El espejo.

No podía creer dónde se encontraba, ni en la situación que se presentaba ¡Ni mucho menos que aquel molesto anillo le perteneciera! Desde el día en que llegó a su vida no hizo más que arruinar las cosas.

Lágrima tras lágrima, era una liberación. Estaba desesperada, frustrada, herida y humillada. Las lágrimas se congelaban a media caída, explotando en el suelo en un montón de copos y sentimientos.

Las amplias colinas se extendían frente a ella como listones que resplandecían bajo un rayo de esperanza que no lograba ver.

Se sentía estúpida, cobarde,  una verdadera escoria. No debía haber ido ahí,  no con el propósito tan egoísta que llevaba en mente. Sí, toda su vida era una miserable mentira,  desde que caminaba en pañales por los pasillos. Pero, no tenía el valor para terminarla.

Sus ojos le ardían, se tiñeron de rojo, sus brazos le dolían, el frío la invadía. Su corazón se apagó, sin motivo para continuar, se sintió incapaz de amar. Después de todo, su única atadura era su hermana, ahora no se sabría si ella también podía continuar. Sus ojos se volvieron cristalinos, furiosa, recordando cuando el doctor le aviso del coma en el que Anna se encontraba perdida.

"Ella no va a morir, pero tampoco va a despertar"

¿Qué haría ella ahora sin su hermanita?

Con pasos vacilantes y la mirada vacía, se acercó al acantilado, dudosa de alzar el vuelo desde aquel lugar. No, todo no fue en vano, años y años ¿Por un sueño imposible?

Volvió sobre sus pasos y vio el sauce del prado, estaba cubierto de flores violetas que apenas abrían sus tallos. En ellas vio el inicio de la vida,  en invierno vería la muerte. Pero ellas no morían por placer, ellas alegraban a la gente con su color y aroma, con su presencia. Sus manos se apretaron alrededor de la cuerda gruesa que llevaba para el plan y usarla en lugar de collar, para ya no sufrir más. No podía imaginarse a ella, colgada de aquella cuerda en un sauce que marcaba el inicio de todo. Decidida, arrastrando consigo el poco pensamiento cuerdo que aún guardaba, volvió a acercarse al acantilado.

Y por el una cuerda que jamás se usó, cayó al vacío.

                         ...

La habitación estaba envuelta en hielo y penumbras, sus rodillas estaban tiesas y sus brazos aferrados a ellas, mientras unos sollozos ahogados provenían desde su corazón. El espejo roto estaba a su alrededor,  formando un círculo alrededor de ella, protegiéndola de los demonios que la atormentaban. El brillo del cristal estaba teñido de rojo y sus brazos ahora tenían cicatrices. Ahora la porcelana estaba rota.

"Solo los ángeles tienen esas marcas, porque quieren regresar al cielo"

Pero era demasiado cobarde como para dar el golpe de gracia. Sus dedos estaban entumecidos, sujetando un pedazo de vidrio sobre sus piernas.  También se tiñeron en armonía a la sangre.

Chilló, pataleó y rompió en mil pedazos todo lo que estuviera a su alcance.

Nadie le ayudaría porque nadie esperaba eso de ella.

¿Do you want to build a snowman?.— Susurró, meciéndose hacia adelante y hacia atrás. No pensaba, su mente se encontraba lejos y en un lugar menos difícil. Antes es no había perdido la cordura, pero ahora ni siquiera podía pensar que eso existía. Daba miedo, sus pupilas dilatadas y los ojos fuera de sus órbitas, hinchados y rojizos, secos, de tantas lágrimas derramadas. Los fragmentos rotos le reflejaban su ruina, burlones y brillantes, empapados en su propio líquido escarlata. La belleza se transformó en su enemigo. —Oh, Anna, no me dejes...Come on, let's go and play. —Sus labios formaron una sonrisa débil — I never see you anymore, come out the door.

