Ojos cerrados.

Ver allí a su querida hermana y en ese aspecto le partió el alma. Un alma libre había sido encadenada.

La dulce e inocente sonrisa y las mejillas rosadas, saludables y siempre levantadas,  se vieron suplantadas por manchas de carbón y huecos sucios en las mejillas, además de largos caminos oscuros que empezaban desde los ojos y terminaban en la barbilla. Eran la marca de las lágrimas. Marca de sufrimiento.

En los hombros desnudos se veían marcas y rasguños de filosas y descuidadas uñas, moretones azulados que contrastaban contra la piel durazno resaltaban y en las piernas raspones y manchas de sangre seca. El vestido de aquel trágico día estaba roto de varias partes, dejando al descubierto unas costillas marcadas y el inicio del busto. La habitación estaba en un estado putrefacto,  trozos de carne seca, pan y agua, estaban en un rincón alejado, sobre un plato para perros,  junto a una montaña de papel periódico,  que desprendía el claro aroma de las necesidades vitales del cuerpo humano. En otra parte,  un revoltijo de mantas raidas y descosidas hacían el papel de cama. El lugar sólo se iluminaba por la puerta abierta que les daba paso a la libertad.

No paraba de pensar en lo que aquellos hombres le habían hecho a la inocente  de su hermana. ¿Qué le habían robado?  Su inocencia,  su ternura,  su alegría y...Otra  clase de cosas que jamás podría recuperar aún con todo el dinero de los siete reinos.

—¿Pero qué te han hecho?— Sollozó, apretando el delgado y desnutrido cuerpo contra el suyo.  La pelirroja no correspondió, temblaba, sus manos tiritaban, no quería que nadie la tocará,  se sentía sucia, asquerosa. Ella misma se detestaba,  se sentía la peor escoria en el reino, en el continente ¡En el mundo! 

— Nada, hermanita,  estoy bien— Susurró,  mientras nuevas lágrimas volvían los obres verdosos cristalinos. — Ya no llores, estoy bien.

— ¡Mientes! —Gritó la rubia, apretando con más fuerza los hombros de su triste compañera de sangre. — Dime, Annabelle,  dilo y no te sentirás tan mal ¡Tenemos que hacer justicia!

— No, Elsa, no puedo decirlo, no me ayudará.  El dolor y los recuerdos persistirán. Tú ya sabes que pasó. — La pelirroja no se atrevía a mirarla. Su hermana, no debía saber nada de lo que había sufrido. Se horrorizaría y perdería el control,  haciendo que ella también lo perdiera y juntas cayeran a la locura y decepción.  La vida no era justa.

Primero sus padres. Después el incidente de invierno. Al final, esto.

Se encontraba tan cansada, sus párpados le pesaban tanto que le costaba tenerlos abiertos, eran dos yunques cuya cuerda se rompía un poco con cada parpadeo. Todo lo veía borroso, confuso y oscuro,  sus latidos eran nulos. Había aguantado mucho, embestida tras embestida,  golpe tras golpe y humillación tras orgullo perdido; con la esperanza de alguna vez ver como último deseo los ojos de su amado Kristoff o la sonrisa tranquila y serena de su hermana.  Escuchar su voz y estar en sus brazos, acunada como un bebé, oírla cantar y contarle cuentos,  se conformaba con su olor y su presencia,  verla hacer pequeños copos de nieve como cuando eran niñas y jugar con Olaf una vez más.  Ahora solo quería sobrevivir aquella noche.

— Estarás bien, Anna, yo te cuido. — La rubia la tomó en brazos y la sacó de aquel pútrido lugar, acariciando la melena rubia fresa y soltando pequeñas lágrimas. Anna se veía realmente  indefensa, frágil como un capullo y agotada como la batería de un juguete que ha sido usado todo el tiempo.

