XX / 20

3 de Enero, 1942.

Eɴᴛʀᴀᴅᴀ N°46:

Hᴏʏ ɴᴏ ғᴜᴇ ᴜɴ ʙᴜᴇɴ ᴅɪ́ᴀ, ᴊᴜsᴛᴏ ɪɢᴜᴀʟʟᴏs ᴀɴᴛᴇʀɪᴏʀᴇs, ʜᴇᴍᴏs ᴘᴇʀᴅɪᴅᴏ ᴛᴏᴛᴀʟᴍᴇɴᴛᴇ Kɪᴇᴠ ʏ Mɪɴsᴋ. Pᴏʀ ᴏᴛʀᴏ ʟᴀᴅᴏ ʟᴏs ᴀʟᴇᴍᴀɴᴇs sᴇ ʀᴇᴛɪʀᴀʀᴏɴ ᴅᴇ Mᴏsᴄᴜ́ ᴘᴏʀ ʟᴏ ʙʀᴜᴛᴀʟ ǫᴜᴇ ᴇs ᴇʟ ɪɴᴠɪᴇʀɴᴏ ᴇɴ ᴇsᴛᴀs ᴇ́ᴘᴏᴄᴀs. Gʀᴀᴄɪᴀsᴇsᴏ ᴘᴜᴅᴇ ɪɴᴛᴇʀᴄᴀᴍʙɪᴀʀ ᴀʟɢᴜɴᴀs ᴄᴀʀᴛᴀs ᴄᴏɴ ʟᴀs ɴɪɴ̃ᴀs....ᴅɪᴊᴇʀᴏɴ ǫᴜᴇ ᴇsᴛᴀ́ɴ ʙɪᴇɴ ᴘᴇʀᴏ ᴀʟ ᴇsᴛᴀʀ ᴇɴ ᴇʟ Gᴜʟᴀɢ ᴅᴇ Sɪʙᴇʀɪᴀ sᴇ sɪᴇɴᴛᴇɴ ᴀʟɢᴏ ɪɴᴄᴏ́ᴍᴏᴅᴀs ᴘᴏʀ ʟᴀ ᴍᴀsɪᴠᴀ ᴘʀᴇsᴇɴᴄɪᴀ ᴅᴇ ʟᴏs ᴘʀɪsɪᴏɴᴇʀᴏs ᴀᴜɴǫᴜᴇ ɴᴏ ᴇsᴛᴇ́ɴ ᴇɴ ʟᴏs ᴍɪsᴍᴏs ᴀᴍʙɪᴇɴᴛᴇs.
Pᴇʀᴏ ɪɢᴜᴀʟᴍᴇɴᴛᴇ ᴍᴇ sɪᴇɴᴛᴏ ᴛʀᴀɴǫᴜɪʟᴀ ᴀʟ sᴀʙᴇʀ ǫᴜᴇ ɴᴏ ʟᴇs ʜᴀ ᴘᴀsᴀᴅᴏ ɴᴀᴅᴀ, Kᴀᴢᴀᴊɪsᴛᴀ́ɴ ᴍᴇ ᴇɴᴠɪᴏ́ ᴜɴᴀ ᴄᴀʀᴛᴀ ᴅᴇsᴅᴇ Kᴜʀsᴋ, ᴇ́ʟ ʏ Gᴇᴏʀɢɪᴀ ᴇsᴛᴀ́ɴ ᴊᴜɴᴛᴏMᴏʟᴅᴀᴠɪᴀ ᴘᴀʀᴀ ᴀʏᴜᴅᴀʀʟᴀᴇᴠᴀᴄᴜᴀʀsᴜs ᴄɪᴠɪʟᴇs ǫᴜᴇ ᴇsᴛᴀʙᴀɴ ᴀᴄᴏʀʀᴀʟᴀᴅᴏs ᴇɴ ʟᴀs ғʀᴏɴᴛᴇʀᴀs ᴄᴏɴ Rᴜsɪᴀ ʏ Uᴄʀᴀɴɪᴀ ᴘᴏʀ ʟᴀ Wᴇʜʀᴍᴀᴄʜᴛ.

—Me pregunto cómo lo estará pasando USA luego del ataque de Imperio Japonés... –Dijo al aire mientras se colocaba su pesado abrigo recubierto de piel antes de salir nuevamente al frío de Rostov para continuar con sus labores—.

—Eh señorita Perú, han llegado algunos cargamentos con material para re abastecernos, necesitamos que dirija cuánto va a cada área –Una rubia uniformada de apariencia joven se acercó trotando a la bicolor, ambas se habían conocido durante la pequeña cena de Navidad que organizó el ángel para los médicos y soldados que habitaban en campamento, la menor apenas había salido de la capacitación miliar y parecía un cachorro perdido por lo que la de ojos café no pudo evitar "Tenerla bajo su ala"—.

—Bien... gracias por avisar, acompañame Novikova. –Tras decir aquello la mayor soltó una pequeña tos que inmediatamente preocupó a la humana pero esta no alcanzó a decir algo por el ademán de la bicolor para que lo dejase pasar y en silencio caminaron hasta la gran hilera de tiendas médicas alejadas de las de dormir—.

