentó en la mesa al tiempo que comenzaba a comer de ella. Yo seguía rebuscando en la bolsa algo que llamara mi atención, decidiéndome al final por una tableta de chocolate. – Decidme qué habéis hecho. Ahora tengo curiosidad.
- ¿Hay cacahuetes? –intervino Namjoon, metiendo su enorme mano en medio para rebuscar los ganchitos. Le hice hueco y me encogí de hombros, dejando que siguiera él con su búsqueda.
- Huelo a tabaco... –El más alto se quedó helado, a milímetros de la bolsa de cacahuetes que finalmente había conseguido encontrar. Yo le miré de reojo sin saber qué hacer o decir. Hoseok le había pillado. – ¿Has vuelto a fumar?
- Debo ser yo –esa voz provenía de la cama. El más bajo había abandonado las vistas de la ventana por un pequeño hueco en la esquina de la cama. Todos nos giramos hacia a él, menos Jimin y Taehyung, quienes estaban en el suelo comiendo patatas y demás snacks variados mientras se pasaban una pelota rodando de uno a otro. – He fumado un piti abajo –dio un trago a su cerveza y miró fijamente a Hoseok. – ¿Hay algún problema?
- Oh. No, claro que no. Perdona amigo – Hoseok sonrió avergonzado y se fue rápidamente a sentarse junto a Taehyung y disfrutar de la adorable escena que daban los dos amigos. Yo sonreí por la rápida salida del peliverde y Namjoon le dio las gracias con un rápido gesto. Luego se inclinó a mi oído y abrió la bolsa de cacahuetes.
- Me gusta tu nuevo amigo. No la cagues con él. –murmuró con un tono que hacía obvio el respeto por mi compañero. Y mi sonrisa se ensanchó porque eso mismo era lo que me repetía todos los días. – Por cierto, aún no nos has dicho su nombre.
- ¿Su nombre? –ladeé la cabeza como si fuera la primera vez que escuchaba esa palabra, y no tardé en percatarme de que precisamente eso era lo que ocurría. No literalmente, pero jamás le había preguntado el nombre al hada. – ¡Oh, su nombre! – Namjoon me miró extrañado y yo miré a mi alrededor, intentando encontrar algo que me ayudara a salir del apuro. Bajé la vista a mi tableta de chocolate y dije lo primero que me vino a la mente. – Yio de iamo zugah.
- ¿Suga? –intenté masticar rápido para poder pronunciar mejor la palabra. No era 'Suga' lo que había intentado decir, sino 'sugar'. La relación era simple. Chocolate, azúcar, sugar. Sencillo y probablemente divertido de ver cuando el peliverde se enterara. – Mmmh, me gusta.
- ¿De verdad? –pregunté planteándome internamente si corregirle.
- Claro. Suena bien. Le pega.
- Sí –di un mordisco a la tableta de chocolate y miré al hada de lejos. Estaba tumbado en la cama, bebiendo tranquilamente de su cerveza y observando fijamente el piano con la mirada perdida en él. La camiseta le quedaba exageradamente ancha, permitiendo ver una de sus clavículas excesivamente marcada. Además tenía la piel tan blanca que podía competir con las sábanas. Tenía que reconocer que su presencia embellecía la imagen. – Tienes razón.
Namjoon se marchó segundos después a sentarse en una silla y viciarse al móvil sin prestar atención a su alrededor, pero yo me quedé observándole un rato más. No hacía mucha cosa, pero solo contemplarle era divertido. Jamás había aguantado tanto tiempo mirando a alguien que no hiciera nada, y estaba casi seguro de que podía haber estado más rato si no fuera porque se percató de mi pequeño acoso a distancia. Alzó una ceja extrañado y yo me eché a reír de lo adorable que estaba cuando se molestaba por tonterías.
Inmediatamente le hice un gesto con el dedo para que me siguiera y eché a andar al baño. No lo comprobé pero estaba seguro de que los demás ni se habían percatado de que había abandonado el salón. Entré en el baño y me senté sobre la tapa del váter, esperando a que el peliverde apareciera. Cuando llegó, estiré la pierna para cerrar la puerta a su espalda.