— Elsa... — Miró con atención los brillantes zafiros de su hermana, idéntica a su madre. No pudo evitar sonreír, veía a sus padres tan cerca de ella...le extendían los brazos a la espera,  diciendo que podía dejarse ir, que ellos la cuidarán. Una parte de ella quería hacerles caso y correr por aquel inmenso túnel blanco de luces celestiales y encontrar refugio en el regazo de su padre y calor en su madre.  Una parte de ella casi podía sentir las texturas de las ropas de sus padres y la otra parte quería seguir en la tierra, molestar a Elsa con su presencia unos años más y celebrar su cumpleaños, la navidad, el deshielo,  amarla, abrazarla y recuperar aquellos años perdidos. Quería seguir viviendo.  Tenía que. — Te amo, hermana.

— También te amo, mi pequeña centella — Tocó la punta de su nariz,  con cariño,  mientras la subía al carruaje  con delicadeza apuraba al cochero. — Por favor no me dejes,  no voy a tolerar vivir sin ti,  no podré dormir pensando que fue mi culpa una tercera vez que tu vida corriera peligro. Anna, Annie mi centella, no te apagues. Sin ti, yo tampoco viviré y el linaje Arendelle morirá. Anna... Fue mi culpa que te secuestraran, fue mi culpa,  mi maldita culpa. — Un relámpago plateado llamó la atención de la pelirroja, provenía de la mano de su hermana ¿Acaso era...?

— Elsa, ¿Eso es un anillo de bodas? — La rubia carraspeo, los puños de Anna se apretaron. No había servido de nada si sacrificio si Elsa al final había cedido.

— Lo hice por ti, Anna — Se defendió.

—¡No, lo prometiste,  dijiste que nunca lo harías que jamás le hablarías! —Anna chilló, mientras golpeaba suavemente el asiento de terciopelo con frustración, era inconcebible,  humillante,  rompe corazón.

— Por favor,  Anna, no me hagas esto más difícil. Es mi culpa,  me odio,  yo debí morir.

— Shh, Elsie, no digas eso... Sólo ven, canta un poco para mi. — Con los ojos rojos, se acercó a ella, colocando su cabeza en sus rodillas. Dejaría pasar el asunto por esa vez.

Mi querida princesa siempre estaré aquí, tu hermana yo soy, hermanas de corazón. — Comenzó a tararear, mientras sus manos se entrelazaban. Siempre había amado esa canción — Vine al mundo para darte total protección,
Mi vida por ti daré,
La tirana seré yo. — Anna sonrió débilmente, era algo,  pero esa canción la tranquilizaba, a pesar de la trágica historia detrás de ella —  Tu y yo nacimos juntas bajo el cielo azul.
Las campanas se alegraron al vernos nacer,
Y nuestra familia fue la que nos separó,
El futuro de las dos mis poderes dividió. — No eran gemelas, pero les gustaba pensar eso y si a ellas creían que lo eran, es porque simplemente lo eran. Más lágrimas resbalaban.

Cuantas cosas nuestro destino nos dará,
Toda nuestra vida siempre lamentaré,
Hasta el fin del mundo mi alma te cuidará,
Y el verte feliz siempre desearé. —  El carruaje avanzaba con fuerza. El lugar donde ella estaba raptada estaba lejos a miles de kilómetros del castillo y necesitaban ayuda urgente de un médico.  La melancólica melodía le llegaba al corazón. — Mi querida princesa,
Siempre estaré aquí,
Tu protectora yo soy,
Hermanas de corazón. — Elsa aguantó un gemido de desesperación y continuó la canción — Vine al mundo para darte total protección,
Mi vida por ti daré,
La enemiga seré yo.
Siempre estaré aquí — Apretó fuerte su mano,  temiendo que si su hermana cerraba los ojos no los volviera a abrir. Estaba tan débil que pensó se rompería apenas tocarla — La merienda de hoy es un flan con mucho amor,
Tu sonrisa real volvió,
Mi vida por fin brilló.

