PRÓLOGO
Es un Viernes, esta de pie, a la espera de todos aquellos niños del jardín, con una cálida expresión, recibe a cada padre, madre o pareja que llega al azar; sus ojos de inmediato escanean entre todas las cabezas y su visión distingue a la de la pequeña del día anterior: Park Tzuyu. Una niña que por sus propias observaciones, podía definir como amable, silenciosa pero muy inteligente cuando intervenía en sus clases.
Para Sana, ella era una cachorra excepcional, incluso en su primer día obtuvo una estrella dorada por su buen comportamiento y respuesta ingeniosa, la omega era de esas maestras que consideraba absurdo el tener un favorito, no prefería a ninguno de sus alumnos, pero mentiría si no dijera que la chica Park la dejado sorprendida en su primer día.
Ganas no le faltaban de saludarle nuevamente esa mañana helada, el invierno rozaba el suelo y los árboles frondosos del pueblo.
Sana también deseaba coincidir con la madre de Tzuyu, debido a una confusión con la alfa de cabello oscuro y uniformada que traía a la cachorra ese Lunes, no tuvo la oportunidad de encontrarsela personalmente, Tzuyu aclaró que su madre era realmente una mujer ocupada y no pudo traerla por el resto de la semana, lo que despierta curiosidad en Sana.
Esperaba en verdad, conocer a la afortunada pareja o persona que cuidara de esa niña, quería entender quién era la responsable de una cachorra tan inteligente y buena como Tzuyu.
Sus pensamientos se esfuman cuando siente los pasos acelerados de la niña corriendo hacia ella, Sana recibe abrazos diariamente de cada estudiante de formas distintas que le dan ánimos de seguir esa hermosa profesión; pero el de Tzuyu realmente calienta su corazón, lo llena de vida al tener a la pequeña aferrandose a ella seguido de una mirada formada por la inocencia y admiración; provoca en la omega de ojos magenta una agradable sensación, corresponde el abrazo que solamente la hace confirmar que anhela mantenerse siendo una una buena maestra para todos esos chiquillos brillantes del futuro.
Baja la mirada hasta la joven y siente termura por el adorable abrigo que ha decido lucir la jovencita esa mañana.
—Hola Tzuyu-yah, llegaste a tiempo corazón —a todos sus alumnos solía apodarlos de formas melosas. Era algo así como su forma de volver a cada uno, un ser especial e importante—. ¿Emocionada por tu segundo día?
—¡Sí Señorita Sana! —a pesar de ser callada la mayoría del tiempo, en ocasiones, Tzuyu la asombraba con sus respuestas. Y es que la niña allí mismo, por la emoción, podría armar un escándalo. Sana le muestra una sonrisa de oreja a oreja que contagia a la cachorra—. ¡Maestra, Maestra, hoy si vino mi mami! Usted dijo ayer que le gustaría conocerla.
Sana abre su boca en sorpresa. La toma de imprevisto que un pensamiento suyo se haya materializado tan de repento. Eso de, atraes lo que piensas, parece ser cierto. Sus deseos se hicieron realidad. Después de todo, la madre de Tzuyu si vino ese díam
Asiente hacia la emoción de la pequeña, y dice:
—Por supuesto nena, ¿Dónde está ella? Me gustaría felicitarla por lo buena que has sido en tus clases —. Comenta picando la mejilla de Tzuyu, respondiendo con una breve risilla.
—¡Pero maestra, si apenas llevo un día! —aclara Tzuyu.
—Y vas por buen camino, cachorra —halaga Sana, motivando a la niña a no dudar de sus habilidades—. Y bueno, ¿Dónde esta tu madre?
—Allí —señala, y de repente el aroma a pino invade sus fosas nasales. Su cuerpo pesa como si una masa de plomo cayera sobre su cabeza , hombros y toda ella, queda helada y hasta flotando entre nubes.
De la nada su mente se vuelve una hoja en blanco, su visión se vuelve negra, parece que ve estrellas, constelaciones, galaxias enteras y el infinito mismo. El intenso aroma a pino la transporta a un trance donde solo ve a un bosque, un tramo largo lleno de acantilados y belleza por doquier. Es una sensación irreal, piensa, su corazón comienza a bombear y con cada latido siente un calor abrasador apoderandose de su pecho. Internamente se debate todo aquello tan repentino, ¿Debería asustarse? No sabe si lo que está pasando es una ilusión o una mala señal, porque para ella para nada es así, todo lo contrario… El olor es cada vez más fuerte y prácticamente la marea, hasta atraparla en sus redes, la someten a un espiral de sentimientos indescifrables.
