Capítulo 12
Desde que había amanecido, Jimin se sentía nervioso y ansioso. No podía dejar de pensar en los innumerables escenarios posibles que traería consigo la declaración. Imaginaba cada uno para estar mentalmente preparado para cualquier situación. No quería perder a Jungkook, y si estar sin él era lo mejor, lo aceptaría porque su amistad valía tanto como para dejarlo ir. Sin embargo, también había otro dilema que intentaba apoderarse de todos sus pensamientos positivos: el miedo a perder su amistad si no hacía nada y continuaba inventando excusas para dejar pasar sus sentimientos. Sabía que no era lo correcto y que debía enfrentarlo porque era lo mejor para ambos. Lo que no haría era decirle la verdad sobre lo sucedido en la fiesta, porque eso solo complicaría las cosas aún más.
Esa mañana se sentía especialmente nostálgico, como si fuera una advertencia de lo que podría pasar. Pero a pesar de todo, Jimin estaba decidido a enfrentarlo.
¿O no?
-¡Hola, duraznito! -se acercaba Yoon-gi con una gran sonrisa y un leve rubor en sus pómulos-. ¿Cómo te encuentras?
Ambos se encontraban guardando cosas en sus respectivos casilleros.
-Mejor, o eso trato de pensar -respondió Jimin, agachando la mirada.
-Duraznito, eres valiente por expresar lo que tu corazón guarda. Puedes sentirte mal a pesar de dar un gran paso -dijo Yoon-gi, abrazando a su amigo por la espalda-. Deja fluir tus sentimientos, para que el tiempo empiece a curarlos.
-¿Y si el tiempo no lo hace? -susurró Jimin.
-Nosotros, como tus amigos, lo repararemos -le dio un suave beso en la mejilla-. Siempre estaremos para ti.
-Gracias por no dejarme caer en un gran vacío -dijo Jimin, soltando un par de lágrimas-. Estoy tan feliz por tenerlos como amigos.
-De nada, para eso soy tu amigo. Para apoyarte, cuidarte y darte ánimos, además de la diversión -se separó Yoon-gi.
-Me alegra tanto verte feliz con tus novios, tienen una gran persona -limpió sus lágrimas, mientras le sonreía a Yoon-gi, tratando de no preocuparlo.
-No digas eso, que me sonrojo -respondió Yoon-gi, avergonzado-. Mejor vámonos, que las clases están por comenzar.
Jimin asintió, tratando de mantener la compostura mientras se dirigían juntos a clase.
Jimin esperaba a Jungkook junto con Hye-yoon en la cancha, tal como habían acordado. Sentía cómo su estómago se revolvía, temiendo que terminaría vomitando. Inhalaba y exhalaba profundamente, tratando de calmarse mientras intentaba escuchar la conversación de su amiga. Sin embargo, su mente seguía divagando, buscando desesperadamente las palabras adecuadas para lo que estaba a punto de decir.
-Jimin, tranquilo, respira hondo -le dijo Hye-yoon, dándole una palmadita en la espalda-. Todo va a salir bien, sólo sé honesto.
-No puedo dejar de pensar en lo que podría salir mal -respondió Jimin, mirando al suelo con preocupación-. ¿Y si lo arruino todo?
-No lo harás -le aseguró Hye-yoon con una sonrisa tranquilizadora-. Jungkook te aprecia mucho, lo sabes. Sea cual sea su respuesta, no perderás su amistad. La honestidad es lo mejor en este momento.
-Pero... ¿cómo empiezo? -preguntó Jimin, sintiendo que su corazón latía más rápido con cada segundo que pasaba.
-Empieza por lo que sientes -le aconsejó Hye-yoon-. Dile lo que hay en tu corazón. Sé directo pero amable. Él entenderá.
Jimin asintió, aunque aún se sentía nervioso.
-Es mejor saber la verdad y poder seguir adelante, que quedarte con la incertidumbre y el miedo. Tienes que ser valiente-dijo Hye-yoon suavemente
-Gracias, Hye-yoon. No sé qué haría sin ti -dijo Jimin, mirándola con gratitud.
-Para eso están los amigos -respondió ella, apretándole la mano con cariño-. Ahora, respira hondo y mantén la calma.
Justo en ese momento, Jimin vio a Jungkook acercarse a la cancha. El nerviosismo se apoderó aún más de él, pero las palabras de Hye-yoon resonaban en su mente. Tenía que ser valiente y enfrentar sus sentimientos, por su bien y por el de Jungkook.
-Te amo demasiado, mi príncipe -dijo Hye-yoon, dándole un beso en la mejilla-. Te veo después. Cualquier cosa, me marcas.
