Capítulo 7
El tiempo transcurría tan rápido; para Jimin, se le iba volando cuando estaba con Jungkook. Ya no negaba sus sentimientos, los dejaba fluir para descubrir qué era el amor.
A lo largo de su vida, se había enamorado de cuatro personas, pero no le agradaba ese sentimiento, así que no le daba importancia. En todas esas ocasiones dejaba que el tiempo se encargara de desvanecer esos sentimientos. Pero con Jungkook era diferente; no se sentía como esos amores pasajeros. Era distinto y único el amor que sentía por él.
Tenía miedo, pero dejaría que el tiempo hiciera lo suyo con sus sentimientos, con la única diferencia de que ahora los dejaría florecer.
Ahora, cuando veía una nueva rosa en su casillero, ya no ocultaba su sonrojo. Sonreía de oreja a oreja con las mejillas coloradas, se acercaba a oler la rosa y después leía el mensaje que traía consigo.
Pero hoy, al abrir su casillero, no encontró ninguna rosa, lo cual le preocupó más que dolerle.
-¿Ahora qué dice la nota? -preguntó Yoongi mientras sacaba algunos libros de su casillero.
-No hay rosa -susurró Jimin.
-Qué raro, déjame ver -dijo su amigo, acercándose y buscando en cada rincón del casillero-. No está la rosa.
-No, y me preocupa.
-¿Por qué te preocupa? -preguntó confundido-. Pensé que te sentirías mal porque al parecer lo olvidó.
-Sí, me siento mal, pero me preocupa más porque él no es de olvidar las cosas -dijo Jimin, sacando su celular en busca del contacto para llamarlo.
-Espera, deja eso ahí -le arrebató Yoongi el celular antes de que pudiera marcar-. Tal vez se le haya olvidado o lo que sea que haya pasado, pero eso no significa que esté mal. No te preocupes.
-Es que sí me preocupo porque lo conozco. Él no olvidaría dejar una rosa después de enviarme una cada día -dijo Jimin, un poco enojado.
-Bien, tranquila fiera. Puede ser que no le dio tiempo. Espera un poco antes de preocuparte de verdad -le devolvió el celular-. No hay que suponer nada hasta esperar. ¿Qué tal si en el descanso ya hay una rosa aquí?
-Tienes razón, esperaré para preocuparme -le sonrió Jimin.
-Eso me gusta. Vamos a clase mientras tanto.
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El día transcurría con normalidad. Jimin se había pasado el resto de las clases pensando en Jungkook y su repentina desaparición. Aunque Jin le había dicho que no se preocupara, había una parte de él que sentía que las cosas no estaban bien. Le había marcado a Jungkook unas cuantas veces, pero este no había contestado.
Al sonar la campana del último periodo, Jimin decidió que no podía esperar más. Guardó sus cosas rápidamente en su mochila y se dirigió al departamento de Jungkook. Mientras caminaba, su mente se llenaba de pensamientos preocupantes. "¿Estará bien?", "¿Habrá pasado algo grave?" Cada escenario posible cruzaba por su mente, y su ansiedad crecía con cada paso.
Al llegar al edificio, Jimin subió las escaleras apresuradamente hasta el piso de Jungkook. Al llegar a la puerta, golpeó varias veces, pero no obtuvo respuesta. Intentó calmarse, respirando hondo antes de golpear nuevamente, esta vez con más fuerza.
-¡Jungkook! ¿Estás ahí? Soy Jimin -gritó, esperando alguna respuesta desde el otro lado de la puerta.
Después de unos segundos que parecieron eternos, escuchó un débil sonido. La puerta se abrió lentamente, revelando a un Jungkook pálido y con los ojos entrecerrados.
-Jimin... -murmuró Jungkook, apoyándose en el marco de la puerta para mantenerse en pie.
-¡Dios mío, Jungkook! ¿Qué te ha pasado? -exclamó Jimin, entrando rápidamente y cerrando la puerta detrás de él.
-Creo que estoy enfermo... No me sentía bien desde anoche -dijo Jungkook, tambaleándose un poco.
Jimin lo sostuvo antes de que pudiera caer y lo guió hacia el sofá.
-Tienes que acostarte. Te ves terrible -dijo Jimin con preocupación en su voz, ayudando a Jungkook a recostarse-. ¿Has tomado algo? ¿Has comido?
-No tenía fuerzas para levantarme y hacer nada -respondió Jungkook con un suspiro.
Jimin frunció el ceño, preocupado. Sabía que tenía que cuidar de Jungkook. Rápidamente, fue a la cocina y comenzó a preparar algo de comida ligera. Encontró algo de arroz y sopa en la despensa y se puso a cocinar. Mientras esperaba que la comida estuviera lista, buscó en el botiquín de primeros auxilios y encontró algunos medicamentos para la fiebre.
Regresó al sofá con un vaso de agua y las pastillas.
-Toma esto primero, necesitas bajar la fiebre -dijo Jimin, ayudando a Jungkook a incorporarse un poco para que pudiera tomar la medicina.
-Gracias, Jimin. No sé qué haría sin ti -murmuró Jungkook, agradecido.
Jimin le sonrió suavemente.
-Para eso están los amigos, ¿no? -respondió mientras le daba el vaso de agua, sintiendo un poco el pesar de sus palabras.
Después de que Jungkook tomara las pastillas, Jimin regresó a la cocina para revisar la sopa. Una vez lista, la llevó en un tazón hacia el sofá.
-Aquí tienes, come un poco. Necesitas recuperar fuerzas -dijo Jimin, colocando el tazón en una bandeja frente a Jungkook.