Anna jugaba en el jardín, con dos pequeñas coletas rojizas y un abriguito verde primavera, asustando a los patos que tomaban agua y oliendo las flores, emocionada.

"It's like you've gone away.."

Su madre había luchado durante 10 horas para que su hermana naciera, para darle una hermana. Elsa y su padre estaban angustiados y en espera,  afuera de la habitación escuchando los gritos y el llanto de la vida. Recordaba aquella imagen,  era una bebé sonrosada y regordeta de enormes ojos y amplia sonrisa sin dientes, tenía pelusa naranja en donde debía ir el cabello y no tenía las manos frías ni la piel albina. Cuando Anna nació y vio por primera vez a su hermana, cosas extrañas pasaron, las velas se prendieron y apagaron y los perros del reino ladraron, los árboles dieron frutos antes de tiempo y flores de todos colores se abrieron. Era un vínculo.

"We used to be best buddies, and now we're not, I wish you would tell me why?!"

Se veía a ella en su primera navidad apartada de la familia, escondida debajo de la cama viendo repiquetear el fuego de la chimenea y escuchando los villancicos que la gente cantaba por las calles. Estaba sola, con un árbol vacío y un corazón helado. Entonces, Anna llegó y le dejó un regalo en la puerta, al igual que dibujos y postres. Desde entonces cada navidad fue lo mismo.

"Do you want to build snowman? I doesn't have to be snowman"

El barco se había hundido, sus padres no fueron encontrados y no podía consolar a Anna, que lloraba cada día en su puerta.

"Please, I know you're in there"

Le dieron tantas ganas de abrazarla, estaba tan bella y feliz. Brincaba por todos lados, saludando a las personas y cantando en voz tan alta como para llenar un teatro. Llevaba aquel mismo vestido verde de su madre y un peinado alto en un moño. Estaba tan cambiada, ya no asustaba más a los patos. Recordaba haber dicho "Hola" con timidez, mientras su hermana,  incrédula, respondía: "¿Es...es a mi? ¡Hola!"

"People asking where you been"

La vio tirada, en el suelo del palacio, agarrándose el pecho mientras un extraño muchacho rubio la ayudaba a levantarse. Le congeló el corazón. Volteó a verla, buscando ver el miedo en sus ojos, pero en lugar de eso sólo vio decepción "¿Por qué, Elsa?" Preguntaban aquellos grandes ojos verdosos.

" They say 'have courage' and I trying too"

Estaba sola de nuevo, luchando contra las sombras que se alzaban encima suyo. El hielo se tornó rojo como la sangre que estaba ahora en el suelo y las puertas del palacio helado se hicieron añicos. La habían encontrado, la matarían.

"I'm right out here you"

Verla allí, sin expresión ni luz la terminó de destruir por completo. Se aferró a su cuerpo helado y lloró. El sentimiento de venganza estaba dentro suyo, aquel maldito, debía morir. Se separó un poco de la estatua que era su hermana y vio fijamente el cuerpo del pelirrojo, a unos cuantos metros de ellas. Podía matarlo, debía hacerlo.

"Just let me in"

Levantó la mano, preparada para atravesar al príncipe con el hielo. Respiró y, cuando el primer copo salió de sus manos, el milagro de la vida la asombro una vez más.  Su hermana, estaba regresando.

"We only have each other"

La abrazó y la llenó de besos, le acarició el cabello y le pidió perdón. Le dijo lo mucho que la amaba y ella, tan dulce como era, sólo respondió con un largo abrazo y las dos palabras que ella siempre había deseado escuchar: Te amo, Elsa.

"It's just you and me"

Anna estaba feliz. Eso le hubiera bastado para toda una vida. La llevaría al altar, ¡Vería a su hermana casarse!  ¿Con quién? Con el extraño muchacho que la acompañó cuando ella misma no lo hizo. Kristoff, el hombre que merecía casarse con su hermana. "Cuida de ella" Le había dicho, cuando le dio los anillos y terminó hecha un mar de lágrimas, "Lo haré" había respondido el rubio. Y hasta la fecha, lo seguía haciendo.