•  •  •

—Ya cierra la boca niño, eres insoportable. –El finés soltó un gruñido de fastidio viendo por enésima vez al pequeño Deutschland haciéndole caras mientras esperaban a que el germano mayor terminase su junta personal con la asiática—.

—No, ésta es mi casa y puedo hacer lo que me dé la gana –Dicho esto sacó la lengua haciendo un sonido desagradable y sumamente estresante para el albino, detrás del tricolor con traje café estaba Prusia² cubriéndose la cara con vergüenza—.

—Mocoso de...–El nórdico apretó con fuerza el puño para no hacer otra cosa y giró en dirección al pasillo en donde se hallaba la oficina de Reich– ¡Maldita sea, Nazi, ya deja de cogerte a Imperio y ocúpate de tu engendro colmilludo!

Momentos después se oyeron pasos y el sonido de la puerta abriéndose con algo de velocidad dejando ser parcialmente al de gélidos ojos verdes.

—Modera tu maldito lenguaje en presencia de mis hijos, bastardo alcohólico. –Siseó el de ojos esmeralda con expresión enojada, tras él se podía ver a la azabache virando los ojos mientras se acomodaba el uniforme desabrochado—.

—No estoy aquí para ser una niñera, mis asuntos militares son más importantes que tus encuentros carnales con la sádica psicópata. –El albino se levantó del sofá quedando cara a cara con el de uniforme negro generando un ambiente tenso por el mal carácter que portaban ambos, la diferencia de altura no era muy notable sin embargo era ganada por el de gorro de lana—.

•  •  •

—Si no dejas de quejarte no puedo hacer mi trabajo, gringo pendejo. –La de ojos marrones tiró levemente del cabello ajeno como advertencia mientras se concentraba en limpiar las quemaduras que el de estrellas tenía en los antebrazos—.

—Damn Mexico, can't you see that it hurts? –Replicó el de ojos celestes observando como el borde de las quemaduras se enrojecía producto a la manipulación de las mismas— Por favor hazlo más despacio.
(Maldición México, ¿No estás viendo que me duele?)

—Nel, te aguantas. Tus propios hombres te dijeron que no metieras mano al Arizona porque ellos iban a ir primero por los guantes anti calor, pero eres don pendejo y creiste que sólo bajando la temperatura de tu cuerpo ibas a poder. –La azabache aún recordaba cuando se enteró del bombardeo enemigo al de franjas rojas y tras llegar volando lo más rápido que pudo lo vio desesperado entre los escombros metálicos tratando de ayudar a los sobrevivientes y luego quemarse los brazos por culpa de una aspa hirviente—.

—They are running out of oxygen and time was crucial, we can regenerate in days, humans cannot. –El castaño suspiró aún oyendo los gritos de los marinos que se quemaban o caían al agua acribillados por las balas de los "Zeros"—.
(Se estaban quedando sin oxígeno y el tiempo era crucial, podemos regenerarnos en días, los humanos no.)

—Aún así recuerda que no somos inmortales, aún debemos ayudar a tu familia y a Filipinas. No podemos darnos el lujo de hacer estupideces que nos pasen factura en un momento importante, como tus brazos, no van a dejarte pilotar hasta que no hayan marcas. –La tricolor concluyó junto al momento en que retiró el último algodón de ungüento del brazo de USA—.

—Don't forget I have wings too. Anyway ... let's eat something, I'm hungry –USA se levantó de la camilla tomando sus cosas personales de la mesita metálica de al lado y miró de reojo a la fémina—.
(No olvides que yo también tengo alas. Como sea ... comamos algo, tengo hambre)

—Bueno pero tú invitas, no traje nada más que mi magnífica presencia por el apuro. –La tricolor alzó los hombros cuando lo vio virar los ojos, pero  se aguantó de reír puesto a que seguía siendo un ambiente serio entre los otros heridos que descansaban—.

—Está bien, sólo no pidas más de cinco platos como la última vez, por favor. –El castaño claro suspiró y emprendió camino hacia la salida siendo seguido por su vecina de territorio quien movía un poco sus alas para que no se acalambracen al tenerlas tanto tiempo quietas—.

•  •  •

—Extraño a Perú...a esta hora ya estaría preparando el almuerzo mientras canta algo en inglés con Rusia.. –La rubia de tristes ojos miel se acomodó abrazando sus piernas sobre su camilla, aumentando su calor corporal para confortarse del impasible frío de Siberia—.

—Yo también extraño estar en casa, me siento como estúpida estando aquí en lugar de en el frente para recuperar mi hogar. –Ucrania resopló con pesadez para luego darle un sorbo a su taza con café oscuro, se había acostumbrado tanto al poco tiempo en que estuvo en la casa que se convirtió en un cálido hogar que estar nuevamente en el frío silencio la ponía triste—.

Al otro lado de la pequeña habitación grisácea e insípida, la pelirroja Letonia se abrazaba a si misma compartiendo silenciosamente el malestar de las otras dos jóvenes, se sentían como prisioneras en el Gulag ya que si bien sólo estaban ahí por su seguridad, tampoco tenían permitido abandonar las instalaciones por lo que lo único que podían hacer era seguir puliendo sus habilidades con las armas y en intensivo entrenamiento físico entre ellas para evitar el frío de paso.

Señorita Perú, yo también la extraño tanto como a mis hermanos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top