O1
Park JiMin no fue muy consciente de que era sostenido por la cintura y elevado por un par de brazos conocidos.
Podía escuchar los susurros bajos y los rastros de besos húmedos en sus mejillas y frente, pero aún se encontraba..
¿Cómo describirlo?
—Amor, amor, amor. —Repetían contra la piel de su mejilla derecha, mientras lo estrechaban fuerte en un intento por trasmitir todo eso que el otro sentía en esos momentos.
En un segundo, correspondió al abrazo y rodeó los hombros ajenos con ambos brazos, apoyándose en el peso de su novio y dejando que la nube de estupor se desvaneciera.
—Cariño, dios.
El nudo en su garganta lo alertó, demasiado abrumado como para entender su significado y jadeó cuando fue depositado en el suelo de nuevo, recibiendo el abrazo de su madre y seguidamente, de su padre.
—Felicidades señor Park, como he dicho, permitame repetirle lo orgulloso que todo el equipo médico se siente en estos momentos.
Asintió, aún perdido y un tanto histérico por entender todo el asunto. Una parte de si mismo se desconecto por lo que parecieron eternos minutos y cuando las piezas se juntaron y estuvo de regreso en los brazos de una de las personas que más amaba, JiMin apretó su saco en uno de sus pequeños e inestables puños.
No estaba soñando y esa tampoco era una ilusión, su familia, su novio y el equipo médico que se mantuvo firme a su lado durante esos cuatro años, seguían sonriendo con cariño y orgullo.
Indudablemente lloró.
Lo captó en ese instante, sin la necesidad de que alguien se lo repitiera, pues bastaba con las palabras bonitas que su novio repetía una y otra vez, junto a la conversación alegre que todos mantenían a su alrededor.
Y no importaba si estaba un desastre, ni mucho menos el aspecto físico que la enfermedad le dejó a su paso, así como tampoco importó en absoluto, el montón de recuerdos tristes que todo eso le generó por años.
Lo había hecho y eso nadie se lo podía quitar.
Celebró el día de su nacimiento con la noticia de que venció al cáncer. Venció a quien por años, amenazó con destrozar todo a su paso, arrancando sueño tras sueño.
Realmente lo hizo.
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