"¿What are we gonna do?"

Primero el secuestro, después el dolor. Y ahora,  su pequeña hermana estaba dormida, tranquila y ajena a la tristeza que la rodeaba. Anna no despertaría en un buen tiempo y, si lo hacía, probablemente desearía no haberlo hecho.

¿Do you want to build a snowman? — Murmuró Elsa por segunda vez, terminando el paseo por el largo túnel de recuerdos.

Su rostro estaba ardiendo y tenía un sabor salado por las lágrimas, era una sensación extraña. Nunca había sentido el calor.

Se levantó tambaleante, arrastrando el cuerpo cortado por la alfombra, decidida a alcanzar aquel retrato sobre el tocador.

Un nudo se apretó a la garganta y amenazó con cortar el suministro de aire. Ella había visto mil veces esa pintura, pero no así.

Su familia posaba en ropas blancas, sobre un fondo blanco, en honor a  ella y sus poderes. El cabello oscuro de la reina resaltaba sobre todo el claro panorama, mientras los ojos increíblemente verdes de su padre acaparaban el centro. Su hermana, una Anna de diez años, era la única que llevaba una prenda diferente a los demás: Un collar azul, en forma de copo de nieve.

El nudo se hizo más grande.

Todos ellos la habían abandonado. Primero su madre,  la Reina, alejándose de ella por temor a sus poderes, rechazando su amor, dejándola sola.

Después su padre, el Rey, muriendo en aquel barco,  cuando la promesa de volver en dos semanas se rompió.

Y por último Anna, por culpa del maldito de Hans Westergard, su maldito e idiota esposo.

Dejó el marco a un lado y, con una fuerza que jamás pensó tener,  golpeó sus piernas, sus huesos,  su pecho, su rostro.  Crunch crunch. El dolor ya no era nada para ella.

Si la gente pensaba que era Hans quien la golpeaba podría hecharlo de aquí, podría condenarlo por maltrato. Podría ser libre.

Libre, lo que siempre deseo.

Sin ganas, desesperada y frustrada, agarró un pedazo del antiguo espejo, ahora roto,  y se vio en el. Para su molestia,  no quedaban marcas visibles.

"Maldición"  fue todo lo que pensó.

Con un movimiento de mano y debilidad, intentó volver a realizar la maniobra,  pero ya no tenía fuerza, estaba agotada. Deseaba estar muerta. Merecía estarlo.

Sin ganas, fue al cuarto de baño y abrió el grifo, pensando en ahogar sus penas o quemando su piel con agua hirviendo. Lo intentó y parecía funcionar,  el asfixiante dolor y calor llenaba cada parte de su cuerpo, limpiando cada rastro de sangre seca y oscureciendo la blanca tez.

Entonces, cuando empezaron las quemaduras, de su cuerpo una brillante luz plateada le quitó todo el calor. Su cuerpo había reaccionado, la estaba protegiendo del dolor, la salvó de las quemaduras. Estaba envuelta en hielo y el calor no pudo derretirlo.

"Maldición" Pensó de nuevo.

Se quedó ahí, acostada, mirando al techo, resignada a continuar con la desafortunada existencia que tenía el karma planeado para ella.

El techo estaba decorado con ángeles volando sobre centelleantes nubes de algodón. Parecían felices, a salvo.

Ella quería ir con ellos.

Y, de nuevo, comenzó a llorar.

                        ...

—¡Reina Elsa, por favor abra la puerta! — Gritaban los empleados de la servidumbre, asustados. —¡Reina, responda!

Gerda estaba golpeando de manera tan desesperada,  con lagrimas en la cara. No podía permitir que sus dos niñas se fueran,  no.

— Gerda tranquila, tal vez no nos escucha. —Dijo Loren, una mucama que entendía su preocupación. Pero no creía capaz a la reina Elsa de hacer lo que Gerda pensaba.

