XXV / 25
Su cuerpo dolía horriblemente mientras se retorcía sobre la tierra tratando de arrastrarse hacia un "lugar seguro" pero no podía moverse, había perdido la sensibilidad de un brazo y comenzaba a sentir mucho calor por lo que oscilaba entre la conciencia y la penumbra cuando vio a un par de figuras blancas acercarse apuntándole con lo que apenas reconoció como armas, luego hubo un tirón brusco que le provocó un dolor aún peor pero ya no tenía la fuerza para emitir sonido....y simplemente se desvaneció sobre la blanca nieve teñida de dorado bajo la mirada atónita de dos desconocidos y la destrucción a medio kilómetro de allí.
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—¿Cuánto más tiempo tiene que estar allí?.. –Murmuró el de cabellos fuego mirando hacia el suelo con nieve removida en donde la americana estaba acostada semi desnuda y cubierta por la misma—.
—Hasta que la nieve deje de derretirse al entrar en contacto con su piel. –Respondió seco el de abrigo azul estando de cuclillas a un lado de la fémina, tomando una de sus manos con la propia a pesar de sentir como lentamente ardía generándole molestia—.
Había sido muy difícil extraerle la bala que quedó incrustada en su ala pues ante la conmoción la temperatura de Perú fue incrementado como método de defensa inconsciente ante el peligro, si dejaban que siguiese de esa manera tendría algún tipo de repercusión por lo que el de ojos ámbar rápidamente la despojó de su uniforme algo chamuscado y sucio para enterrarla parcialmente en la nieve buscando contrarrestar el desnivel de su temperatura. Lo estaba consiguiendo pues el rojo en la piel ajena iba volviéndose menos fuerte hasta volver al tono en que él recordaba, así que la tomó en brazos y siendo seguido en silencio por su hermano estos volvieron a casa mientras la noticia aún no volaba hasta la división más cercana.
. . .
Francia se detuvo en seco.
Había algo diferente en el aire, había una amenaza más allá de Third Reich o incluso Vichy.......algo en el horizonte la inquietaba lo suficiente como para que no pudiese moverse y su pecho pesara. Los humanos lo llamaban mal presentimiento....esa sensación extraña que te llega de un momento ante una situación cuyos resultados aún desconoces, la tricolor giró alrededor del pasillo buscando a Canadá pero este se encontraba en los almacenes haciendo actividades extracurriculares con una de las enfermeras del complejo por lo que de momento estaba inubicable.
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—Lleva siete horas seguidas ahí, no se oye nada. –Dijo entre dientes el noruego con mucha seriedad mientras estaba sentado en la encimera mirando en dirección a la puerta del de ojos ámbar—.
—Tendremos que mantenerlo vigilado, ahora que se consiguió a la chica.... alimentará más su obsesión y no sabemos hasta qué punto puede llegar con su mierda. –Dinamarca también estaba serio ante la situación, el de gorro de lana tenía todas las señales de tener algún desajuste mental o fijación severa luego de lo que sucedió con el soviético—.
—Deben hacerlo con disimulo, si nota algún tipo de actitud rara o que amenace su posesión se la llevará lejos y eso es aún peor.. –La de heterocromia se mordía el pulgar balanceándose en la silla sobre la que estaba sentada, no le gustó para nada la mirada vacía que tenía el aludido cuando llegó a la cabaña cargando a la desconocida casi sin ropa sólo cubriéndola con una manta negra– Sólo espero que ella retome rápido la conciencia para sacarla de aquí cuanto antes.
Por otro lado...el rubio que poseía una gasa sobre su ojo magullado se encontraba acostado al lado de la bicolor inconsciente a la que mantenía cubierta con múltiples pieles animales para que no perdiese calor ya que este se había nivelado. Su mano albina pasaba con delicadeza sobre las mejillas de la mayor mientras que observaba con atención cada facción de su rostro pacífico; sus largas pestañas, sus cejas definidas, algunos leves rasguños mal cicatrizados, sus mejillas algo pálidas y por último sus redondos labios rojizos que se veían suaves. Con la vista fija en estos se acercó lentamente hasta que sus respiraciones chocaron... apoyado sobre su codo izquierdo su otra mano se mantuvo sobre la mejilla derecha ajena y acortó la distancia dándole un beso a ojos cerrados, se estuvo unos segundos así y luego volvió a su posición con la cabeza en su hombro abrazándola en adición a una sonrisa leve hasta que se decidió descansar un poco ahora que finalmente la tenía con él...de una manera más sencilla de lo que esperaba, aún así se sentía mal por haberla herido, sin embargo no sabía quién era por la distancia a la que estaban.
Abrió los entre la penumbra topándose con un suelo liso lleno de agua hasta sus tobillos, cuando intentó levantarse sintió ganas de vomitar por lo que se llevó la mano a la boca.... escupiendo sus propias plumas pequeñas manchadas con sangre, ambas eran doradas y al agitar sus manos para desecharlas notó que plumas más grandes flotaban en línea recta sobre el agua por lo que decidió seguirlas al no poder ver nada más a su alrededor. Estuvo caminando por algunos largos minutos hasta que recibió las paredes de un lugar que conocía bien, una parte de la oficina del eslavo lo mostraba sentado en su usual silla firmando gran cantidad de documentos hasta que recibió una llamada que atendió de inmediato pero pasaron unos segundos hasta que su expresión seria se transformó en una desencajada y colgó el teléfono con su mano temblando.....cuando intentó decir algo sólo emitió un balbuceo e hizo puño sus manos.
La castaña observaba con confusión y curiosidad.... ¿Quién era ese hombre y porqué estaba llorando?, Se acercó más para verlo de cerca apreciando sus facciones duras, sus ligeras pecas y su gélido ojo celeste que brillaba afligido ahora. En silencio se arrodilló ante él viéndolo beber directamente de una botella de cristal con etiqueta azúl oyéndole susurrar algo sobre una mala decisión y dolor de pecho, ella se mantuvo ahí sin saber exactamente porqué se encontraba en ese lugar frente a ese imponente hombre que ahora se veía tan frágil como un cristal.....estaba herido por algo no físico que podía percibir como más doloroso que una herida. Pasó un rato más así hasta que el de cabellos rubios se levantó tambaleante tomando el arma de su escritorio y salió azotando la puerta, fue ahí cuando dejó de entender pues hablaba en un idioma extraño. Entonces el escenario de la oficina desapareció y volvió a quedar en la infinita oscuridad, así que se sentó absteniéndose de las palabras y abrazó sus rodillas cerrando los ojos.
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