¿Qué está sucediendole?
Parpadea un par de veces intentando recomponerse, no logra conectar con la realidad, aún siente su corazón acelerado. Cuando encuentra un poco de calma, no dura mucho, la ve. Está allí, y sabe por el aroma que la arropa, como su pulso parece detenerse por un instante, y su respiración se vuelve pesada, lo sabe. Ha encontrado a su alma predestinada.
Lleva una vestimenta inusual, viste como una policía, uniformada con su chaqueta bien arreglada, un cabello azabache recogido, una apariencia prudente y formal. Es indescriptible que a pesar de mostrar en su rostro entero una expresión seria y reservada, es completamente atrayente. Su aroma… No sabe como es que lo reconoce tan bien, pero siente que podría morir olfateando su cuello.
A primera impresiones para la omega, es una mujer soñada.
Por deducción, y por mera cosa del destino y la madre Luna, ya, sin palabras de por medio, sabe bien que es una alfa.
No sabía que sería hoy, nadie conoce a ciencia cierta cuando se reencontrará con su promesa de amor pasada. Su loba se lo confirma, aniquila todo rastro de dudas cuando aúlla eufórica en las paredes de su alma, intentando captar y llamar la atención de la mujer a pocos metros de ella.
Es preciosa, se dice así misma, no quiere dar un paso en falso, aunque sabe que es inútil, pues su torpeza actúa más rápido que ella misma, el razonamiento no existe para un lobo; no sabe como controlar la inquietud e impaciencia de la suya, como contener esas ganas insólitas de gritar a los cuatros vientos que hallo su otra mitad, que la tiene frente a sus ojos, y que siquiera parece ser consciente de que la marca con su aroma.
Se siente abrumada, aturdida, embelesada, y de más; pero sobre todo, quiere perder el control y abalanzarse contra la guapísima alfa, agradece que se mantenga a una distancia segura, y lejos de sus garras. Es como tener lo que más anhelas, requieres y necesitas, dentro de una vitrina, y tener prohíbido tocarlo.
La alfa se dirige hasta donde está ella y su hija.
Cierto. La realidad le da una paliza de todo menos generosa, y su fantasía rosa donde al fin reconoce a su predestinada se desploma al nivel de sus pies. Su ilusión de conocer a profundidad a la mujer más preciosa que ha podido ver en persona se destruye. ¿Por qué? Pues ella tiene una hija, Sana es su maestra, y dos más dos son cuatro… Ella seguramente estaba casada.
¡Oh mierda! La madre Luna fue tan egoísta y mezquina con ella y su vida, aparte de hacerle conocer a su predestinada casi treinta años después, ¡Se la ponía imposible, porque ella era casada!
Se estaba empezando a sentir nauseabunda al procesar esa información.
Dicha mujer que causó estragos en Sana en cuestión de segundos, se acerca al lugar, y decide saludar a la maestra de su cachorra:
—Buenos días Maestra… —un melodioso, grave y poderoso tono de voz, se siente intimidada y el escalofrío en su espina dorsal solo refuta ese hecho.
Quiere maldecir a todos los Dioses y planetas del sistema solar, a cada estrella de la galaxia. ¿De todas las alfas, betas y omegas? Le venía a joder el corazón un amor imposible como una marcada. ¡Tenía que ser juego! Eso le haría trizas de por vida.
Sana siente como el aire le empieza a hacer falta… Tiene que ser fuerte.
Aunque su loba grite, aúlle, gruña y corra por todos lados esperando que la otra la reconozca, y sean felices por siempre, no es un cuento de hadas para dormir como esos que suele leer por mera diversión, por primera vez en décadas, debe ignorar su petición, debe alejar las fantasías de su mente, ahora tiene que esclavizarse al uso de razón.
Una total desdicha.
Sana era una persona apegada a su loba, su loba y ella eran una, sus decisiones siempre trataban de ir de la mano para el bien de ella y su parte animal. Pero el instinto de ese jodido can era indecente en ese momento, mientras ella quería enterrarse en otra parte del mundo por pensar que esa mujer de rasgos angelicales podría ser su cita del viernes por la noche… su loba detestaba la timidez, ya ella quería marcas, olfatearla, hasta cachorros quería. ¡Para nada permitiría eso!
Por más que le encantará la idea de tener una alfa después de tanto tiempo, recuerda donde esta parada. Y tras el silencio incómodo, gruñe frustrada. No, no puede permitir que su loba hable por ella.
La nueva presencia nota que la omega soltó aquel sonido. Extrañada decide preguntar:— Disculpe, ¿La estoy molestando?
