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6 de julio, 1942.
Perú
Al final....todo se salió de nuestro control, el 3 de Julio los Nazis tomaron posesión de la península de Sebastopol...muchos no pudieron sobrevivir, Masha dio su último aliento atendiendo heridos, Grisha había sido derribado por la Luftwaffe días antes cuando planeaba casarse con la pequeña enfermera para formar una familia y Boris..... él se sacrificó dándole su pase de salida a Lyuda para que ella pudiese ser evacuada en un submarino tomando su lugar sin saberlo........miles de civiles y soldados perdieron la vida tanto por los bombardeos como por la hambruna, estuve cerca de perder a Novikova porque tampoco había un pase para ella pero afortunadamente por mi estatus en el ejército rojo pude convencerlos de que le cedieran un espacio y compartimos los suministros que me tocaron.
Le quedaron unas notorias marcas en la cara a causa de la explosión de una mina cerca a su posición pero a excepción del dolor parecía no importarle, en una ocasión dijo que aquella cicatriz que quedaría sería su medalla para la posteridad, aún no he podido ver a Lyuda en mi zona del hospital pero voy a darles de baja a las dos en el ejército....y voy a enviarlas a mi territorio cuando haya oportunidad, sé que me ganaré problemas pero necesito garantizar su seguridad por sobre todas las cosas.
A sido un día muy cansado para mi, a pesar de tener descanso médico obligatorio no pueden esperar que me quede acostada en cama todo el día, cuando no me ven los doctores me paseo por el hospital atendiendo las heridas más leves porque estamos sobre saturados.
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Sus botas marrones hacían un pequeño eco a cada paso que daba en el largo pasillo poco transitado del hospital naval, muchos de sus camaradas le saludaron absteniéndose de preguntar por aquellas flores que llevaba en la mano derecha, pero lo único que le importaba ahora era encontrar la habitación correcta.
—Al fin te encuentro... –Dijo con la voz entrecortada viendo a la mujer de espaldas que giró con velocidad pensando en si estaba alucinando—.
—S...So..So.viet.... –La castaña comenzó a temblar levantándose de su silla caminando en dirección al más alto que sentía su corazón estrujarse al ver el frágil estado en el que se encontraba su pequeño girasol– Dios santo...te extrañé tanto, todos los días..
—Ya estoy aquí, ya estoy aquí.... –El de parche la abrazó con fuerza de manera cuidadosa y se besaron algunas veces antes de acostarse abrazados en la camilla de la habitación personal que le asignaron al ángel– Vamos a volver a Moscú, no estarás más en el frente......no soportaría perderte..
—Por favor llevemos a Novikova y a Pavlichenko, apenas son unas niñas y prometí que no las dejaría solas en las guerra –Los ojos aguados de la americana buscaron con desesperación el cielo del contrario que al ver la reacción de su prometida tuvo que aceptar, total sólo eran dos soldados–.
El rubio tenía tiempo libre por el resto del día antes de comenzar con los preparativos del traslado así que se quedó abrazado de su gran amor sin ser interrumpidos ya que el ángel no tenía nada grave que necesitase observación, parte de su corazón en caos se sentía aliviado por verla a salvo finalmente.....no podría soportar perderla a ella o a alguno de sus hijos, en esos meses había mejorado algo su relación con Estonia y Georgia pero aún deseaba poder tratarlos correctamente como una familia, a los 15. Rato después estaban besándose nuevamente pero esta vez con algo de necesidad por todo el tiempo que no se habían visto, la médico estaba aferrada al cuello del eslavo mientras que este de su cintura.
—¿Cerraste..la puerta? –Murmuró Perú directamente a su oído, quería ahorrarse un espectáculo si los encontraban así—.
—Al entrar, no quería que molestasen en nada.. –El de parche se mordía el labio ya que por más ridículo que sonase, que la más baja le hubiese susurrado y sintiese su respiración en el cuello lo había puesto ansioso—.
Ya tras haberse asegurado de lo más obvio para no ser atrapados se deshicieron de sus uniformes con algo de prisa, URSS tragó en seco cuando vio las nuevas cicatrices que tenía su mujer en el cuerpo.....sintió tanta culpa porque al final fue el quien aceptó que ayudase arriesgándose en lugar de sacarla del continente. La bicolor se levantó besando sus labios y diciéndole con una mirada que todo estaba bien, entonces volvieron a besos algo voraces hasta el momento en que de hicieron nuevamente uno y el menor buscó la mano izquierda de Perú que ahora portaba su anillo, entrelazó sus dedos como si nunca más quisiese dejarla ir y ambos comenzaron a mover sus caderas sin separar sus labios.
Se necesitaban.
Se amaban.
Se deseaban.
Se querían con todo el amor que pudiese albergar su interior, ese sentimiento tan complejo que compartían con los humanos a veces era tan complicado de explicar.
El eslavo nunca había sentido otro tipo de amor que no fuese el paternal o familiar, sin embargo no fue hasta la llegada de esa mujer rebelde que pudo pulir el cómo se expresaba, se había convertido en un gran tesoro para los soviéticos.......no dejaría que el británico ni nadie se la llevasen, le importaba una mierda el trato o una posible guerra después si sobrevivían a esto.
No iba a dejar que se llevase a lo mejor que ahora tenía en la vida.
La de ojos cafés gemía por lo bajo el nombre del antiguo heredero imperial, trataban de hacerlo todo en silencio pero aún así la rudeza que que no eran capaces de reprimir debido a todo el deseo que desbordaban seguía volviéndolos locos, el cuerpo blanquirrojo de la más baja temblaba algo sudoroso pero su rostro sonrojado mostraba una gran sonrisa como aquellas que hacía durante sus encuentros en la mansión. El sonido de sus cuerpos chocando era fácilmente cubierto por el ruido de los ventiladores del pasillo, las uñas ya no tan largas de ella se encajaban ligeramente en la espalda ajena mientras que el otro dejaba pequeñas mordidas en el cuerpo femenino como en los viejos tiempos, al sentirse cerca de terminar el de parche reafirmó su agarre de la pequeña mano roja y la besó justo en el momento en que aquella composición propia lo abandonaba para pasar al interior de la latina.
Luego de ello se separaron en un profundo jadeo, el rubio la cubrió con las sábanas mientras él se vestía y posteriormente la vistió tras limpiar su cuerpo, volviendo a echarse atrayéndola a sus brazos para que pudiese dormir un poco hasta que él tuviese que salir a organizar el viaje a territorio ruso.
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