XXIV/ 24

10 de Julio, 1942.

La decisión era irrevocable.

La guerra arrebataba miles de vidas a cada día y la sombra letal del fascismo se extendía sobre la tierra Europea como si de la misma peste negra se tratase, por lo que la corte real del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte emitió un aviso a la Unión Soviética de que trasladasen a la guardiana sudamericana de vuelva a sus dominios correspondientes para evitar que cayese en malas manos, si los bastiones del continente llegasen a caer.... América sería el último Pilar de la libertad para el mundo y se le requería a salvo a la heredera de la dinastía más antigua del mundo.

Soviet no tuvo de otra más que acatar, él era consciente de que allí su amada corría peligro por lo que sin decirle mucho la hizo creer de que se trasladarían a Kalinin para evitar el siguiente ataque a Moscú que sabían que no tardará en llegar.

—¿Qué?, pero creí que iríamos juntos.. –Murmuró la castaña mirando directamente al más alto mientras que este la mantenía abrazada deseando no tener que alejarla—.

—Aún tengo que reubicar a Rusia y Kazajistán, sabes que aún necesito los reportes del resto y saber que están a salvo. –El de cabellos claros tragó en seco tratando de que el alma no se le fuera en aquella mentira – Yo...te prometo que iré rápidamente a penas termine lo que tengo que hacer..

—Está bien, por favor mantente a salvo... también a los niños.. –Perú asintió con algo de pesadez y le dio un último beso en los labios antes de retroceder aferrándose a su anillo, deseaba que todo ese infierno acabase para poder rehacer su vida junto a su nueva familia– Te amo.

—También te amo, recuérdalo siempre. –Dijo él entre dientes acompañándola hasta que entró al vagón junto a otros soldados, posteriormente el tren comenzó a andar tras el silbido que anunciaba su partida hacia el Norte– Por favor perdoname..

Sin saberlo, la bicolor de dirigía hacia Arkhángel...una vez llegase al puerto se la llevarían inmediatamente al barco preparado para su traslado que cruzaría el mar Báltico hacia aguas del Pacífico rumbo al Sur de América donde permanecería con resguardo de tres naciones.

.  .  .

Estaban cansadas y sedientas, el agua de sus cantimploras se había agotado horas atrás y el camino a casa se hacía interminable pues a pesar de estar en su territorio debían ir a pie para evitar ser el blanco del enemigo que aún se mantenía internado atacando diversas ciudades. La pelirroja se había recuperado significativamente pero aún así continuaba débil por el desequilibrio de su núcleo, sin embargo era ayudada a caminar por la ucraniana que se mantenía a su lado atenta a cualquier cosa luego del enorme susto de muerte por el que pasaron hacia unos días ya.

Para su casi suerte estaban ya en la frontera de Mordovskaya, al sudeste de Moscú, no era como brincar un charco de distancia pero era muchísimo menos que desde Siberia. Tras unas horas más de camino se toparon con un regimiento de tanques quienes las socorrieron, para la suerte de todos ellos iban trasladándose a la capital por lo que el trío de jóvenes podía darse un momento para descansar sus agotadas piernas y bajar la tensión en sus friolentos cuerpos.

•  •  •

Sólo parpadeó un segundo...

Eso era todo lo que tardó...

Un segundo en el que su casi tranquilidad se vio erradicada en un chasquido.

Todo a su alrededor olía a quemado, habían algunos gritos que percibía a la lejanía y sentía la tierra fría contra su rostro. Jadeo un poco antes de comenzar a gritar también cuando los cortos flashes atiborraban su cerebro. Apenas hace unos momentos antes había estado compartiendo amenamente con unos jóvenes que comían borsh junto a ella para hacerle compañía y ahora todo lo que veía eran pedazos enormes de madera destruida o quemada junto a cuerpos sin vida en condiciones lamentables que prefirió no ver pues su mente aún dolía de todo lo que vio en el campo de batalla. Se arrastró entre los escombros tras haber quitado la madera que aplastaba su pierna izquierda que por suerte no sangraba, pero no descartaba la posibilidad de una hemorragia interna, una vez fuera dio cortos pasos inestables hasta que se topó a los cadetes que la habían acompañado.....un llanto lastimero salió de sus labios al verlos en el suelo con los ojos aún abiertos y algunos metales empalándolos.......Novikova casi la había acompañado, sin embargo la rubia se vio obligada a quedarse por una orden reciente que obligaba a los médicos a no abandonar sus posiciones por ningún motivo.

Siguió caminando buscando sobrevivientes hasta que el ruido de disparos y otros gritos la sacaron de su shock haciendo que se lanzase al suelo para evitar que la viesen, gateo en dirección a los árboles viendo como los soldados del tercer reich arrebataban una vez más las vidas soviéticas, pero no podía quedarse a jugar el papel de héroe... así que con toda su fuerza de voluntad se subió a uno de los enormes árboles y extendió sus alas doradas... aquellas que no había visto desde hacía mucho tiempo atrás por los malos recuerdos que le traían......y con un par de aleteos trató de alejarse lo más que podía del fuego enemigo y el del ejército rojo. Su pecho dolía por el pánico y los golpes que recibió al volcarse el tren tras la explosión de los rieles.

Sin embargo esta vez la suerte no estaba de su lado.

Un certero disparo atravesó su hombro y su ala derecha provocándole un horrible dolor agudo que la desequilibró haciéndola caer en picada.















—Skit, jag tror att du slog brat med vingarna! –El de ojos celestes se llevó las manos a la cabeza para después correr en dirección a la presa caída a varios metros de ellos—.
(¡Mierda, creo que le diste al mocoso alado!)

—Toivon niin. –Su gélida mirada impasible pasó un momento por sobre su prótesis metálica antes de colocarse nuevamente el fusil en la espalda y seguir a su hermano rumbo a los espesos árboles—.
(Eso espero.)

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