— Llevamos una hora aquí afuera, Loren ¡Una hora! — .La señora, angustiada, dejó caer el cuerpo hasta encontrarse en el suelo. — Sé que mis niñas ya no son felices como antes, sé que la reina Elsa odia al príncipe Hans, sé que sin su hermanita ya no quiere saber nada...Prometí cuidarlas, Loren, lo prometí al Rey, son como mis hijas...

—Gerda, calma, tranquila...

Y es que tanto ajetreo no era fácil de ignorar,  por que en poco tiempo el príncipe sureño les fue a visitar.

—¿Qué está pasando aquí?—. Preguntó, preocupado.  Gerda, dolida,  estaba a punto de decirle todas sus verdades,  pero se contuvo, al fin y al cabo el era el nuevo Rey.

— La reina Elsa no quiere abrir. —Respondió un muchacho joven de aspecto intranquilo. Las pupilas se dilataron, sus ojos verdes se cristalizaron y, sus puños, dieron contra la puerta.

—¡Majestad!  ¿Qué hace?

—¡Intento abrir la puerta!—. Respondió, golpeando con todas sus fuerzas. — No puedo permitir que mi esposa este encerrada...

Con esas simples palabras, con el simple comentario, todos voltearon a verlo con desdén. Claro, ahora era su amada, adorada y preciada esposa. "¿Qué no pudo pensar en eso cuándo estuvo a punto de atravesarla?" Pensaron todos.

—¡Elsa, mi amor! —Dijo en un grito desgarrador que sorprendió a todos. —¡Elsa,  mi vida! —. Comenzó a sollozar. —¡Abre, mi cielo, abre la puerta!

Pero era inútil.

— Traigan al mejor cerrajero del reino. — Ordenó con brusquedad. — Y que no demore más de diez minutos ¡Rápido!

                        ...

— La puerta está atascada, majestad. — Explicó el cerrajero. —No había visto que lo trabaran tan bien en tantos años.

—¡No importa!  ¡Rompa la cerradura,  destruyela, da igual! —. El pelirrojo tenía los ojos hinchados y el rostro ruborizado. — Sólo quiero ver a mi esposa.

— Si, majestad.

Fueron cuarenta minutos aproximadamente, los que se volvieron una tortura para todos. Abrieron la puerta blanca con adornos azules, y buscaron por toda la enorme habitación, y buscaron, y no encontraron nada. Ni en el baño, ni en el vestidor, nada...Sólo fragmentos rotos de lo que alguna vez fue un espejo.

—¡ELSA!

Nadie respondía. Hansel Westergaard comenzaba a perder esperanzas y, con cada grito no correspondido, su corazón era partido en miles de pedacitos por esos mism fragmentos rotos del suelo.

—Majestad, encontramos algo.

Todos se habían juntado frente a una ventana, cuya cornisa estaba envuelta en hielo y, a partir de ella, una escalera descendía al suelo. 

— ¿Qué quiere hacer majestad?

— Busquenla, por todo el reino, su hermana está aquí, así que no se pudo haber marchado...Encuentren a mi esposa.

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Que fuerte,  en serio.

¡Hola Wattpaders!

Lamento abandonarlos tanto u.u pero de verdad que el colegio está muy exigente y, al tener tantas historias (me gusta la mala vida xD) no puedo actualizar todas tan seguido porque mientras escribo un pedazo aquí tengo otro allá y mi cabeza se desespera.  Así os pido paciencia :) por favor.

¿Qué les pareció el capitulo?  ¿Lo esperaban?  ¿Me adoran ya que Anna (aún) no muere?  *Risa malévola*

No, la verdad espero les haya gustado y entiendan un poquito la situación de nuestra Elsa.

La canción es Demons-Imagine Dragons (Mi banda favorita *0*)

Estrellitas ☆ y comentarios son bienvenidos.
Gracias por leerme y un enorme saludo.

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