Se levantó bajo la atenta mirada de ambos chicos. Antes de irse, saludó a Jungkook y se perdió de vista.
-Hola, lindo Jim -saludó Jungkook, sentándose al lado de Jimin bajo la gran sombra del árbol-. Toma, una flor para otra flor.
Le extendió la rosa, la misma rosa de la foto. Tan hermosa a simple vista, pero se marchitaba por dentro cada minuto que pasaba, igual que la que estaba en el casillero. Jimin tomó la rosa con un poco de miedo, evitando el roce de sus manos.
-¡Muchas gracias! -expresó, observando la rosa detalladamente-. Es muy bonita.
-Al igual que tú, ambos son muy lindos -dijo Jungkook, pasando un brazo por los hombros de Jimin y atrayéndolo más hacia él-. Ahora, por favor, sonríe y sigue adelante. No dejes que nadie opaque tu brillo.
Sus rostros estaban muy cerca, y Jimin podía sentir la cálida respiración de Jungkook. Si tan solo todo esto fuera tan sencillo, si recordara y evitara decir todo lo que sentía.
-He planeado que al rato podemos ir al planetario antes de irnos a tu casa o a la mía -aún tenía cerca a Jimin-. ¿Qué te parece?
-Sí, es una buena idea. Hay que ir al planetario antes de irnos -susurró Jimin.
-Después de hablar, ¿te parece que vayamos al parque a divertirnos? -sugirió Jungkook.
-Me parece bien... -era el momento, lo sabía perfectamente-. ¿Pero podemos platicar ahora?
-Claro, si quieres platiquemos aquí -se separó de Jimin, esperando atentamente sus próximas palabras.
-Yo... bueno, primero que nada... yo -su mente se sentía en blanco de repente, ya no sabía cómo empezar.
-Tú... -Jungkook lo estaba motivando a que siguiera adelante.
Pero el miedo de Jimin se hacía más grande. Se sentía despreciable por aquella noche. Aunque sus amigos le dijeron que era responsabilidad de dos, porque Jungkook nunca quiso parar aunque él le preguntó mil veces y accedió.
Sus ojos empezaban a llorar sin poder contener su llanto, aquel que no le dejaba poder comenzar su discurso.
-Lindo, no llores -tomó su mejilla limpiando sus lágrimas-. Si aún no te sientes listo, está bien.
Esas palabras lo hacían más sensible, porque nunca podría tener a alguien tan dulce y especial como Jungkook. Su toque empezaba a arder por todo el amor que sentía y los recuerdos de esa noche regresaban: cada beso, cada caricia, cada gemido y palabra. Le dolía que solo él tuviera el recuerdo del amor que sintió en esa noche tan íntima.
Jimin respiró hondo, intentando reunir el valor para hablar. Pero las lágrimas seguían brotando, y con cada una, el peso de sus sentimientos se hacía más insoportable. Finalmente, decidió guardar su secreto un poco más, protegiendo la amistad que tanto valoraba, aunque su corazón se rompiera con cada segundo de silencio.
-Gracias, Jungkook -dijo con voz entrecortada-. Te agradezco por ser siempre tan comprensivo.
Jungkook se acercó a abrazarlo. Solo podía sostenerlo y esperar a que se tranquilizara. Su propio corazón se quebraba con la imagen de Jimin llorando, pero sabía que debía ser paciente. Pasó un buen rato en silencio, ambos absortos en sus pensamientos, escuchando la respiración y los sollozos del otro. El momento, a pesar de todo, se sentía perfecto, y ambos desearon poder quedarse así para siempre.
Fueron interrumpidos por el celular de Jungkook. Taeyuhg le marcaba insistentemente. Aunque rechazara la llamada, una nueva entraba.
-Deberías contestar, Kook. Puede ser algo muy importante -dijo Jimin, esbozando una pequeña sonrisa.
-No quiero dejarte solo, tú también eres importante -respondió Jungkook, volviendo a rechazar la llamada. Sin embargo, los mensajes seguían llegando.
-Estaré bien, no te preocupes -Jimin le dio un apretón en la mano.
Jungkook, no del todo convencido, aceptó. Abrazó a Jimin y le dio un beso en la frente antes de levantarse.
-No tardaré, te aviso cualquier cosa -asintió Jimin-. Te quiero mucho -suspiró Jungkook antes de irse.
Jimin lo observó alejarse, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza. Sabía que había perdido una oportunidad, pero también sabía que su amistad con Jungkook era lo más importante para él en ese momento.
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