Algún día este país justicia tomará,
Y el enfado de la gente no se evitará,
Si ya no hay remedio a lo que el destino traerá,
No te debes preoupar,
La culpa mía será. — Susurró Anna con voz lúgubre. Si el reino se enteraba de lo que pasó en el bosque,  buscaría venganza contra aquellos hombres y no les ayudaría para nada una guerra en el estado tan crítico de la economía.  Ser noble tenía ventajas, pero que aquella sangre corriera por tus venas era el peor castigo en ciertas situaciones.  El reino tenía una época difícil,  no debían empeorarlo: "El pueblo antes que uno mismo"

Apresurate mi ropa te quedará,
Tienes que escapar y ya no mirar atrás,
Todo estará bien,
Tu y yo somos similar — Elsa le dio un beso en la frente, viendo a la pequeña Anna de 6 cortos años, con aquellas coletas y vestidos verdes.

Nada me pasará,
Ya no debes de llorar. — Suspiró Anna, acariciando con la poca fuerza que le quedaba el rostro suave de su hermana rubia— Mi querida princesa tomaré tu lugar,
El destino decidió,
No debemos continuar,
Tu sangre en mi estará,
Y el enemigo morirá. — Anna tembló al pronunciar el estribillo, sus ojos amenazaron con cerrarse. Elsa lloró,  mientras, con asombro descubría  la gravedad  de una profunda herida en las costillas de su hermana. No podía dejar que esa parte se cumpliera.Anna no tenía porque dejarla. Ella debió haber muerto,  no su hermana...No, su hermana no moriría.

Hace mucho mucho tiempo en algún lugar,
Existió un reino de una mala humanidad
En esa tierra solo podia gobernar,
La querida y hermosa alma de mi hermana.
Aunque el mundo vaya en contra de las dos,
Contigo a mi lado siempre caminaré,
Nunca olvides que siempre yo te cuidaré,
Y verte sonreír siempre desearé.

Todo era culpa de ese maldito de su esposo.

Le daban ganas de llegar y arrancarle la cara, los brazos,  el cabello ¡Todo! No entendía como aquel muchacho había logrado su objetivo. ¿Por qué la quería a ella necesariamente?  Era guapo, atractivo,  demasiado,  con ese rostro podía conseguir a cualquiera,  pero se aferró a ella, a su sonrisa,  a sus ojos, a sus labios,  al Reino que poseía.

Mi querida princesa,
Siempre estaré aquí,
Tu protectora fiel yo soy,
Hermanas de corazón.
Vine al mundo para darte total protección,
Mi vida por ti daré,
La enemiga seré yo.

El cochero frenó con brusquedad,  mientras frente a las hermanas la sombra de una esperanza se alzaba frente a ellas con todo y banderas. El majestuoso castillo de Arendelle las incitaba a entrar,  a proseguir con creces una vida más larga.

—¡Rápido, rápido, rápido! — Gritaba Elsa con toda la mayor autoridad posible, mientras los sirvientes transportaban a la princesa en una camilla.

— Elsa, nunca estarás sola — Susurró la pelirroja por ultima vez al desaparecer tras las puertas que la llevaban al doctor. Había cerrado los ojos. Ahora su hermana solo imaginaba lo peor. Deseaba una esperanza y el doctor era la única que le quedaba.

— Yo te cuido, Anna,  yo te cuido.

Si pudiera lograr yo volver a nacer,
Pediría jugar contigo otra vez.

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Pagaría un dólar por ver su expresión.

Si, dije que esto sería un one-shoot, pero el aburrimiento y las ideas me impidieron abandonar la escritura.

No se preocupen si no entienden este capítulo,  que la idea principal es causar intriga e ir aclarando las ideas a lo largo de la historia.

La canción usada la pueden encontrar en multimedia, con la letra original (ya que la que yo he usado es adaptada por mi xD) Es de vocaloid y tiene un ritmo precioso.  También está la imagen correspondiente al capítulo (también editada por mi)

¡Pregunta! ¿Creen qué Anna muera? Digo, en otro fic no tendría problema en dejarla viva,  pero éste particularmente es diferente así que cualquier cosa trágica puede pasar.

Estrellitas y comentarios son bienvenidos ♡

¡Un abrazo!

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