—¿Ah? —Sana está apenas volviendo a pisar tierra firme. Con un dolor persistente en su cabeza.
—Qué si la estoy molestando… ya sabe —ríe suavemente, la confusión de la omega es ciertamente adorable para ella—. Porque me gruñó...
Desconcertada, Sana se vuelve un incendio vivo, se calienta de la vergüenza y pena que siente por sus actos. Maldita loba incoherente. Pero es que por favor, debería ser ilegal tener tanta mala suerte, e ilícito que la voz de la madre de Tzuyu fuese tan seductora, con ese delicioso timbre de voz que conducía a perder la poca cordura que le quedaba.
Malditos uniformes. Piensa la omega. Ya se le haría costumbre maldecir con esa alfa merodeando en su espacio de trabajo.
Es castigada una vez más, pues ella vuelve a dirigirle la palabra:
—Estaba pensando en saludarle pero entiendo que puede ser un mal día —Sugiere la alfa. Uy no, ya la estaba tomando por loca, que espanto de primera impresión.
—No... Discúlpeme, que pena. Mi nombre es Sana —ofrece su mano al presentarse—. Yo soy la maestra de este jardín —la alfa sonríe a medias.
—No es la gran cosa. Tzuyu me contó mucho de usted ayer, estaba tan emocionada con su nueva maestra. Mencionó que usted era... —carraspea antes de decirlo— Muy bonita y dulce, creo que no está tan equivocada —cuenta la alfa, Tzuyu afirma con su cabeza las palabras de su madre—. Soy Park Jihyo —al fin conoce el nombre de la alfa que desde ya se está prohibiendo así misma.
—¿En serio ella dijo todo eso?
—Yo creo que se quedó corta, en realidad —Sana frunce el ceño confundida—. La veo aquí y usted me parece un encanto —Confiesa Jihyo con serenidad.
En ese momento, Sana comprende que a partir de ese instante se había vuelto vulnerable ante Park Jihyo. No solo por la influencia de su loba, el instinto y la Luna, sino también porque se ruborizó ante el comentario de la alfa.
—Erm. Gracias Señora Park —Intenta bajar el ardor de sus mejillas fallando por completo.
—Por favor, llámame Oficial Park, a sus órdenes. Soy policía y he estado muy ocupada últimamente. Ayer fue mi compañera quien trajo a mi princesa a clases, ¿Verdad, Tzuyu-ah?—La niña asiente. Sana descartó a la mujer del día anterior como la madre de Tzuyu y posible pareja de la oficial. Aunque no sea su esposa, eso no significa que esté disponible, era mejor desilusionarse.
Además de qué… Diablos era tan difícil, es decir ¿«Princesa»? la forma en que se refiere a su hija, solo demuestra el cariño y la dedicación que tiene hacia ella, una buena madre. Diablos, eso solo suma puntos a la imagen de la atractiva alfa, y la convierte en uno de los mejores partidos de todo el pueblo.
Luego sucede una acción inesperada, Jihyo quita sus gafas oscuras, revelando un secreto que ayudaría mucho a Sana.
Sana traga con dificultad al notar la intensa mirada de la alfa, o la Oficial Park, sus ojos grandes y expresivos transmiten una fuerza imponente que podría resultar intimidante, pero, hay un detalle que la llena intriga. Existe algo en la mirada de Jihyo que impacta a Sana, algo que va más allá de lo que sus ojos revelan a simple vista.
Su iris, el tono y color que tienen ellos, no es el habitual para un lobo. Allí se percata de algo... Puede ver en sus ojos las tinieblas, la neutralidad y un color distinto que jamás pensó estar viva para ver… Gris. Tenía ojos impresionantes, adictivos y preciosos, pero eran grises como un lugar abandonado, solo y muy triste. Gris como un día nublado, tormentoso y difícil. Gris, neutral pero complicado de entender.
Sana no solo conoció por primera vez a su predestinada, al alma que se supone que la complementa en todos los sentidos y por la cuál su omega siente derretirse con solo un par de minutos de conocerle. Ella también conoció a una loba sobreviviente, de algo tan terrible como la pérdida, de preciosos ojos torturados por la vergüenza y el dolor.
Una loba gris.
N/A: Holaaaa, he aquí el Prólogo de una historia que venía preparando desde hace tiempo, esta se suma a las historias y fics que estarán en emisión. Es de mis favoritas, y es mi primer omegaverse propio, así que espero que disfruten de este primer vistazo. Esperen con ansias los capítulos ♡.
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