Jungkook sonrió débilmente y comenzó a comer despacio. Jimin se sentó a su lado, observándolo atentamente.
-¿Te sientes un poco mejor? -preguntó Jimin.
-Un poco. La fiebre parece estar bajando -respondió Jungkook, recostándose nuevamente después de terminar la sopa.
Jimin se acomodó en el sofá junto a él, acariciando suavemente su cabello.
-No te preocupes, me quedaré contigo hasta que te sientas mejor -dijo Jimin con determinación.
Jungkook cerró los ojos, sintiéndose más tranquilo sabiendo que Jimin estaba allí.
La tarde pasó lentamente. Jimin se dedicó a cuidar de Jungkook, asegurándose de que estuviera cómodo. Le cambiaba las compresas frías en la frente para mantener la fiebre controlada y se aseguraba de que bebiera suficiente agua.
Cuando llegó la noche, Jimin decidió quedarse a dormir en el departamento. No quería dejar a Jungkook solo en ese estado. Preparó el sofá para él mismo y se acurrucó con una manta, manteniéndose alerta por si Jungkook necesitaba algo durante la noche.
Alrededor de medianoche,
Alrededor de medianoche, Jimin se despertó al escuchar a Jungkook murmurar en sueños. Se levantó rápidamente y se acercó a él, tocándole la frente.
-Aún tienes fiebre... -murmuró Jimin para sí mismo.
Fue a la cocina y preparó otra compresa fría, regresando al sofá para colocarla en la frente de Jungkook. Mientras se inclinaba sobre él, Jungkook empezó a murmurar más claramente, y Jimin se dio cuenta de que estaba susurrando su nombre.
-Jimin... -decía Jungkook suavemente, una y otra vez.
El corazón de Jimin dio un vuelco. Ver a Jungkook tan vulnerable, llamándolo incluso en sueños, hizo que un calor reconfortante lo invadiera. Sentía una mezcla de ternura y deseo que lo hacía sonrojar intensamente. Se quedó un momento contemplando a Jungkook, dejando que sus sentimientos lo consumieran.
Con la compresa fría en su mano, Jimin observó cada detalle del rostro de Jungkook. Admiraba la suavidad de su piel, la forma en que su cabello caía desordenadamente sobre su frente, y la ligera curva de sus labios. Cada rasgo le parecía perfecto. No pudo evitar acariciar suavemente su mejilla, sintiendo una conexión profunda y sincera.
-Jungkook, eres tan hermoso -susurró Jimin, aunque sabía que Jungkook no podía oírlo.
El simple hecho de estar a su lado, cuidándolo, le hacía sentir una felicidad indescriptible. Cada vez que Jungkook pronunciaba su nombre en sueños, Jimin sentía un escalofrío recorrer su espalda. No podía apartar la vista de él; quería memorizar cada línea, cada expresión.
Jimin se inclinó un poco más cerca, asegurándose de que la compresa estuviera bien colocada en la frente de Jungkook. Se quedó así por un momento, tan cerca que podía sentir el suave aliento de Jungkook contra su piel. Su corazón latía con fuerza, pero no quería moverse. Estaba completamente atrapado por la belleza y la vulnerabilidad de Jungkook en ese instante.
-Jimin... -murmuró nuevamente Jungkook, y Jimin sintió como si su corazón fuera a estallar.
El amor que sentía por Jungkook era algo que nunca antes había experimentado. No era solo un sentimiento pasajero, era profundo y real, algo que lo consumía por completo. Se dio cuenta de que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por verlo feliz, por protegerlo y cuidarlo.
Jungkook abrió los ojos lentamente, mirándolo con agradecimiento.
-Jimin... gracias por quedarte -dijo débilmente.
-Siempre estaré aquí para ti, Jungkook. Ahora, descansa. Necesitas recuperarte -respondió Jimin, sonriendo suavemente.
La noche continuó en una vigilia constante para Jimin, pero no le importaba. Lo único que le importaba era que Jungkook se sintiera mejor. Cada vez que escuchaba su nombre salir de los labios de Jungkook, su amor se reafirmaba aún más.
Al amanecer, la fiebre de Jungkook finalmente comenzó a bajar de manera significativa. Se veía más tranquilo y descansado. Jimin, exhausto pero aliviado, se permitió relajarse un poco más, sabiendo que su amigo estaba fuera de peligro.
Cuando Jungkook despertó por completo, se sentó lentamente, mirando a Jimin con gratitud en sus ojos.
-Eres increíble, Jimin. No sé cómo agradecerte -dijo con voz ronca pero sincera.
Jimin sonrió, restándole importancia con un gesto de la mano.
-No tienes que agradecerme nada, Jungkook. Me alegra verte mejor. Eso es lo único que importa -respondió, sintiendo un profundo alivio en su corazón.
-Prometo que nunca más olvidaré dejarte una rosa, también que te debo una salida al planetario-dijo Jungkook, sonriendo débilmente.
Jimin rió suavemente.
-Eso es lo de menos. Solo quiero que te cuides -dijo, abrazando a Jungkook con cariño.
-¿Y si no quiero cuidarme? ¿Y si prefiero que tú me cuides siempre? -bromeó Jungkook, mirándolo con ojos brillantes.
Jimin se inclinó un poco más cerca, sus rostros apenas separados por unos centímetros.
-Entonces tendré que aceptar el desafío -respondió Jimin en un susurro.
La experiencia los había acercado aún más, fortaleciendo su vínculo. Jimin sabía que su amor por Jungkook era especial y único, y estaba dispuesto a estar a su lado en los buenos y malos momentos. Con el sol de la mañana iluminando el departamento, ambos se sintieron más conectados que nunca.
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