⇻Prólogo⇺
El amor...
El amor es un sentimiento, una sensación tan única y maravillosa. Una calidez tan reconfortante que envuelve el corazón llenándolo de ilusión y fantasía.
Sin duda alguna es un sentimiento precioso e inigualable, algo que si es compartido es mucho mejor.
Cuando una persona se enamora, todo el mundo se vuelve una utopía, un verdadero sueño en la realidad.
A veces ese sentimiento desconocido es aterrador, y simplemente se puede hacer hasta lo imposible para que el amor desaparezca. Lamentablemente, nosotros no podemos tomar esa decisión.
Cuando te enamoras es inevitable sonreír cuando escuchas el nombre de esa persona. Es imposible no sentir los latidos del corazón cuando se está cerca. Es muy complicado no pensar en cada pequeño detalle de esa persona especial y es mucho más complicado intentar ocultar el hecho de saber cada pequeño detalle de esa persona especial.
Es tan fantástico sentir una corriente eléctrica con el más mínimo rose. Sentir una calidez en las mejillas cuando esa persona dice algo relacionado con nosotros, es...
Maravilloso.
Esa es la palabra perfecta cuando sabes que el sentimiento puede ser o es correspondido.
Es como caminar en las nubes, rodeados de una atmósfera llena de felicidad y dicha.
El amor puede parecer algo tan fácil y complicado al mismo tiempo. Es algo muy difícil de encontrar y tan fácil de perder.
Es un mal que no distingue entre lo bueno y lo malo, y a la vez es una bendición concedida para llenar el corazón de gozo, ilusión y esperanza.
Es un sentimiento que simplemente no escogemos sentir, tampoco tenemos la libertad de escoger a quien amar o a quien nos debe amar.
El destino es tan impredecible, tan sorprendente. Nunca se está seguro de lo que puede pasar.
Nunca estaremos seguros de que esa persona especial sea la que el destino haya mandado para nosotros.
¿O sí?
El amor ha sido sinónimo de magia por mucho tiempo.
Así se dio origen a muchas de nuestras creencias.
El hilo rojo del destino.
Saber que en algún lugar existe alguien que está hecho para ti, tu complemento, tu otra mitad, tu alma gemela.
Hace mucho tiempo una joven pareja de enamorados sembraron una pequeña semilla de cerezo en la cima de una pequeña colina.
Cuidaron de aquel árbol como si fuese un hijo, una pequeña muestra del inmenso amor que se tenían a pesar de los problemas.
Un amor puro.
Un amor destinado.
Aquel hilo rojo que unía a la pareja fue la semilla que le concedió tal poder a ese hermoso árbol de sakura.
Gracias al cuidado y amor, el árbol, creció grande y frondoso reflejando el inmenso cariño que la pareja se tenía.
Los años pasaron y el amor de ambos se vio amenazado, decidiendo huir para poder ser felices.
Aquella tarde de viernes ambos se juraron amor eterno bajo el árbol. Juntaron sus labios en un cálido beso antes de despedirse de su "hijo".
Ante aquella pequeña demostración, un pequeño pétalo de forma peculiar cayó entre los dos. La mujer lo sujetó en sus manos y apreció la bella forma, un corazón.
Ambos besaron ese pétalo tan especial y este comenzó a brillar cristalizándose. Aquel pétalo ahora era una hermosa gema en forma de corazón de un bello color rosa.
Aquel árbol ahora era un mediador. Una forma de saber que estabas al lado de la persona correcta.
Aquella preciosa gema era prueba de un amor infinito. Y, al igual que el hilo rojo, nunca se podría romper.
El amor le daría vitalidad, fuerza y la preciosa joya lo devolvería con el paso del tiempo.
El amor sería lo más importante para que la gema se mantenga.
Pero...
¿Qué pasa si el amor no está presente?
Bueno...
Yo lo sé.
Así como una flor se marchita si no cuidas de ella, la preciosa joya simplemente comenzará a quebrarse si el amor no está presente, destruyéndose lentamente desde dentro.
Así como los corazones enlazados por el hilo rojo.
Si aquellas almas gemelas se niegan a amarse.
Simplemente.
La espinela reflejará lo que pasa en el corazón.
No lo dañará físicamente...
O al menos no me ha pasado nada similar.
El dolor será solo emocional, una enorme tortura al negarse el derecho de amar y ser amado.
Mi querida Ryoba, no sé como estás ahora...
Pero espero que estar lejos de nuestra espinela no te esté causando demasiado daño.
Porque yo, aun estando cerca, sufro cada día más.
Ichirou Saikou
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