- Te voy a hacer un regalo –declaré poniéndome en pie y acercándome a él. Él me miró desconfiado y frunció el ceño, probablemente malpensando mis palabras. No le juzgaba, era normal que se confundiera teniendo en cuenta mi historial. Agarré un eyeliner y me acerqué a él. Él se alejó unos pasos chocando la espalda con la puerta cerrada. – Dame tu mano.
- ¿Qué intentas?
- Va. Confía en mí. –insistí extendiendo mi mano para que dejara la suya encima. Me miraba fijamente y sus ojos decían lo mismo que sus labios.
- No.
- Por favor –le supliqué con diversión y una pizca de inocente emoción. Él no parecía muy convencido y por un momento pensé que iba a volverse a negar, pero para mi sorpresa, finalmente terminó extendiendo su mano con desconfianza y dejándola sobre mi palma. Tenía los dedos muy largos y finos. – ¿Sabías que tienes manos de pianista?
- ¿Eso es todo? –respondió impaciente. Igualmente supe que le habían interesado mis palabras porque poco después se observó las manos con curiosidad, probablemente preguntándose internamente si mis palabras serían ciertas o no. Yo sabía que lo eran.
Agarré su mano y le di la vuelva. Seguidamente destapé el eyeliner negro y comencé a escribir una palabra en su palma. Cuando terminé, le solté y volví a tapar el lápiz de ojos, guardándolo en el estante con los demás cosméticos. Al mirarle de nuevo me lo encontré observando con desconcierto mi grabado.
- ¿Qué significa? –preguntó ladeando ligeramente la cabeza mientras lo miraba más de cerca, intentando encontrarle algún sentido. Yo sonreía entretenido con la escena.
- No significa nada. Es tu regalo.
- ¿Suga?
- Para ti.
- ¿El qué para mí? –alzó la vista, sujetándose la mano lienzo con la otra por la muñeca. Yo me apoyé en el labavo con una y guardé la otra en el bolsillo de mi pantalón. Realmente no podía dejar de sonreír. Sentía como si alguien me estuviera estirando de las comisuras.
- Suga. Tu nombre. Te regalo un nombre. –solté una carcajada por la expresión que puso y tuve que reprimir un gran impulso de abrazarle. Como mínimo tocarle la cara. Aún me costaba acostumbrarme a su mal genio. Ni siquiera Namjoon entre mis amigos llegaba a su nivel. – Me preguntaron por tu nombre y tuve que improvisar ya que nunca me lo has llegado a decir.
- Nunca preguntaste.
- Cierto –me rasqué la nuca ligeramente avergonzado. Como podía haber sido tan despistado con algo tan esencial como un nombre. Aún me costaba creerlo. – Si no te gusta puedes decirme el tuyo y le diré a Namjoon que estaba bromeando.
- No tengo –fue su respuesta. Esta vez el acogió una expresión de extrañeza en su rostro fui yo, puesto que esa sí que no me la esperaba. Él, por su parte, parecía indiferente ante tal confesión, por lo que preferí no indagar en el tema. – Así que muchas gracias por tu regalo. Lo utilizaré.
- Bien.
- Bien.
Sonreí y él bajo la vista de nuevo a su mano, acariciando con suavidad las palabras grabadas en su piel con aquel maquillaje barato. Yo le miré a él. Acababa de poner nombre a mi compañero de piso. Era extraño y me encantaba.
- ¿Sabes qué? –interrumpí el silencio y abrí con cuidado la puerta, provocando que ambos nos juntáramos aún más. Cuando levantó la vista, yo le tenía a casi dos centímetros de distancia. No se si no se quejó por la sorpresa o porque no le dio tiempo. – Me gusta como te queda el eyeliner.
Y antes de que pudiera responder, salí por la puerta, probablemente dejándole con la duda de aquel doble sentido que tanta verdad escondía.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top